Partida Rol por web

Ha pasado una semana.

Muchos dirían que ha pasado una eternidad, pero la evidencia está en que es fin de año. Como una irónica alegoría, los viejos tiempos se han quedado en el Año Viejo y dan paso a los nuevos, con la llevada del Año Nuevo. Y el cambio no es pequeño. El Profeta, aun en manos del Régimen, informa que los sublevados han tomado algunos puntos claves, pero, siguiendo la linea de sus escritos, afirman que son casos esporádicos que se están erradicando.

Nada más lejos de la verdad.

Muchos saben que allí fuera se está disputando una de las batallas más cruentas de la historia de la magia en los tiempos modernos. Ya no hay secretismos. Los mortífagos no tienen que esconderse para atacar y matar porque el Ministerio les apoya.

Por otro lado, el Castillo está relativamente tranquilo. La Profesora Fiore y la Profesora Lewis se encuentran encerradas en algún sitio de Hogwarts del que solo algunos profesores tienen conocimiento. Los otros profesores se encuentran reparando los desperfectos y manteniendo las defensas. La mayoría de los alumnos han abandonado el colegio y han vuelto con sus familias. Otros, 12 alumnos y el Profesor Deans, han sido enterrados en los terrenos del castillo, junto a la tumba de Dumbledore para honrar a aquellos que, como el antiguo director, lucharon por hacer de ese mundo un lugar más seguro.

El hospital de campaña improvisado solo tiene ocupadas dos camas: Christine yace en una, inconsciente y aun al borde de la muerte; Jason está en la otra... sufrió heridas de gravedad importante durante la batalla, pero su vida ya no corre peligro.

En el Gran Comedor aun se sirve comida para aquellos que se han quedado en el castillo.

El hospital de campaña está equipado con todo lo que tiene que tener un hospital de esas características. No tienen los avances de San Mungo, bajo el control del Régimen, pero si lo necesario para sacar del peligro a los más heridos. Y la muestra de ello es Jason.

Herido de gravedad en la batalla, ha conseguido revivir en una semana. Aun no puede moverse mucho, pero al menos puede hablar y recibir alguna que otra visita.

Un poco más allá está Christine, una chica de Gryffindor, que se ha llevado casi la peor parte. Si no está muerta, por lo que Jason ha escuchado, es gracias a las atenciones recibidas. Jason recuerda a Christine de un día en el que ganaron contra Slytherin y fue a felicitarles. Desde que Jason está despierto solo la ha visto acompañada por el Profesor Gordon, guardabosques y profesor de Cuidados.

Abrí los ojos para ver una vez más el sobrio techo del lugar que hacía de hospital en esos momentos. ¿Cuánto tiempo más me tocaría estar ahí? ¿Y merecería la pena todo lo que habíamos sufrido, todo lo que habámos perdido? No lo sabía, pero en esos momentos no podía hacer nada al respecto de todos modos. Estaba estable, pero eso estaba muy lejos de estar bien.

Giré el cuello con cuidado para ver a mi silenciosa compañera de penas y de cuarto: Christine. A ella le había tocado una parte peor que la mía, pero mucho mejor que la de aquellos que habían sido enterrados... No había podido ir al entierro de mis compañeros en mi estado, y eso me había hecho sentir deshonroso. Habían dado su vida por el resto y yo ni tan siquiera les había dado mis respetos.

Aunque si somos sinceros, a ellos tanto les da si estaba en el funeral o no.

La muerte es muerte, sea cómo sea.

Flexioné mis dedos e intenté moverme para estirar un poco mis músculos, atrofiados por las heridas y el descanso. Me incorporé poco a poco hasta poder quedarme sentado en la cama, y con cuidado giré para dejar las piernas colgando a un lado. Cuándo terminé el lento proceso, suspiré aliviado. En esta posición podía moverme un poco y darle a mis músculos algo del movimiento que necesitaban a gritos, pero de ahí a moverme con libertad... iba a pasar un buen tiempo. Me levanté con cuidado buscando puntos de apoyo. Quería ver qué tal estaba Christine, y además, estaba harto de esa cama.

La sensación de que alguien la atacaría al girar una esquina no se había desvanecido. Martha llevaba la varita desenfundada por el pasillo, aunque apuntando al suelo. Antes de llegar al Gran Comedor, la chica se detuvo. Cogió aire y lo soltó lentamente, mientras su mano libre se iba hacia su cabeza y se colocaba un mechón que había bailado de su lugar.

