Partida Rol por web

El tono con Austin va ascendiendo, me llevo muy bien con él pero la actitud de temerario que está demostrando me pilla bastante de sorpresa. Quizá mi actitud de conservar el culo también a él, pero no puedo hacer otra cosa. Necesito descansar tras el zarpazo del sectoide, no hacerme el héroe.

En cualquier caso la discusión se suspende cuando grita "Tim prepárate", desvío la mirada hacia ella y oigo como se encasquilla su arma, ella había decidido por su cuenta, me da tiempo a verla agachada en el asiento desencasquillando el arma y luego mirar hacia el padre y el hijo acompañados de los maleantes.

Bueno, si ella ha decidido, yo también. Arranco el coche a toda prisa, meto la marcha D y acelero en dirección a Filadelfia evitando el camino donde están el padre y el hijo. Si quieren que frene tendrán que intervenir.

Emma y Austin lo tienen claro, Becca también se muestra favorable a intervenir pero la opinión que vale es la de quien maneja el vehículo. Tim evalúa los riesgos y viendo que aunque ganarais el combate alguno podría salir malparado decide que es más sano evitar el peligro. El técnico, tras maniobrar se mete por un camino de tierra flanqueado por árboles torcidos por la fuerza del agua, alejándose del lugar, aunque no lo suficientemente rápido para que no podáis escuchar dos disparos a vuestras espaldas.

Durante los siguientes minutos permanecéis en silencio, sin que nadie tenga muchas ganas de decir nada, y vuestro viaje continua sin prisa pero sin pausa hasta que al subir una loma se divisa Filadelfia ante vosotros. Una buena parte de lo que era la bella Phily está ahora bajo el agua, el paisaje que hay ante vosotros es un páramo fangoso lleno de escombros. No ha quedado en pie nada que mida más de dos metros. Una baliza luminosa parpadea rítmicamente como un faro en medio de aquel mar de escombros. 

Tras vosotros, el camión de los saqueadores sigue su marcha por la carretera alejándose hacia el oeste, no le dedicaríais una segunda mirada de no ser porque distinguís un familiar chevy azul y un todoterreno militar siguiendo la mísma ruta que vosotros. No tardarán en toparse con los saqueadores.

Las palabras se atragantan en mi garganta sin poder salir. Me quedo con cara de impotencia con la boca entreabierta hasta que al girar dejo de ver la escena lejana de los saqueadores. Una angustia permanece en mi pecho y mis entrañas,  como un malestar que crecía por momentos como si quisiera gritar y vomitar al mismo tiempo.  No podría estar enfadada con Tim, pero lo estaba, y estaba furiosa con mi arma, que miré con odio y ganas de tirar fuera del vehículo. 

Entonces los dos disparos me sobresaltan, como si no los esperase, aunque eso era lo que iba a pasar. Aprieto los dientes mientras desencasquillo rabiosamente el maldito rifle, con los ojos a punto de llorar por la frustración, y cuando se desencasquilla, la suelto con mala leche en el suelo y pego una patada a la pared de la caja de la camioneta. *No hay tiempo para héroes... miles habrán muerto igual.  No hay diferencia alguna... - trato de convencerme a mi misma, mientras una lágrima corre por mi mejilla y me tapo los ojos con la mano, en gesto frustrado.

Durante los siguientes minutos permanecemos en silencio.  Hasta que al subir una loma vemos el penoso estado de Filadelfia. No ha quedado en pie nada que mida más de dos metros. Una baliza luminosa parpadea allí en medio. *que coño haremos aquí...? - pienso con la sensación desagradable todavía en mi cuerpo.

Tras nosotros, el camión de los saqueadores se alejaba hacia el oeste. Y entonces vemos al chevy azul y el todoterreno militar siguiendo nuestra misma ruta a punto de toparse de frente con los sauqeadores.

Miro a Tim. *Al final vamos a tener que volver y hacer algo con esa gente. - pienso furiosa. Pero no soy capaz de reprocharle nada... - ¿Y ahora?... - trato de romper el silencio, con la voz un poco quebrada. - Tendremos que volver. Y avisarles... o cubrirles. - trago saliva, porque ahora mismo tengo más ganas de gritar que de ser diplomática. - ...no???. - insisto. Preguntando hacia los demás.

