Partida Rol por web

- Con cuidado Naivé, Arcano no esta acostumbrado a otras personas...- le dice mientras acaricia la frente del caballo.

Ante el comentario de Gunhilda le mira sin expresión alguna... Arcano y Medianoche son tan importantes como tu o yo en esto, Querida... La conexion con sus acompañantes le permitia atraves de ellos expandir sus sentidos o habilidades...

Mira a Naivé y le sonrie... - Ellos son mis hermanos y mis ojos, y nos ayudaran a descubrir quien es la o las culpables de la desaparición de los relicarios de nuestras fundadoras...El es Arcano y el Medianoche..- le indica al caballo y luego al cuervo en su hombro..

Con un lento y grácil caminar, Lissandra se acercó al resto de sus hermanas, de la casa de Shaiya. Su largo pelo azabache le cubría el rostro por completo.

Una vez alcanzado su destino, se limitó a sentarse en el suelo.

Lissandra. Se limitó a decir, con su voz que apenas era un susurro, aunque perfectamente audible por el resto de las allí convocadas. Como si de alguna forma, hubiera susurrado su nombre al oído de todas ellas al unisono. 

La bruja escucha las palabras de todas las presentes sin dejar de mirar a su objetivo y con los labios aún apretados y decide desenvolverse al revés de cómo han sido los acontecimientos.

-Bienvenida, hermana, ten cuidado con Blavatsky, parece que no le gustan los retrasos.

Advierte con cuidado a su compañera de casa, entonces los labios pierden la presión y dibuja una leve sonrisa mirando a Ángel y se baja con un grácil movimiento y extiende su mano para acariciar al cuervo.

-Es un placer conoceros, chicos. Son bonitos nombres.

Añade la bruja hacia la dueña de los animales y desvía la mirada entonces hacia la bruja que la ha llamado de la casa de Eglantine y asiente con la cabeza y se gira hacia Ángel y frunce el ceño como meditando algo.

-Esto es un regalo, si quieres algo: ¡sólo dímelo!

Entonces lleva su dedo a la frente de la bruja de la casa de Salem y una corriente desciende desde su nuca produciéndole a la misma una sensación de placer bastante agradable, similar a quien se quita un gran peso de encima. Y en ese mismo instante corre al lado de Gunhilda y se cruza de brazos en un gesto bastante, para algunos, infantil.

-Me lo tomo en serio y os escucho a todas. Aún faltan hermanas por llegar y puede que no esté muy enterada... ¡Pero cómo vamos a pensar que alguna de nosotras ha robado algo tan sagrado! ¿No resulta más fácil pensar que se han perdido? ¿O que quizá sea alguna prueba?

Replica enérgica desde el lado de Gunhilda con los brazos aún cruzados sobre su pecho.

Bla, bla, bla, bla. Exclamó Morgana mientras movía su mano, abriendo y cerrando los dedos formando una boca. ¿Es qué no os dais cuenta o qué? ¡Oh! ¡Seguro que se habrán perdido! ¡Madre santísima, los relicarios! ¡Oh, mamá, mamá, me han robado los relicarios sagrados de la hermandad santa! Venga, mujeres, si estamos aquí es por que alguien se los ha robado, o a "alguien" se le ha quedado pegado en los dedos cuando los miraba detenidamente.

La jóven bruja negó con la cabeza un par de veces, poniendo los ojos en blanco, incrédula de lo que están diciendo sus hermanas.

¿O es qué aquí somos todas hermanitas de la caridad? ¿Todas virgenes? Venga ya.

Nebaleth soltó una leve risa al oir las palabras de Morgana. La fe era algo que escaseaba hoy en dia, pero era lógico teniendo en cuenta que la bondad era aún más escasa. Lo que estaba claro es que sus palabras iban a escaldar a más de una. A nadie le gusta que se le acuse de robo...y menos cuando es un auténtico ladrón.

- Ciertamente coincido con vos: algo asi no es una cosa que "se pierda". Un relicario es el tipo de cosa que te encargas de tener bien guardado y cuidado, no se va dejando por cualquier parte a ver si se olvida por ahí. Miró a la bruja, esta vez con seriedad. El tema lo requería. Pero dudo que quienes lo hayan tomado vengan con ellos escondidos entre sus ropajes, Morgana. Habría que ser francamente estúpida y creo que si lo fueramos ninguna de nosotras estaría aquí, en este Conclave.

