Partida Rol por web

In Hoc Signo Vinces

Dioses contra cañones

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21/07/2008, 16:48
Ameyal Tonatzin

Caminé un rato al lado del antiguo sirviente de mi padre, mirando hacia adelante con insistencia, a veces lograba divisar al sargento. La verdad es que no habíamos vuelto a hablar después de lo que acaecido a la vera del río y no sabía muy bien qué pensar o qué hacer. Seguramente no había sido la primera india con la que yacía, menos aún la primer mujer pero pensaba que había algo entre nosotros. Ilusa de mí.

Continué el camino, pensativa, cabizbaja, todo me daba vueltas en la cabeza, desde lo de mi padre, hasta la llegada de esos hombres. Las cosas habían cambiado mucho sin duda. Escuché un grito cerca de mí, una pequeña alteración de la fila que formabámos. Doña Francisca sabe defenderse bien y eso me gusta, es una mujer digna de los dioses, aunque le debo una disculpa; me acerco a ella lentamente, bajo la cabeza con una reverencia.

-¿Puedo hablaros, señora?

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21/07/2008, 18:39
Francisca Díaz de la Vega

Cita:

-¿Puedo hablaros, señora?

-Sí, claro -dice bajando la vista para observar a Ameyal al tiempo que reacomoda las riendas en su mano.

Francisca escruta el rostro de la india, nota cierto brillo en sus ojos aunque no sabe con certeza a qué se debe.

-¿Ocurre algo? -pregunta, gentil.

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21/07/2008, 19:00
Ameyal Tonatzin

-Señora, creo que hasta hoy no he podido hablar con usted o quizás simplemente no me di el tiempo, quiero pediros una disculpa por haberos abandonado el otro día en el río; no creí que hubiera peligro y me fui sin deciros nada... Espero sepáis disculpar a ésta india...

Bajé la cabeza avergonzada por mi comportamiento, no era ella mujer que mereciera mi odio ni mucho menos.

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21/07/2008, 19:04
Francisca Díaz de la Vega

Francisca sonríe.

-¿Era eso? -parece aliviada de que Ameyal quisiese decir aquello, por alguna extraña razón pensó que se trataba de otra cosa- Tranquila, no tiene que pedirme disculpas por nada -su hablar denota complicidad-, no era vuestro deber quedarse a acompañarme ni nada, pedí a vuestra merced que me mostrara un lugar seguro y eso hizo... Por mi parte el favor fue cumplido y estoy en deuda con vos.

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21/07/2008, 20:48
Ameyal Tonatzin

-No estáis en deuda, conmigo-dije sonriendo a doña Francisca.-Y en cambio, cualquier cosa que necesitéis, tened la seguridad que si está en mis manos, la tendréis.

Mi corazón estaba agradecido con aquella mujer, no era sólo por decir que aquel incidente no importaba, sino por sus modos al tratarme. Cerca de mí venía Omecihuatl, trotando suavemente, como un perro fiel. ¡Qué segura me sentía con él a mi lado!

-No deje que estos hombres la molesten, no valen la mitad de lo que valéis vos-dije recordando mis tiempos de realeza junto a mi padre, ninguno de ellos valía lo que yo.-Omecihuatl estará al pendiente de las dos...

El indio me escuchó y asintió, sabía que no tenía más que pedirle, él sabía bien conducirse.

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21/07/2008, 21:00
Francisca Díaz de la Vega

-Omecihuatl -repite en voz baja intentando grabar en su mente la correcta pronunciación del nombre.

Observa a ambos, nota en los ojos del indio que mira a Ameyal con respeto, incluso afecto, algo muy parecido a una actitud paternal es la que percibe. Sonríe, ambos le inspiran confianza.

Observa por el rabillo del ojo que las dos muchachas que le servían, Yaretzi y Zeltzin, cuchicheaban. Les hace una seña para que se acerquen.

-Ellas son Yaretzi y Zeltzin, están a mi servicio y desde ahora también lo estarán al vuestro, cualquier cosa que necesiten y ellas os puedan ayudar, no duden en pedírselo.

Tras las presentaciones las muchachas se retiran y Francisca mira a Omecihuatl con intenciones de hablarle, pero pronto se da cuenta que ha olvidado la pronunciación de su nombre y calla; puede que sea absurdo, pero le parece una falta de respeto no llamarlo correctamente por éste. Entonces una vieja idea regresa a su mente, hasta entonces la había desechado por no encontrar a nadie que le inspirara la confianza necesaria para pedírsela.