Un poco nervioso por el devenir de toda la situación pongo pies en polvorosa, al ver crecer la distancia entre ellos y nosotros respiro mínimamente aliviado, al poco tiempo se escuchan dos tiros, doy un respingo con el primer disparo y el silencio se me clava como cuchillos por todo el cuerpo. Sintiendo los pensamientos de mis compañeros.

Sigo conduciendo como si fuera una autómata, sabía que esto ocurriría pero no por ello me siento mejor, al poco subimos una loma mientras observo por el retrovisor como nuestros compañeros se dirigen de cabeza hacia los saqueadores… El destino decide por nosotros… ¡mierda! – la palabra se agolpa en mi cabeza, detengo el vehículo pisando el pedal de freno. Emma me pregunta sobre qué hacer… yo no tengo todas las respuestas y me siento muy mal por lo sucedido. Como un rayo que me atravesara noto una sensación, pongo el freno de mano, levanto el pie del freno, saco la llave del contacto, abro la puerta del vehículo y me separo unos metros para vomitar apoyado en uno de los pocos árboles que permanece en pie. Tras acabar, continúo unos instantes con la mano derecha apoyada en el árbol mientras contemplo los trozos de comida en el suelo.

Me giro hacia mis compañeros, abro la puerta del piloto y deposito las llaves en el asiento. Hacemos lo que queráis – dicho lo cual me subo a la parte de atrás de la camioneta y busco la cantimplora para echar un trago de agua enjuagándome la boca para posteriormente beber.

Al ver la escena, mi primer pensamiento había sido de ir a ayudar, aunque no tarde en realizar que ya era muy tarde, sin pararme a pensar mucho trataría de salir de la vista del camión "Somos minoría, no estamos equipados para sobrevivir a otro ataque, tengo que poner a salvo a todos antes de hacer estupideces" -Parece que el día esta por complicarse otro poco mas, en caso de que sea necesario quiero armas prontas y que estén listos para sujetarse, si tengo que manejar como si una nave nos estuviera pisando los talones, lo haré- Si estaba en mis manos esquivar cualquier tipo de enfrentamiento directo, lo esquivaría

Etain pasó buena parte del trayecto observando la lluvia caer sobre los cristales, con expresión melancólica como si aquella imagen lea trasladara a otro lugar y otro tiempo. No podía evitar preguntarse como algo tan hermoso podía resultar dañino, mientras se frotaba la mano, allí donde una de las primeras gotas había caído provocandole un profundo escozor.

En algún momento debió quedarse adormilada, y no supo decir cuanto tiempo había pasado desde que cerro los ojos, pero cuando escucho la advertencia de sus compañeros de viaje, pudo ver lo que ocurría en la carretera y empezó a preguntarse donde estarían los alien que habían matado a sa personas. No tardo en darse cuenta de que aquello no había sido obra de extraterrestre.

- Pero... si era solo un niño... ¿como han podido matarlo?

Era incapaz de asimilar que aquellos hombres hubieran matado no solo ya al hombre sino ademas a un niño pequeño por las baratijas que pudieran llevar encima y durante un breve instante fue incapaz de reaccionar, hasta que escucho la advertencia de la conductora y con los ojos algo húmedos por la impresión, saco de la mochila la pistola que le resultó mas pesada de lo que recordaba.

¿Sería capaz de dispararle a otra persona? ¿Incluso a quienes habían acabado con la vida de un crío indefenso? Prefería no tener que averiguar la respuesta.

 La mente de Vincent empezaba a rodar a gran velocidad considerando todo, sus principios, sus posibilidades, de quien estaba acompañado, su forma de pensar y la suya, lo que podían esperar y lo que podían ofrecer. Estuvo tentado de dar una explicación detallada, como habría hecho habitualmente, pero estaba cansado, terriblemente cansado, seguía herido, incluso herido en el orgullo. Se despojó de aquel vicio, no sin dificultad, y seguro de sí mismo, ofreció su opinión lo más simple que pudo.

 ¿Era eso lo que esperaba la gente? ¿Era como debía tratar cuando estaban en una decisión dificil?

