Partida Rol por web

El golpe de Parriwimple terminó con Hurrn en el suelo, con su pecho emplumado hinchándose y deshinchándose para tomar aire, completamente fuera de combate. El otro kenku de esa ladera se transformó en cuervo y se alejó volando. Los cuervos que estaban atrapados por la música de la armónica fueron retirándose poco a poco, según se sobreponían al efecto de confusión que atenazaba sus mentes. Hasta Urik pudo volver a bajar la ladera hacia el camino.

Las gemelas sacaron al último pasajero del carruaje volcado, un anciano al que veían por primera vez.

Buenos días. Vaya... parece que aquí hubiese tenido lugar una batalla campal. Mi nombre es Rudolph Van Richten. Doctor Van Richten en realidad, cazador de vampiros profesional, y estudioso de los seres de las tinieblas. Chicas...-dijo a las gemelas-¿Me ayudáis a bajar?

Las gemelas sujetaron de los brazos al anciano y lo ayudaron a bajar del lateral del carruaje hasta que sus pies tocaron el suelo. Jeff se acercó y apoyó la mano en el techo del carro.

Yo soy Jeff... Jeff Maurgen. Encantado. ¿Y vosotras cómo os llamáis?

Ella es Laurie Weathermay-Foxgrove.

Y ella es Gennifer Weathermay-Foxgrove.

¿En serio? Tengo una flecha clavada en el estómago, Jeff. ¿Y tu te pones a ligar en vez de preocuparte de tu hermanita Nadija?

Y no solo tú, humana. Sugiero que atendamos primero a los heridos. Si es que alguno de mis hombres sigue con vida...

Merquo se descolgó del carruaje y fue acunclillándose junto a los jinetes derribados por las flechas de los kenkus. Algunos de sus hombres estaban muertos. Otros estaban demasiado heridos como para seguir con la cruzada contra Strahd.

Papapa... ¡Parriwimple!

No fue capaz de dar ni un solo paso. Sus ojos se enjuagaron de lágrimas. Urik también notó que las manos de la muchacha estaban cortadas y sus muñones cosidos.

Firan se puso algodones en los oídos y fue junto a Ivalic a burlarse.

Bufff... Tocas tan mal la armónica que haces que los paladines salgan corriendo.

También estaban en la zona el niño gordo Vjelkus y el cuervo blanco Hack.

La lucha había terminado y Firan se había acercado para anunciárselo a su manera. Ivalic dejó de tocar la armónica y se quedó mirando a su amigo, porque por extraño que pareciera así lo consideraba a pesar de todas sus competiciones y sus distintas formas de ver las cosas.

-Los paladines y los cuervos, no te olvides de todos los kenkus que han huido gracias a mi, algunos todavía están esperando que puedas cargar una ballesta. ¡Bah! Las ballestas tampoco son lo mío, la verdad, pero admito que no has estado mal con esos misiles mágicos, un día tienes que enseñarme a usarlos, yo podría enseñarte a disparar con un tirachinas o un trabuco, aunque este es algo más difícil, aunque supongo que nada que no puedas aprender.

Miró a su alrededor, había muchas cosas que hacer, muchos habían sido heridos e Ivalic quería ayudar a curarlos. También estaban Herr Urik, al que Ivalic deseaba dar un abrazo de bienvenida y disculparse por haberle afectado con la magia de la armónica y Parriwimple al que también deseaba abrazar y preguntar muchas cosas. Además quería saludar en persona a Merquo y a todos los demás recién llegados.

Los heridos primero, ya tendrás tiempo para lo otro después.

Se acercó a Vjelkus que era el que tenía más cerca y había sido herido varias veces.

-¿Como estás Vjelkus? Deja que te cure con mi magia.

Mientras lo hacía escuchó a su hermana Nadija quejarse de sus heridas y como el pequeño caballero galán en el que se había convertido, pues en los dos años junto a Ludovico había aprendido a más que a luchar y lanzar hechizos, se interesó por ella.

-¡No te preocupes Nadija, ahora mismo voy a curarte!

El gigantón vio como caía el cuerpo del "cuervo hombre malo" caía al suelo, tras su último golpe, y previendo la posibilidad de una trampa, volvió a golpear con el palo en la cabeza de quien ya les había traicionado una vez y había tratado de emboscarles y causar daño a sus amigos. No quería Parriwimple más traiciones, ni estaba tampoco dispuesto a dejar un enemigo declarado y evidente atrás suya para causar nuevos males. Hurn había sido perdonado una vez, se le había dejado marchar, y había tratado de matarles. Y por lo que él sabía, seguía siendo el legítimo burgomaestre. 

- Parriwimple siente. Parriwimple no gustar hacer daño. Pero no dejar gente mala ataque dos veces amigos Parriwimple. 

Una vez estuvo muerto Hurn, el gigantón dejó caer la rama y caminó hasta Ida, dejándose caer de rodillas ante la joven, y abrazándola con suavidad por el talle y poniéndose a llorar.

