Partida Rol por web

Juegos Nocturnos

Prólogo: "Noches extrañas, confesiones secretas"

Cargando editor
24/02/2009, 16:07
Director

CIUDAD DE NEW ORLEANS

Noche

00:32 AM

Cargando editor
24/02/2009, 16:17
Talon

Glionnan 558 ad

Los fuegos rugientes del pueblo ardían a gran altura en la noche, lamiendo el cielo oscuro como serpientes enroscándose a través del terciopelo negro. El humo flotó en el aire a través de la oscuridad brumosa, acre con el perfume de muerte y venganza.

La vista y el olor deberían traer alegría para Talon.

No lo hizo.

Nada le traería alegría otra vez.

Nada.

La amarga agonía que fluía dentro de él lo dejaba incapacitado. Debilitado. Era más de lo que podía
soportar y ese pensamiento era casi suficiente como para hacerle reír.

O maldecir.

Aye, él maldijo desde el intolerable peso de su dolor.

Uno por uno, él había perdido a cada ser humano en la tierra que alguna vez había significado algo para él.

Todos ellos.

A los siete años, se había quedado huérfano y con la pesada responsabilidad de cuidar a su hermana recién nacida. Sin un lugar a donde ir e incapaz de alimentarla, había regresado al clan que una vez había sido liderado por su madre.

Un clan que había desterrado a sus padres antes de su nacimiento.

Su tío había estado en su primer año como rey cuando Talon ingresó a la fuerza en su gran salón.

A regañadientes el rey lo había aceptado a él y a Ceara, pero su clan nunca lo había hecho.

No, hasta que Talon los forzó a ello.

Ellos no respetaban su ascendencia, pero Talon les había hecho respetar su espada y temperamento. Respetar su voluntad para mutilar o matar violentamente a cualquiera que lo insultara.

Cuando alcanzó su edad viril, nadie se atrevía a desafiarlo para burlarse de su nacimiento o impugnar el recuerdo de su madre o su honor.

Había crecido dentro de las tropas de guerreros y había aprendido todo lo que podía acerca de armas, peleas, y liderazgo.

Al final, había sido unánimemente votado como el sucesor de su tío por las mismas personas que una vez se habían burlado de él.

Como el heredero, Talon había permanecido al lado derecho de su tío, protegiéndolo implacablemente hasta que una emboscada enemiga los había cogido desprevenidos.

Herido y agonizando, Talon había sostenido en sus brazos a su tío Idiag mientras moría de sus heridas.

–Cuida a mi esposa y a Ceara, chico –su tío murmuró antes de morir–. No me hagas lamentar el haberte aceptado.

Talon lo prometió. Pero unos pocos meses más tarde, encontró a su tía violada y asesinada por sus enemigos. El cuerpo profanado y dejado como presa para los animales.
Menos de un año después, él acunaría contra su pecho a su preciosa esposa, Nynia, mientras ella exhalaba su último aliento dejándolo totalmente solo, despojado de su tierno y reconfortante contacto.

Ella había sido su mundo.

Su corazón.

Su alma.

Sin ella, él ya no tenía deseos de vivir.

Con su espíritu tan quebrado como su corazón, había colocado a su hijo nacido muerto en los brazos sin vida de ella y los había sepultado a los dos juntos al lado del lago donde él y Nynia habían jugado cuando niños.

Luego, había hecho como le enseñaran su madre y su tío.

Había sobrevivido para dirigir a su clan.

Dejando a un lado su amargura, había vivido sólo para el bienestar del clan.

Como un cacique, había derramado bastante sangre como para llenar el mar rugiente y había recibido incontables heridas en su carne por su gente. Condujo a su clan hacia la gloria en contra de todos los clanes del centro y del norte que habían tratado de conquistarlos. Con casi toda su familia muerta, le había dado a su clan todo lo que tenía. Su lealtad. Su amor.

Él aun les había ofrecido su vida para protegerlos de los dioses.

Y en un latido, los miembros del clan habían tomado lo último en la tierra que había amado.

Ceara.

Su apreciada hermana pequeña por la que él había jurado a su madre, padre, y tío que la protegería a cualquier precio. Ceara con dorados cabellos y risueños ojos ámbar. Tan joven. Tan amable y confiada.
Para satisfacer la ambición egoísta de uno, su clan la había matado violentamente ante sus ojos mientras él yacía atado, incapacitado para detenerlos.

Ella había muerto llamándole para que la ayudara.

Sus gritos horrorizados todavía sonaban en sus oídos.

Después de la ejecución, el clan se había vuelto contra él y le había quitado la existencia igualmente.

Pero la muerte a Talon no le había aliviado. Él había sentido sólo culpa. Culpa y la necesidad para enmendar los agravios hechos contra su familia.

Esa necesidad vengativa había transcendido todo, aún la muerte misma.

–¡Que los dioses los condenen a todos ustedes! –Talon atronó a la ardiente aldea.

–Los dioses no nos condenan, nos condenamos nosotros mismos con nuestras palabras y acciones.