 - Creo que deberíamos acercarnos, ofrecerles ayuda o saber de ellos, sin tomar riesgos innecesarios, sin bajar del coche. Después, salga bien o salga mal, seguir nuestro camino y volver cuando estemos listos.

 Básicamente Vincent pretendía seguir confiando y creyendo en los humanos, porque los aliens querían precisamente lo contrario. Sólo necesitaban saber hacia donde se dirigían, recabar información, aunque ahora no les pareciera útil, y no temerle al control que los alien estaban ejerciendo sobre ellos. Si sabían hacia donde iban podrían encontrarlos más tarde, cuando se hubiesen reagrupado y su presencia fuese más intimidante y más...¿segura?

 El profesor estaba convencido de que había mucho que ganar si tomaban el riesgo, no obstante, no se opondrían si después de contar con la opinión de todos preferían salir de allí sin ser vistos.

 - Pero Cass tiene parte de razón... - le reconocí a la conductora en el momento en el que preparé el cargador del rifle y me dispuse a salir por la ventana del coche, al menos lo suficiente como para poder mantenerme estable para disparar y no salir volando de un volantazo. Si se aproximaban lentamente no tenía porqué estar en peligro.

 Antes de asomarse, miró a Etain negando. 

 - No saquemos conclusiones precipitadas. No todo es lo que parece. No sabemos si han sido ellos. - explicó optimista. En su semblante se reconocía un recuerdo que estaba atormentando al profesor, sentía aquello como algo muy personal y, aún así, optaba por la vía diplomática. Evitaba, de forma evidente, no mirar a los cadáveres. 

 No pudo evitar imaginar que su pequeña cocodrilo y él pudiesen haber llegado tan lejos en la invasión para morir, quien sabe como, registrados, más tarde, por unos completos desconocidos. Era terrorífico.

 La lluvia ácida, la belleza de lo que ya no les rodeaba, lo que dejaban atrás, eran una carga que merecía la pena salvar y que, aún así, costaba demasiado llevar sobre los hombros.

 - Si empuñas un arma tienes que estar preparado para matar. - ¿Lo estás? se dijo a si mismo, cuando en realidad, la pregunta debería ser si lo estaba de nuevo. Le costaba tanto aquello como pretender estar preparado para disparar a esos tipos. Afortunadamente, tenía algo que proteger, estaba en esos vehículos, y lo haría, incluso a costa de la limpieza de su alma.

Aaah!- Exclamo dolorida cuando empieza llover. Me meto de nuevo en el todoterreno y uso la cantimplora para limpiarme cara, pelo y brazos. -Esto es…   ¿Lluvia ácida?- Pienso mirando confundida al cielo- ¿De verdad? Como si no tuviéramos suficientes problemas. La lluvia ácida suele ser síntoma de algo mucho más grave. ¿Lau y sus amigos no comentaron algo sobre un invierno nuclear?¿Serán estos los primeros síntomas de un cambio mucho más drástico?– Muchas preguntas para tan pocas respuestas. -

Conduzco ensimismada mientras el agua se agolpa contra el parabrisas. -¿Qué más nos puede pasar? Puede que ni lo sepamos pero estemos sometidos a radiación- Pienso golpeando el volante por frustración. Después dirán que Dios aprieta pero no ahoga…  pues con nosotros se está pasando.

De momento a casi nadie parece preocuparle la lluvia ácida, no les culpo, los coches nos dan refugio y una falsa sensación de seguridad, pero es que el daño directo que causa la lluvia ácida es lo de menos. Lo peligroso de la lluvia acida es la contaminación del suelo, de los árboles, de las plantas, de los ríos y los acuíferos, la muerte y envenenamiento de cualquier pez y ser vivo que se beba o coma de ellos y finalmente, de toda la cadena alimenticia. 

-Si sobrevivir ya era complicado, a partir de ahora nos vamos a reír.

¿Aquellos no son de los nuestros? – Le pregunto a Lin al distinguir a ratos una camioneta roja por delante nuestra. -¿No es la camioneta que conducía Tim? – Vuelvo a preguntar entrecerrando los ojos sin estar segura, poco importa pues todos vamos en el mismo sentido y tarde o temprano nos encontraremos.   