- Parriwimple siente, Parriwimple no salvar Ida. Ida pasarlo muy mal porque Parriwimple tonto, y débil. Parriwimple tan contento ver Ida. Tan contento abrazar Ida.- con los ojos llenos de lágrimas levantó la cara, mirando a sus amigos- Parriwimple contento ver todos. Muy contento ver todos. Parriwimple...- en ese momento parece recordar algo y guarda silencio, haciendo un gran esfuerzo, dice- Cripta doce. Alma hijo. Dos llaves unir. Caldero laboratorio de alquimia, cofre alojamientos guardia. Parriwimple salvar alma de su hijo. ¿Ida acordar? Parriwimple nunca recordar cosas, y Parriwimple e Ida tener salvar alma de nuestro pequeño.     

​Tras recuperarme de la magia obnubiladora de la armónica, regreso al lugar de la emboscada y empiezo a imponer mis manos sanadoras sobre los heridos, en especial los más graves, mientras pienso sin parar en Parriwimple y mi rostro se cubre de lágrimas.

Después me aproximo al cuerpo de Hurrn y le corto la cabeza, quemando después cuerpo y cabeza en piras separadas, el remedio tradicional para que regrese como un no muerto. Al menos uno de naturaleza corpórea.

Después, abrazo con todas mis fuerzas a Parriwimple, para finalmente enjugar las lágrimas de mi faz.

- "¡Te creía muerto, amigo mío! Mi corazón se llenó de furia, de odio, y de ansias de venganza contra los que te habían injuriado." -

Todo había acabado y todo quedó reducido a aquella imagen. Parrwimple de rodillas, abrazado al talle de Ida, ambos llorando. Y como no podía ser menos, Helene hizo lo propio, emocionada, feliz por aquel reencuentro, incapaz de determinar cómo era posible que Parriwimple viviera pero enormemente contenta por ello.

-No, Urik, este es su momento. Déjalos tranquilos. Han pasado por mucho. Que disfruten de unos minutos el uno del otro -dijo apartando a Urik de Parriwimple y admirada de que en unos segundos hubiera decapitado a Hurrn, separado tronco de cabeza, haber organizado dos piras y eliminado con sus cenizas la posibilidad de todo retorno. Era, sin duda, un maestro del tiempo.

Se volvió hacia sus hijos, a los que abrazó, satisfecha de verlos vivos. Cuando Ivalic, egenrosamente, se dispuso a curarlos, lo detuvo con amabilidad.

-No Ivalic. Déjamelos a mí. Sánate a ti mismo y a Gennifer Weathermay-Foxgrove.

Helene extrajo su estuche de pergaminos curativos y se dispuso a darles uso, ya que todas aquellas heridas eran relativamente leves. Cuando concluyó, tanto ella como Vjelkus parecían completamente recuperados. Nadija, en cambio, aún seguía herida, aunque levemente. Quizá lo justo como para asegurarse que permaneciera en el pueblo y no en medio de una batalla.

-Deberás descansar, Nadija. No es nada importante, pero deberás cuidarte.

- "Salve, Frau Helene. Celebro volver a veros, y más ante una circunstancia tan feliz y milagrosa como esta. Sin duda los Poderes Benignos y el Padre Cuervo han actuado por el bien de Barovia." -

Ivalic se apartó un poco y dejó que la Señora Helene se encargara de sanar a sus propios hijos, supuso que era algo que quería hacer personalmente y no se interpuso.

-Está bien Señora Helene. No te preocupes Nadija, estarás bien. -Sonrió a la muchacha, le guiñó un ojo y después se acercó a los que habían salido del carro.- ¿Estáis bien? Soy Ivalic Yannof ¿Se acuerda de mi Señor Merquo? Lo veía en sus apariciones cuando hablaba con Herr Urik hace un par de años, me alegra de que esté aquí. Si usted, sus amigas o cualquiera de sus hombres necesita sanación no duden en decírmelo, es lo menos que puedo hacer por ustedes cuando vienen a ayudarnos.

Dejó que todos se recompusieran y que los que necesitaban curación acudieran a él. Estaría bien hablar un poco con las gemelas pues le había surgido una duda, pero lo dejaría para más tarde. Se acercó a Herr Urik y abrió los brazos para fundirse con el paladín después de tanto tiempo.

-¡Herr Urik! ¡Que alegría verle! Siento lo que pasó en la colina, que la magia de la armónica le afectara. ¿La reconoce? Es la que tenía el Señor Pip, resulta que es mágica. Una noche Ludovico quiso enseñarme a tocarla y de repente yo no podía parar de bailar jajajaja, así descubrimos que era mágica. Le he echado de menos Herr Urik, me alegro que haya regresado y por lo que veo muy bien acompañado. El Conde recibirá su merecido. -Se giró y se quedó mirando el reencuentro entre Ida y Parriwimple, aún no podía creer que su amigo estuviera allí entre ellos.- Es alucinante ¿Verdad? Todavía no me lo creo. ¿Como es que Parriwimple está aquí? Es cosa de magia, eso seguro, y tiene que ser una magia muy poderosa.

No iba a interrumpir el reencuentro entre la pareja, sobre todo después de lo que ambos habían sufrido, aunque tenía muchas ganas de abrazarlo y de hacerle un sinfín de preguntas.

