Partida Rol por web

-A mi tampoco.-Digo con sorna.-Sin embargo no entiendo el por qué de la emboscada. Somos viajeros pacíficos.

Avanzo unos cuantos metros cubriendome con el escudo para intentar recuperar mi espada. Una vez la he recogido, ataco a una de las formícidas.

La instructora Moonlight se desvaneció ante la presencia de las criaturas sin que nadie pudiera verles. Corrió hasta donde estaba su discípulo y como si fuera un fantasma se apareció detrás de uno de sus rivales. A pesar de ello el golpe no llegó a pillar desprevenido al enemigo por lo que no pudo tener muy buenos resultados. Al menos, aquella distracción le sirvió a Arthas para poder recoger su espada sin sufrir más daños y decapitar así a la criatura que tenía frente a él.

Aquella Obrera cayó muerta por el ataque del aventurero, pero eso no hizo que las otras tres huyeran, al contrario, cada una de ellas tomó una nueva posición contra él y ya que Aerith era invisible no pudieron enfrentarse a ella. Odyr no tuvo más remedio que tratar de esquivar cada mordisco de sus contrincantes, que ahora le tenían rodeado.

Se agachó para esquivar el primero de los ataques, después dio un pequeño brinco estando de cuclillas, pero en el último envite, la última de las criaturas logró clavarle de nuevo sus mandíbulas en pleno muslo haciéndole una herida un tanto profunda.

Rápida como un rayo, deje caer mis nunchakus y saqué la ballesta. Apunté entre los ojos de una de las formícidas y dispare, esperando que se clavara y otra más dejara de existir

-Una menos.-Digo triunfal al haber matado a la primera.-Quedan tres.

Dicho esto, lanzo un ataque a la más cercana con la esperanza de poder quitar otra de en medio.

El virote procedente de la ballesta de la instructora revota en la firme coraza de la formicida evitando así causarle cualquier tipo de daño, pero Arthas es rápido y aprovecha la distracción causada por su maestra para encajar un corte en una de las partes desprotegidas de su rival, clavándosela hasta el fondo y quitando a otra criatura del medio.

Después, las dos grandes hormigas atacan de nuevo al aspirante, el muchacho se mueve a gran velocidad, y logra esquivar a una de ellas, pero la otra logra clavarle sus afilados dientes en una pierna hiriéndole casi de gravedad.

-Debo resistir.-Digo mientras me preparo para combatir de un modo algo más conservador.-No puedo aguantar mucho, maestra. Cubridme un asalto, por favor.

Retrocedo un  pequeño paso y trato de curarme con un conjuro lanzado a la defensiva mientras espero que mi maestra contenga a las formícidas por un instante.

Si te vuelven a atacar y te hieren, huye. Una retirada a tiempo es mejor que estar muerto dije a Arthas mientras recargaba con velocidad la ballesta. Cuando terminé, la levanté y apunté a una de esas criaturas. El virote voló hasta su cuerpo

Arthas decide retroceder algunos pasos y ponerse a cubierto para lanzarse una magia que le ayude a sanar sus heridas y así lograr recobrar las energías para continuar el combate, mientras tanto pide ayuda a su instructora que no duda ni un solo segundo en descargar su virote contra su rival. La flecha se clava entre dos partes del caparazón de la hormiga haciéndola que cayese inerte.

Afortunadamente tan solo quedaba una hormiga gigante, pero esta no se amedrentó y se lanzó al ataque contra Arthas, el joven esquivó velozmente y se protegió de sus mordiscos. Por esta vez el aspirante se había librado de caer ante semejantes criaturas.

-Muere de una vez, maldita.-Digo lanzando un tajo con energías renovadas. Sin embargo, al mantenerme en una posición defensiva, no soy capaz de acertarle.

Ya sólo quedaba una y eso me relajó. A pesar de que intentar atacar a Arthas, sabía que mi alumno se defendería; además, se había curado las heridas, por lo que no corría peligro.

Cargué y disparé la ballesta y mi virote impactó en la dura piel de la criatura.

No perdamos la concentración, Arthas, centra tus ataques para poder acabar con este bicho

Ninguno de los ataques de los aventureros fue capaz de herir a la criatura, puesto que ninguno llegaron a impactarle. La criatura en cambio, seguía insistiendo en clavar sus colmillos a Arthas, pero éste fue más rápido y logró esquivar el envite ahorrandose así el sufrimiento que le podía causar.

Debía permanecer concentrados, aquel combate estaba prácticamente ganado, pero no podían seguir cometiendo errores.

La cercanía de la formícida es cada vez más inquietante. Debo acabar con ella. Se abalanza sobre mi, pero soy capaz de esquivar el golpe. En ese momento, veo lo que parece ser una brecha en su defensa e intento alcanzarla con mi espada.

-¡¡¡Vamos!!!-Grito mientras lanzo el tajo.

Este será nuestro último golpe, Arthas. Apunta bien y golpea con fuerza. Me he cansado de esta criatura.

Cargué y apunté con la ballesta. No me bastaba con hacerle un poco de daño. Quería encontrar su punto más débil y que los virotes entrara en su cuerpo

Y así disparé, acertando en su dura piel y haciéndole mucho daño

Arthas logra clavar la espada en la última de las formícidas que quedan en pie dejando por fin libre el camino en dirección a la cueva.

Me agaché a recoger mis nunchakus y me acerqué a Arthas.

¿Te encuentras bien? ¿Necesitas algún tipo de curación?

Había combatido bien. Estaba claro que, si pasaba el examen, sería un buen Filo del Alba.

Cuando estés preparado, podemos continuar

-No te preocupes.-Digo mientras recupero el aliento. - Si puedes no me vendria mal, pero puedo pasar sin curacion.

De todos modos creo que deberiamos salir de aqui lo antes posible. Curame si quieres y vamonos antes de que vengan mas.

Está bien, te curaré para que podamos seguir y pasé mis manos sobre sus heridas, que sanaron de manera inmediata y perfectamente.

Esto ha sido una buena prueba para probar tu potencial. Pero, a pesar de que esté orgullosa, no te relajes. El reto está ahí delante

-Gracias.-Digo sintiéndome complétamente restablecido.-Ahora creo que es mejor que salgamos de aqui. Antes de que vengan más. Siguiendo el camino deberíamos llegar, ¿no?

A pesar de las dificultades del viaje lográis llegar hasta la Caverna del Frío. Ante vosotros hay una gran puerta llena de escarcha que lleva al interior de la montaña en la que se aloja la prueba a la que debéis enfrentaros en aquel momento.

Una mujer de ropajes anchos está parada en frente de la puerta.

Cuando Aerith está cerca de ella le tiende la mano a modo de saludo. Y después hace una inclinación para saludarte a ti.