Casi sin darme cuenta el chevy vuelve a pararse delante nuestro y yo hago lo propio. En un primer momento pienso que se ha vuelto a averiar, pero la mayor altura del todoterreno me permite ver la escena que se desarrolla ahí delante, con solo estirar un poco el cuello.

Saqueadores. Han matado a un padre y su hijo.- Comento viendo la escena. -Citando la navaja de Ockham. “En condiciones normales, la explicación más simple suele ser la correcta” el tiempo y la vida le han dado la razón a este principio filosófico en el que siempre he creído. -Si entras en casa y pillas a tu marido en la cama con otra, lo primero que te dirá es que “esto no es lo que parece”, otra cosa es que te dejes engañar. Aquí pasa lo mismo, una docena de malcarados y los cadáveres recientes de un padre y un hijo….  2+2=4

Tan cierto es que esa gente son asesinos como que Tim y los que iban en la camioneta roja deben de haber hecho lo más inteligente; no intervenir y evitar el problema. Lo mísmo que debemos hacer nosotros, con más razón ahora que padre e hijo ya están muertos. -Ahí no se nos ha perdido nada.

Acercarse a preguntar a unas personas que posiblemente disparen primero y pregunten despues, es malo para la salud y cómo ahí no se nos ha perdido nada giro el volante, pongo marcha atrás para dar media vuelta y aprovecho que aún no nos han visto para deshacer el camino buscando un camino de tierra o alguna carretera secundaria por la que dar un rodeo y seguir hacia Filadelfia.     

El grupo consiguió reiniciar la marcha gracias al talento de la también hábil conductora Cass, no obstante, siempre existía un pero, en aquel momento se trató ni más ni menos que de una lluvia. Y no una corriente, una ácida llena de suciedad que dejó visibles secuelas a su paso. Cada gota, una mancha, y una quemadura en la piel. Rápidamente todos se metieron en los vehículos a modo de refugio. – Joder…. ¿Qué…cojones? – Masculló el cámara en el mismo instante que una de las agresivas gotas acabaron en contacto con su piel.

Por suerte se largaron de allí sin mayor contratiempos y sin detenerse a pensar con detenimiento aquel extraño e inusual suceso. – Esto es más propia de China, no de aquí. – Comentó más para sí mismo envuelto en sus propias conjeturas. Y la lluvia fue tan intensa como breve lo que facilitó el trayecto a la ciudad de Filadelfia. Pero los vehículos no salieron indemnes. Grandes róales de chapa al descubierto, desprovistos de la capa de pintura.

Tras un tiempo difícil de calcular, el paisaje cambió de forma drástica. Con un aspecto aunque también arrasado, la causa se pareció más bien a los desastres naturales más que a los ataques alienígenas. Los ojos del taciturno joven se fijaron en el nada esperanzador horizonte, también a los lados. En cualquier lado le pareció igual, igual de catastrófico. Y sin embargo, no podían permitirse el detener su paso bajo ningún concepto.

Y pronto, otro cambio que dejó a Lau sorprendido, y a la vez aliviado a juzgar por el suspiro que fue incapaz de refrenar. No, no fue una ilusión, eran ellos. La camioneta roja. Echó la cabeza hacia adelante con el fin de fijarse más. – Son ellos. – Lo único que pudo articular, tras aquellas palabras, un esbozo de una sonrisa.

Pero como fue siendo habitual, no duró poco al casi encontrarse de morros con más problemas. El gesto sonriente se le borró de inmediato. - ¿Serán de los que intentaron rodearnos antes? – Comentó con evidente desconfianza en su voz. Y salvo el hombre de mediana edad, todos optaron por mantener la distancia por cautela.

Son más, y armados, si la cosa se pone fea no todos saldremos de esta. – Añadió tras un escrutinio de la escena y la notoria desventaja. Frunció el ceño al ver un pequeño cuerpo, claramente el de un niño. Y un hombre a su lado. El joven se preguntó si eran familia, pero la duda le duró poco. –  Está claro que han sido sus verdugos, no muestran ningún respeto por los caídos. Mejor largarnos. – Regresó al silencio autoimpuesto, ya dijo todo lo que tuvo que decir sobre el tema.

