Partida Rol por web

In Hoc Signo Vinces

El águila sobre el nopal

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10/04/2009, 18:45
Alfonso Castellar de Muñejar

Don Alfonso, aún algo mareado por aquella visión infernal de carnicería, salió a toda prisa de la capilla. A tiempo para ver la insubordinación del ballestero. Puedo entender el motivo de su cólera, pero no puedo justificar de modo alguno su actuación.  "Maldita sea, si ese perro méxica monta en cólera, estamos perdidos, pero si ven como nos peleamos entre nosotros, puedo ser incluso peor.

Me dirigo hacia donde están los capitanes, para proponer una idea. Ahora veo clara una oportunidad.

-Ahora es nuestra oportunidad. Yo digo que le matemos, que le degollemos como el miserable bastardo que es.- señalo al emperador, de rodillas en el suelo. -Y ya que nos toman por dioses, y viendo cuán sangrienta es su religión, yo voto por proclamar al pueblo entero que, por nuestra gracia divina, somos ahora gobernantes de este imperio.-

Notas de juego

¿Y si cuela? La que nos ahorramos XD. 

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10/04/2009, 22:05
Diego Raminrez

No se preocupe su señoria, la hija de usted y esta dama gozaran de nuestra proteccion si no les parece mal, pues no hay mas seguridad que la ofrecida por un tercio español. Comenta en un tono lo mas educadamente que puede Diego al cual la larga espera y el no estar haciendo nada le parece peor que hacer de niñera de unas jovenes damas. Asi al menos no tendremos este sopor encima. 

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10/04/2009, 22:06
Fray Santiago de Herrera

Contrariado por la situación, busco salir de aquel infernal dizque "Templo". Las rodillas me tiemblan, y la cabeza me da vueltas, el olor es infernal. Me limpio los labios con un extremo de la manga de mi hábito, y tembloroso me dirijo hacia la salida. Una vez allí, veo la terrible escena, el rey de los indios está en el suelo y hay un soldado dispuesto a atacarle, mientras que otros le intentan detener sin exito. Llevado por mi ética, y por la certeza de que si le matamos, los indios nos pagarán con la misma moneda, hablo fuerte pero con la mayor calma que me es posible:

Cristiano, deteneos! Vais a cometer una barbaridad, y os vais a poner al nivel de estos salvajes! No veis que si lo herís, la vida de nosotros también está en peligro? Y estaríais violando el quinto mandamiento de la ley de Dios, acto aún más grave. El que ellos nos crean dioses no significa que debamos aprovecharnos de eso y envanecernos, puesto que estaríamos pecando de orgullo. En vez de eso, nuestra misión es instruirles en la verdadera religión y en las costumbres de España, y si convertimos primero al emperador los indios comunes le seguirán. No es prudente matarle.

Llevado por la piedad y por mis buenos sentimientos, me acerco al emperador y le ayudo a levantarse. Es que es simple lógica, si le matamos nos matarán. Si tenemos al emperador de nuestra parte, ganaremos aún más fácilmente este reino para la gloria de Dios y del Rey. Es lo que mi corazón me manda, y allá Cortés y los demás.

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10/04/2009, 22:48
Juan Miguel de Quart

 Unos brazos tocaron mi espalda con intención de retenerme, pero me incliné hacia alante y un pequeño giro y un paso atrás me deshice de mi atacante.

 La situación estaba empeorando por momentos, los que no estaban en mi contra abiertamente no estaban, desde luego, a mi favor. "Mi vida no vale el metal que llevo encima." Muchos gritos y demasiado caos en tan poco espacio."La próxima vez va defender las buenas costumbres quien yo me sé."

 Fueron unos momentos de tensión en los que el joven fraile se acercó al indio y le ayudó a levantarse.

 -No lo voy matar, pero esto-señalo al altar- no puede quedar impune. Reconozco mi error pero no quiero entregar mis armas sin saber que no voy a ser ajusticiado, porque para morir como un perro prefiero tener una oportunidad con mi espada. Además, no quiero darle la satisfacción de verme sangrar y morir a este hereje.

