Partida Rol por web

https://www.youtube.com/watch?v=ki8hN7AWsZ4

Después de un verano tranquilo y ajetreado a partes iguales, finalmente había llegado el 1 de septiembre. Para los alumnos de séptimo sería un año especial pues eran conscientes de que aquella era la última vez que cogerían aquel expreso, que recorrerían el fabuloso castillo y sus terrenos, y, por supuesto, de demostrar de qué pasta estaban hechos. Se encontraban demasiado cerca de sus marcadas y soñadas metas como para relajarse solo por ser el último año en un lugar en el que habían vivido tantas experiencias. 

Si quinto con los TIMO resultó ser un año clave, ¡ni qué hablar de séptimo y sus ÉXTASIS! Habría que demostrar, una vez más, quién era el mejor; sin embargo, el andén nueve y tres cuartos de la estación de King Cross respiraba en aquellos momentos más ilusión por los reencuentros de tantos amigos y conocidos que por unos exámenes bastante lejanos aún. 

https://www.youtube.com/watch?v=8wcjOrqO5tA

¡¡Última llamada!! ¡¡Ya casi era la hora de partir!! Padres abrazaban a sus hijos entre lágrimas, ayudaban a terminar de subir los baúles al tren, daban consejos y les pedían que esta vez les escribieran con más frecuencia. Los hermanos pequeños miraban con envidia a sus mayores y dentro del tren todo el mundo buscaba un sitio donde poder estar con sus amigos antes de que el tren comenzara su marcha. Todo el mundo corría nervioso y emocionado. Todos... menos Anwen. 

Con la seguridad de quien sabe que cualquiera, incluyendo el expreso de Hogwarts, esperaría por ella, la chica recibió el beso de su padre y anduvo en dirección al tren, seguida de cerca por su hermano, mientras chicos y chicas más pequeños se apartaban para dejarle paso. ¡Era Anwen Rhys! La prefecta de Slytherin se merecía un respeto especial. Era temida y admirada a partes iguales.

Los hermanos Rhys subieron, sin prisas, al tren justo cuando sus compuertas se cerraban. Los pasillos aún estaban bastante repletos de gente. Un poco más al fondo Vilma Williams caía al suelo por acción de una zancadilla bien hecha de Anna Jefferson, que le decía algo y se metía en su compartimento. Williams Scott estaba en el compartimento reservado desde tiempos inmemoriales para los Slytherin, reencontrándose con Lilian. Y justo en aquellos momentos una voz llamó a Anwen:

Alex Rider:- ¡Vaya! Pero si la prefecta de Slytherin acaba de hacer su entrada.- Alex no había cambiado ni un ápice. Le dedicaba una medio sonrisa encantadora y ya estaba vestido para hacer guardias.- Es imposible... ¡pero si estás hasta más guapa! Creí que era imposible. 

Mientras hablaban, tanto Anwen como su hermano y Alex pudieron escuchar las voces de Scofield y Porcher desde el andén. Golpeaban en el tren pidiendo que abrieran, pero ya era demasiado tarde.

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Después de un verano más ajetreado que tranquilo para Eileen, finalmente había llegado el 1 de septiembre. Para los alumnos de séptimo sería un año especial pues eran conscientes de que aquella era la última vez que cogerían aquel expreso, que recorrerían el fabuloso castillo y sus terrenos, y, por supuesto, de demostrar de qué pasta estaban hechos. Se encontraban demasiado cerca de sus marcadas y soñadas metas como para relajarse solo por ser el último año en un lugar en el que habían vivido tantas experiencias. 

Si quinto con los TIMO resultó ser un año clave, ¡ni qué hablar de séptimo y sus ÉXTASIS! Habría que demostrar, una vez más, quién era el mejor; sin embargo, el andén nueve y tres cuartos de la estación de King Cross respiraba en aquellos momentos más ilusión por los reencuentros de tantos amigos y conocidos que por unos exámenes bastante lejanos aún. 