¡¿Qué mierda de tiempo es este!?- Protesto viendo como la lluvia escuece, mientras me meto dentro del todoterreno aprovecho para cerrar la ventana del techo para que esa lluvia no entre. –Estúpida lluvia negra. Estúpidos aliens. Estúpido apocalipsis sin un lugar donde poder tomar un baño caliente. Que harta estoy de esta mierda.        

Enfurruñada apoyo los pies sobre el salpicadero y aprovecho para dormitar hasta que la voz de Sam me hace abrir los ojos. – Emm? ¿Ya ha parado de llover?  Si...  no me extrañaría que fuera él, siempre se las ingenia para salvar el pellejo. Para estar tan gordo, tendrías que ver como corría cuando la nave alienígena esa nos gaseó. Nos adelantó a todos.

Bostezo estirándome perezosamente tras lo que vuelvo a acurrucarme en el asiento, buscando una buena postura pero casi al momento Samantha vuelve a frenar.

Joder ¿Y ahora que? -Protesto, aunque al ver la escena de los matones me despejo de golpe. Por suerte Samantha toma la decisión acertada, lo último que necesitamos es un tiroteo y va alejándose. Solo por si acaso paso al asiento trasero y abro la ventana del techo, evitando mojarme, por si hace falta usar la ametralladora.  

Hay opiniones divergentes, unos lo tienen más claro que otros pero las opiniones que prevalecen son las de quienes manejan los vehículos. Ambas conductoras deciden que es más sano evitar el peligro de modo que los dos vehículos, tras retroceder, se meten por un camino forestal flanqueado por árboles torcidos por la fuerza del agua, alejándoos del aquel lugar. Vuestra maniobra no pasa desapercibida para aquellas personas, pero un todoterreno militar con una ametralladora calibre 12 supone una importante herramienta disuasoria.

Durante los siguientes minutos permanecéis en silencio, sin que nadie tenga muchas ganas de hablar, la imagen del niño muerto os acompaña durante el trayecto. Finalmente al subir una loma divisáis la camioneta roja, efectivamente se trata de Tim, Emma, Austin y Becca. 

Filadelfia está en el horizonte. Una buena parte de lo que era está ahora bajo el agua, el paisaje que hay ante vosotros es un páramo fangoso lleno de escombros. No ha quedado en pie nada que mida más de dos metros. Una baliza luminosa parpadea rítmicamente como un faro en medio de aquel mar de escombros. 

Becca apoya una mano sobre el hombro de Tim, abre la boca como si fuera a decir algo, pero pensándolo mejor se calla y simplemente retira la mano tras acariciar su hombro en un gesto de comprensión.  

Podéis ver al chevy y el todoterreno militar acercarse al camión de los saqueadores, ambos grupos quedan separados por unos cincuenta metros, pasan unos segundos pero los saqueadores no se deciden a actuar, la ametralladora pesada que lleva el humvee es una poderosa herramienta disuasoria. Distinguís la familiar silueta de vuestra asiática favorita sujetando el arma, sin embargo, los que conducen optan por evitar el combate y retroceden igual que hicisteis vosotros. Chevy azul y todoterreno toman el mismo desvío que vosotros y no tardáis en verlos llegar hasta vuestra posición.   

Tras el reencuentro y los saludos de rigor sigue sin haber ni rastro de McKnight o del resto de militares, ni de otros supervivientes.

El sol amenaza con ponerse y ante el desolador panorama que ofrece la que fuera una de las ciudades más bonitas del país, empezáis a plantearos vuestro futuro más inmediato; El día ha sido largo, apenas tenéis comida, apenas tenéis agua y la lluvia ácida lo complica todo, por si fuera poco, un grupo de gente armada y aparentemente peligrosa pulula por la zona, de momento parece que se alejan con el camión, aunque nada os garantiza que no esperen hasta la noche para haceros una visita o que os preparen una emboscada nocturna en la carretera.  

A medida que se van acercando a nosotros, yo les espero en tierra saludando con la mano.  -Menos mal que habéis llegado a salvo. Vimos humo a lo lejos antes de que los Behemots hicieran polvo la ciudad...temíamos que no hubiera salido casi nadie más con vida... -  tardo un momento en continuar - Hemos visto que os cruzabais con ese grupo. Son asesinos... por un momento pensábamos que os iban a atacar.

