Partida Rol por web

Fort Doom: Dead Lands

Capítulo 8: As de Tréboles

Cargando editor
Cargando editor
04/03/2013, 22:40
Director

La caravana formada por ocho jinetes y un carro agitaba el polvo de la llanura en las cercanías de un pequeño pueblo. Los dos prisioneros que viajaban en el carro apenas distinguian a ver el cartel de bienvenida a la población, y a juzgar por el rumbo no tenía importancia, porque iban a pasar de largo.

Ocho jinetes armados parecía escolta excesiva para dos hombres moribundos. Cadenas de pies y manos para quien apenas podía moverse. Quizá no fuera una protección tan exagerada en concreto para estos dos hombres no-tan-moribundos, pero eso no tenían por qué saberlo las autoridades de ese pueblucho sin nombre en el que fueron apresados. ¿Habían sido detenidos por matar unos cuantos forajidos y, presuntamente, explotar un hotel? Parecían motivos suficientes para ahorcar a cualquiera, pero también podía haber algo más detrás.

Dakota y Frank se acomodaron en la jaula sobre ruedas en la que habían decidido transportarles y miraron a sus captores, ayudantes de sheriff y voluntarios cargando Colts y rifles. El día estaba bien avanzado. ¿A dónde les estarían llevando?

Cargando editor
05/03/2013, 11:38
Frank

Frank le picó el ojo al mestizo, como queriendo decirle "Ya ves amigo, este es nuestro sino. Lío y más lío". - Me alegra verte vivo...

Era solo un susurro. Una simple frase amable entre dos hombres duros. El vaquero hizo un repaso mental de su estado físico. No parecía tener nada roto. ¿Tenía los revólveres encima? Hummmm... Aparte de la sed, nada excesivo. Escupió a través de los barrotes.

—Agua...— dijo, sin esperanzas de que atendieran su petición.

Cargando editor
05/03/2013, 22:54
Director

A Frank le dolía todo el cuerpo, aunque no parecía tener ninguna fractura. La contusión en la cabeza por el culatazo era lo peor. En la espalda podía sentir quemaduras, aunque la explosión debió de rozarles tan solo. Rasguños y moraduras cubrían todas sus extremidades.

Dakota estaba en un estado similar, pero con una pierna rota de propina. Las cadenas en torno a sus tobillos eran superfluas en su caso, porque a duras penas podía andar cojeando, y por nada del mundo podría correr.

Por supuesto, les habían despojado de toda arma, sin descuidar el cuchillo en la bota de Dakota ni los cartuchos en el cinto de Frank. ¡Incluso le habían quitado las cerillas!

Cargando editor
06/03/2013, 16:11
Frank

Escupió sonoramente a través de los barrotes.

—Eh! Agua...

Cargando editor
06/03/2013, 22:04
Voluntario

—Calla, vaquero.— Dijo el vigilante más cercano, que había optado por ignorar a Frank la primera vez— Estamos llegando a Fort Doom. Ahí te darán de beber hasta que te cuelguen.

El joven debía de ser un voluntario, pues no llevaba placa de sheriff ni ayudante. La forma en la que llevó la mano al arma desde que el vaquero habló podría ser interpretado como una amenaza, pero Frank más bien pensó que era una buena señal. Incluso malheridos, encadenados, desarmados y metidos en una jaula, ese tipo parecía tenerles miedo.

Cargando editor
06/03/2013, 22:11
Director

Como decía el guardián, estaban llegando a un fuerte nordista. Jinetes de caballería abandonaban la construcción en estos momentos. La sólida empalizada de madera estaba dominada por dos torres desde las que podían verse los extremos de ametralladoras Gatling.

Cargando editor
07/03/2013, 16:15
Frank

Frank miró al indio, que seguía maltrecho y malherido aguantando los baches de la carreta-prisión en la que eran transportados. Los dos compañeros se entendían casi por telepatía. "¿Qué vamos a hacer? Parece el fin del camino..." Sin embargo, la picardía del vaquero ya tenía una idea. "El chico... Armado e inexperto. Y nos tiene miedo. Necesito su arma."

Cargando editor
11/03/2013, 05:06
Dakota

Dakota había tardado bastante en recuperar la conciencia. Demasiado, quizás. Incluso a pesar de las heridas. Y, en verdad, ni siquiera en sus escasos raptos de lucidez parecía que terminaba realmente de salir de aquel preocupante duermevela en el que se había sumido tras la explosión de la torre. Como si a pesar de su desesperado anhelo de paz y tranquilidad, hubiera algo en aquella inmunda celda que lo mantenía aferrado al dolor y la vida.

Para peor, su respiración se había vuelto tan leve e imperceptible por momentos, que su camarada había tenido que patearlo varias veces en las costillas para recordarle que aún no era tiempo de pasar “al otro lado”.

