Partida Rol por web

Preocupado por Debbe y mientras una vocecilla interior le repetida "ha sido culpa tuya", Kevan solto el arco, agarro el rapier y cargo contra la criatura peluda.

Pero el temor a la araña malogra el golpe, demasiado lento

Drommbar vio a Kevan cargar contra la araña y gruñó de frustración. Agarró su hacha mientras Debbe corría a ponerse a salvo y fue a ayudar al humano. Si se cargaban rápidamente a ese bicho podrían volver a la seguridad del pasillo.

- ¡Vamos! -le dijo a Kevan- ¡Tenemos que largarnos de este patio ya!

Descargó su hacha sobre el arácnido, pero el golpe no hizo demasiada mella. Esperaba al menos que eso la entretuviera y pudieran salir de ahí antes de que todos los córvidos azules de la región se lanzaran sobre ellos.

Grongar, desde su posición disparó un virote a la araña tratando de cegarla y ganar tiempo para que sus compañeros se pusieran a salvo.

El espadachin cargó contra la araña, con el fin de ayudar a Debbe. Pero su ataque se perdió en el aire, sin cnoseguir herir a la criatura. Drommbar cargó también consiguiendo, ésta vez sí, provocar una herida en la araña. Desde la distancia, Grongar trató de disparar un virote, pero había demasiados obstáculos en medio, y no pudo acertarle.

Debbe, a la carrera se giró y sacó su arco para disparar al horripilante arácnido. Había que salir de allí como fuese. Soltando la flecha con la mandíbula apretada la hizo volar sobre el hombro de Kevan y alcanzó a la araña, hundiendose profundamente en su carne negruzca. Cogiendo otra flecha se desplazó hasta la salida de espaldas, tratando de contener el pánico que tenía a las arañas y, a la vez, proteger a su compañero. ¡Si alguien tenía que matar al mago sería ella!

La picaro, cuyo encuentro anterior con la clérigo de Desna parecían haber dotado de una especial fortuna y punteria, consiguió esquivar y alejarse de la araña, para depués soltar el rapier y sacar el arco.

La araña, visto que una de sus presas se alejaba, cambió de objetivo, centrándose en uno de los dos que tenía delante. En esta ocasión fue el enano, pero la tremenda armadura del guerrero no era rival para las mandíbulas de la araña que no pudo encontrar carne en la que inyectar su veneno.

Drommbar sintió el impacto del ataque sobre su coraza, pero supo inmediatamente que no le había hecho mella. Retrocedió un paso y cargó un nuevo golpe para acabar con la araña.

- ¡Maldito insecto! -exclamó al descargar el hacha sobre la cabeza con ocho ojos... o más bien siete tras la estocada de Debbe.

Kevan lanzo una nueva estocada con la esperanza de alcanzar alguna de las patas de la araña.

Finalmente, entre el guerrero y el magus, consiguieron acabar con la araña que cayó desplomada sobre su abdomen con un golpe seco y salpicando el suelo de una sangre verduzca. En ese momento, se escuchó un grito:

- BAAAGH Xprfaha graskth jslguaa hhskkutlas, ¡batthslaaa!

Era una criatura asquerosa, de un color morado y que andaba parecido a una persona normal, sin embargo, su cara era como la de una araña, y sus manos eran como garras pringosas. Escupió una especie de red pegajosa hacia Drommbar, que habia asesinado a la araña, pero no fue un disparo muy certero y falló estrepitosamente.

Más y más bichos con forma de araña salían de la puerta. Debbe sentía el sudor frío pero aún así tuvo el coraje suficiente para cargar la flecha y apuntar al desagradable ser. Estaba claro que el encuentro con Spivey había dado suerte a la chica.

¡Por Desna!—exclamó mientras la flecha volaba e impactaba contra el ettercap.—Kevan, cierra esa puerta con tu magia, como con la lampara.

Drommbar se apartó como pudo del escupitajo que le lanzaba aquella... cosa. Aunque tampoco tuvo que esforzarse mucho, dado que el ser no tenía demasiada puntería.

- ¡Maldita sea, este sitio está infestado! -exclamó con furia.