-Doña Ameyal -dice animada, aunque con un dejo de timidez- ¿Vuestra merced cree que podría enseñarme a hablar correctamente su lengua?

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21/07/2008, 22:14
Ameyal Tonatzin

Aquellas palabras me conmueven de tal manera que no puedo evitar una sonrisa, emoción, los ojos llenos de lágrimas. Encima que la mujer sanadora me ha ofrecido a su servidumbre, también me pide con aquella educación que le enseñe mi lengua.

-Estaré encantada...-dije con un nudo en la garganta.

Después de Cabal, sólo aquella mujer me había tratado con respeto y se lo agradecía enormemente; sin duda, el enseñarle sólo sería en retribución de lo que me hacía sentir.

-En cuanto tengamos un tiempo, empezaremos con ello. Os lo haré sencillo, algunas cosas ya las conocéis, como "teuctin"-dije sonriendo por aquella alusión al modo en que todos nosotros llamábamos a los hombres que venían de su tierra.-No se os dificultará, se os ve la inteligencia en el rostro.

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23/07/2008, 01:50
Bernal Díaz del Castillo

El rodelero se había detenido en la linde del bosque. Hacia días que marchaba junto al sevillano Mendoza, su camarada. Ambos hombres, soldados y literatos, habían trabado desde las duras jornadas en Tlaxcala una singular amistad y camaradería. De día, marchaban juntos, y de noche pensaban en escribir poemas. Bernal, hacía unas noches, le había revelado su intención, cuando todo aquello acabara, de escribir una crónica sobre las hazañas de Cortés y sus hombres en aquella extraña tierra de Mésico.

Bernal se tocó el ala del morrión, mirando la silueta de aquella gran ciudad. Compartió unas breves palabras con el sevillano, antes de que resonara la voz del sargento Cabal.

-¿Habías visto alguna vez semejante maravilla?

Redoblaron los tambores, y Bernal formó en la fila con el resto de compañeros de la compañía, firme y espectante.

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24/07/2008, 01:20
Garcilaso Martín

Gracilaso llevaba, desde la última batalla, sin mediar palabra con nadie. Caminaba o iba a caballo, pensando. Si alguien le preguntaba, le encontraba totalmente inexpresivo y respondiendo con monosílabos. Hacía lo que le dijesen que hiciese sin rechistar, pero estaba claro que algo le ocurría.

La cabeza del joven toledano no paraba de darle vueltas. Básicamente su labor consistía en ayudar al Padre Olmedo a dar la extremaunción a los cadáveres de los caídos. Empezaba a estar harto. Últimamente, cada vez que el padre le llamaba para ayudarle a hacer algo, la sangre le golpeaba en las venas con fuerza y no podía evitar mirar con desprecio al sacerdote que lo había apadrinado.

Y sabía que el sacerdote se percataba de ello, y también de que el propio Olmedo sabía el motivo. Lo que no sabía era si lo entendería. Garcilaso estaba rodeado de la gente que hacía lo que el joven necesitaba hacer, pero no podía hacerlo porque era el monaguillo. Y es mas, durante la travesía por la tierra de los Riscos no había sido mas que un lastre y Carlos Cabal había tenido que cargar con el. Para Martín aquello había sido una humillación para el mismo, y más aún el no haber participado como uno mas en las batallas subsiguientes y haberse limitado a cargar armas y mirar desde la barrera. Tenía 16 años, edad suficiente para combatir. Edad que tenían muchos de sus enemigos y edad no mucho menor que la de la mayoria de sus compañeros.

Durante la noche, cogió la vieja espada que le habían dado al pisar tierra y comenzó a afilar con una piedra de silex, pero con cuidado, sin hacer mucho ruido para no despertar al padre Olmedo, que dormía cerca. Por la mañana el padre Olmedo encontraría el traje de monaguillo doblado a su lado.

Al amanecer, cuando se reanudaba la marcha, sin cruzarse aún con el padre Olmedo, busco a Carlos Cabal entre la multitud, y se puso a la par, caminando a pie.

- Señor. –Dijo. – Mi padre y mi abuelo lucharon por España hasta la muerte, y yo deseo hacer lo mismo. Enseñadme a luchar como vos sabéis, y este toledano os será fiel hasta el final.

Notas de juego

Mi mas sinceras disculpas a todos por haber estado desconectado de la partida tanto tiempo.

