Partida Rol por web

Hacéis el macuto lo más rápido que sois capaces con la corazonada de que las cosas van a ir a mejor y la sensación de que sois mucho más competentes que hace unos cuantos días cuando salisteis de Altocerro. El elfo, de pocas palabras, se presenta como Galandor Athurël, explorador al servicio del Sargento Olikiades en el Puesto Avanzado de Observación de Rognar, o, dicho de otro modo, condenado a vigilar en las montañas las posibles incursiones de mercenarios cheliacos o criaturas de la infraoscuridad. Un solitario destino.

Tras recorrer una milla, Nuage, que iba tumbado en una de las mulas, tose y balbucea. Ha recobrado la consciencia. Al fondo, se siluetea la figura de una atalaya.

- Cof, cof -tose, y pega una bocanada-. Ahora lo veo. Cof, cof. Ahora... lo veo... 

- Esta delirando. Lo han pegado fuerte en la cabeza -diagnostica Galandor sin girarse-. Estamos cerca.

- 'Ta de la chaveta -confirma Suzette mirando al muchacho sentada de piernas cruzadas sobre la cabeza del asno-. Cucu. Yo me 'uermo -sentencia cerrando los ojos.

- No... estoy más cuerdo que nunca... agh -se defiende Nuage saltando del asno al suelo. Las piernas parecen fallarle por un momento, pero de inmediato se recompone-. ¿Qué ha pasado?

Chavar te han dador muy fuerte esta nocher- mirandolo con los ojos abierto de par en par, sabia que el podia hacer milagros pero esto le sobrepasaba.-Tranquilo y espera que estemor a salvo, en un lugar mas tranquilor para hablar.
 

-Tranquilo amigo comenta Hoid que intenta ayudar a Nuage a mantenerse en pie -Estas bien? preguntó el paladín mientras lo examinaba  -A donde nos llevas  Galandor? siguió su conversación con el elfo.

- La Atalaya de Rognar -indica Galandor señalando con su dedo la estructura lejana-. Es nuestro cuartel, desde el que vigilamos toda esta zona de las Aspodell, y donde estamos confinados lejos de nuestros hogares -añade levemente entristecido-. Hace un par de semanas que estamos vigilando a un grupo de orcos que han establecido un humilde pero vigilado campamento en las inmediaciones. No sabemos cómo han llegado hasta aquí exactamente: están muy lejos de su hogar. Por eso me parece curioso que andéis buscándolos. ¿Qué es lo que queréis conseguir de ellos?

-Atacaron Altocerro, la aldea de mis compañeros y donde sirvo como Miliciano bajo las órdenes de la guarda de Almas, muchos perecieron y otros fuimos heridos de gravedad dice señalando su cicatriz No contentos con eso su líder además secuestró a la hija de el anciano del pueblo explicó Hoid -Partimos para intentar salvarla

El gigante baja la cabeza ante el comentario de su amigo Hoid, tras la descarga de emoción del combate con los monstruos el agotamiento se apoderaba de él. Sin embargo sacó fuerzas de la mirada carente de preocupaciones de Tumbalobos y le puso una mano sobre el hombro del enano.

- Has hecho un gran trabajo, ya daba a Nuage por muñeco- dijo refiriéndose a aquellos que, muertos o con el craneo molido a palos, jamás volvían a levantarse, laxos como jugetes de tela.

Animado por la marcha la monstruosa mascota se movía entre los distintos miembros de la expedición, olisqueando el aire a ver si tenía la suerte de volver a dar con la desmesurada mariposa parlanchina para jugar a los muerdos.

Entre indignado y desmerecido, Rouben mira su todavia virgen lanza, pensando si realmente eso es para el, pues realmente todavia no pudo demostrar ninguna destreza, ni ser de ayuda todavia, desolado, continua escuchando la charla, mientras cabalga su yegua.

Como estas, Nuage?, pregunta repentinamente a Nuage saliendo de su propia nube de negatividad y ensimizmamiento.

Mientras observa a su amigo Duric, Hoid, la escurridiza Suzette, Baz con tumbalobos, Dolgrin, el genial cuervo Knauss y con algo de suspicacia, al recien llegado Galandor, como repasando el estado general del equipo.

Luego de su evaluacion al retornar viaje, mira con algo de de curiosidad la estructura, y preguntas, Que tan lejos estamos de ella? Pues debemos salvar a una persona y el tiempo apremia...

Sir, estabair vigilandolor, ¿no visteir una partidar de caza tan grande salir? y no hacer nada. Claror no seria vuestror problemar.- dice el enano indignado- Con vuestro permisor voy a ver al heridor.- me acerco a Nuage para ver como esta y si necesita algun vendaje o algo.