Lethalia se movió de donde estaba para acercarse mas a gala,su vestido de seda ondulaba con cada paso que la Bruja daba para alejarse de las demás.
Las miró a todas con pesar y luego miró a Gala sin pronunciar una palabra.

Mientras ahora el resto seguía con tonterías y con caras de no romper un plato en sus vidas. Vi como Lady Lethalia venía poco a poco a mí y me miraba.

Deje de tocar mi espada por un momento, y di un paso adelante y puse mi mirada en sus ojos, sin decir ninguna palabra. Era como si no hiciera falta que habláramos entre nosotras. Nuestras miradas lo decían todo.

Mm... ahora sí está en su punto... - Indiferente a la tensión que era de suponer ante la actual situación, Yidorac había terminado de cocinar. El último puñado de especias del gran caldero dejaba un olor a hiervabuena, hipérico y Menta que lentamente se extendía en el lugar. Lo justo para abrir el apetito, no demasiado como para resultar empalagosa.

- La primera es para deleite de la diosa - con un pie hace un pequeño agujero en la tierra, derramando el contenido y tapándolo en el mismo gesto - Los segundos platos para cada una de las mayores guerreras... - Ellas sabían que no estaban obligadas a compartir el pan y la sal, aunque sería un gesto desconsiderado rechazar la ofrenda de paz que ofrecía la sacerdotiza. Con un gesto ofreció en idénticos platos a Lissandra, Shaira Aira, Sëren, Cassie y Gala esta pequeña ofrenda.

 Y el resto, queridas... - mirando a las brujas cercanas - Tienen manos y capacidad para usarlas, así que estoy segura que aquella que lo desee, podrá acercarse al fuego. Tengo cuencos para todas, aunque la que lo prefiera puede traer el suyo propio. . - Dando por finalizada la parte formal se dispuso a ir sirviendo e incluso tomar ella misma aquella sopa de carne especiada con deleite. ¿Cómo resistirse?.

Escuche lo que dijo Reís Y le respondo. Querida Reís no se si tienes sentido del humor pero lo dijo con un tono de ironía... y un poco de guasa... ya se perfectamente que venimos y porque nos han llamas a todas las brujas de cada casa. Tras terminar de  responder a reis... Voy hacia un lado y me quito de la espalda mi ballesta y me puse limpiarla mientras que esperaban a que las demás brujas que faltaban.

Río suavemente sopesando todo lo escuchado, ya que tenía sentido aquello de que alguien los había robado; pero claro alguien tuvo que ser, y suponiendo que los conociera tendría que ser alguien cercano.

El asunto es que hay que saber quien es el responsable de esta fechoría, para que no salga impute y a la vez dar ejemplo para que no vuelvan a hacerlo.

Alandra de la casa Arien, escuchaba atentamente a sus hermanas de cábala y de otras casas presentes. Como siempre le gustaba permanecer en un segundo plano, silenciosa como el viento, expectante como un Búho.

-Saludos le sean dados, hermanas aquí presentes guarda silencio mientras observa a las demás. Mal empezamos, un mal augurio presiento

Evanthë, que hasta el momento se había mantenido a la espera, escuchando, sonrió mientras ladeaba la cabeza mirando a Eowin - Eowin, querida... no te preocupes... nos aseguraremos de que las traidoras vean su final, y con él, impartiremos una lección para futuras hermanas que decidan dar la espalda a nuestras estirpes. Oh sí, nos aseguraremos de ello... - dice con una sonrisa lúgubre, mientras mueve la mano distraídamente y una leve brecha que escupía humo se abre a sus pies.

Shaira aplaudió con ganas ante el comentario de Morgana.

Por fin alguien con un poco de sentido común y que no piensa que estamos en una jodida fiesta. - Acto seguido, mostró su sonrisa mas encantadora - Un saludo a las recién llegadas.

Asiento a las palabras de Shaira -Sí, iba siendo hora de que alguien se lo tomara en serio.

Una misma sonrisa helada inmutable podía ocultar muchas cosas…

En cada cultura hay ritos y símbolos que se consideran sagrados. Nadie sabía eso como las brujas allí reunidas. De no saberlo, el resto podrían ofenderse profundamente, y cualquier chispa podría dar inicio a la más cruel de las batallas.

Dicha sabiduría, asimismo, estaba guardada por las sacerdotisas de cada casa. Los ritos, las tradiciones… incluso la profunda importancia de los símbolos robados. Todos estos eran secretos celosamente custodiados por cada linaje.