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25/07/2008, 00:42
Iztli Quetzallitzin

iztli Subio un poco la voz llamando la atencion de los que la llevaban , sabia que esas culebrinas eran poderosas, y mas , porque habia visto como muchos de su pueblo habian muerto bajo su fuego.

bien.. cuando descansaremos..este calor... dice en voz esperando alguna respuesta

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25/07/2008, 22:10
Armando Manzanero

Una bella voz de mujer hizo girar la cabeza del artillero. Era Itzli que llamaba la atencion de aquellos que la portaban. Al parecer tenia miedo de cruzar bajo el manejo de las culebrinas

A ver si es posible cargar esta ultima y empezar con la polvora y proyectiles, No tenemos todo el dia. Ya puede pasar, Iztli. (y ciudado con sus uñas, no les suceda nada, pensó Manzanero)

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31/07/2008, 10:18
Francisca Díaz de la Vega

Cita:

-No se os dificultará, se os ve la inteligencia en el rostro.

Francisca sonríe ante el cumplido. Se inclina un poco hacia adelante y busca en una de las alforjas, de ella saca un rosario. Sabe que para Ameyal eso posiblemente no signifique nada pues cree en Dioses y poderes que Francisca no, pero aún así no desiste.

-Quisiera obsequiároslo -dice extendiéndole el objeto-. Es un rosario, quizás lo conozca, el padre trae uno siempre... está bendecido y os servirá de protección.

Levanta la vista y la fija otra vez en el camino. Se lleva la mano al pecho y acaricia el collar que le cuelga del cuello, en su mirada se percibe melancolía y añoranza.

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31/07/2008, 20:37
Ameyal Tonatzin

Levanto la vista y la pongo en el colgante que la joven mujer me està dando, sè a lo que se refiere cuando dice Rosario pero me sorprende un poco porque no es algo en lo que yo crea, sin embargo es un obsequio y dado de buena fè, con eso me basta y me ha dado màs que ningùn otro pàlido.

-Gracias, niña...-respondo realmente conmovida*

Me cuelgo el regalo al cuello en un acto natura y apreciativo, las personas como yo fueron educadas para aceptar y recibir lo que se les entrega pero tambièn para dar y en eso me siento avergonzada.

-En otra ocasiòn, esta india habrìa ordenado una fiesta para vos, niña y mi padre habrìa estado encantado de conocerla; adornarìamos sus cabellos que ya de por sì son bellos, con flores de azahar y perfumarìamos sus pies pero ya que nada de eso puedo darle ahora porque alguien asesinò a mi padre, recibid mi màs humilde gratitud.

Notas de juego

*Realmente conmovida!

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01/08/2008, 07:24
Francisca Díaz de la Vega

La galeno mira a la india y, pese a que le sonríe, sus ojos se ven tristes. No le dice nada, no sabe qué decirle. Desconoce si el padre de Ameyal murió a manos de indios, como ella, o lo hizo a manos de los españoles y teme averiguarlo.

Pero no sólo eso la entristece, también lo hacen los recuerdos, sus recuerdos. Piensa en él, en dónde estará; si estará vivo o muerto; si la recordará o, por el contrario, ella no sea más que un recuerdo. Se pregunta si habrá regresado a buscarla y en la decisión que tomara al no encontrarla. Se pregunta tantas cosas y todas llevan su nombre.

Suspira, recuerda aquél día en que Fernando, su hermano, los descubrió juntos en la hacienda y la reacción que tuvo. Se había puesto furioso, llegando al punto de golpearla y Javier, únicamente atendiendo a las súplicas de ella, se había marchado evitando así que ocurriera una tragedia.

Nunca hablaron los hermanos de lo ocurrido, las pocas veces que Francisca lo intentó a la sola mención del nombre Javier Nuñez de Oviedo, Fernando o explotaba en cólera o se sumía en un mutismo absoluto, nunca Francisca consiguió entender el por qué hasta que lo vió, un par de semanas atrás, escabulléndose entre las sombras acompañado de un mozuelo, mismo que ahora no se despegaba de él ni a sol ni a sombra.

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10/08/2008, 15:57
Director

Los tambores resonaron en las calles de Cholula. El abanderado Fernando Díaz de la Vega tremolaba la bandera, ante los ojos curiosos de grandes y chicos. Con paso firme y aspecto marcial, la compañía del capitán Sandoval, al mando del sargento Cabal, entró por la principal arteria de aquella enorme ciudad.