Al acabar miro de reojo a Lau, cada día más desconocido para mí. Y miro hacia atrás. El desolado páramo pantanoso de lo que alguna vez fué Philadelphia se exponía ante nosotros. - ¿Alguien sabe que debíamos hacer aquí?  ¿alguna noticia de McKnight...?

Paro el motor y bajo del todoterreno devolviéndole el saludo a Emma con un gesto de la mano mientras busco más gente con la mirada.

¿Estáis solos vosotros cuatro? -Les pregunto preocupada. Es raro que nadie más haya llegado, los otros pueden haberse retrasado por cualquier motivo, pero Nadia y esa niña amiga de Carmen ya deberían de estar aquí, escapamos siguiendo la misma ruta pero ellas vinieron directamente hacia aquí mientras Lin y yo íbamos a investigar el humo.

– Nosotras dos escapamos hacia la autopista- Le explico señalando a Lin con la cabeza- Nadia y una niña pequeña ¿Helen? creo que se llama, también vinieron en moto por el mismo camino que nosotras. Fue fácil escapar, la nave no nos persiguió. ¡Dios!- Pienso llevándome una mano a la frente. La lluvia ácida… ¡Iban en moto! Y aunque sobrevivieran…  están los locos esos del camión.

 Al ver la columna de humo nos separamos, creímos que sería peligroso y les dije que se vinieran hacia aquí mientras nosotras investigábamos la columna de humo. Ya deberían haber llegado - Les explico preocupada aunque prosigo el relato, conocer lo que sabemos cada uno puede ser importante. -La columna de humo era nuestro camión, el que llevaba comida y suministros -Le respondo en lo referente a la columna de humo.- Nos encontramos allí con ellos. -Comento señalando el chevy azul en el que viajan los demás.- Y también estuvimos a punto de ser atacados.

De repente, el no habernos enfrentado a esa gente del camión se me antoja una equivocación. Deberíamos haberlos aniquilado. Si nuestra gente se ha ido topando con la banda esa del camión puede que ahora mismo estén en una cuneta con un tiro en la nuca – Comento sintiendo la boca seca, ahora mismo necesito un trago.

- Fui yo quien las envié solas hacia aquí. Aunque hubieran sobrevivido a la lluvia ácida no habrán tenido ni una oportunidad contra esa gente.

Espero equivocarme, pero deberíamos prepararnos para lo peor. 

Una vez llegados, apagaría el motor y apoyaría la cabeza contra el asiento, estaba agotada y los problemas seguían llegando uno tras otro. Cerraría los ojos mientras escuchaba la conversación, había tanto que hacer y tan poco tiempo -No creo que debamos quedarnos aquí- Soltaría un suspiro cansado y saldría del coche caminando hacia el todoterreno- Primero quiero revisar ambos motores, por si fueron los niños los que trastearon con nuestro coche, no podemos arriesgarnos a que ese también se detenga- Miraría en la dirección que el nuevo grupo de matones en nuestro camino se iría pensando en que rutas alternas podrían tomar para rodearnos -Propongo que una vez revisado el motor conductor y co-piloto tomemos una leve siesta y nos larguemos de aquí mientras el resto duerme en los coches, si tenemos un poco de luz a nuestro favor el resto este mas adelante, si los vieron deben haberse alejado de esta zona tan rápido como pudieron, de no encontrarlos buscaremos una estructura relativamente estable donde podamos esconder bien los coches y a nosotros y los buscaremos, el mismo tiempo que nos dieron a nosotros para llegar tendrán ellos- De nada serviría asumir que estaban vivos o muertos, pero tendríamos que idear un plan- Y creo que deberíamos ir a Alaska, con Julia- Si existía una cura o la esperanza de una cura al virus era allí tendría sentido ir por ella, aunque como era una buena pregunta -¿Alguno sabe algo de motores? Podría precisar ayuda, y no pierdan de vista nuestros al rededores me estoy cansando de ser rodeada por idiotas que pueden querer matarnos porque no tienen nada mejor que hacer con sus miserables vidas - El malhumor empezaba a notarse hasta en el tono de voz que hablaba, una mezcla de cansancio y dolor estaban resultando mas que suficiente como para querer mandar al mundo al diablo. Me voltearía mirando a Sam al comprender algo de lo que había dicho y no había prestado suficiente atención -Sam.. ¿Dijiste en moto? La lluvia las debe haber alcanzado, pero no vimos nada de ellas en el camino, así que quizás y solo quizás encontraron refugio a tiempo-