Y al final, entró. Se acercó hasta la mesa y miró a su alrededor. No estaba Alex. ¿Dónde se ha metido? preguntó en voz alta, mirando de un lado a otro. Emitiendo un suspiro, se sentó. Se descolgó la mochila y sacó un libro. Mientras leía, se puso a comer algo.

Pues menuda fiesta que tienen montada allí afuera. La cuestión es que la batalla aún continúa, y aunque aquí estamos bastante seguros ( bueno, todo lo seguros que podamos estar dentro de las paredes del castillo ), nunca está de más tomar alguna que otra precaución para que las defensas no sean superadas. Sin embargo, ese punto lo tendré que dejar para más adelante. Ahora, hay otras cosas por las que preocuparse.

Thomas entró al Gran Comedor andando con tranquilidad. Por ahora, no había nada por lo que preocuparse, por lo menos a corto plazo, por lo que decidió buscar una cara conocida para charlar, para pasar el rato, y para ir pensando cuales serían sus pasos a seguir.

En una de las mesas, vio a Martha, una de las pequeñas de su casa y se acercó a ella. La muchacha estaba comiendo algo, mientras leía un libro, y en otro momento, Thomas no la molestaría, sin embargo, con todo lo que está pasando, mismo no podría hablar con ella hasta dentro de mucho tiempo.

De un saltó se sentó en el banco justo a su lado, al mismo tiempo que le sacudía un poco el pelo con su mano derecha y le sonreía.

- ¿Qué? ¿Estudiando? - Le dijo con una sonrisa mientras negaba con la cabeza. - ¿Qué lees? -

Por extraño que resultara, los últimos días habían sido para Madelain los mejores desde las vacaciones. Por algún motivo mucha de la gente con la que se llevaba bien había dejado de hablarle. Sí, es cierto que su comportamiento los primeros días había sido llamativo, no parecía la Madelain de siempre, pero eso duró poco. Incluso cuando volvió a ser la Madelain de antes algunos seguían ignorándola, como si no hubieran estado cursando juntos durante cuatros años. Sin embargo los últimos sucesos habían formado un reducido grupo de alumnos, los últimos que quedaban en el colegio, y gracias a ello había conocido gente nueva. Eso, y el tener los días ocupados enterándose de lo que sucedía afuera o ayudando en reparaciones, tenían que ver con que la niña ya no se sintiera ignorada. Esa mañana llegó al comedor y se encontró con Martha y Thomas. A Martha la conocía bastante por ser la hermana de Alex, su ex novio. Cuando los vio se acercó a donde estaban ellos y tomó asiento. _¿Qué tal, chicos? Espero que el resto llegue pronto, que hay algo de lo que quiero hablarles.

Thomas saludó a Madelein con un ademán de su cabeza, sin dejar de sonreir, aún esperando la respuesta de la pequeña pelirroja. Las palabras de su compañera de casa, hicieron que la curiosidad le entrara de repente. Se inclinó sobre la mesa para poder mirarla a los ojos y enarcó una ceja.

- Sabes que no puedes venir, sentarte aquí, soltar que nos quieres contar algo y después decir que quieres esperar a los demás. - Dijo el muchacho negando con la cabeza. - Ahora me pica mucho la curiosidad, así que, ve soltando lo que sabes. Venga. Suéltalo. Por favor. Por fa. Por fi. Por fi plis recubierto de nata. -

Volvió a enarcar un par de veces las cejas, cambiando de un ojo a otro, sin dejar de mirar a su compañera.

- ¿Qué? Vengaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa... -

Martha estaba tan sumergida en el libro que sólo se dio cuenta de que alguien se había acercado cuando sintió que su cabeza se movía sin su consentimiento. A través de su pelo alborotado, pudo ver cómo el causante era Thomas

Hola Thomas. He encontrado un hechizo muy interesante. ¿Sabes la leyenda del rey Midas? Puedo hacer que tu mano convierta cosas en oro, ¡venga! Pon la mano sobre el libro

Las intenciones de Martha eran claras. Engañar a Thomas para que pusiera la mano para cerrar el libro de golpe. Así se reiría un poco.

La aparición de Madelain la distrajo un poco. Hola Madelain, ¿es algo malo? Bueno, más de lo normal

Aun estaba muy nerviosa por todo lo pasado pero aún así volví a la escuela, con mi bolso al hombro y la varita en la mano, caminaba con paso tranquilo, aunque no dejaba de mirar sobre mi hombro, mi familia y yo estábamos bien, pero eso podía cambiar en cualquier momento.

