Partida Rol por web

La oficina o despacho donde se hace el trabajo administrativo de la casa es un recinto modesto. Su unico ventanal mira al Norte, asegurando una iluminacion modesta durante la mayor parte del dia, que cae sobre el escritorio principal, el de Lord Ethan. Las paredes Este y Sur, por otro lado, estan llenas de archivos y registros, asi como libros de consulta. En esta ultima se halla tambien la entrada al recinto. Finalmente, en el lado Oeste se encuentra el hogar que brinda calor y lumbre en las noches. A la izquierda del mismo, bien proximo, es donde yace el segundo escritorio, de medidas algo mas reducidas. Este pertenece a la joven Onira, hija menor y asistente del lord. la sala es un ambiente de trabajo, no un sitio de placer. No hay nada bello o distrayente a la vista, salvo por el escudo de armas sobre el hogar, y la hermosa muchachita, cuando alli se encuentra...

Esta anocheciendo. Ethan se frota los ojos, dejando a un lado el informe sobre los ultimos incidentes de bandidaje, y se relaja contra su comodo asiento. Va siendo hora de prender el fuego, pero no tiene prisa. Su mirada va hacia el otro lado de la sala, observando a la niña en la cual ha depositado tanta responsabilidad y confianza, a pesar de sus cortos años. Una reflexion le llega en ese momento de contemplacion.

-Onira.+le llama suavemente.  

Estaba sumida en sus quehaceres, de vez en cuando levantaba la mirada para despejarse, la verdad era que estaba un poco agotada de tantas horas de "trabajo" pero en realidad le gustaba mucho lo que hacía. Posó nuevamente la pluma sobre el pergamino, empezando a escribir de manera lenta cuidando su escritura y caligrafía. Cuando su padre la llamó por su nombre, esta se giró suavemente su cabeza, haciendo que su larga cabellera dorada se deslizase suavemente sobre sus hombros. En ese corto espacio de tiempo en el cual ella atendió al llamado de su padre, una gota de la pluma cayó sobre el pergamino emborronándolo completamente, Onira hizo un gesto de disgusto, soltando un montón de calumnias y juramentos. Había estropeado todo su trabajo, eso era lo que más odiaba.-¿Sí? ¿Qué ocurre, padre?.-Suavemente se levantó de la banca, dejando que su largo vestido se acomodase sobre su cuerpo perfectamente, ocultando sus encantos de señorita.

Le hace una señal con indice y corazon de la diestra, invitandola a aproximarse, mientras con la siniestra termina de restregar su vista y despejarla. Luego vuelve a mirarla, y le regala una leve sonrisa algo fatigada, mientras comenta.

-Hay algo que deseo consultarle, señorita... Tenga a bien venir aqui, de este lado del escritorio, si me puede hacer el favor...

El leve tono humoristico es ineludible. Cuando llega cierta hora, incluso el formal Ethan necesita despejarse un poco, apartar los demonios del tedio que agrian el espiritu y a la larga perturban el juicio. Nunca demasiado... no, por ejemplo, como sucede cuando Bastian debe recurrir en exceso a los productos de la cava y termina montando un espectaculo. *Algun dia debere cerrarla con llave y perderla +piensa para si brevemente. 

No tardó en hacer caso a las palabras de su padre, dejando sobre la mesa la pluma se giró por completo hacia él, la verdad que lejos de ser una joven poco llamativa, sus rasgos inocentes hacía de ella una niña realmente adorable. Sus grandes ojos azules buscaron los de su querido padre, para después aproximarse con paso tranquilo, pero para nada el paso que tendría una señorita de su edad. Y es que si algo era cierto, era que ella eso de los modales y las formas no lo llevaba bien. Para nada, era más bien un problema visible en ciertas ocasiones, pero cómo Ethan la conocía y sabía de ello, ella no se preocupaba por el que diría.- Debéis saber, mi señor... Que os cobraré todas estas horas que me robáis. Empiezo a pensar que el sueldo que recibo no es suficiente para todo lo que yo hago.-Su tono de voz era divertido, incluso jocoso. En ningún momento hablaba en serio, pues todos sus gestos lo demostraban. 