- Tiradas (1)
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11/04/2009, 16:20
Carlos Cabal

En ese momento, el sargento salió como una centella del interior del, digámosle, templo pagano. En sus manos sostenía la alabarda propia de su rango y no dudo ni un momento en esgrimirla contra el ballestero que había tenido como buena actividad mañanera el insubordinarse.

-¡Soldado, deponed las armas! ¡Ahora!- las palabra eran escupidas en tono amenazador.

El cordobés no toleraba este tipo de comportamiento entre sus soldados. Bastante caldeada tenía ya la cabeza entre los calores y las atrocidades vistas. La cosa se había ido ya bastante de madre y no iba a pasar de aquí. El bastardo depondría las armas sin condiciones o moriría como un cochino degollado, vive Dios que lo haría.

Manda cojones que uno tenga que cruzar la mar Océana para que le realicen semejante tocadura de pelotas. Miserables hombres esos que se atreven a ir contra la autoridad designada por su rey, pues solo aquellos que han olvidado el rostro de su padre pueden obrar contra aquellos a los que se deben.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Tirada Intimidación: 9 de 13 por ende ¡Éxito!

Motivación Plus:
Las armas de asta preparadas atacan antes en el turno primero. Vamos a suponer un ataque completo con +2 al daño, a eso sumemosle un +5 del arma y un +1 de la fuerza. Si te alcanzo y no logras pararlo te vas a comer: 1d6+8. Lo normal es que eso te haga pensarte el deponer las armas en vez de negociar las condiciones.

Advertencia:
Las autoridades españolas advierten que las alabardas pueden perjudicar seriamente su salud.

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11/04/2009, 17:14
Alfonso Castellar de Muñejar

Don Alfonso no podía sino ocultar su expresión de resignación y asco, a partes iguales. Estaba harto de las excentricidades de aquella cultura, si esque podía llamarse así. No havía cosa que deseara más que separarle la cabeza de los hombros a aquél reyezuelo orgulloso. Pero el sacerdote tenía razón. Quizá se dejó llevar por la rabia. Debía mantener la cabeza fría, pero en aquellas circunstancias era realmente un desafío.

"Maldita sea. Parece que por ahora impera la opinión del monje. No se que me pone más enfermo, si el hecho de no poder degollar a ese indio bárbaro y pagano, o el hecho tener que verme obligado a aceptar su "hospitalidad". Pero llegará la hora en que los hombres cambiarán de parecer. Y yo estaré ahí para verlo."

No dijo nada. Se limitó a observar la situación. No haría nada para empeorar las cosas, pero tampoco ayudaría a detener al soldado. De hecho, casi le daba la razón. Y desde luego, si estaba en su mano, no sería ejecutado, no por hacer lo que, en el fondo, todos deseaban hacer. 

 

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11/04/2009, 19:41
D. Felipe Gonzalo de Adeva y Lozoya

Felipe atiende a D. Juan Quiralte y asiente.

Mis ordenes son acompañarles por la ciudad. Vuesas merecedes deciden donde ir. Pero si les agradecería que no separaramos la comite por la seguridad de todos.- apunta.

Dispone la escuadra para entrar en aquel edificio.

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12/04/2009, 22:34
Juan Miguel de Quart

 "Las cosas por favor suenen mucho mejor."

 Las cosas estaban feas y no tenía pensado morir en un templo pagano al lado de unos corazones arrancados a sus dueños. Bajé el escudo y la espada.

 -Ya está.

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13/04/2009, 04:55
Fray Santiago de Herrera

Al fin este pobre hombre ha entrado en razón! Ahora tendrá que afrontar el castigo que su falta de control ha causado. Señor, apiadaos de su alma...

Mientras ayudo al emperador a reponerse, miro al ballestero al rostro y le digo con una voz tranquila.

Alabado sea el Señor, habeis entrado en razón. Comprendo que tuvierais vuestras razones, pero esa no es la forma de resolverlas, máxime si estamos rodeados por potenciales adversarios. Y que son más que nosotros, muchos más. No os preocupéis, estoy seguro de que los capitanes son hombres de razón, y alguna solución hallarán para vuestro problema sin que perdáis la cabeza.

