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Heptálogos

El santuario [Partida]

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14/08/2011, 21:55
Grumman Immelson

Feralis, Santuario Mental
Año 10 Mes 3 Dia 24

Cada uno de sus maestros presentó su arte, su posición en el ciclo de la gran rueda. Todos tenía un lugar en el alma de Grumman, todos representaban una parte del todo que era un dragón, aunque lo cierto era que álgunos habían calado más profundo que otros en la mente del joven.

Pero había uno que lo llamaba y a un tiempo lo repelía, un arte que era sencillo en su concepto y extremadamente complicado de dominar. Algo en él sabía que dominar la destrucción iba más allá de dominar el arte de destruir cosas, que el verdadero arte consistía en dominarse a uno mismo para no destruir todo. Una parte de él deseaba aprender las diferentes sendas de la destrucción y liberarlas, mientras otra le mostraba en una luz diáfana lo que sucedería con él y lo que le rodeaba si lo hacía.

El chico sabía que tenía dos opciones por delante, si no quería terminar como el enemigo. Olvidarse por completo de la destrucción, y negarse una parte de si mismo, o aprender el verdadero arte del autodominio cuanto antes. Aprendería a dominar los elementos una vez que supiera dominarse a si mismo, Ansgar sería su primer maestro y daría forma al molde, y Tetsuo sería el siguiente, el arte de dominar y combinar los elementos formaría los detalles de la figura.

Acompañó a sus compañeros y los escuchó, pero se mantuvo en silencio hasta que Bathory preguntó por el arte de Ansgar. - El arte no está en aprender a destruir, eso es fácil. - dijo rompiendo una ramita seca de un manojo que recogió del suelo - El arte está en saber cuando hacerlo, y sobre todo en no hacerlo a menos que sea el único camino posible... y tampoco hacerlo cuando uno está enojado, creo - Se encogió de hombros y dejó caer el resto de las ramitas, sabiendo que estaba en lo correcto pero sin estar del todo convencido de cómo lo sabía.

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17/08/2011, 21:18
Director

Feralis, Santuario Mental
Año 15 Mes 2 Dia 20

Los maestros se preocupaban por el grupo que intentaban conformar pues, salvo por la excepción de Dimas y del pequeño Bathory, todos parecían carecer de iniciativa. Les habían regalado siete días libres para hacer lo que quisiesen pero ninguno, salvo los mencionados aprovechó el tiempo.
Al menos habían podido meditar sobre lo dicho por los maestros y elegir en cual de las leyes focalizar su entrenamiento. Con el tiempo quizás lograsen dominarlas todas, pero por el momento les esperaba un largo camino que deberían andar paso a paso.
Dimas continuó entrando con la espada y el combate cuerpo a cuerpo, utilizaba lo aprendido de los maestros para combinarlos con su conocimiento marcial. Pronto dejó de tener rivales dentro del templo a no ser, claro esta, por el experimentado guerrero que le servía de guía y, quizás si estos alguna vez combatieran con él, los Maestros.
Bathory encontró las respuestas que buscaba con el maestro Ansgar y se sorprendió ante la respuesta pues se ajustaba muchísimo a lo que le había dicho con anterioridad Grumman, sintió admiración por el muchacho y a partir de ese momento procuró acercarse a él y aprender.
Nuevamente pasaron los años, cinco y medio esta vez.
Los maestros convocaron a los niños, esta vez tenían preparada para ellos una especie de competencia. Algo similar a lo que en el plano humano llamaban juegos olímpicos pero con todos los condimentos y agregados que la magia de Feralis podía proveer.
Para la primer competencia los equipos se armarían al “azar”. Los maestros lanzaron un cubo con seis caras y cada una de ellas una runa que representaba a cada uno de ellos menos a Dimas, quien haría pareja con quien fuese que la runa dijera.
La suerte quiso que Dimas hiciese pareja con Bathory. Ambos fueron separados del resto de los muchachos y luego de que el maestro alterador centrase su vista en el cubo, este cambió ahora a una pirámide con las runas de todos menos de Markus, quien había sido separado al igual que antes lo hiciese Dimas.
Esta vez las runas dijeron que el Gnoll haría pareja con Elena.
Una de las runas, la que representaba a la mujer desapareció de la pirámide, Ansgar tomó el objeto entre sus manos y lo lanzó al aire, este estalló y sólo un cara se mantuvo intacta. En ella pudo verse la runa del Dragón.