Sin pasar al otro lado de la mesa, se subió sobre esta, revolviendo el vestido para que no quedase atrapado bajo sus rodillas y la desestablizasen. Tras eso se sentó tal cual indio, en dirección a él, dejando sus brazos apoyados sobre las piernas mientras sonreía divertida, dejando que sus melenas rubias y desordenadas cayesen ahora sobre sus hombros y pechos.-Contarme, que os atormenta, en qué puedo ayudarte...

Estira los brazos, tomandola de los suyos con facilidad y atrayendola sobre si, mientras los papeles sobre donde ella se habia sentado al trepar por la mesa, se desparramaban en el suelo...

-Dije de este lado! +exclama con fingida ira.

No obstante, se las arreglo para que no fuera de frente sino de medio lado la semi-caida desde la mesa hacia él, a fin de sentarla en su regazo. De este modo, podria usar la diestra para mantener su presa, mientras con la siniestra giraba a la muchachita hasta que adoptase una postura recta... Resoplo cuando algunos cabellos de la niña le dieron en el rostro. 

-Queriendo discutir de aumentos, valgame...+murmuraba entretanto, como si se tomase la broma enserio...

No le da tiempo a resistirse, nota cómo su cuerpo cae sobre el de él, quedando sentada sobre el regazo de su padre. Lentamente sus labios se fruncen, al igual que su ceño, pero no era un gesto de enfado, al menos no en ese instante pues poco después soltó una pequeña sonrisa despreocupada. Revolviéndose un poco se acomodó sobre sus piernas, colocando sus vestimentas, las cuales al igual que su cabello estaban desordenadas y ¡No era normal en una señorita!.- Os atrevéis a alzarme la voz...  No deberíais, pues quien os ayudará después, si seguís con este comportamiento.-Asomó su lengua entre los labios, de forma divertida y despreocupada. Usando su mano diestra, llevó los dedos hasta el cabello recogiéndoselos hacia atrás sin preocuparse en ordenarlos o tener un peinado normal.- Sí, así es... Os cobraré mis servicios, fijaos la de horas que paso aquí .-Ríe divertida, evitando la mirada de su progenitor.

Alza una ceja. La deja acomodarse, pero de forma que quede sentada bien sobre sus piernas y mirando hacia la puerta, con la pequeña espalda apoyada en su pecho. Entonces rebaja la presa y solo cruza los brazos en torno a su cinturita. Apoya la cabeza contra el costado derecho de la cara de Onira, pero no mucho, para poder hablarle al oido. 

-Muchas horas, es verdad. Tiempo en que mientras otros niños estan jugando, corriendo y saltando, vuestras manos escriben cartas o papeles que necesito, y revisan documentos a los que no puedo dedicarles pleno tiempo...+dice suavemente, pero con un tono que poco a poco abandona el humor para tornarse serio.+ Momentos que se van en mi compania y la de estos libros...+deja unos instantes de silencio, antes de añadir+  ¿Comprendes a lo que voy, Onira?

Ya no queda rastro de risa. El tono de la ultima pregunta es serio y significativo. Desde esta postura, los ojos de ambos pueden recorrer toda la austera estancia, desde el ahora desordenado escritorio del Lord hasta la puerta...

La joven dejó de sonreír casi al instante, mientras él hablaba su mente reunía todos los datos necesarios. Con suavidad rodeó el cuello de él con sus brazos y se acercó aún más buscando calmarlo, de alguna manera ella lo conocía más de lo que quizás le gustaría, pero por su trabajo pasaba muchas horas con él o sin él, ocupándose de los papeles que allí llegaban. Con suavidad besó su mejilla, dejando los labios pegados a su piel unos instantes, antes de volver a separarse lentamente para así poder mirarlo directamente a los ojos, esta asintió un par de veces, pero no sabía que decía, siempre tenía respuesta ¿Y esta vez? Se mordió el labio con nerviosismo, pero después intentó sonreí para él, aunque le costó todo un mundo.- Jamás os echaré en cara... Esto. En realidad nunca me sentí cómo una niña normal... Ni siquiera sé comportarme como una refinada damita, pero puedo estar contigo, aunque sea por temas de trabajo, pero puedo estar contigo.- Bajó un poco la mirada, no demasiado, pues no acostumbraba a mostrarse "sumisa" con nadie, ni siquiera con él.-Quizás no era esto lo que esperabais... Pero es lo que tenemos.-Le acarició la mejilla suavemente, una caricia de esas lenta.- ¿Cuales son esos demonios que os tienen así? Juraría que esta es la primera vez que os disgusta el tenerme aquí encerrada.