La imagen de Hogwarts en ese estado era de lo mas desalentador, pero donde mas podía ir? este era el lugar mas seguro para alguien como yo, o eso creía mi familia. Avancé entre escombros hasta el Gran Comedor, ya habían algunos alumnos ahí, no les conocía mucho, solo de vista, aún así me acerqué a ellos - Hola...puedo sentarme con vosotros?

- Claro que puedes sentarte con nosotros. - Dijo el Ravenclaw girando la cabeza para mirar a la recién llegada. 

Al parecer, las mujeres del colegio eran las únicas que iban apareciendo por ahora, por lo menos al principio. Thomas por su parte, no iba a dejar a la chica que acababa de llegar allí de pie, sin más. Ni que fuera una Slytherin.

A esos si que les dejaba de pie.

Descalzos.

Sobre un cuenco de lava.

- Además, llegas justo a tiempo por que nuestra amiga Madelein aquí presente, estaba a puntito de relatarnos una cosa que nos quería contar. Así que, nos vendría bien algo de público. -

Siete días. Para muchos una pesadilla, pero yo me sentía en mi salsa, con más de una aventura por delante en un mundo de máscaras, sombras y traidores. Nada que no entrase en mis previsiones sobre el desarrollo de los acontecimientos...excepto la muerte de Dean. A fecha de hoy aún me preguntaba que significaba su mensaje en clave de runa. Eso a parte Hogwarts estaba tranquilo.

Tenía a unas cuantas personas endeudadas conmigo, gracias a la receta de la poción que conseguí, pero eso, que siempre era gratificante, no era nada comparado con experimentar esta tranquilidad con Scarlet. La tormenta había pasado, y aún quedaba mucho dolor por resolver, pero ahora necesitábamos recuperarnos y armarnos.

Solo podía confiar en que mi familia no sufriera las represalias de mis actos, aunque confiaba en que mi tío se hubiera adelantado a mis decisiones como era propio de él.

Aún sumido en mis pensamientos, no puedo si no sorprenderme al ver a Madelaine charlando con algunos de los que habían sido encerrados por su propio bien (y de paso el nuestro) durante el gran combate.  La pedante de Lily estaba también metida en el ajo. Casi todo cuervos.

Me siento en el que era mi sitio cuando el castillo funcionaba ordenadamente, junto al espacio de Scarlet y cerca del grupito formado. Quería ver si Madelaine tenía algo importante que decir o si iba a meter la pata hasta el fondo.

Ufff, jamás pensé que una semana podría hacerse tan larga y tediosa... Aun así, había algo en mi interior que seguía estando aletargado y ciertamente confuso. Imagino que solo sería debido a los sucesos que habían ocurrido anteriormente...

Entré en el castillo y me dirigí con paso rápido y seguro a la zona que creía que iba a estar reunida mayor cantidad de personas: el gran comedor. Y, en efecto, allí estaban Martha, Thomas, Spencer, Lily y Madelain. En comparación a la tranquilidad que reinaba en la mayor parte del castillo, el gran comedor era un bullicio de conversaciones.

—Hola a todos — dije en el momento en el que entré mientras alzaba mi brazo a modo de saludo —. ¿Qué tal estáis?

Por cómo estaban reunidos, creía que algo importante iba a relatarse. Lo admito, soy algo cotilla... y no quería perdérmelo, así que me acerqué hasta un asiento cercano y tome posesión de él mientras abría mis oídos. Si había nuevas noticias sobre la actualidad en el castillo, quería enterarme.

Una semana.

Una semana entera llevaba Henri escondiendo su angustia tras largas horas de trabajo ayudando en lo que podía en la reconstrucción del castillo mientras mostraba su afectuosa sonrisa de siempre y trataba de ayudar a todo el mundo.

Siempre había pasado las navidades en casa, con sus tíos y su primo, pero este año había decidido que lo mejor era quedarse en el castillo. Volver a casa solo habría servido para poner más en peligro de lo que ya estaban a sus tíos y su primo ... su primo estaba encerrado en una especie de hospital de blancas y asépticas paredes junto con los otros niños secuestrados por el régimen, gracias a Spencer sabía que estaba vivo, pero sentía que estaba exactamente igual de lejos de salvarlo que antes de la batalla.

Si eso fuera poco, su mejor amigo se había ido a pasar las navidades con su padre y tal y como estaba la situación en el mundo mágico no sabía si volvería a verlo. Por lo menos Nora había decidido quedarse, durante esa semana, la pelirroja fue la única que consiguió que su sonrisa fuese realmente sincera.