-Competirás en solitario- dijo el maestro en su tono seco y melancólico a su alumno, aquel que había invertido muchos años a su lado aprendiendo todo cuanto podía. Luego le dedicó una tenue sonrisa que demostraba el aprecio que el hombre sentía por su discípulo.
Tomó la palabra Ngue

-La competencia es simple. En este templo- señalo la gran estructura que coronaba el lugar y donde solían reposar los maestros –se encuentra un laberinto, mágico y peligroso. Lleno de extrañas criaturas y trampas que tienen por fin impedirles salir de allí. Participaran de esta primera prueba en parejas, excepto por ti- dijo mirando a Grumman –pero a la vez estarán haciéndolo juntos. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que cuando uno de ustedes logre abandonar el laberinto todos los que todavía continúen con vida dentro de él serán trasportados al exterior. Los puntos de la victoria serán para el equipo o individuo que consiga salir en primera instancia pero a su vez estará salvando a los rezagados de todos los peligros que todavía les esperan allí. Debo advertirles que el lugar cambia constantemente y que no hay una sola forma de salir de allí- pareció reflexionar un segundo –O quizás si- terminó con una sonrisa pícara.
Las puertas del templo se abrieron y cada una de la parejas ingresó allí en el orden en que se habían formado

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22/08/2011, 02:52
Grumman Immelson

Feralis, Santuario Mental
Año 10 Mes 3 Dia 31

Grumman había pasado los siete días que les dieron haciendo planes, hablando con los maestros, buscando la mejor manera de iniciar su camino por las artes mágicas para obtener un resultado, el único resultado posible para alguien como él. Sabía que para él no era posible convertirse en gran maesto de ninguna de las artes hasta tanto no dominara las otras seis, e intuía que su camino debía ser lo más parejo posible en todas.

Sin embargo tambíen debía seguir la forma de aprendizaje del templo, no podía oponerse a las tradiciones porque de otro modo el equilibrio que él pudiera conseguir perjudicaría al resto de sus compañeros. Así fue que eligió el orden en que aprendería las artes, cuidandose siempre de aprender cuando pudiera de aquellas que no le enseñasen sus maestros. Primero aprendería a controlar sus instintos destructivos, esa rabia primal que de tanto en tanto asomaba en sus sueños desde su primera transformación. Luego los elementos, nada mejor que aprender a combinar aquello que se creía opuesto para integrarse él mismo con el universo. Luego restauración, porque sanarse a si mismo y a los demás era necesario para sanar al mundo. Luego la alteración, porque los caminos del mundo necesitaban enderezarse y todo cambio resultaría inútil si no se cambiaba la escencia de las cosas. La ilusión sería su escudo contra el engaño. La conjuración lo ayudaría a vincularse con las demás criaturas. El encantamiento de los objetos y la alquimia cerrarían el ciclo, como manera de mezclarse con la materia.

Cuando llegó el día se presentó ante Ansgar y se puso bajo su tutela, prometiendole un año entero de dedicación exclusiva y pidiéndole que a partir de ese año, él le indicara cuando podía consultar a otros maestros para orientar su aprendizaje.

Feralis, Santuario Mental
Año 15 Mes 2 Dia 20

Cinco años habían pasado, cinco años y medio en los cuales entrenó su cuerpo y su alma para dominar su poder. Ansgar era un maestro firme, y pasó un año y medio desde que Grumman entrara en su círculo hasta que éste le permitió consultar a otro maestro arcano. La pregunta que Grumman planteaba sólo podía responderla el maestro elementalista y, tras pasar unos días con él, el joven dragón volvió a las clases del hombre de los harapos.

Dedicaba las mañanas a su entrenamiento físico y mental, no sólo el combate le interesaba, también buscaba conocer lo más posible acerca del mundo, de la manera de sobrevivir, y poco a poco se convirtió en un cazador y explorador más que respetable. Por las tardes Ansgar tenía que enseñarle lo duro del control de los instintos, de la dificultad de resistirse a las ganas de reaccionar. Le enseñó a reconocer las diferencias entre su forma humana y la híbrida en cuanto a carácter y potencial, y a dominar ambas para mantener una mente fría ante la adversidad. Las noches, aquellas en las que el sueño no lo vencía, estudiaba la historia y las tradiciones de los heptálogos.