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¡¡Última llamada!! ¡¡Ya casi era la hora de partir!! Padres abrazaban a sus hijos entre lágrimas, ayudaban a terminar de subir los baúles al tren, daban consejos y les pedían que esta vez les escribieran con más frecuencia. Los hermanos pequeños miraban con envidia a sus mayores y dentro del tren todo el mundo buscaba un sitio donde poder estar con sus amigos antes de que el tren comenzara su marcha. Todo el mundo corría nervioso y emocionado a excepción de Morgan, que con su hermano sentado a su lado en el solitario compartimento del tren esperaba pacientemente a que empezara el viaje. Era de las pocas personas que había con tiempo suficiente y había tenido incluso tiempo a coger el compartimento que más le había gustado. Con el tren en marcha, los alumnos corrían por los pasillos en busca de algún lugar libre en algún compartimento. Por suerte nadie se percataba de que donde ella estaba aún había cuatro asientos que cubrir. Fue una suerte, pues justo en aquellos momentos Emily abría ese compartimento. Sería la primera vez que se veían desde final de sexto curso.

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Después de un verano bastante normal para Emily - si es que en su casa podía haber algo normal-, finalmente había llegado el 1 de septiembre. Para los alumnos de séptimo sería un año especial pues eran conscientes de que aquella era la última vez que cogerían aquel expreso, que recorrerían el fabuloso castillo y sus terrenos, y, por supuesto, de demostrar de qué pasta estaban hechos. Se encontraban demasiado cerca de sus marcadas y soñadas metas como para relajarse solo por ser el último año en un lugar en el que habían vivido tantas experiencias. 

Si quinto con los TIMO resultó ser un año clave, ¡ni qué hablar de séptimo y sus ÉXTASIS! Habría que demostrar, una vez más, quién era el mejor; sin embargo, el andén nueve y tres cuartos de la estación de King Cross respiraba en aquellos momentos más ilusión por los reencuentros de tantos amigos y conocidos que por unos exámenes bastante lejanos aún. 

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¡¡Última llamada!! ¡¡Ya casi era la hora de partir!! Padres abrazaban a sus hijos entre lágrimas, ayudaban a terminar de subir los baúles al tren, daban consejos y les pedían que esta vez les escribieran con más frecuencia. Los hermanos pequeños miraban con envidia a sus mayores y dentro del tren todo el mundo buscaba un sitio donde poder estar con sus amigos antes de que el tren comenzara su marcha. Todo el mundo corría nervioso y emocionado en busca de algún asiento. Bueno, todos... Beth, que había viajado con Emily hasta allí acompañadas por Ryan, el padre de Beth, no parecía realmente entusiasmada. Tenía una mueca que demostraba su incomodidad ante tanta gente corriendo de un lado para otro. 

Beth:- Por favor, no me digas que nos va a tocar compartir compartimento con Charlotte...

Por suerte no fue así, porque al parecer Eileen ya les estaba guardando asiento en uno para ellas solas y su hermano pequeño, que empezaría el curso aquel año y que sin duda sería la comidilla debido a que había sido mordido por su padre, un licántropo. Probablemente tendría problemas a la hora de socializar. Emily abrió la puerta del compartimento, encontrándose, después de casi dos meses y una carta bastante misteriosa, con su mejor amiga, Eileen.

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Después de un verano bastante tranquilo y aburrido para Williams, finalmente había llegado el 1 de septiembre. Para los alumnos de séptimo sería un año especial pues eran conscientes de que aquella era la última vez que cogerían aquel expreso, que recorrerían el fabuloso castillo y sus terrenos, y, por supuesto, de demostrar de qué pasta estaban hechos. Se encontraban demasiado cerca de sus marcadas y soñadas metas como para relajarse solo por ser el último año en un lugar en el que habían vivido tantas experiencias. 

Si quinto con los TIMO resultó ser un año clave, ¡ni qué hablar de séptimo y sus ÉXTASIS! Habría que demostrar, una vez más, quién era el mejor; sin embargo, el andén nueve y tres cuartos de la estación de King Cross respiraba en aquellos momentos más ilusión por los reencuentros de tantos amigos y conocidos que por unos exámenes bastante lejanos aún. 

https://www.youtube.com/watch?v=8wcjOrqO5tA

¡¡Última llamada!! ¡¡Ya casi era la hora de partir!! Padres abrazaban a sus hijos entre lágrimas, ayudaban a terminar de subir los baúles al tren, daban consejos y les pedían que esta vez les escribieran con más frecuencia. Los hermanos pequeños miraban con envidia a sus mayores y dentro del tren todo el mundo buscaba un sitio donde poder estar con sus amigos antes de que el tren comenzara su marcha. Todo el mundo corría nervioso y emocionado a excepción de Williams que sabía mantener su compostura. Había llegado de los primeros al tren y se había sentado en uno de los asientos libres del compartimento reservado solo y exclusivamente para los Slytherin. Pocos segundos después de acomodarse alguien le tapó los ojos con las manos:

Lilian:- ¡¡¿¿Quién soy??!!- comentó con voz cantarina.