Abrazo con fuerza y verdadera alegría al joven Ivalic.

- "¡Mi buen Ivalic! ¡Pero mírate! ¡Cuánto has crecido! ¡Si ya eres todo un hombretón! Creo que tienes la edad justa para empezar tu entrenamiento como futuro Caballero de la Orden del Cuervo." - Le digo con un guiño y una sonrisa al tiempo que revolotea a mi alrededor mi nueva capa súper-requete-mega-chula y súper guay.

Mis dientes blancos y cuadrados relucen en un bello destello por un instante.

- "Me alegro mucho de que descubrieras el poder de la armónica, ha sido muy efectivo en esta ocasión, aunque posiblemente no altere a los no muertos...

Sí, durante estos dos años, he hecho todo lo posible por conseguir aliados en nuestra cruzada contra el Conde vampiro. Os presentaré." -

Durante los siguientes minutos me dedico a presentar a unos y a otros, a Herr Merquo Iluminador, al célebre cazador de vampiros, el Doctor Rudolf van Richten, a las gemelas. A todo el mundo.

- "Sí, Ivalic. El regreso de Herr Parriwimple es un verdadero milagro y una clara señal de que hay en juego fuerzas divinas que nos apoyan y nos sonríen en nuestro esfuerzo." - Añado, mientras mi capa revolotea a mi alrededor elegantemente.

Ivalic recibió su abrazo con alegría y sonrió ante los cumplidos de Herr Urik.

-Sí, he crecido mucho. -Se mordió la lengua para no decir en voz alta que era mucho más alto que Firan ya, no quería que la Señora Helene lo regañara.- Mi madre al principio estaba preocupada porque pensaba que estando con Ludovico en las montañas comería mal, pero no es así, comíamos muy bien. De vez en cuando bajaba al pueblo para que mi madre me viera y se tranquilizara y para ver a mi hermana y al resto, aunque cuando estaban los soldados Ludovico no me dejaba bajar mucho, a veces me acompañaba él. ¡Veo que se ha conseguido otra capa! ¡Está muy chula y guay! Quizás más que la primera, no sabría decirlo. -Ivalic tocó la capa y sintió la suavidad en el roce, desde luego era de una calidad extraordinaria. En cuanto a lo de empezar su entrenamiento como paladín, era algo que no le interesaba demasiado, Ludovico le había enseñado muchas cosas y se sentía muy feliz con la libertad de acción que tenía sin tener que adherirse a ninguna orden.- Creo que será mejor que pruebe con Vjelkus o Jeff, yo no sería un buen paladín. ¿Conoce usted a Jeff? Es el hijo mayor de la Señora Helene y ella es Nadija, su hija.

- "Es una pena, Ivalic. Siempre pensé que si sobrevivíamos hasta este momento, tú te convertirías en mi Escudero y quizás en un futuro en todo un Caballero del Cuervo..." -

Cri, cri, cri, cri...-trató de repetir Ida, como si fuese un grillo.

En seguida se dió por vencida. Era mejor que lo de la cripta y las llaves se acordase otro. Su muñón derecho acarició la sien de Parriwimple, con tremenda suavidad. Lloraba y sonreía a la vez, para más confusión de Parriwimple.

Soy yo la que lo sisisiente. Vi que te colgagaban y me faltataron manos para evitarlo...

Algo más alejado, Vjelkus sacó de la bolsa de contención de Maligno un garrote. El favorito de Parriwimple. Aquel que Giussepe talló para el Burgomaestre. Por lo dicho por Helene, Vjelkus esperó alejado de la pareja, dejándoles espacio, para que fuese Parriwimple el que tomase su arma cuando estuviese preparado.

Me acuerdo de ti, Ivalic. Soy sacerdote, no te preocupes por mis hombres, yo me ocuparé de ellos, y de los de Urik.

A pesar de lo dicho por el elfo, tenía demasiados pacientes en el campo de batalla como para poder ayudar a la gemela herida inmediatamente, e Ivalic tuvo ocasión de curarla por él.

Si me permitís intervenir... Herr Urik me ha hablado del pacto con Strahd. De esa tregua. Este ataque es la prueba de que la considera concluída. Si entiendo bien la psicología de los vampiros, el pueblo de Barovia no tardará en sufrir un ataque. Si queremos evitarlo, deberemos golpear a Strahd donde más le duele. Los que quedamos en pie deberíamos ir ahora al castillo, para que las tropas de Strahd se tengan que replegar allí, en lugar de pagarlas con las buenas gentes de este lugar.

Bueno... los que todavía podamos andar por nuestro propio pie. Merquo... ¿te quedarás tú a cuidar de los heridos?

Merquo asintió. Mientras, Ivalic empezó a usar su magia con uno de los heridos. Los flechazos eran tan graves, que el chico necesitó mucha magia para sanarle.

 Buen trabajo, chico. Yo estoy preparado para degollar vampiros. Os acompaño-dijo el miembro de los Guardianes de la Pluma Negra.

 ¡Yo también voy!-dijo una de las Iluminadoras, tras ser sanada-Gracias, muchacho. Me has curado. Te debo la vida.