Talon dio la vuelta abruptamente a la voz detrás de él para ver a un hombre vestido todo de negro. Llegando a la pequeña subida, este hombre era diferente a cualquiera que él hubiera visto antes.
El viento de la noche formaba remolinos alrededor de la figura, ondulando la capa tejida mientras caminaba con una gran vara retorcida de guerrero, sostenida en su mano izquierda. La oscura y antigua madera de roble tenía tallados símbolos y la parte superior estaba decorada con plumas sostenidas por un cordón de cuero.

La luz de la luna bailaba sobre el cabello negro que llevaba peinado en tres largas trenzas.

Sus ojos plateados y brillantes parecían cambiar como una misteriosa niebla. Esos ojos encendidos eran extraños y escalofriantes.

Parado tenía la medida de un gigante. Talon nunca antes había tenido que levantar la mirada ante nadie y este extraño tenía la altura de una montaña. No fue hasta que el hombre se acercó, que Talon se percató que era sólo unos centímetros más alto y no tan mayor como al principio le pareció. Ciertamente, su estilo era el de un joven que estaba en el precioso umbral entre la adolescencia y la madurez.
Hasta que uno lo veía más de cerca. Allí, en los ojos del desconocido, yacía la sabiduría de los años. Éste no era un muchacho, era un guerrero que había peleado duro y había visto demasiado.

–¿Quién es usted? –preguntó Talon.

–Soy Acheron Parthenopaeus –dijo con acento extraño pero perfectamente en la lengua céltica natal de Talon–. Fui enviado por Artemisa para entrenarte para tu vida nueva.
La Diosa griega había dicho a Talon que esperara a este hombre que había vagado por la tierra desde tiempos inmemoriales.

–¿Y qué me enseñará usted a mí, hechicero?

–Te enseñaré a matar violentamente a los Daimons que cazan en la humanidad desventurada. Te enseñaré a esconderte durante el día a fin de que los rayos del sol no te maten. Te mostraré como hablar sin revelar tus colmillos a los hombres y todo lo demás que necesites saber para sobrevivir.
Talon rió amargamente mientras un dolor cegador lo atravesaba otra vez. Estaba tan adolorido y herido que escasamente podía respirar. Todo lo que quería era paz.

Su familia.

Y ellos ya se habían ido.

Sin ellos, él ya no tenía deseos de sobrevivir. No, él no podía vivir con este peso en el corazón.
Miró a Acheron.

–Dígame, Hechicero, hay algún hechizo que pueda terminar con la agonía de esta maldición.
Acheron le lanzó una mirada dura.

–Sí, Celta. Yo te mostraré como enterrar el dolor tan profundamente que no te molestará nunca más, pero ten en cuenta que nada es dado libremente y ninguna cosa dura para siempre. Un día algo vendrá para hacerte sentir otra vez y con ello vendrá todo el dolor del tiempo sobre ti. Todo lo que has escondido saldrá y no sólo podría destruirte, sino a cualquiera cerca de ti.

Talon ignoró esa última parte. Todo lo que quería por ahora era un día en donde su corazón no estuviera quebrado. Un momento libre de su tormento. Estaba dispuesto a pagar cualquier precio por eso.

–¿Está seguro que no sentiré nada?

Acheron asintió.

–Te lo puedo enseñar sólo si me escuchas.

–Entonces enséñeme bien, Hechicero... Enséñeme bien.

Cargando editor
24/02/2009, 19:41
Director

El teléfono de tu habitación suena una y otra vez...

Entredormida entre tus sabanas de seda, te revuelves en la cama tanteando a ciegas el teléfono que tienes en tu mesilla...

*crack*

La lampara de tu mesilla cae al suelo, rompiéndose en mil pedazos mientras el teléfono no deja de sonar.

Miras la hora en tu reloj pulsera, y ves que marca un poco mas de las doce treinta de la noche...

Cargando editor
24/02/2009, 19:44
Megan Hewitt

El sonido de la lámpara al suelo hace que la chica se aparte el cabello de la cara y abra los ojos finalmente.

Joder. Ostia. - se coloca el teléfono en la oreja... - ¿¡Qué!? - sin respuesta... mira el aparato y le da al botoncito verde, carraspea - ¿¡Qué!? - repite.

Ni siquiera sabía en qué día estaba... pero era tarde y de noche, y le cabreaba que le llamaran de noche... o le cabreaba que le llamaran cuando estaba durmiendo, más bien.

Cargando editor
24/02/2009, 19:47
Wallace

Megan... soy Wallace... tu padre... ha muerto. Dice con voz queda y apesadumbrada.

Cargando editor
24/02/2009, 19:49
Megan Hewitt

...

Cierra los ojos. Abre los ojos. Frunce eñ ceño y esboza una leve sonrisa volviendo a abrir los ojos... mientras ladea un poco la cabeza.

Creo que no te he entendido.

Cargando editor
24/02/2009, 19:54
Wallace

Tu padre ha muerto, Megan. ¿Sigues allí? Vuelve a repetir al teléfono.

Cargando editor
24/02/2009, 19:59
Megan Hewitt

Se levantó de la cama, vestía con un pijama de tirantes y pantalón largo. Se tiró el pelo hacia atrás y se mordió el labio mientras empezaba a dar vueltas por la misma estancia.