Su aspecto era terrible. Poco más que un mero despojo arrojado a la jaula de las bestias. Se hallaba completamente cubierto de polvo y costras sanguinolentas, y había conseguido recostarse contra uno de los bordes de la celda en una postura tan antinatural que el solo mirarlo hacía doler las tripas. Esta vez, el castigo había resultado casi tanto o peor que los encuentros previos que el medio apache había tenido con su destino. Y, tal como bien podía atestiguarlo su compañero de celda, eso era decir mucho.

Con todo, el lamentable aspecto del mestizo no era lo que más preocupaba a Frank. Ya había visto a Dakota en circunstancias peores, y sabía que su camarada siempre guardaba un último aliento para escapar de “Boot Hill”.

Pero había algo en aquellos ojos… un aura extraña y sombría, que hacía erizar los pelos de la nuca al templado pistolero. Pues era una mirada que no había visto jamás en el indio, y que resultaba casi imposible de descifrar. Seguía siendo tan dura y penetrante como de costumbre, e igualmente fiera y decidida. Pero tenía también una ardiente intensidad que la volvía ciertamente perturbadora.

Lo peor de todo, era que aquella misteriosa mirada no se apartaba ni por un instante de su compañero de celda…

Tal vez por eso, la respuesta de Dakota a las mudas propuestas del pistolero no se hizo esperar. Con gesto cansado y ligeramente abatido, el mestizo alzó su mentón por un instante para señalar en dirección a una de sus piernas.

Estaba claro que no llegaría muy lejos en ese estado. Ni siquiera aunque consiguiera escapar de su prisión. Lo cual, por otra parte, tampoco era una cuestión del todo decisiva.

Pues, al fin y al cabo, si la muerte ya estaba pisándoles los talones…¿qué mejor que hacerle frente?

Cargando editor
12/03/2013, 21:40
Director

Las puertas del fuerte se habían abierto... y habían vuelto a cerrarse a su espalda. El grupo de ayudantes de sheriff y escoltas con sus prisioneros había sido recibido en el interior de Fort Doom, para desgracia de Frank. Cuando la puerta del carro-celda se abrió, fue el joven voluntario quien dedicó unas palabras burlonas a los cautivos y quien les indicó que salieran, pero a su lado había otros dos hombres armados. Recibiéndoles, una escuadra entera de soldados unionistas formaba ante un cabo, que les miraba con desprecio.

Algún mando intermedio del fuerte intercambió palabras con el ayudante de sheriff más veterano. Los recién llegados desmontaron. Daba la impresión de que pasarían la noche ahí. 

Además de unas pocas construcciones de madera, la fortificación estaba habitada por muchas tiendas de campaña de distintos tamaños. No había ningún cadalso a simple vista. Los militares eran más partidarios del fusilamiento.

Cargando editor
12/03/2013, 21:59
Cabo

—A la celda con ellos— ordenó el cabo al mando de la escuadra que al parecer iba a escoltar a los prisioneros.

—Les quiero en jaulas bien separadas. Y dejadles las cadenas hasta que el capitán decida si los fusilamos ahora mismo o por la mañana.

Evidentemente, eso explicaba la ausencia de horca. Los militares favorecían otras formas de ajusticiar más prácticas.

La formación en cuadro de los soldados se cerró en torno a ellos, preparados para hacerles marchar hacia una de las construcciones, al parecer, y dispuestos a usar sus bayonetas si alguno de los prisioneros se entretenía por el camino.

Cargando editor
13/03/2013, 17:11
Frank

Encadenados, en desventaja numérica y con el indio inhabilitado. Compleja misión. El vaquero avanza dignamente escoltado por la guardia. El destino se mostraba cruel. La acidez de estómago había vuelto de repente, amargando aun más el trance de Frank. Como quien no quiere la cosa, el cowboy se dirije al jefe diciendo: ¿No habrás visto un hombre lobo, verdad?

Cargando editor
13/03/2013, 21:46
Director

La cara del cabo se transformó en una expresión de rabia y, de no haber sido por un teniente cercano, claramente una culata hubiera entrado en violento contacto con en el cráneo de Frank por segunda vez ese día. Dos de los soldados se cambiaron el rifle de mano para hacer la señal de la cruz ante su cara. Santiguarse con la mano izquierda podía dar mala suerte, y los soldados de caballería figuraban entre los profesionales más supersticiosos del Oeste.

La reacción entre los presentes ante las palabras de Frank había sido tremendamente significativa. Era difícil decir qué significaba, pero sin duda el vaquero había tocado una cuerda.

—Si vuelves a abrir la boca te hago fusilar aquí mismo.

Amenazó el cabo. No parecía que fuera un farol.

Cargando editor
14/03/2013, 04:10
Dakota

Dakota había tenido serias dificultades para descender del carro. Entre su pierna rota, y las innumerables contusiones y heridas que surcaban su castigada anatomía, el indio había necesitado hacer un enorme esfuerzo tan solo para mantenerse en pie, y por poco no terminó derrumbándose sobre si mismo al bajar el último tramo hasta el suelo.

La imagen estuvo muy cerca de resultar patética, y frente a aquel inusitado instante de debilidad del mestizo, muchos ojos comenzaron a mirarse con suspicacia. En verdad, por aquel entonces no fueron pocos los que consideraron obscenamente excesivas tantas medidas de seguridad.