La máscara de juventud de Yidorac no era capaz de ocultar la frialdad que tras los años y las tradiciones sagradas habían dejado marcados sus ojos. Tampoco el desprecio que recibió su ofrenda, una ofrenda hecha a la diosa y al respeto del resto de casas en un lugar como aquel hizo que cambiase nada en su imagen. No cambió nada… absolutamente nada.

Yidorac, sacerdotisa de la casa Shaiya, no dejó de sonreír mientras tomaba a sorbos muy muy pequeños el delicioso plato. Guardaba silencio y sonreía…

Una vez las guerreras se hubieron acercado al caldero (o al menos algunas...), Nebeleth se acercó cogiendo un cuenco de los que se ofrecían para probar la cocina de Yidorac. Las brujas habían empezado ¡por fin! a hablar del tema, y le agradaba ver que no era la única que consideraba el robo. Eso sí, nadie parecía añadir como resolver el misterio.

Contempló también como algunas de las brujas empezaban a hacer muestras ¿amenazadoras? de su poder. No pudo evitar contener la risa ante ello. Podían ser de su casa, pero era una falta de respeto y una temeridad. Aquí cada una era más poderosa que la anterior, y un encontronazo directo no sería más que contraproducente para su busqueda.

Agachó la cabeza como saludo y respeto a la cocinera cuando acabó de servirse, y volvió a donde había estado sentada. Supuso que más gente querría acercarse al caldero...

Naivé mira a Morgana directamente y apretando los labios.

-Yo sí soy vírgen...

Confiesa con cierta timidez en su timbre de voz. Pese a todo no desvía la mirada... Hasta que Yidorac habla diciendo que la comida está lista y entonces una grandiosa y amplísima sonrisa se dibuja en su rostro mientras se dispone a correr al lado de ella, a la par que la bruja que había defendido a Morgana, no obstante se detiene por un segundo y gira la cabeza hacia la derecha y mira a Eowin mientras asiente enérgica con la cabeza.

-Para algo estamos aquí cuatro Espías, para encontrar los relicarios. Pero sigo pensando que estarán escondidos.

Protesta, no obstante, sin demasiada energía, casi todas parecían querer pensar lo peor. Entonces camina enfurruñada con alguna queja entre dientes hacia la posición de Yidorac.

-Yo me lo tomo muy en serio. Las escucho a todas y las veo a todas...

Se queda estática entonces frente a los cacharros humeantes y con el olor el rostro le cambia a una gran y amplia sonrisa y se acerca hasta rozar su rostro con el de ella como si de algún animalillo se tratase.

-Gracias, Yidorac, eres una gran cocinera... Y este olor ayuda a despejarse. Vendrá bien para recibir mejor la queimada. Eres la mejor cocinera que conozco...

Cuando se dispone a beber por un único segundo pasa por su mente el pensamiento de que debería esperar a que bebiese la guerrera de su casa, no obstante el pensamiento se desvanece antes incluso de tomar forma. Nada más tomar el primer trago al caldo sus ojos se abren de par en par e inspira profundamente. Entonces se dá cuenta de algo: Evanthë. Sus ojos la miran profundamente y arranca a correr hacia ella con el cuenco en la mano, derramando para desgracia del pie de alguna, algunas gotas de su hirviente líquido. Se detiene frente a ella aún mirándola a los ojos.

-¡¡Es impresionante!! ¿Cómo lo haces? ¿Me enseñas? ¡¡Y compartiré mi comida contigo!!

Dice mientras le ofrece el cuenco, claramente inconsciente del tipo de unión que ello podría significar entre las suyas, no obstante, parece ser imposible que ella conciba algo más que el simple hecho de compartir la comida a cambio de compartir un don.

Pobrecita, no creo que dure mucho aquí

Naivé querida ¿quieres tranquilizarte?, seguro que tu sabes hacer cosas igual de impresionates con el elemento que controláis en tu casa.

Me acerco al caldero y cojo un cuenco mientras hablo a Yidorac.

Realmente no me gusta la sopa, y menos si no la hago yo, ya sabes a que me refiero, pero como ellas han bebido y aún no están muertas creo que probaré un poco

Me acerco al caldero intrigada por aquel olor que desprendía.

¿Me podeís dar un poco?

Supongo que habrá que dejar un espacio para tomar algo, antes de destripar el asunto...

Lehalia se acerca lentamente al caldero y toma parte de su contenido,tal vez demasiado poco,en un cuenco de barro.
Agradece con la cabeza a su cocinera y se aleja de nuevo,junto Gala,sin abandonar su mutismo.