Partida Rol por web

El Gran Anciano asiente a los sensatos comentarios de Hoid. A ese muchacho le había criado la ciudad, y ahí se aprende rápido si no te gusta llevarte palos. Pero, de repente, unos pasos suenan fuera. Alguien se acerca. Los candiles del porche no alcanzan a iluminarlo por completo hasta que ya está... demasiado cerca.

- A las buenas -saluda con una medio sonrisa. Fenrir siempre anda con una medio sonrisa, haga sol o tormenta.

El muchacho recién llegado se trataba del hijo del herrero, el hijo de Karamonte, quien había sido herido de gravedad cuando los orcos asaltaron su taller. Pese a su sonrisa de adorno, este hecho le pesaba, y se podía notar en su mirada. Sin perder un segundo, acercó una silla a la mesa de los valientes y dejo caer un saco pesado del que asomaban la bella empuñadura de cinco espadas.

- ¿Brandy de la Destilería de los Dos Caballeros? Parece que al mal tiempo, buena cara, ¿eh? -bromea.

- Me alegra verte por aquí -comenta el Gran Anciano dándole una palmada en el hombro.

- Es lo menos que podía hacer -dice quitándole hierro al asunto-. Me ha costado todo el día, y he derrochado lo mejor de lo que han dejado... pero ha valido la pena si estas hermosas acaban cercenando la puta cabeza de esos pedazo de mierda -exclama, frunciendo el ceño, y sacando una de las espadas para que todos la vean.

- Son para vosotros -confirma el anciano Fähramon-. Vuestra determinación a impartir justicia ha inspirado a varios compañeros a ayudaros.

- Y uno de ellos soy yo -interviene Otto acercándose con un vaso a la mesa. Se sirve su trago de brandy y lo bebe de pie como si se tratara de agua-. Os daré raciones para dos días. Las he preparado con lo que he podido rescatar de la bodega. Es poco, pero os librará del apuro de tener que desviaros en busca de caza.

Antes de la que la excitación embargue a los muchachos, el Gran Anciano se adelante:

- Esta noche debéis descansar y aprovechar para despediros de quien apreciéis. Sería muy poco práctico seguir el rastro por la noche. Además, cinco monturas os esperarán a las puertas de la aldea al alba. El sacerdote Salman ha estado dando mucho la lata a los vecinos para conseguirlos. Y no menos importante... -dice intentando mantener el tono de voz-, es mi agradecimiento personal por intentar rescatar a mi hija -termina, no pudiendo contener una lágrima-. Otto llena el vaso del viejo con cara de "pobre hombre".

El Gran Anciano bebé su segundo chupito rápido. Posa el vaso. Y empieza a rebuscar en su zurrón, en parte para que no se vea su tristeza al tener la cabeza gacha. Al poco, saca un odre, un libro, y un colgante de madera con el símbolo de Erastil (un arco) tallado.

- Este odre contiene una brebaje sanador que ha preparado el curandero. Me dijo que os advirtiera de que un trago debería bastar, para que no lo desperdiciéis -explica-. Este libro es un manual de huellas de la región. Os puede ayudar a identificar peligros por sus rastros antes de tener que toparos con ellos; y, además, contiene mapas de la región -continúa-. Y esto -dice mirando el colgante- ha pertenecido a mi familia mucho tiempo. Dicen que da buena suerte. Espero que sea verdad y os la traiga. Aceptadlo, por favor.

Tomando el asentimiento del Gran Anciano como aceptación tácita de todo lo que Hoid había dicho Baz sintió un pequeño alivio, Anea podría mantener la granja hasta que volviese. Puso su mano sobre el brazo de su amigo guardia y apretó con cariño, aunque más de una vez él hubiese tenido que noquearle cuando se metía en peleas por salvaguardar el honor de los pequeños Rouben y Mathilde, de quienes acusaban a Nuage de estar maldito o cualquier otra afrenta o malentendido contra sus amigos y conocidos que él creía ver, Hoid nunca le había faltado el respeto, golpeado en la cabeza hasta dejar inconsciente sí, pero nunca faltado. Y ahora le acababa de abrir la puerta a aquella locura que se urdía en la taberna, no lo olvidaría pronto.