Sin embargo, como ocurría siempre con aquel endemoniado sujeto, a último momento había encontrado en algún lado la fuerza suficiente para mantener la vertical, y había continuado la marcha con toda la dignidad que su lamentable estado le permitía.

Con todo, no podía evitar arrastrar su pierna herida por la tierra desnuda, impulsándose cadenciosamente con su inmenso corpachón para dar cada paso, como una vieja bestia salvaje en busca de su lugar de reposo final.

Tal vez por su estado físico, o quizás por la apatía que parecía haberse apoderado de su espíritu, el caso es que tampoco reaccionó ante el mordaz comentario del pistolero. Ni frente a las sobreactuadas amenazas de sus captores. En verdad, parecía no prestar demasiada atención a cuanto lo rodeaba, y si su mirada vacía y empañada se apartaba por algún instante del barro que pisaban sus pies, era solo para echar algún que otro vistazo intrigado a su compañero de infortunio… como si en aquel curtido e inexpresivo rostro se hallaran todas las respuestas a sus mudas preguntas.

Cargando editor
14/03/2013, 16:34
Frank

Frank ignora el lamentable estado de su compañero para centrarse en el hueco que ha abierto. Ha conseguido captar la atención. Era hora de echarse un farol, uno muy grande. ¿O tal vez no era un farol? - Si es vuestro jefe, decidle que le andamos buscando. No hay infierno al que pueda huir. Acabaremos encontrándolo. - El vaquero parece ignorar que es prisionero y que podría morir ahora mismo. - Si no es vuestro jefe, no tenéis más protección que la nuestra. Moriréis sin remedio a manos de la bestia. - Aprieta un poco más la moral supersticiosa de los soldados. - Y entonces será vuestra alma la que no podrá huir del infierno.

Cargando editor
14/03/2013, 20:47
Cabo

Si la primera reacción del cabo sorprendió a Frank, la segunda no es menos. Ahora sonríe.

—Ahora sí que te vas a enterar. Me has alegrado el día.

Cargando editor
14/03/2013, 20:56
Director

Las órdenes que dio el cabo a sus hombres no fueron más que gestos. Para cuando Frank estaba terminando su última frase, el primer golpe ya le había sacudido. Las duras culatas de los rifles le golpearon bastante después de haberle derribado y un poco más de lo necesario para romper toda resistencia que pudiera quedar en el malherido vaquero.

Cargando editor
15/03/2013, 16:50
Frank

Un hombre debe saber cuando ha sido derrotado... Aunque a Frank esa frase no le gustaba, le martilleaba su dolorida cabeza llena de moretones y sangre seca.

Cargando editor
16/03/2013, 16:20
Dakota

Para sorpresa de muchos, incluido probablemente el propio Frank, Dakota se mantuvo impertérrito mientras los soldados reducían con saña a su compañero de infortunios, limitándose a observar con gesto indolente la terrible paliza. Registraba cada movimiento sin pestañar, o eso parecía, pero no había el menor brillo de emoción en su mirada, y en sus facciones  solo se reflejaban aquel rictus severo e inescrutable de siempre.

Casi parecía que no le importara en lo más mínimo el sufrimiento del pistolero. Ni el salvajismo, ni la brutalidad de toda la escena. Como si ni siquiera su propia impotencia consiguiera hacerle hervir la sangre.

Cuando todo terminó, y sin haber apartado ni un instante su mirada de la masacre, el parco gigante simplemente se dirigió hacia donde le indicaban, acatando lenta pero sumisamente las órdenes de los soldados.

- Buen plan… - comentó finalmente desde las sombras de su celda, con aquel vozarrón de ultratumba rompiendo el largo silencio que parecía haberse extendido durante años – Ahora saber como enojar…

Ninguna otra persona en el mundo podría haber interpretado aquella frase como una broma. Pero el veterano pistolero ya estaba lo suficientemente habituado al lúgubre tono de su compañero como para identificar las casi imperceptibles oscilaciones en su voz.

- Dakota tener uno mejor. Dormir. Y esperar a mañana.

Tal vez por la oscuridad que los rodeaba, o quizás por lo desesperanzador y triste que resultaba aquella habitación, el tono de Dakota pareció volverse más sombrío, y al pistolero ya no le fue tan sencillo interpretar el humor de su camarada.

Cargando editor
18/03/2013, 19:11
Director

Cuatro de los soldados cargaron con el cuerpo inerte de Frank mientras el resto escoltaba a Dakota. El indió llegó a oir a varios de los jefes dar órdenes para preparar un pelotón de fusilamiento y alguien dijo que había un cura para perdonar los muchos pecados del cowboy. Sin poder hacer nada para remediarlo, los dos hombres dieron con sus huesos en celdas separadas estrechas y sólidas en uno de los edificios de madera. Un catre sucio era el único mobiliario y una diminuta ventana enrejada, la única fuente de luz.