Su cuerpo de niño cambió con los años y el entrenamiento, nunca fue un chico rollizo y para cuando cumplió doce años presentaba un aspecto fibroso y larguirucho. Sin embargo su cambio más profundo se veía en sus ojos, la sabiduría del dragón se veía con más frecuencia que antes cuando hablaba de algo que consideraba importante, dandole un aire ligeramente avejentado y serio. Grumman participaba en los juegos de sus amigos, y se divertía y reía como el que más, pero si le tocaba explicar algo, o discutir algun arbitraje, sus ojos se volvían ligeramente dorados y de una profundidad insondable.

Para los trece años y medio, cuando llegó el llamamiento para el laberinto, parecía más musculoso y no ta larguirucho. Al menos una vez cada seis meses había conseguido permiso de Ansgar para consultar a algún otro maestro si la explicación del maestro destructor no lo convencía. En consecuencia había hablado con todos ellos, con algunos más de una vez, y cuando le anunciaron que debía competir en solitario asintió y le dedicó una sonrisa confiada a su instructor.

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22/08/2011, 20:25
Elena

Elena
Feralis, Santuario Mental
Año 15 Mes 2 Dia 20

Cinco años habían pasado, cinco y medio en verdad. En ese tiempo aprendí muchas cosas pero prioricé los objetivos que tenía bien en claro que fuesen los míos. El Arte de la Restauración fue mi tarea más empeñosa. El hecho de sanar, devolver la salud y la energía a un ser dañado era, para mí, lo más maravilloso para conseguir. Me dediqué horas y horas a estudiar junto a la maestra que enseñaba dicho arte. Practiqué primero con seres pequeños: ratones, algún que otro insecto, incluso flores. Todo lo que se cruzaba en mi camino y estaba herido yo intentaba repararlo. Eso sí, jamás herí adrede a ninguna criatura para ejercer mi "magia" pues para mí eso sería deshonroso.

Otra cosa que me gustaba hacer era nadar. Pero no podría ser de otra manera, aún ahora con quince años, seguía recordando mi tierra, mi isla y a mis padres. Sobre todo volvía a mi memoria la vez en que las aguas me salvaron, cuando todo era destruido. Amaba el agua, era parte mía y yo era parte suya. Las dos nos complementábamos. Sobre todo cuando mis piernas se unían y formaban una aleta azulina llena de escamas que tenían fulgores de verde. Entonces, bajo mi forma híbrida, me lanzaba a las profundidades con total naturalidad. El aire no era un problema, no bajo esa forma al menos.

También era buena con mi ballesta. Incluso había aprendido a hacer flechas de distintos materiales e imbuidas con mi magia cuando la situación lo requería. Me gustaba mirar al objetivo, casi siempre una roca o algún objeto que pedía que alguien, alguno de mis amigos, lanzaran al aire para tensar mi cuerda y sentir ese silbido magnífico de la flecha recorriendo el aire hasta dar con su objetivo. Entonces bajaba la ballesta y miraba con una sonrisa de autosatisfacción cómo había dado en el blanco. Por supuesto no siempre era así, ante de los aciertos habían muchos fallos. Pero mis maestros me habían enseñado a lidiar con esas cosas: con paciencia y perseverancia, todo se podía sobrellevar con esos dos ingredientes.

El maestro Shamshad me había instruido en la Alquimia para complementar mis estudios y también había aprendido la Relación: o sea cómo traspasar tu númen de ti hacia un objeto o algo más. Pero siempre yo relacionaba todo con el motivo principal de mi estudio: sanar. El arte de la destrucción, al contrario, se los dejé a los más aguerridos. Mi naturaleza era pacífica. Había aprendido a defenderme, tanto con el uso de mi ballesta como con la ayuda de hechizos que hacía sobre el agua, al haber aprendido un poquito de cada cosa. Pero nada superaba al arte de curar, en eso era la mejor. También tenía una excelente puntería con el arco, así que... usando la flecha adecuada, los enemigos no debían pensar que yo era fácil de derrotar. Mi arma principal contra todo provenía de mi inteligencia y de saber usar lo que me rodeaba para sacarle el mayor provecho a la situación.