Alzo la mano para acariciarle la blanca mejilla a ella de la misma forma que recibia, apartando hacia atras sus cabellos dorados. Luego aproximo levemente el rostro, buscando que levante el suyo, para mirarla directamente a los ojos. 4 cielos en total, aunque los suyos mas oscuros por el tiempo. Como si las tormentas hubieran dejado huella de nubes en ellos... mientras que los de ella todavia eran puros y limpios.

-No es eso exactamente...+explica despacio+ Creces. Tu tiempo pasa, y ya eres toda una jovencita. Pronto debere lidiar con eso, de la misma forma que ahora debo con tu hermana... +un suspiro leve se le escapo+... y me preocupa que entretanto, no disfrutes de tu juventud como deseas. Sabes que te preparo para sucederme aqui, en este mismo asiento donde estamos, llevando las riendas de esta casa. Pero por eso mismo, quiero saber que piensas... que sientes... y si eres feliz.

Las ultimas palabras fueron casi un susurro, mientras recostaba la cara en su manita. 

- Creo que ni mi niñez, ni ahora mi "juventud" fueron lo que esperaba, no pretendo engañar a nadie, pues no sería ético por mi parte. Quizás me hubieran gustado otras cosas en tiempos pasados, ser una niña normal, jugar, ¡Incluso aprender a coser! pero no fue así... -Dejó de acariciarle para poder verlo a los ojos, mostrándose seria y tranquila.- No podría decirte si soy feliz o no... A veces creo que sí, que esto me hace feliz, pues hago algo que realmente me hace disfrutar. Pero otras veces no... Me paso muchas horas aquí encerrada, rodeada de libros, de pergaminos. Esto no es lo que una "niña" debe vivir, supongo y eso es lo que me preocupa de verdad..-Se llevó una de las manos hacia la barbilla, acariciándose lentamente la misma.-No quiero dejar de hacer lo que hago... Pero a veces me siento sola, no tengo con quien hablar, ni con quien estar. Tú estás demasiado ocupado intentando que la casa tenga lo que se merece y creo que ni siquiera notas mi presencia.-Sin preguntar, se levantó de encima de sus piernas, rompiendo ese lazo entre los brazos de Ethan y la cintura de Onira.- Creo que no me ves cómo lo que en realidad soy... Antes que una ayudante o una "secretaria", soy tu hija... Y a veces no me siento cómo tal, pero no os culpo, conozco vuestros deberes mejor que cualquiera de mis hermanos y sé que... Sería egoista pedir que tengáis un rato para mí, cuando ni siquiera lo tenéis para ti.-Tal cual leona encerrada dio unos paseos de lado a lado de la sala, evitando pisar los papeles, pero sin agacharse a buscarlos.- No quiero acabar como mi hermana, esa no es la vida que me corresponde... Si también me quitas esa libertad acabaré muriendo de pena, lo sabes.-Eso último lo dijo mirándole desde su posición, sus grandes lagunas se oscurecieron ligeramente, mostrando su preocupación y angustia.-Prefiero ser encerrada en una habitación a acabar cómo ella... No soy la dama que esperáis y jamás lo seré.-Sentenció muy segura de ello.

La escucho en silencio. Aquella era la reaccion que habia buscado exactamente. Que ella se soltase en todo sentido, y hablase sobre lo que pensaba y sentia de la situacion en la que estaba. Ethan apreto los labios para contener su sonrisa, no queria que ella le malinterpretara. Desde luego, no era porque se riera de sus palabras. La risa era mas bien dirigida contra si mismo. A veces su mente era demasiado aguda...Sin moverse de su asiento, volvio a indicarle que se aproximara con la diestra, mientras tendia la siniestra para tomar sus manos.