Sin esperar respuesta le soltó y se sentó a su lado, dándole un beso fuerte y poniéndose al instante a comprobar el estado de su cabello y sus ojos en un espejo mientras hablaba con él:

Lilian:-¡Cuánto tiempo sin verte! Apenas me has escrito este verano.- cerró con fuerza el espejo de bolsillo y lo miró mientras se colocaba de lado- ¿Qué has estado haciendo, granuja?

El tren se puso en marcha mientras, desde fuera, Scofield y Porcher corrían para intentar alcanzar el tren. Pero ya era demasiado tarde.

Lilian:- PF. ¡Pringaos!

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Después de un verano bastante normal para Tabatha - a excepción de las cartas que intercambiada con mister "L"- finalmente había llegado el 1 de septiembre. Para los alumnos de séptimo sería un año especial pues eran conscientes de que aquella era la última vez que cogerían aquel expreso, que recorrerían el fabuloso castillo y sus terrenos, y, por supuesto, de demostrar de qué pasta estaban hechos. Se encontraban demasiado cerca de sus marcadas y soñadas metas como para relajarse solo por ser el último año en un lugar en el que habían vivido tantas experiencias. 

Si quinto con los TIMO resultó ser un año clave, ¡ni qué hablar de séptimo y sus ÉXTASIS! Habría que demostrar, una vez más, quién era el mejor; sin embargo, el andén nueve y tres cuartos de la estación de King Cross respiraba en aquellos momentos más ilusión por los reencuentros de tantos amigos y conocidos que por unos exámenes bastante lejanos aún. 

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¡¡Última llamada!! ¡¡Ya casi era la hora de partir!! Padres abrazaban a sus hijos entre lágrimas, ayudaban a terminar de subir los baúles al tren, daban consejos y les pedían que esta vez les escribieran con más frecuencia. Los hermanos pequeños miraban con envidia a sus mayores y dentro del tren todo el mundo buscaba un sitio donde poder estar con sus amigos antes de que el tren comenzara su marcha. Todo el mundo corría nervioso y emocionado al tiempo que Tabatha sujetaba con firmeza la jaula de Pixie y entraba en el tren, abarrotado de alumnos que buscaban un lugar donde sentarse. Justo en otra de las entradas vislumbró a Vilma. No había cambiado nada y, por lo visto, Anna tampoco. Le hizo una zancadilla, le dio la bienvenida con burla y entró en uno de los compartimentos donde Charlotte ya estaba esperándola. A su izquierda, al fondo, Anwen acababa de hacer su entrada y ya estaba llamando la atención de Alex Rider. 

Katherine:- ¡Tabatha!- La prefecta de Hufflepuff, ya vestida con el uniforme de la escuela y con la insignia de prefecta a la vista, llegó hasta ella, sonriéndole.- ¿Qué tal? No deberías quedarte en los pasillos. Los prefectos debemos mantener el orden, ya sabes. 

Le indicó donde había sitio. En uno de los compartimentos estaban todo el equipo de quidditch sin su capitán y sin Max. Solo había un sitio. En otro Jess Green con un par de amigos. En el de enfrente Emily Van Dick y Beth acababan de abrir un compartimento y saludaban a alguien. Y un poco más al fondo, donde Vilma había sido víctima de la zancadilla y ahora se levantaba, había uno solo ocupado por Aengus.

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Después de un verano bastante normal para Vilma, finalmente había llegado el 1 de septiembre. Para los alumnos de séptimo sería un año especial pues eran conscientes de que aquella era la última vez que cogerían aquel expreso, que recorrerían el fabuloso castillo y sus terrenos, y, por supuesto, de demostrar de qué pasta estaban hechos. Se encontraban demasiado cerca de sus marcadas y soñadas metas como para relajarse solo por ser el último año en un lugar en el que habían vivido tantas experiencias. 