Esa mañana se levantó dispuesto a hacer la misma rutina que había hecho durante toda la semana, la misma que le permitía no derrumbarse. Tras vestirse fue directo a la enfermería, preguntaría a la enfermera por sus amigos, le pediría que les dejara verlos y tras la acostumbrada negativa de ella iría al comedor a desayunar donde ya estarían los pocos alumnos que se habían quedado.

Buenos días señora Pomfrey- Le dijo a la enfermera cuando llegó.- ¿Cómo están Chris y Jason?¿Podemos verles ya?

Al entrar en el comedor veo como muchos están allí ya sentados y hablando entre ellos, me extraña mucho pues son todos de distintas casas.

Me siento cerca del grupo cerca de los únicos Hufflepuff que reconozco de la Sala Común, Lily y André, pero dejando algunos espacios, no quiero que nadie se ofenda por estar con una persona de "tan bajo nivel" cerca. Empiezo a recordar la batalla que hace una semana tuvo lugar en el castillo: -Apenas participé en ella pero muchos han caído. Estoy seguro de que pude haber hecho mucho más, sobretodo cuando me enteré de que Ginna no seguía viva, me caía tan bien...-

Me había levantado temprano para ir a correr por los terrenos, hay que mantenerse en forma. Si nembargo el sueño pudo conmigo y acabé dormido entre unos escombros y un árbol.

Mañana, mañana corro en serio. Fijo que sí.

Por eso cuando entro al comedor tengo pinta de acabar de levantarme, porque es así. Voy a sentarme junto a mi hermana, pero no hay sitio, así que lo hago junto a Madelein que está al lado. Al hacerlo apoyo mi cabeza en su hombro.

-Buenos días. Tengo hambre y sueño...aliméntame Madi...

Corría y corría por unos oscuros y estrechos pasillos de piedra, mis pasos resonaban por las paredes, sintiendo que cientos de pasos coordinados se acercaban a mí. Sólo la escasa luz de la varita alumbraba mi camino, hacía frío y me sentía tan... sola. Asustada y con el corazón latiendo a mil por hora, avanzo todo lo que mis enclenques piernas me permiten, hasta llegar al final. Distingo una figura masculina que comienza a gritar de ira y dolor y entonces... Luz verde.

- ¡¡Papá!!-grité, abriendo los ojos por fin. Estaba en mi habitación, en Hogwarts. Las recurrentes pesadillas con Azkaban y mis padres cada vez eran más recurrentes, sobretodo en esta semana. Sí, habíamos ganado una batalla... pero aún quedaba mucha guerra. Eso hacía que se me revolviese el estómago... no estaba hecha para estas cosas.

Me hice un ovillo dentro de las sábanas y respiré bien hondo... intentando sacar el miedo que estas pesadillas me proporcionaban. Sabía que no era algo real, que eso no podía sucederle a mis padres... sabía que estaban en un lugar oscuro, frío... sabía que lo estaban pasando mal y  cada día sin ellos era una tortura para mí. Necesitaba encontrarlos.

Una vez hubo pasado el miedo, salí de la cama. En mi habitación no quedaba nadie, pues la mayoría de los alumnos de Hogwarts se habían ido. Me encaminé con pies descalzos al baño, donde me di una larga ducha de agua fría para despejarme. Una vez vestida con una blusa azul con una falda blanca muy sencilla hasta las rodillas, me dirigí al gran comedor. Se me hacía raro no ir con uniforme pero ya... ¿para qué? 

Sin pensármelo demasiado fui hacia donde estaba Spencer. Estar con él me hacía sentir bien, él sabía tranquilizarme y hacer que estuviera bien. También busqué a Alex con la mirada, estaba junto a su hermanita... es normal, él siempre ha sido muy protector con aquellos a los que quiere. 

Al llegar a mi sitio, abracé a Spencer sin decir nada. Le había contado mi visión cuando tomé la poción y las pesadillas que tenía desde entonces, entendería que he vuelto a tener otra. 

- Buenos días...-musité, saludando también a los demás. Parecía que Madelain iba a decir algo. 

Al quedar pocos alumnos en el castillo, nuevas relaciones se iban tejiendo. A pesar de conocer a Thomas desde hacía años por ser compañeros de casa, nunca habíamos estado tan cercanos como en estos últimos días. No sabía que podía ser tan molesto como Alex, o quizás más. _Además de hambre tenías sueño, ¿no? Quizás en lugar de alimentarte prefiera ponerte a dormir con un hechizo -respondió al pedido de Alex, seria pero claramente en tono de broma-. Y no, Thomas. En realidad no quiero relatarles nada, quiero que decidamos entre todos los pasos a seguir. Y para eso sería útil que los profesores participen de la charla.