-Ven aquí. Prefiero no estar mirando de un lado a otro mientras charlamos. 

Una vez ella estuvo mas cerca, continuo.

-Ten por seguro que no olvido, ni tu presencia ni que eres mi hija... si lo hiciera, no estariamos teniendo esta conversacion. Escucho tus razonamientos y me alegro de que los expreses abiertamente. No los desearia de otro modo tampoco. Pero si te agitas demasiado corres el riesgo de no escuchar lo que tengo que decirte... Toma aire, alisa tu vestido, y prestame atencion por unos momentos, dragoncita... +añadio con una sonrisa.

-Respirar, alisar el vestido y... ¿Qué era lo otro? ¡Oh vamos! No pretendas darme clases de comportamiento, ni siquiera sé cómo alisar mi vestido. Yo lo veo perfecto así ¡Soy lo que soy, y no debo aparentar nada!-Con suavidad se sentó sobre la mesa, dejando que sus piernas colgasen. Suavemente empezó a balancear las mismas lentamente, haciendo que los vuelos del vestido se moviesen al ritmo de las piernas.- ¿A qué debo atender? ¿Ocurre algo? Juraría que todo lo que hago e hice es lo correcto, incluso controlo mis maneras de hablar y comportarme ¡Es cierto, que me descuido a la hora de peinarme! Pero no quieras saber lo difícil que es hacerse esos peinados... O ponerse el vestido perfectamente.-Exclamó ella con una media sonrisa, mientras dejaba las manos sobre las rodillas, tamborileando con los dedos una y otra vez, de forma nerviosa. Tras esa "broma" se volvió a quedar callada, mostrándose seria y atenta a las palabras que su padre tenía para ella.

Con la paciencia que le caracterizaba aguardo que ella se serenase y acomodase nuevamente, mientras le miraba con ternura. Cuando el silencio llego finalmente, se incorporo del asiento, para dar un paso al costado y quedar directamente frente a ella. Tomo sus manos, levantandolas de las rodillas donde las dejaba. Las sujeto fuerte entre las suyas. Luego le miro a los ojos fijamente...

-Todavia no entiendes, lo que realmente espero de ti. Hay designios, realidades y circunstancias que escapan a lo que puedes controlar o comprender. A su vez, hay cosas que no puedo saber solo observándote. Por eso a veces, necesitare que abras tu corazon para mi, asi tal cual ahora lo haces. Para reflexionar sobre las primeras, a la vez que considero las segundas. Necesito la entrega de tu obediencia, y que tengas la confianza plena, de que solo me interesan los resultados en los que esta incluida tu felicidad... ¿Me sigues?

Alzo las manos, y se las llevo a los labios, besando sus blancos deditos con calido afecto... 

Onira dejó que le tomase las manos, pero eso solo duró unos segundos, con suavidad las liberó volviéndolas a dejar sobre sus rodillas, mirándole directamente, mientras él hablaba con aquella calma caracteríastica de él, por un momento ella pareció dudar, pero después retirando unos instantes sus orbes de las de él se mantuvo pensativa en sus palabras, había algo que no le había "gustado" del todo. Mostrando una suave, pero notable sonrisa volvió a dirigir la mirada hacia su padre- Obvio que os sigo, pero debéis saber que hay cosas que no podemos forzar, si no que desgraciadamente debemos esperar a que el tiempo pase y estas aparezca.-Quería bajarse de la mesa, de repente se sentía acorralada y esa sensación no le gustaba.- Nadie debe abrirse completamente, eso nos vuelve débiles, vulnerables... Un blanco fácil para el enemigo. Debemos aprender a descubrir las cosas sin necesidad de que el otro diga nada, estudiar sus gestos, sus movimientos, incluso sus palabras... Padre.-Hizo un suave movimiento con los hombros, no quería hablar de aquello y si le era posible, usaría alguna evasiva para no verse acorralada y obligada a hablar sobre algo que no era "cómodo" para ella en ese instante.

Niega con la cabeza, llevando la diestra a su mejilla. 

-Esas habilidades y mañas pueden valer muy bien con los enemigos, hija mia, asi es... pero no con los afectos. Pues si entre nosotros mismos no existe la confianza para hablar abiertamente, entonces lo que nos une es solo la sangre. 