Tardo un poco más que Emma en bajar de la camioneta y cuando lo hago es con gesto cabizbajo y preocupado. Me mantengo en silencio escuchando a los presentes y me limito a saludar asintiendo con la cabeza. Aprieto la boca al escuchar lo de las dos chicas que faltan, y también con lo del camión. Lo cierto es que lo vamos a psar mal sin esos suministros. Pero lo peor es cuando escucho lo de los motores, momento en que me giro hacia Tim, Emma y Becca con gesto de evidente preocupación. Después de suspirar vuelvo a girarme hacia el resto del grupo. —Por fortuna Tim ha conseguido mantener los medicamentos de la camioneta a salvo, así que tenemos suministros médicos. Pero vamos a tener un problema con la comida, ya que supongo que no os dio tiempo a cargar nada del camión — aprieto la boca y esta vez me dirijo con la mirada más fija a la última en hablar — La idea de Alaska no es buena. Tenemos que suponer que hay una base secreta allí y que siguen vivos, tenemos que encontrarla en todo un estado helado, tenemos que conseguir suministros para el camino, y la última parte en un territorio helado, tenemos que conseguir hacer un viaje tan largo hasta allí, y por último tenemos que conseguir que nos dejen entrar, y sin tener nada que aportar salvo más bocas que alimentar, dudo que lo hicieran. Tened en cuenta que acabamos de sufrir lluvia ácida, eso implica que el invierno nuclear está cerca, y sobrevivir a un invierno nuclear en una zona donde, de base, se alcanzan temperaturas mínimas de -60º Fahrenheit es inviable. Ya lo discutimos con el coronel y lo descartamos— suspiro y me llevo la mano a la cara un par de segundos —. Vinimos aquí porque esperamos encontrar un arma que podría darnos ventaja frente a los alinígenas — miro un momento a Tim y al arrogante profesor Vincent, con un gesto claro de «es mejor no decir más del tema», pero lo malo es que no soy bueno escondiendo los gestos.

Durante un momento mi mirada se cruza con Lin, y aprieto la boca mientras asiento levemente mostrando que me alegra que siga de una pieza. No obstante me preocupa cómo puede estar después de lo que pasó durante el ataque, así que intento ver en su gesto si está como siempre —deseando cortar alguna cabeza que otra—, o si está afectada por lo sucedido.

Con las gafas de sol puestas bajo unos pasos detrás de Austin, Emma se adelanta y saluda a los que se acercan con la mano. Me pongo la mano sobre la frente para tapar algo de sol para ir reconociendo caras, conforme se van acercando voy distinguiéndolos. Al escuchar a Emma preguntar por McKnight recuerdo a Jon… ¿Y Jon? – él quiso irse en el coche del militar… Miro a Lau a ver qué cara pone.

A las palabras de mujer pelirroja niego con la cabeza, no hay nadie más, después escucho su historia. Miro a Austin y Emma, carraspeo la voz, llevamos un rato aquí… esa gente del camión no sé si se habrán cruzado con ellas… venían de la otra dirección, señalo en la trayectoria contraria.

La mujer tatuada sugiere irnos, quizá debamos esperar un poco más a ver si alguien viene, ¿un par horas? No sé de qué virus habla, en la reunión pareció descartarse el ir a Alaska, Austin intercede como leyéndome el pensamiento, nos mira con gesto inequívoco, niego ligeramente y me temo que el “profesor” estará con ganas de soltar uno de sus tediosos discursos y además ahora envalentonado ante la ausencia del militar querrá que hagamos dios sabe qué. Espero no tener que oírlo, me dirijo a Cassandra yo era el encargado de mantenimiento… de todo, añado con hastío, nuestro vehículo estaba saboteado también, por suerte, pudimos arreglarlo ya que era bastante burdo el daño. Si quieres lo podemos mirar juntos – habíamos vivido un mal rato y alguna tarea aburridísima y odiosa sería lo mejor ahora.