Si quinto con los TIMO resultó ser un año clave, ¡ni qué hablar de séptimo y sus ÉXTASIS! Habría que demostrar, una vez más, quién era el mejor; sin embargo, el andén nueve y tres cuartos de la estación de King Cross respiraba en aquellos momentos más ilusión por los reencuentros de tantos amigos y conocidos que por unos exámenes bastante lejanos aún. 

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¡¡Última llamada!! ¡¡Ya casi era la hora de partir!! Padres abrazaban a sus hijos entre lágrimas, ayudaban a terminar de subir los baúles al tren, daban consejos y les pedían que esta vez les escribieran con más frecuencia. Los hermanos pequeños miraban con envidia a sus mayores y dentro del tren todo el mundo buscaba un sitio donde poder estar con sus amigos antes de que el tren comenzara su marcha. Todo el mundo corría nervioso y la que más era Vilma. Se había levantado tarde aquella mañana, se había confundido de camino y ahora entraba en el último de los instantes, tras chocarse con gente y más gente, en el tren. ¡Al menos lo había logrado! El año no empezaba del todo mal...

¡ZAS!

Mientras caminaba por el pasillo del tren un pie se interpuso en su camino y Vilma cayó de bruces. El primer encuentro de Williams en aquel comienzo de año fue con Anna Jefferson que la miró desde arriba con burla.

Anna:- Bienvenida a este último curso. Lo vamos a pasar genial.

Y sin más se metió en el compartimento donde Charlotte la esperaba, ya partiéndose de risa por la ocurrencia de su amiga.

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Después de un verano muy divertido para Max y Teagan, finalmente había llegado el 1 de septiembre. Para los alumnos de séptimo sería un año especial pues eran conscientes de que aquella era la última vez que cogerían aquel expreso, que recorrerían el fabuloso castillo y sus terrenos, y, por supuesto, de demostrar de qué pasta estaban hechos. Se encontraban demasiado cerca de sus marcadas y soñadas metas como para relajarse solo por ser el último año en un lugar en el que habían vivido tantas experiencias. 

Si quinto con los TIMO resultó ser un año clave, ¡ni qué hablar de séptimo y sus ÉXTASIS! Habría que demostrar, una vez más, quién era el mejor; sin embargo, el andén nueve y tres cuartos de la estación de King Cross respiraba en aquellos momentos más ilusión por los reencuentros de tantos amigos y conocidos que por unos exámenes bastante lejanos aún. 

https://www.youtube.com/watch?v=8wcjOrqO5tA

¡¡Última llamada!! ¡¡Ya casi era la hora de partir!! Padres abrazaban a sus hijos entre lágrimas, ayudaban a terminar de subir los baúles al tren, daban consejos y les pedían que esta vez les escribieran con más frecuencia. Los hermanos pequeños miraban con envidia a sus mayores y dentro del tren todo el mundo buscaba un sitio donde poder estar con sus amigos antes de que el tren comenzara su marcha. Todo el mundo corría nervioso y emocionado. Anwen Rhys entraba de las últimas en el tren, justo cuando éste cerraba sus puertas. Un poco más al fondo, Vilma Williams lo lograba en el último instante, después de dejar a su paso personas con golpes a causa de su paso. Todos habían logrado entrar a tiempo... todos... menos Max y Teagan que por mucho que corrieron golpeando el tren, éste no paró. ¡¡Se habían quedado en el andén!!

Meredith llegaba también justo detrás de ellos. Habían quedado en ir los tres juntos y debido a que Meredith había llegado tan tarde, habían terminado por perder el tren. Sin embargo, ella no parecía muy alterada.

Un gran reencuentro, todo había sido muy bonito… o al menos tendría que haberlo sido.

Kegan sabía que estar con Max y con Meredith solía acabar metiéndole en líos pero… ¿Tan pronto? ¡Aun si quiera había empezado el curso y ya estaban hasta arriba!

- Esto no puede estar pasando… empezamos con buen pié…

Caminó de un lado para otro durante unos minutos… no sabía qué hacer y estaba algo nervioso, ni si quiera terminaba de creérselo aún… ¿habría alguna otra forma de que lograsen llegar?