-Dolgrin por favor no seas tan duro con nuestro amigo, él y su gente tienen un deber muy importante vigilando las fronteras con Cheliax lejos de sus hogares y si tuviesen que ir cazando a todos los monstruos que moran en estas montañas no tendrían tiempo para cumplirlo... argumenta el paladín intentando calmar un poco el ambiente -Además nos acaba de echar una mano con esos trogloditas, creo que él y sus camaradas se merece nuestros agradecimientos y no unos reproches no te parece? sigue hablando Ademas con más razón si nos indican donde esta lo que buscamos, a saber cuanto habríamos tardado nosotros en localizar el campamento orco, esto esta realmente alejado, ya no se ve ni el bosque desde el horizonte.

Aprovechando la atención sobre el convaleciente, Tumbalobos envuelve con sus fauces el pie de Nuage, los ojos de Tumbalobos se giran hacia el enano que se aproxima, mordisquea y babea hasta que le tiene encima, momento en que se gira para mirarle con ojos ausentes de toda malicia... o inteligencia. Al ladrar su aliento apesta a cuero y cera de botas.

El gigante le lanza una mirada a Hoid torciendo el gesto pero en lugar de decir nada al respecto se acerca al elfo. Se le hacía extraño que la singular belleza que Nuage, y todo Altocerro, le encontraba a Ielthem con Galandor se le hiciese molesta, mientras que Ielthem era la viva imagen de la despreocupación y la alegría, Galandor parecía un muñeco de porcelana, cerente de fuertes expresiones tras tamaña victoria y ensombrecido por la eterna tristeza que definía a su raza en muchos cuentos que le leían de chico.

- Lo que me interesa es saber si vamos para allá para unirnos a una tropa que vaya a acabar con ese campamento o, si nos lo vais a señalar, para que vayamos a morir como espectáculo para vuestras guardias desde las atalayas.

Esperando una mirada de reprobación por parte de Hoid Baz rápido añade:

- Porque, vamos, no sé vosotros, pero si un elfo, uno solo de estos, hubiera estado en Altocerro cuando ocurrió el ataque habríamos tenido que enterrar a menos amigos y familiares -los puños del gigante se contraen en este punto-. No hay derecho en el mundo que permita mandar callar al enano, que en cuanto supo de nuestro azar se vino con nosotros, no sé si tendrías de quién despedirte en casa -dice dirigiéndose a Dolgrim antes de devolver sus ojos al elfo- pero no lo hizo. Así que cuéntame, Galandor Athurël, ese grupo de orcos del campamento ¿es la primera vez que lo veis? ¿no los visteis marchar sobre las tierras de Andoran?

-BAZ POR EL AMOR DE SHELYN COMO PUEDES DECIR ESO! Exclama Hoid ante la barbaridad que suelta el gigantón -Dudo que los elfos disfrutasen de un espectáculo macabro y estoy seguro que nos prestarán toda la ayuda que puedan, de hecho Galandor acaba de salvarle la vida a Nuage  y nos están guiando por esas peligrosas montañas... replica el miliciano

-La diosa sabe que agradezco la ayuda que Dolgrin nos esta prestando, solo digo que esas no son las formas de dirigirse a quien nos acaba de ayudar... empieza a explicarse tras escuchar los alegatos de Baz

-Cierto es que unos cuantos arqueros nos habría ido muy bien durante el ataque orco pero no podemos reprocharles que eligiesen su deber a cazar a esas criaturas, Cheliax y sus agentes son una amenaza mucho mayor que un grupo de orcos rezagados. Su vigía atañe a todas las gentes libres de Andoran no solo a nuestra aldea y estoy seguro que tu conciencia no permitiría que el resto de habitantes de este país estuviesen en peligro por el bien de unos pocos...

Luego pone la mano en el hombro del gigantón -Se que has perdido mucho, todos lo hemos hecho, pero culpar por ello a este elfo y sus camaradas no ayudara en nada, nuestros enemigos son los orcos no lo olvides amigo.

Manteniendose en la oscuridad, escucha la exaltada conversación, sus ideas son las de todos, pero este elfo solo no hubiera podido hacer mucho contra los orcos, y aunque quisieramos ellos tienen mas obligaciones que cuidar un pequeño pueblo de humanos desinteresados por estos distantes elfos.
Sin quererlo, recuerda una visita en la taberna de algunos comerciantes elfos del norte, algunos años atras, eran comerciantes de telas y cueros, aunque parecen humanos, recuerda, son mas distantes y frios que la mayoria las visitas que habia en la taberna, siendo medianos y enanos algo mas comunes, debido a las montañas y prados, "sumamente refinados", recuerda finalmente para sus adentros...

No es hasta que Hoid se exalta en la conversacion, que una fuerte corazonada le aprieta el pecho, obligandolo a detenerse, un fuerte estupor atraviesa su espalda y le fuerza a torcerse, inclinandose mientras agarra su camisa con su brazo derecho, sus pupilas se dilatan grandes como las de un buho y siente que el tiempo se detiene por un momento, algo muy infimo, muy pequeño ocurre, no lo comprende, pero aun asi lo toma para si mismo... Subitamente se encuentra a si mismo en la misma situación que antes, como si nada hubiera pasado, como si todo hubiera sido tan solo un momento de ensoñación, agita su cabeza mientras oye a Hoid decir...  "atañe a todas las gentes libres de Andoran no solo a nuestra aldea y estoy seguro que tu conciencia", sin decir nada, siguen camino, nada ha cambiado, nada realmente a pasado.