Notas de juego

Cita :
 

Las autoridades españolas advierten que las alabardas pueden perjudicar seriamente su salud.

Excelente XD

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13/04/2009, 21:37
Pedro de Alvarado

Alvarado había asistido a la escena en un segundo plano, esperando.

Cuando el emperador cayó, sintió un gozo que se le reflejó en el rostro. Pero pronto redujeron a su hombre de confianza, y por primera vez desde que llegaron allí se sorprendió con un pensamiento muy lúcido. Entonces, se acercó a aquellos hombres y dijo.

-Ahora debemos capturarle. No podemos dejar que vuelva a su palacio y decida como vengar esta afrenta.

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13/04/2009, 21:40
Hernán Cortés

Cortés había asistido a la escena con estupefacción. ¡Estúpido soldado! Las prisas no eran buenas para nada, y menos los malos modos. De momento, gozaban de la amistad del emperador y no podían tocarle un pelo. Su vida iba en ello.

Cuando sus esforzados soldados rodearon al ballestero, iba a decir algo, pero Alvarado se adelantó. Lo que dijo, le heló la sangre. Él lo había considerado, pero no para realizarlo de aquella forma.

-Pedro...

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13/04/2009, 21:42
Pedro de Alvarado

Alvarado sonrió, llevándose la mano a la empuñadura de la espada. Después de todo, era el más fiel de los hombres de Cortés. Impulsivo, quizá, pero fiel.

-Don Hernando -le dijo- No hay otra solución. Si le dejamos ir, todos habremos muerto para mañana.

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13/04/2009, 21:44
Hernán Cortés

Cortés consideró sus opciones rapidamente.

Como jugador, sabía que en ese momento podía perder la partida o meterse el as bajo la manga. Todo estribaba ahora en que pareciera que él no deseaba realmente aquello.

-Bien -dijo, sin demudar el semblante.

Intercambió una mirada significativa con doña Marina.

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13/04/2009, 21:46
Pedro de Alvarado

Alvarado no cabía en si de gozo. Desenvainó su espada, y la apoyó en el cuello de Moctezuma, como un perro de presa.

La trampa se estaba cerrando.

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13/04/2009, 21:47
Moctezuma II Xocoyotzin

El emperador había caído, y lo que más se hirió fue su orgullo. ¡Malditos insolentes! Aquellos no eran dioses, sino hombres llenos de codicia. Observó un momento la escena, sin decidirse a levantarse. Sus sacerdotes habían sido apartados de la escena. Ahora estaba solo.

El hombre que le atacó depuso su actitud hostil, y el resto de caxtiltecas discutían entre ellos. El que llamaban "tonatiuh" parecía más amenazante que el otro soldado, y él estaba furioso, herido en su orgullo.

-Soltadme, o moriréis todos.

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13/04/2009, 21:51
Doña Marina

Capturar al emperador. Era como una pesadilla, o un sueño hecho realidad. Era difícil precisar aquello, habida cuenta de que ella pudo haber muerto en el altar que estaba poco más allá, todavía manchado de sangre, por el capricho de ese hombre y sus sacerdotes.

Cuando Pedro de Alvarado le puso la espada al cuello, ella dijo inmediatamente:

-Majestad. Él no puede controlar a sus hombres. Dice que si no les acompañáis a su palacio, os matarán.

La punta de la espada de Alvarado parecía corroborar aquel hecho.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Se abre la veda para que hagáis lo que consideréis oportuno.

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13/04/2009, 23:23
Fray Santiago de Herrera

El fraile había palidecido. ¿Acaso estos hombres habían perdido la razón? la inferioridad numérica era abrumadora, algo tan lógico que incluso él, a pesar de que nunca había recibido más instrucción militar que las descripciones de batallas escritas en la Biblia, podía saberlo. Su mano seguía en el hombro del emperador, y sintió cómo se estremecía de ira y estupefacción. Y este Alvarado, por si fuera poco, estaba amenazando abiertamente al emperador. ¿Es que Cortés no iba a hacer nada para detenerlos? La posibilidad de perder la joya que tenían enfrente para el Rey y la Iglesia estaba a un paso de convertirse en realidad. Y no solo eso, sino que también perderían sus vidas.