Se quedó apoyado en el carro de su equipaje, con las manos en la cabeza, observando a sus compañeros… no se le ocurría nada y quizá a ellos que estaban acostumbrados más a situaciones como esta… se les ocurriría algo…

No pude evitar sonreír al verlos a ambos de una pieza, sobretodo a Jeremy, tras lo leído en el periódico. No me creía una sola palabra de lo que decían (excepto lo de la mordedura, pues eso había sido probado), así que me moría de ganas de escuchar la versión real de los hechos. Si mis calculos eran buenos, la carta de Eileen tenía que ver con el accidente. Esperaría a que ella sacase el tema.

 - Enano, aún no tienes ni bigote, ¿qué te hace pensar que puedes sentarte con nosotras? - le dije a Jeremy entrando en el compartimento y despeinándole.

Me quité la chaqueta tipo americana del conjunto gris que llevaba puesto. Mi madre no aceptaría nunca la ropa que me ponía cuándo ella no estaba, y no quería discutir ni decepcionarla, así que en su presencia siempre iba elegantemente a la moda. Tenía suerte que mi madre no había puesto una lavadora en su vida, así era fácil llevar lo que me daba la gana.

Miré a Eileen. Quería decirle que había leído los periódicos y no creía nada. Que había intentado visitarle en San Mungo pero no dejaban pasar a nadie que no fuese familia. No sabía si le habrían llegado mis lechuzas con tanta prensa y seguridad. Pero debía tener tacto, y dejarla a ella empezar.

- No te voy a decir que te he echado de menos, que luego te lo crees y te pones sentimental. - le dije finamente, saludándole a mi manera, cómo siempre, cómo si nada hubiese pasado. 

Entré de los primeros en el tren camino a Hogwarts, normalmente coger el tren no me ponía nervioso, pero este año era algo diferente, porque sería el último, por un lado lo esperaba con ganas, pero por otro tenía mucho miedo. La vida que me esperaba sería la misma que la de mi padre, ya me había dicho que planes tenía para mí, y yo me había esforzado todo el tiempo por conseguirlo, por seguir el camino que me había establecido, pero tenía un extraño nudo en el pecho, un nudo que no me dejaba respirar. Era normal tenerlo???

También sería el último año que vería a ciertas personas, y pensaba que eso era lo que quería, pero cada vez que pensaba en ello, algo dentro de mi crecia ¿tristeza? no podía permitírmelo, mi padre me había permitido tener las amistades tan dispares que había tenido, a excepción de Ian que no lo soportaba, porque yo le había dado mi palabra de dejarlo todo atrás cuando terminara Hogwarts, pero ahora que el final estaba cerca, no estaba seguro de nada, era todo un mar de dudas.

Lilian me tapo los ojos, sacándome de mis pensamientos, mucho mejor, porque eran agobiantes.

Mi padre se ha empeñado en enseñarme su trabajo. Lilian ya sabía que las intenciones de mi padre era que siguiese sus pasos. Y este verano había estado más que pesado con el tema. No me ha dejado ni respirar! me quejé. Y yo me había esforzado por dar lo mejor de mí, pero había sido MUY aburrido. Ojalá tuviera un trabajo más divertido... sonreí. 

que tal tu verano? Mi pregunta se vio interrumpida cuando vi a Scofield y Porcher correr tras el tren.

puuuffff me tape la boca para no reirme. y vaya dos!!!! Porcher era demasiad vago, seguro que se había quedado dormido.

Otro bonito y prometedor día. Bien, otro no, pero por lo menos aquel le brindaba un poco de luz en comparación con las últimas dos semanas. Su padre volvía a estar en los tribunales rodeado de dementores, o eso había visto en El Profeta puesto que su madre no le había permitido ir. Y su madre, como no, declarando. La mujer se estaba desviviendo por su marido y su hijo y Eileen aún no sabía cómo no había colapsado a aquellas alturas.

Así que en un acto de buena fe le había dicho que no se preocupara por ellos, que cuidaría de Jeremy, el cuál estaba pálido y demacrado. No le había perdido de vista mientras iban en metro, con su mala relación de hermanos dejada a un lado de forma temporal.