La llegada de Fenrir con armas, el ofrecimiento de Otto y las palabras del Gran Anciano y sus amigos acaban por prender su espíritu y con un renqueo de la silla Baz se alzó y aproximó a las armas para coger una y sopesarla con torpeza. Su mirada vuelve a desviarse hacia Hoid, a quien le tendrá que pedir que le enseñe una espada como aquella.

- Gracias Fenrir... -aunque no supiera diferenciar una espada buena de una herradura mala al gigante el que rápido hubiesen trabajado para armarles le conmovió.

Miró al Gran Anciano y arrugó los músculos de las mejillas en algo parecido a una sonrisa, su padre Gánamar jamás había tragado a aquel hombre, según decía él "con tantos años y pocas cicatrices te crees que hasta tus cagares huelen bien", pero Baz no era como su padre y respetaba al anciano como lo hacía su madre, de manera que cogió la pócima y se la acercó a Rouben.

- Los otros cazan, él es de la guardia y yo... -le comenzó a decir al joven Rouben- puede que a ti no te vean, de tan tapón que eres, esto es por si nos tumban ¿entiendes?

Cuando Hoid pensase que se comenzaba a manejar con el acero puede que Baz fuese menos cabezota pero los padres de Rouben y Mathile, que viven todavía en su memoria y se portaron bien con él, no habrían querido que le dejase frente a un monstruo sin más.

Hoid agarra el arma cuya empuñadura le ha quedado mas cerca y retira un poco la vaina para comprobar el filo -Es bueno saber que te tenemos de nuestra parte Fenris, ademas esta vez te has superado sin duda tu forja ha mejorado mucho desde la primera espada que me forjaste. Luego devuelve la sonrisa a Fenrir mientras se ajusta el arma la cinto -Te juro por mi honor como miliciano de Altocerro que te pagaré por esta cuchilla atravesando con ella la garganta de todo orco que vea. Finalmente pone la mano encima del hombro del joven herrero y con una expresión empática y voz tranquilizadora le comenta -Vi a tu padre entre los heridos, lo que le hicieron esas bestias no tiene perdón pero que siga vivo tras semejante herida demuestra su fortaleza, seguro que mejorara así que deja que nosotros tomemos venganza en tu lugar y céntrate en estar a su lado, te necesitara

Tras decir eso suelta el hombro para darle un par de palmadas y reconfortarlo -Estate tranquilo me aseguraré de rezar por él y los demás durante los próximos ortos para que Pharasma no se los lleve mientras damos caza a las bestias.

Finalmente deja tranquilo al hijo de Karamonte y el joven miliciano coge la parte de comida que ve en mejor estado de todo lo que ha traído Otto y gentilmente se la devuelve mientras le habla con un tono casi de despedida -Muchas gracias amigo Otto, pero ya nos has ofrecido tu mejor Brandi el cual hemos degustado todos durante la reunión, si nos das lo poco que te queda arruinaras tu negocio y por la gracia de Shelyn y el licor de Cayden Cailean este es el único sitio en esta aldea que atrae a los bardos así que prefiero que vendas mi parte en mantenerte a flote tras la reconstrucción y de paso se listo Le comenta al posadero que tiene cara de no comprender de que le habla -Aprovecha esta desgracia y que de ella salga algo bueno, construye ese escenario del que me hablabas cuando bebimos la otra noche finaliza de argumentar con una carcajada