Definitivamente el camino se torció cuando entramos a este antro de perdición. Y los hombres, en vez de resarcir el daño, decidieron que era mejor aumentarlo. Esto va a terminar en martirio, estoy seguro, y quien sabe si al menos se conviertan a la verdadera Fe, que no creo. Aunque los caminos del Señor son inescrutables, y todo esto debe pasar por su designio. Ojala que todo sea para bien.

Fray Santiago miró a Cortés y a doña Marina, que algo decía al emperador en su lengua. Y permaneció en el sitio donde estaba, expectante.

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14/04/2009, 00:10
Juan Miguel de Quart

 "Vaya con la situación. Don Pedro cada día me cae mejor. Parece que por ahora se va imponiendo su criterio. Bueno, ahora me tendré que estar tranquilito y quizás salve la vida."

 Le mandé una mirada de gratitud al lugarteniente de Cortés.

 La situación era terriblemente interesante: doña Marina y el fraile confundidos y teminedo por lo que estaba pasando. Cortés y d. Pedro con ansia de poder y de someter la situación y al emperador. Y luego nosotros, un grupo de soldados que todavía no teníamos muy claro cómo iba a terminar todo eso. De todas maneras aún estaba una albarda apuntándome.

 -¿Aún es necesario esta situación, mi sargento?

Notas de juego

 Es que como no me la quite de enmedio me va a dar la enfermedad mortal de "alabarditis aguda".

 Muy buena Cabal la de la salud

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14/04/2009, 16:26
Carlos Cabal

El sargento torna el rostro en dirección a la maniobra que Alvarado está ejecutando. A la par devuelve la alabarda a la verticalidad apoyando su extremo inferior sobre el suelo. No parece prestar mayor atención a las palabras de Quart que ha pasado por completo a ocupar un segundo plano, al menos eso denota su rostro, en el cual las expresiones han transitado desde la furia severa del oficial hasta la incertidumbre propia del buen soldado. Nada de lo que está aconteciendo en esta expedición se puede catalogar de propio para la profesión más honrosa.

A los que la vida no dotó de alta cuna, pero sí que los bautizó como gentes de cuajo. Para aquellos con temple suficiente para llegar bien alto la milicia es el destino más apropiado. Pues no hay brazo que llegue más lejos que el que empuña una espada. Sin embargo aquí nos encontramos ante un puñado de hombres que poseen ventajas cuantiosas y aún más ambiciones si cabe. Injusticias y miserias eso es lo que abunda en esta perra vida. Estos que buscan honores y riquezas están decidiendo ahora el destino de quinientas almas que sirven a su rey.

¿Qué pretenden? ¿Quieren que acabemos todos en una tumba sin nombre? ¿Es esta la forma apropiada de servir a España? Mi lealtad como soldado es para con mis superiores y es en momentos como este cuando pienso que soy mandado por pisaverdes, codiciosos y cuya cabeza está sostenida por alfileres.

-¿Qué ordena mi capitán general?- dice Cabal mientras lanza una fiera mirada hacia Cortés y Alvarado.

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16/04/2009, 21:18
Alfonso Castellar de Muñejar

La expresión de Don Alfonso se convierte en una sádica y sadisfecha sonrisa, por las inesperadas pero más que correctas acciones del capitán Alvarada. "Al fin alguien actua de forma sensata." Piensa el noble. Sin variar su expresión, ahora de pleno orgullo, se dirige hacia Cortés.

-Dios sabe que estoy de acuerdo con Don Pedro, pero por supuesto acataré con gusto la decisión de vuecelencia.- Dice, mirando al hidalgo extremeño, y esperando la decisión de este. 

"Nada alegraría más mi corazón que ver como a semejante miserable a su merced, a merced de los españoles, como ya debería de haver sido desde un buen principio, pero ahora más que nunca hay que hacer las cosas con calma, y sobretodo, no vender mi lealtad tan rápidamente, a nadie que no sea el capitán general de la expedición."