- Eh - le había parado antes de penetrar en el ajetreado ambiente de King Cross, colocando una mano en el hombro del niño. Parecía mentira que el niño enérgico de siempre fuera ahora un cúmulo de nervios que difícilmente mantenía bajo control, por más que lo intentara -. Este es un gran día, ¿me oyes? Vas a entrar a Hogwarts. Y sí, vas a conocer capullos que se van a meter contigo y otros que no. Mi consejo para los primeros, intenta atemorizarlos - vale, aquel no era un consejo demasiado maternal pero es que Eileen no era su madre -. Ya verás, pronto se dejarán de reír de ti.

Dicho aquello le dio un pequeño empujón en un pobre intento de que se relajara en su papel poco habitual de hermana mayor mientras se acercaban al andén 9 y 3/4. Poco después se encontraban ya sentados para alivio de Eileen y mayor tensión de su hermano, que parecía sentirse encerrado y ansioso cada vez que alguien pasaba por delante del compartimento.

Pero fue ella y no él quien dio un respingo cuando la puerta se abrió, nerviosa también al fin y al cabo. Aunque no por eso dejó de sonreír a su amiga, mucho más feliz de verla de lo que ella podía imaginarse.

- Emily - carraspeó. Normalidad. Tenía que retomar su vida normal después de todo lo que estaba sucediendo -. Da igual, me voy a poner sentimental igualmente - bromeó antes de darle un abrazo que aunque no era lo más común tampoco era desacostumbrado -. ¿Qué tal tu verano? Espero que mejor que el nuestro porque...vaya asco... Es la primera que estaba deseando que empezaran las clases - bromeó, quitando hierro al asunto aunque era serio de cuidado.

Le dirigió una mirada a su hermano. En parte lo ideal sería que se juntara con otros niños de su edad, además así ella podría hablar con libertad. Aunque por otra parte, ¿habría algún tipo de represalias por parte de sus compañeros?

Aquel era un buen día. Sin duda lo era cuando todo el miedo, tristeza y tensión de los últimos días parecía disiparse en su panorama presente. Cierto, todo seguía dando asco y miedo, su padre estaba en la cárcel, su hermano era un nuevo licántropo y ella...ella era lesbiana.

Pero todo tenía su recompensa. Aquel día iba a ver a Emily. Y por eso, por primera vez en días, se sentía feliz. Era su luz de alegría entre toda aquella oscuridad y la necesitaba como nunca, aunque aún no supiera cómo afrontar todo lo que le sucedía, lo que sentía y aquella carta que le había enviado.

Tal vez por eso sus nervios estallaron cuando la vio aparecer, increíblemente intranquila porque era la primera vez que la veía desde que aceptara sus sentimientos. ¿Cómo no había podido darse cuenta antes? Anhelaba que la quisiera aunque en el fondo sabía que eso nunca sucedería. Pero, ¿qué daño le iba a dar darle un poco de cariño sin que supiera lo que significaba para ella?

Aquello fue lo que la llevó a darle el repentino abrazo, diciéndose que, tras aquel lapsus, trataría de comportarse con normalidad.

El verano de Anwen había sido ajetreado. Su padre la mantenía al tanto de todos los negocios de la familia y eso la mantenía ocupada, pero de hecho disfrutaba con todo aquel ajetreo empresarial como si hubiera nacido para ello. Además, a ciertas escalas de poder, el sacar adelante la empresa llevaba consigo el organizar y asistir a fiestas de alto nivel, donde la elegancia y personalidad decidida de Anwen habían conseguido que ya se la viera con buenos ojos a pesar de su juventud.

Durante el verano ya había estado con algunos de los que vería en Hogwarts. A parte de sus compañeros Slytherin, a Emily o a los padres de Max. Aún así tenía ganas de que llegará el último año en el Colegio de Magia para terminar de demostrar su valía y comerse el mundo.

La estación de King Cross estaba tan ajetreada como todos los años. Los nuevos correteaban nerviosos e incluso lloraban, para el resto se sucedían los reencuentros. La familia Rhys parecía un remanso de paz en comparación. Los padres de Anwen se despidieron de ella y su hermano sin grandes muestras de afecto, sólo un par de besos. Ambos jóvenes sabían ya perfectamente lo que se esperaba de ellos y su padre no se lo recordó despidiéndose con un simple "Hasta pronto".