Luego pone su atención en el anciano y le sonríe -Bueno, yo ya tengo todo preparado en mi corcel, pero se agradece el gesto gran anciano el libro y el brebaje nos vendrán bien y que los dioses nos den suerte es algo con lo que siempre es bueno contar Comenta mientras aprieta su símbolo de Shelyn con una mano esperando a que sus compañeros se reparten las pertenencias que quedan sobre la mesa. -Esperemos que su joven hija este aun viva para cuando los alcancemos en fin ya esta decidido, mañana al alba tras los rezos en salida del pueblo, preferiría salir ahora pero tenéis razón, a oscuras sera imposible rastrear su rumbo, ademas esas bestias no dependen del fuego de las antorchas como nosotros y podríamos caer en una emboscada suya si nos acercamos demasiado en la noche

Dicho esto Hoid se despide y vuelve a lo que queda del viejo cuartel para despedirse de sus dos compañeros aun con vida e informales de su decisión de dejar la aldea luego visita el templo de Salman para darle las gracias por el brebaje y también para pedirle un ultimo favor permitiéndole usar el templo como cobijo durante la noche antes de partir.

Bajando el brazo, y exitado por el camaraderismo propio de un grupo constituido, Rouben no se habia sentido asi desde que desde pequeños causaban estragos con Boz, Duric y Fenrir años antes, siempre siendo el menor era dejado algo de lado, haciendo mas de campana para las diabluras que como artifice real de ellas. Pero esta vez Boz estaba dejando la confianza en él, era algo mas importante que una diablura, sus vidas estarian en riesgo.
Tomando el odre con ambas manos, Rouben lo mira por un momento, sin entusiasmarse demaciado mira al resto del equipo, y luego lo deja cerca suyo en la mesa. Mirando las espadas dice Gracias Fenrir, buen amigo tus trabajo son excelentes mientras desenvaina la mas cercana a él pero no sabria como usar ninguna de estas, llevare mi vieja lanza conmigo es lo unico que manejo dignamente repite esto distraidamente mientras vuelve a enfundar la espada preparare mis cosas y si estais de acuerdo podemos encontrarnos al alba en la puerta de la taberna, mi yegua Catarina ira conmigo, pueden dejar el resto de los caballos en el establo de la taberna, yo los guardare por la noche y los tendre listos para partir a primera hora

Desconcertado por no percatarse de lo preocupado que debe estar Fenrir por su padre, Baz le hace saber que también rezará por él cogiendo el colgante de la mesa, ciñéndoselo al cuello y mirando al hijo de Karamonte a los ojos. Si puede rezar por el alma de su padre es su deber también rezar por la salud del de aquel que les ha dado armas para vengarle.

Tras esto se despide de sus amigos, especialmente de Nuage con un sentido apretar de su brazo y un par de palmas, apenas habían cruzado palabras ese día pero se alegraba de ver que a su amigo no lo habían matado los orcos de camino al pueblo.

- Hasta mañana al alba.

Tumbalobos ladra un par de veces al abrir la puerta de la taberna y Baz acaricia su cabeza antes de comenzar a dirigirse a su casa.

Hoid que había abandonado la posada el primero desato a su corcel y tiro de este de nuevo hasta el cuartel donde Arek el único de los milicianos ademas de él que podía mantenerse en pie le esperaba.

Al haber muerto su líder ninguno de los dos tenia el mando pero Arek respetaba a Hoid por llevar más tiempo en la milicia, tras comentarle lo que habían hablado en la posada Hoid tubo que insistir para que no le acompañase ya que Arek tenia tantas ganas de venganza como el resto de aldeanos.

Una vez convencido le pidió que en su ausencia se hiciese cargo del otro superviviente el cual seguía herido y le sugirió que en cuanto este estuviese recuperado entre los dos intentasen reclutar a algunos granjeros de manera voluntaria para que le ayudasen en al defensa de Altocerro antes de que llegasen las tropas de Almas solo por si acaso tras eso los dos milicianos se separaron y Hoid fue al templo de Erastil de su amigo Salman en donde ayudo a atender a los heridos que ahí había empleando la poca magia que poseía y luego paso la noche durmiendo intranquilo a la espera de otro ataque orco en cualquier momento.