Sus dedos abrieron se levemente en abanico, estirandose y envolviendose en las largas hebras de sus cabellos dorados. La mano de Ethan era algo mas oscura y aspera por el tiempo que la tez de Onira, pero su roce seguia siendo calido y gentil. Era asi la voluntad de su dueño.

-Eso puede pasar a otros, pero no en esta familia. No entre nosotros. Puesto que no eres solo sangre de mi sangre, sino tambien una depositaria de mi amor, Onira... Y que es del amor si no existe la confianza?

Se quedó callada, confundida, sin saber que decir.De repente todos sus esquemas se habían roto, sus murallas, esas que había armado para no ser atravesada habían sido tiradas abajo. Sus ojos se posaron sobre los de su padre, sobre su rostro apareció una pequeña sonrisa, pero no permaneció demasiado en el rostro de la pequeña, pues poco después se quedó seria y silenciosa. Su mano buscó aquella que él tenía sobre su mejilla, tomándola con suavidad y bajándola hasta dejarla sobre las piernas, junto a la otra, la cual también unió a ese enlace.-Sabéis que confío en vos... Pero no podéis exigirme que os cuente todo lo que pasa por mi mente.-Con suavidad se inclinó hacia adelante, dejando su cabeza apoyada en el pecho de su padre, frotándose suavemente, cómo hacía cuando ella era una pequeña ratoncilla y buscaba el calor paternal.-A veces, echo de menos teneros cerca... Las paredes de esta sala son tan frías. Las tardes de tormenta y lluvia son angustiantes y llenas de soledad.-Rió suavemente, mientras soltaba sus manos, para después abrazarle.

Deslizo las manos por las piernas y el costado de ella, hasta tomarla de la nuca. Con gran gentileza le acaricio en aquel punto, mientras le apretaba contra su pecho, para despues inclinarse hacia adelante, haciendola recostar en el escritorio. 

Se mantuvo encima todo el movimiento. Al finalizar, le miro a los ojos, recostada e indefensa, tan vulnerable. Su pequeña. Alguna vez, asi le habria mirado cuando cambiaba sus pañales hacia largos años. Se le lleno la mirada de calida ternura. Sus labios bajaron una vez mas, buscando la blanca piel de su cuello. Alli la beso con ternura, una y otra vez, poco a poco, formando un collar de besos en torno a su garganta, una invisible linea de calidas presiones que estremecerian a cualquier mujer... Al terminar, tenia el rostro al otro lado de Onira. Paso la diestra bajo su cabeza, y la siniestra por su cinturita. Estaban muy pegados, en un abrazo intimo que rozaba muchas partes, pero no importaba. Susurrando, le respondio al oido.

-Tu corazon siempre sabra encontrarme, mi pequeña... e incluso en la peor tormenta, el mio esta contigo, tal como ahora mismo lo hago... Recuerdalo siempre. 

Su suave respiración se mantuvo tranquila, pese a que su corazón se había acelerado por las acciones de su padre. Suavemente dejó que el cuerpo cayese sobre la mesa de madera, quedando completamente tendida encima, bajo la atenta mirada de Ethan. Su cabellera dorada quedó descolocada, dándole un toque salvaje, pero a la par angelical. Por su mente pasó una extraña pregunta ¿Cómo había acabado así? La cercanía de su padre no la incomodaba, pero ahora ambo cuerpos podían sentir hasta el último centímetro del otro sin problema alguno. Onira se movió apenas un poco, para acomodarse bien, sabiendo que su padre no diría nada, subió un poco el vestido para poder después dejar los pies apoyado en el mismo borde de la mesa, dejando así las piernas flexionadas.
Cuando él empezó con aquellos beso, la joven cerró los ojos y contuvo un suspiro, se encontraba un poco confusa, no entendía porque aquellas acciones, pero no puso opición, ni tampoco intentó frenarlo. Sus grandes lagunas se abrieron al escuchar las palabras de su amado padre, una pequeña sonrisa brotó de los labios de ella mientras pensaba cómo responder a aquello, pero es que no tenía palabras, ni tampoco su mente era capaz de trabajar rápida.