Aunque procuraba que no se le notase en exceso, disfrutaba con como la trataban. Se sentía en su sitio al ver a la gente se apartaba a su alrededor, como la señalaban o la miraban, algunos con envidia y otros con adulación. Y no era para menos. Su hermano y ella subieron al tren que parecía que los hubiera estado esperando, y se dirigieron al vagón de los Slytherin.

Frunció un poco el ceño al ver las tonterías de Jefferson y Williams. A pesar de su edad no dejaban de ser un par de niñatas. Pero Anwen no iba a dejar que esos detalles le arruinaran la charla con sus compañeros Slytherin.

Pero fue interrumpida por cierto atractivo prefecto.

- ¡Vaya! Y parece ser que yo no tengo ni que llegar a Hogwarts para ser importunada por un Gryffindor.- Respondió divertida a Rider, con una media sonrisa en los labios.- Pues tú en cambio tan sólo estás igual de guapo que la última vez.- Añadió, insinuante, mientras le echaba una mirada de arriba abajo con una ceja en alto.- Y parece que los tuyos no empiezan su último curso con muy buen pie.- Dijo refiriéndose  a Scofield y Porcher. Le molestaba esa actitud de los chicos de Gryffindor, pero le divertía poder echárselo en cara a su prefecto. 

Correteando por todas partes, equivocándome de camino y por fin consiguiendo llegar al andén, me siento muy satisfecha conmigo misma. Al menos, este año no me he equivocado de barrera y he cruzado directamente la del andén nueve y tres cuartos sin estamparme. De modo que, subo felizmente al tren ¡Por los pelos! y voy correteando por los pasillos en busca de un compartimiento donde no molestaba. Quizás con suerte veía a mi amigo Aengus y me sentaba con él. Este verano solo había recibido dos cartas suyas y las dos eran para lo mismo; Hablar de Anwen.
Miro un compartimiento vacío y me dispongo a correr hacia allí, pero de golpe, algo se interpone en mi camino y caigo de bruces al suelo. Noto como la boca empieza a saberme a sangre pero por suerte, no es una sangre visible.

- Igualmente... - Le digo a Anna con una mirada de temor y escucho como alguien de fondo le ríe las gracias. - Espero que nos lo pasemos en grande.- Contesto sinceramente, ignorando las risas.

Me pongo en pie y sin mirar atrás, corro con el baúl hacia el compartimiento. Pero resulta que no estaba solo; daba la casualidad que mi mejor amigo se encontraba dentro.

- Es toda una suerte encontrarte.- Digo antes de ponerme a llorar mientras salto a abrazarle. - Anna me ha tirado al suelo. - Digo entre sollozos, sin quitar la cabeza de su hombro.

Ah... el primer día de clase. Había pasado un verano genial pero ahora tocaba volver al colegio... al lugar en el que me sentía más feliz que en mi propia casa. Ver a Kegan y a la Roja me hacía ilusión, también al resto de compañeros. 

La verdad es que llevaba el baúl cargado de surtidos para hacer bromas como para parar un tren... pero no literalmente. Cuando vi que el tren salía sin nosotros intenté correr para cogerlo pero era inútil, no pude alcanzarlo. Me giré para comprobar que no era el único pues al menos mis mejores amigos estaban a mi lado. -Qué bien... empezamos el curso ganándonos el primer castigo. -me eché a reír y le di un beso a Meredith en la mejilla. -¿Contenta Roja? Llegamos tarde por tu culpa. -volví a reírme y le pasé un brazo por encima a Kegan. -Vamos... no te pongas nervioso... que llegaremos. ¿Habéis traído las escobas? -una sonrisa pícara surgió en mi cara. -Podemos desilusionarnos e ir volando... ¿qué os parece? -no era un gran plan... pero tampoco quería proponer de primeras hacer algo disparatado. 

Le devolví el abrazo, contenta por que me lo diese de hecho.

- Cómo cada verano. Un par de fiestas de mi padre. Un par de semanas con mi abuela. - puse un dedo en mi barbilla y miré al cielo, cómo si estuviese rebuscando en lo más hondo de mi mente alguna otra cosa que pudiese añadir. Tras unos segundos, volví a mirar a Eileen. - Beth y yo fuimos a un festival muggle de música, idea suya, y la verdad es que es genial el ambiente. - dije finalmente seãnalando a mi amiga. - Borrachos por todas partes. 