Duric alarga el brazo y coge la espada y las dos raciones de comida - Puede que nos haga falta para el camino, no se sabe cuantos días nos llevará encontrar a esos orcos. Gracias a los dos por vuestra ayuda.

Al ver que nadie cogió el libro que el Gran Anciano ofreció... - Uhm, yo cogeré el libro... nunca me he alejado mucho de la aldea y no conozco más allá del bosque de Arthfell ni de las montañas Aspodell, nos vendrá bien por si tenemos que seguir a esos malditos orcos mas allá de las montañas o del bosque.

Seguidamente se levantó de la mesa, se ajusto en la cintura la espada con el cinto y cogió con las dos manos la comida y el libro. - Buenas noches, ahora toca a descansar aunque no creo que podamos dormir mucho, mañana nos espera un día largo. Y salió por la puerta de la taberna.

Al regresar a casa no estaban ni Dan ni Erika ya que seguían con las labores de ayuda, Erika en la enfermería improvisada en casa de Baz y Dan reparando los tejados para que los vecinos puedan dormir bajo techo. Duric tenía casi todo preparado en su mochila para salir al alba. Cuando terminó de prepararlo todo llegaron sus padres agotados momento que aprovecho para descansar y esperar al siguiente día.

Antes de que todos se fueran, pero luego que la reunión termino, el mas joven del grupo se acerco a Baz, cuando se retiraba a su hogar, era dificil ponerle una mano en el hombre dada su estatura, y queria mas mostrar su afecto que parecer un ridiculo tradicionalista, se arrimo a su viejo amigo, le dio el pesame, y mangullo algunas palabras de aliento, Gánamar, tu padre era un hombre digno, fuerte y honesto, los dioses lo tendran a su lado, seras fuerte como él, ya lo veras, debe estar matando ciervos celestiales y jabalies infernales en este momento eran circunstancias tragicas, Gánamar habia sido un gran hombre, mericia un tributo significativo, sin darse cuenta, penso en los huerfanos que ahora conformarian parte de la familia de Baz y una frase vino a su mente "cuando una puerta se cierra, una ventana se abre", Rouben lo miro con autocompasion de si mismo, y le dijo a Baz, dile a tu madre que Mathilde puede ayudarle con los huerfanos, eso le hara bien a ambas, las mantendra ocupadas, Mathilde sera feliz ayudandolos, dicelo a tu madre, por favor sabia que esto ayudaria a establecer lazos y seria reconfortante para ambas familias, se quedo un segundo en silencio, la noche era oscura, y tranquila, ya no habia ruido de orcos asaltando, pero las heridas estaban abiertas

El gigante miró al pequeño y sus ojos se humedecieron, apretó los dientes y puso una rodilla en el suelo para cogerle de los hombros. Habría querido decir algo, algo gracioso para quitarle hierro al asunto y agradecer el gesto de Rouben, pero no tenía las palabras o la mente para ello, el alcohol se había llevado cualquier posibilidad de corresponder a su amigo de la infancia.

El momento le cogió del corazón y pareció atragantarse cuando tiró de Rouben contra sí y le abrazó con fuerza, ahora se invertían los papeles de aquel día en que los padres de él y Mathilde murieron, cuando él no entendió la magnitud del dolor de su amigo pero dejó que llorase amargamente con él. De repente el tiempo parecían haber transcurrido demasiado rápido y ambos se habían convertido en adultos a punto de enfretarse a monstruos cuando hace no mucho jugaban con palos a recrear las victorias de Aylsande Benedict, la Dama Libertad, que solía interpretar su hermana y ellos los bravos revolucionarios.

Llamar a aquello llorar era darle demasiado significado a aquellos gruñidos entrecortados dignos de un oso, pero Baz de recompuso y pudo mirar a su amigo con una sincera sonrisa, la primera desde el ataque de los orcos.

- Gr... gracias, Rouben