Respecto a mis compañeros, ahora eran mi familia y moriría por ellos... sin dudarlo jamás en mi corazón.

Y ahora venía una prueba que mostraría de qué estábamos hechos, cada uno de nosotros. Era en un laberinto en el que me tocó competir junto a Marcus, el gnoll. El mastro nos hablaba en acertijos, como siempre. No eran respuestas directas pero suponía que sabría qué hacer llegado el momento.

-Suerte Marcus, tenemos que poder.

Le dije al compañero y me preparé para lo que fuese a pasar a continuación.

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23/08/2011, 17:02
Bathory Iman

Feralis, Santuario Mental
Año 10 Mes 3 Dia 31

Ya había ido a hablar con el maestro destructor, la explicación que me dio se asemejaba bastante a la del pequeño Grumman, que por cierto me empezaba a llamar la atención, ya que para todas las preguntas tenía respuestas, algo raro para un niño. Todavía no habían acabado los 7 días, en el sexto ya había decidido en que artes me iba a especializar y por lo tanto no tenía nada que hacer, unos minutos mas tarde mientras caminaba sin saber a donde ir visualice a un estudiante del tercer ciclo entrenando con lo que parecería ser una gran espada, los ojos se me abrieron de par en par, pensé si yo también podría usarla, aunque en el sueño que tuvimos hace bastantes años yo usaba una espada y un escudo, pero claro solo era un sueño, así que me decidí por utilizar ese arma, el tamaño era grande así que el peso debía ser mucho, la primera vez que la empuñe pensé que no sería capaz de moverla, pero para mi sorpresa la manejaba como si de una espada pequeña se tratara, seguramente podría usarla por la increíble fuerza que tenía mi tótem. El día de la elección había llegado y yo ya sabía a lo que mas dedicarle tiempo, Ngue se presentó y yo le dije - Buenos días maestro, ya tengo decidido en que escuelas me voy a especializar mas, la magía elemental es la primera, me interesa mucho ya que Apoteo esta formado por los 5 elementos, magia conjuradora, magia animadora, magia alquimica encantadora, magia destructora, magia ilusionista, magia alteradora y magia restauradora-.

Feralis, Santuario Mental
Año 15 Mes 2 Dia 20

5 años y medio pasaron, 5 años de entrenamiento duro y puro, cada vez era mas hábil en el combate sin armas, en la espada a dos manos y en la magia. Todos los días me levantaba muy temprano a practicar con espada, combate sin arma y mágia, y a la noche me dedicaba a hacer pequeñas figurillas de arcillas, la mayoría de veces hacía ratas y palomas para darles vida para así entrenar con la animación. Uno de esos días nos convocaron, yo estaba ansioso por saber para que era, llego a mis oídos que era una especie de competencia, en ese momento mis ojos brillaron por unos segundos, nos dijeron que podríamos usar la mágia y cualquier medio para ganar, el "juego" era un laberinto del cual tendríamos que salir, pero por el camino podríamos encontrarnos criaturas no amistosas, y nos dieron a entender que podríamos morir, la competición era por equipos, menos uno que entraría solo. Los maestros dijeron que los equipos se armarían al azar, en las caras del cubo habían figuras que nos representaban, la primera figura que saliera sería la pareja de Dimas, los maestros tiraron el cubo y dijeron - Bathory- me lleve una gran sorpresa, nunca me hubiera esperado que me hubiese tocado Dimas, los siguientes grupos fueron Elena con Marcus, Zib con Miriel y Grumman solo. Estaba a punto de entrar al laberinto junto con Dimas cuando de repente me acuerdo de Apoteo, miro hacía donde le había visto la ultima vez, ahí estaba él unos 13 metros atrás mio mirándome con cara de pena, eso era debido a que casi nunca nos separábamos y cuando esto ocurría él se ponía triste, me acerque a Tatsuo y le dije - Maestro, ¿Podría Apoteo entrar junto conmigo al laberinto?, antes de que me des una respuesta te voy a decir que yo y Apoteo somos uno y me gustaría que él entrara conmigo-