Me senté al lado de Jeremy poniendo una mano sobre sus hombros. De cerca se le notaba muy pálido. No aprecía el niño risueño de siempre. Tal vez no estaba del todo recuperado después de todo. Disimule el giro en el estómago que me provocó imaginarme por lo que había pasado y miré a Beth de nuevo.

- Cierra la puerta Beth, no vaya a ser que se nos cuele algún admirador, que no llevo fotos para firmar encima.

Miré a Eileen. Parecía bastante entera, pero es una chica bastante fuerte. No sabía si querría contar nada estando Beth aquí. No se llevaban mal y Beth no era chismosa, así que no tenía que preocuparse por nada, pero era un tema delicado... Sin embargo, no iba a echar a Beth del compartimento, sería algo muy feo que hacer y la verdad es que quería que al menos este último año mis mejores amigas se llevasen mejor entre ellas. Algún día serían mis damas de honor - JA. - y necesitarían ponerse deacuerdo con la despedida de soltera -JA.JA.-.

-Y hablando de admiradores, ha pasado Vilma ya a decirte lo genial que estás tras el verano, cómo de costumbre?

"Sean." - pensé cuándo Eileen me preguntó sobre el verano.

Sean había sido parte de mi verano también. Encuentros fortuítos, escondidos de todo el mundo. Era peligroso que nos viesen juntos. No podía contarselo a Emily, ni a Beth. A nadie. Nadie podía saberlo nunca. Tras un verano cómo este, sabía, (o esperaba?) que el curso que venía por delante iba a ser más de lo mismo. 

"Es peligroso, pero te gusta. No puedes evitarlo." - escuchaba decir de fondo a la maldita Voz. - "Y quieres m´s, verdad que sí?"

"Cállate." - le espeté a la Voz antes de continuar mi conversación con Eileen cómo si nada fuera d elo normal estuviese ocurriendo.

En contraste con la preocupación de Kegan, Meredith estaba tranquila y sonriente. Se puso entre los dos chicos y se colgó de sus hombros, mirándolos de forma intercalada.

- Venga, chicos. ¡Es el último año! Os dejo claro quiero que sea el mejor de todos.- ¡¿Pero no se daba cuenta de que acababan de perder el tren?!- Y por eso...

De la mano derecha, que sujetaba el hombro de Kegan, colgaron unas llaves de un coche. Meredith sonrió de forma traviesa:

- ¿Recordáis eso que dicen de que Harry Potter llegó en su segundo año en coche volador? ¡Siempre he querido probarlo!

Estaba todo planeado por ella. ¡Quería una entrada a lo grande! ¡La primera aventura! Se separó de los chicos y anduvo unos metros en dirección a la salida antes de voltearse, sonriente y traviesa:

- ¡Quién se apunta! Os dejaré conducir...

La idea de Meredith hizo que mi carcajada resonara en todo el andén. -¡Es perfecto! ¿Cómo no se me había ocurrido antes? -comencé a caminar detrás de ella. -Yo por mi conduzco. No se... pero será divertido, eso seguro. ¿Qué vamos a hacer con los muggles? Porque una cosa es llegar a lo grande y otra muy distinta que nos expulsen nada más llegar. -cargar con un castigo el primer día me hacía gracia... peor llegar a casa tras ser expulsado... dudo que sobreviviera a eso. 

Alex se apoyó en la pared, de brazos cruzados. Por un momento se hizo el ofendido, pero pronto volvió en sí.

- Creo que no te has fijado lo suficiente.

Aled, en su acostumbrado silencio, puso los ojos en blanco. Tenía ganas de sentarse de una vez. Con un poco de suerte la señora del carrito pasaría pronto y podría comprar algo para comer.

- Ignóralos.- comentó sobre Max y Kegan. En aquellos momentos Alex estaba bastante ocupado.- ¿Qué te pareces si hacemos una guardia para que tengas más tiempo en fijarte?

Sin embargo, alguien más apareció por detrás de Aled, interrumpiendo la afable conversación y provocando en Alex seriedad y tensión.

Roy:- Anwen. Te estamos esperando en el compartimento. ¿No vienes?

De ser alguno de sus compañeros Gryffindor, Alex habría abierto la boca para soltar algún comentario despectivo; pero creyó que lo oportuno era esperar la decisión de Anwen. Dos caminos. ¿Cuál elegiría?