Tranquilizaros, es verdar que los orcor son nuertro enemigor, pero solo hay que dejarle claro a los elfor que su pasividar ha matador tanta gente como los orcor, solo eso.- digo mientra me pongo en medio de estos dos para que no se ponga a pegarse entre ellos, miro a lo elfos- Decir ¿cuantor llevair vigilandor a los orcor?

Si los elfos no han intervenido a los orcos será por algún motivo, pensaba Duric sin prestar mucha atención a la discusión que estaban teniendo. Puede ser que fueran una amenaza demasiado grande para estos elfos o simplemente que no les interesase salir de sus rutinas establecidas. Pero si como dice están destinados a vigilar toda la zona de las Aspodell, ¿porque no han intervenido ni avisado a las aldeas cercanas? Entonces ¿Qué hacían allí esos elfos? Algún motivo o explicación deberán de tener para no haber actuado antes contra estos malditos orcos.

Duric se mostraba pensativo, pero no dijo ninguna palabra. Esperaba encontrar respuesta al llegar a la Atalaya.

- Espero que estos elfos puedan ayudarnos... - Dijo finalmente susurrando para él mismo.
 

- Dos semanas, amigo, dos semanas -Baz dice tratando que contener el tono- El enano Dolgrin lo sabe, yo lo sé, todos lo sabemos porque lo hemos visto, este elfo acabó con esos tres monstruos en lo que tardamos en saltar de nuestros sacos.

Con pasos pesados logra alejarse de Hoid y de Galandor para evitar hacer algo de lo que acabaría arrepintiéndose, dirigiéndose hacia Nuage y dedicándole una mirada llena de dolor a Duric y a Rouben. Con los dientes apretados el gigante se envenena, rumiando pensamientos que no hacen más que acelerar la venida de las canas.

Galandor escucha atentamente la conversación de los muchachos sin inmutarse. Hasta que, en un momento dado, decide pararse. Toma aire. Se gira hacia vosotros:

- Aún no sois conscientes de la situación. Os pido que guardéis vuestros juicios para más adelante. Ya hemos llegado.

Y efectivamente, casi sin daros cuenta la silueta de la atalaya se había ido acercando hasta el punto de ya poder ver unos pequeños fuegos y dos guardias arqueros sobre las puertas de la pequeña muralla que la rodeaba. La estructura labrada por enanos se mantiene tan regia como el primer día, habiendo soportado décadas de asedio y tempestades.

- Galandor Athurël con amigos, mis buenos Zardrin y Odaro -saluda el elfo a los arqueros, que parecen humanos a la luz de las antorchas

- A las buenas, amigo -saludan-. ¡Abran el paso! -exclama uno de ellos hacia abajo.

Entonces, desde dentro, suena como se levanta un pesado seguro y se tira de las puertas para recibiros. A la escena, se acerca entonces apresuradamente un guardia mediano con cara de pocos amigos y una armadura de cuero tachonado de buena manufactura.

- Galandor -pronuncia tanto a modo de saludo como de petición de explicaciones.

- Supervivientes y vengadores del ataque de Altocerro, sargento Kovalsky. Solicito acogerlos y llevarlos ante el capitán de buena mañana.

El mediano os sopesa con la mirada unos instantes comenzando a pasearse entre vosotros con los brazos cruzados a la espalda.

- Supervivientes... -recalca continuando hasta volver a su posición original. Pese a su recogido tamaño, hay algo en ese mediano que inspira respeto-. Llévalos al barracón en deshuso. Y que no causen problemas. ¡Y cerrad esas puertas!

- Sí, sargento -afirma-. Seguidme -os indica.

Tras pasar y que los dos guardias también humanos que había a nivel de suelo comenzarán de nuevo a trancar las puertas, Galandor no os dirige a las puertas principales de la atalaya, sino que os conduce rodeándola por detrás hasta toparos con unas escalerillas que bajan un par de metros hasta una pequeña puerta de hierro.

- Esta es la entrada a los barracones y niveles inferiores.

Hoid que no tenía nada más  que añadir simplemente asiente con la cabeza y da las gracias al elfo antes de seguirle hacia abajo.

También empieza a preocuparse al ver el bajo número de soldados de la Atalaya y comprende al momento el porque no se enfrentaron a los orcos, aunque las murallas enanas les permiten defender con poca gente no parecen tener una gran fuerza de ataque además si no causan problemas incluso los orcos tienen derecho a la libertad, como iban a saber los vigías lo que harían a Altocerro... en cualquier caso esperaba que sus compañeros llegasen a la misma conclusión y se dejasen de rencillas y acusaciones racistas hacia el pobre elfo que solo era un mandado, cuando estuviesen solos ya les comentaría al respecto pero tras el combate y la caminata a media noche estaba herido y exhausto, seria mejor hablarlo con más calma a la mañana...