No perdió el tiempo y se lanzó a la carrera contra el monstruo morado, dispuesto a cercenarle la cabeza de un sólo tajo.

¡Graaaah!-gritó el enano lanzándose contra la criatura dispuesto a partirla en dos con el hacha.

Kevan frunció el ceño.

- No hay tiempo para trucos de manos.

De la punta de sus dedos surge una flecha de luz que impacta en la criatura.

La criatura parecía sumamente dañada por los ataques efectivos de Debbe, Kevan y Drommbar, no obstante, seguía en pie combatiendo. El objetivo fue de nuevo Drommbar, que se había unido en una pelea cuerpo a cuerpo contra él, y además por quién sentía un odio especial.
 

Pero, si bien la suerte de Desna estaba con Debbe, desde luego los dioses no estaban con el Ettercap, cuyos ataques fallaron arañando y mordiendo el aire alrededor del enano y su armadura.

Kevan se mueve con cautula, intentando rodear a la criatura, buscando el momento de atacar.

- ¡Debbe! ¡Drommbar! ¡No podrá con todos si atacamos a la vez!

El enano corría todo lo rápido que podía hacia donde estaba su compañero. Trataba de buscar un hueco por el que abalanzarse contra la criatura y hundirle el hacha.

-¡Maldita sea!¡Drommbar, Kevan cuidado con los aguijones de la boca!-exclamó el enano preparandose para entrar en la refriega.

Debbe volvió a disparar el arco dejando que la flecha volase libremente hasta impactar en la carne de aquel ser, hundiéndose profundamente. La pícaro estaba con el cuerpo tenso, preparada para entrar en acción saltando sobre el ser con su fiel estoque, aquel que había sido su primera arma, o con el increíble arma oriental que tan buenos resultados le había dado. Sin embargo no se movió del sitio y sacó otra flecha del carcaj apuntando al cuello del ser. Sí tenía que disparar otra flecha se aseguraría de que fuese la definitiva.

Drommbar escuchó la advertencia de Grongar, y lo cierto fue que tuvo que evitar estremecerse por lo asqueroso de aquella especie de quelíceros que tenía esa criatura. Volvió a golpear con su hacha, con la esperanza de rematarlo por fin, pues después de todo estaba ya bastante machacado.

- Fétida criatura...

A pesar de la dificultad que tenia el acertar con su ataque al Ettercap, el disparo de Debbe fue certero, tanto que se clavó justo unos centimetros encima del lugar el pecho donde, instantes después, Drommbar hundiría su hacha partiendo el costado de la criatura a la mitad.

El bicho cayó al suelo, junto con su compañera arácnida.

Pero la fiesta no iba a terminar ahi. Escucharon de nuevo el grito de los córvidos, a los que pudieron ver justo en lo alto de la torre delantera, arriba en el castillo. En ella, preparaban una balista que iban a disparar contra vosotros. Por como estaban situados, debían de llevar un tiempo preparandola, mas o menos el tiempo que habiais estado combatiendo, o algo más. Dispararon la catapulta, pero las cosas no iban a salir como estaban previstas. La catapulta estaba en tan mal estado, que mientras disparaba, la madera se partió haciendo que la piedra se desviara. No obstante, cayó cerca de Drommbar, cuya hacha ensangrentada aun se elevaba en el aire amenazante.

Las astillas saltaron por los aires en la máquina de guerra, dañando e hiriendo a todos los córvidos que la manejaban. Frustrados estos, comenzaron a bajar por la pared del castillo en dirección al patio, donde podrian atacaros.

Cerrad esa puerta...¡Retirada!— gritó Debbe apuntando con el arco a los córvidos que se acercaban graznando. De pronto la pareció que no había sido tan buena idea guardar las plumas que había arrancado colocándoselas en el pelo. La flecha volvió a volar en dirección a los cuervos atravesando sus defensas naturales. Si de la puerta salían más seres e incluso sin que aquello ocurriese se verían en serios problemas. Era mejor hacer una retirada estratégica para pensar mejor como proceder. Incluso podían preguntar a Spivey que clase de seres eran aquellos cuervos. Por no hablar de alertar a Sandru y el resto.