Los españoles tendrían tiempo para maravillarse con sus casas, sus jardines, sus populosos mercados y sus enormes templos y palacios. Pero ahora, como en un solmene desfile, don Hernando Cortés, flanqueado por Pedro de Alvarado y doña Marina, encabezaban aquella comitiva hacia la plaza mayor de Cholula. Los habitantes del lugar, que poseían aspecto digno y ropas de buena calidad, amen de avalorios de plata, oro y jade (que atrajeron la atención de los españoles) eran muy diferentes a los mayas, y a su vez parecido a los ciudadanos de Tlaxcala, aunque más opulentos. Los ojos de aquellos hombres y mujeres, de alta o baja condición, miraron con curiosidad, temor y respeto a los españoles, mientras mostraron su despreció a los tlaxcaltecas, escupiéndoles o lanzándoles improperios.

Entonces, y tras una larga marcha por el corazón de aquella enorme y fascinante urbe, Cortés refrenó su montura ante la visión de aquel prodigio. Era un templo, una pirámide de proporciones colosales, cuya cúspide estaba coronada por dos capillas y una columna de humo que surgía en el centro. El prodigio no terminó allí, pues toda la explnada estaba llena de templos de menor altura que aquel, palacios y edificaciones muy grandes y con aspecto antiguo y majestuoso. Un destacamento de soldados mexicas les miraba desde una pequeña fortificación que, según le dijeron, era el arsenal. Sus trajes de batalla eran singulares, y a la vez parecidos a los de los tlaxcaltecas. Ciertos guerreros iban ataviados con una piel de jaguar, y otros con una armadura emplumada cuyo casco eran las fauces de un águila.

Sin dejarse amedrentrar, Cortés volvió a poner al paso su montura, encaminándose hacia la base del templo, donde se encontraba un indio muy principal y ataviado con especial lujo y distinción, subido sobre unas parihuelas y escoltado por nobles y soldados. El extremo se quitó el almete, y saludó con una inclinación del rostro a aquel personaje.

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10/08/2008, 16:16
Doña Marina

-El tlatoani Macuilmalinatzin os saluda -tradujo doña Marina- Él es príncipe de Tenochtitlán, y hermano del emperador Moctezuma. Dice que hacía tiempo esperaban el regreso de quetzalcóatl. En nombre del huey tlatoani y del suyo propio os da la bienvenida a su gran ciudad de Cholula.

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10/08/2008, 16:18
Hernán Cortés

Cortés sonrió al escuchar la palabra "hermano". Aquello podía ser interesante. Datos de primera mano sobre aquel misterioso emperador en boca de su propio hermano.

-Decidle que somos emisarios de un rey muy poderoso que vive allende de los mares, y que estamos en sus tierras de paso hacia la gran capital, donde esperamos presentar nuestros respetos a su augusto hermano.

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10/08/2008, 16:20
Doña Marina

La india tradujo al punto, obteniendo una respuesta pronta. Sin embargo, el tono de aquel tlatoani era de suficienta y arrogancia. Parecía alguien acostumbrado a ser obedecido.

-El tlatoani dice que Tenochtitlán está muy lejos, y que sería muy honrado de acogeros a vuestra excelencia y los famosos caxtiltecas en su ciudad. Ruega que acepteis su invitación y hospitalidad, y pone a vuestra disposición a sus criados y naborías para que no os falte de nada durante vuestra estancia en Cholula.

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10/08/2008, 16:24
Director

Aceptada la invitación, los españoles fueron aposentados en un viejo palacio cercano a la plaza mayor, asi como en sus casas adyacentes. Los españoles recibieron agasajo con comida, bebida y toda clase de comodidades en las anchas y señoriales estancias del palacio, mientras a los tlaxcaltecas se les trató con mayor distancia y reserva.

Hubo una sorpresa para todos, y fue el generoso reparto de naborias. Cada español que lo deseó recibió para su servicio a una mujer, que le cocinaba, lavaba y todo lo que hubiere menester. Los soldados que se habían quedado fuera en el similar "reparto" de Tlaxcala vieron colmadas sus ansias (en muchos sentidos).

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10/08/2008, 16:28
Director

Mientras hacía la primera guardia en el muro exterior de palacio, el sargento Cabal notó la presencia el joven pajen Jaramillo, el ordenanza de Cortés, que se detuvo a su lado y reclamó su atención con un carraspeo.

-Sargento -le dijo- Don Hernando os reclama en sus aposentos privados.