Era como si aquellas palabras no fueran capaces de ser procesadas en su cerebro.

Joder. Me estás timando, ¿no? No puede ser que mi padre esté... - se le creó un nudo en la garganta, dirigió la mirada al suelo, parecía totalmente despierta, mientras poco a poco iba entendiendo lo que él le decía. Soltó una leve carcajada - Creo que sigo sin entenderte.

Cargando editor
24/02/2009, 20:28
Wallace

A ver... tu padre ha muerto. Tu-padre-ha-muerto. Te dice resoplando.

Cargando editor
24/02/2009, 20:38
Megan Hewitt

Poco a poco la información iba llegando... y la iba entendiendo... era de noche. Como no. Siempre que veía o hablaba con Wallace era de noche, eso había sido así desde siempre. Y su padre había muerto de noche.

...

¿Qué ha pasado? ¿Dónde está?

Quizás como acto reflejo, ni lo pensaba, abrió su armario... y sacó unos tejanos y un jersey negro de cuello alto junto a otro jersey azul oscuro de lana, empezó a tirarlo todo encima de la cama.

Cargando editor
24/02/2009, 20:46
Wallace

Muerto en su coche. No te muevas de tu casa. Voy para allá en unos minutos. Te repito... no te muevas de allí hasta que yo llegue. ¿Entendido? Te dice ahora, con mucha seriedad en la voz.

Ahora no parece comprensivo... sus palabras... parecen una orden.

Cargando editor
24/02/2009, 20:48
Megan Hewitt

Suelta una carcajada.

¿¡Perdona!? ¿¡Me estás mandando!? Mira, si te da tiempo a llegar antes de que me haya vestido y haya cogido las cosas... estaré en casa, sino... imagino que sabrás por donde buscarme.

Y colgó, sin esperar respuesta.

¿Se iba a cabrear? Seguramente. Pero Wallace, al igual que su padre y Nessa sabía lo muy bien puestos que los tenía... y seguramente también sabía que si no llegaba antes de que ella se vistiera se habría largado... sin embargo, Megan sabía muy bien que aunque saliera tal cual sin cambiarse ni nada, él iba a llegar antes.

Se vistió con los tejanos y los jerseys, y se pasó el cepillo por el pelo. Al pasar por el lado de su escritorio vio el portátil apagado... y a su lado su cámara de fotos, sin saber exactamente para qué, se la colgó en el cuello y bajó las escaleras enfundándose el móvil en el bolsillo trasero del pantalón.

Cargando editor
24/02/2009, 21:04
Wallace

Una suave brisa recorre el salón justo en el momento que bajas por las escaleras.

Después sientes como algo te roza la nuca... como si una pluma pasara por tu piel, haciendo que se te ponga toda la piel de gallina.

Has tardado demasiado. Te dice una voz que sale de entre las sombras del salón, justo entre las cortinas.

Cargando editor
24/02/2009, 21:08
Megan Hewitt

Apretó la baranda con fuerza, él y sus formas de entrar. Ya no le sorprendían. Desde pequeña que lo había visto por casa y desde pequeña que su padre nunca le había querido explicar nada... quizás era por eso que Megan había aprendido a no hacer preguntas.

Ya sabía que llegarías antes.

Su voz sonaba impasible, intacta... como si nada ni nadie pudiera perturbarla. Como si no sintiera nada tras la noticia que Wallace le había dado.

Lo miró de soslayó, siempre evitaba mirarlo. Ella ya no era una niña. Y él era atractivo.

Voy a tomar un café antes de salir. ¿Quieres?

Cargando editor
24/02/2009, 21:14
Wallace

No, gracias pequeña. Te dice mientras se acerca caminando hacia donde estás, mirándote fijamente a los ojos.

Te acabo de decir que tu padre ha muerto acribillado a balazos y tu te tomas un café. Eres un témpano... aunque sé que muy dentro tuyo... Dice mientras apoya su dédo índice de la mano derecha sobre el centro de tu pecho. ...estás esperando saber que es lo que ha sucedido en realidad.

Cargando editor
24/02/2009, 21:22
Megan Hewitt

Parpadeó un par de veces, y se echó un poco hacia atrás al sentir su dedo sobre su pecho. Le mantenía la mirada. Hasta que la apartó y pasó por su lado... rozando su brazo suavemente y acariciándoselo con el cabello suelto.

Espero que me lo cuentas mientras desayuno.

Se dirigió a la enorme cocina, todo perfectamente ordenado... como siempre que lo dejaba Maithe, y dejó la cámara de fotos en la encimera. A diferencia de su madre, Megan sabía exactamente donde estaba todo, el café, el azúcar, las tazas... y sabía prepararlo y todo. Aunque había que reconocer que era pésima cocinando cosas compactas, a no ser que se tratara de pastas. 

Al poner el café a hacer, muy cargado, se giró, apoyando las manos en la encimar... al igual que su espalda, y volvió a mirar a Wallace.

¿Y bien? ¿En qué lío se ha metido esta vez del que no ha podido salir? - sin ninguna alteración en su voz.

Cargando editor
24/02/2009, 21:32
Wallace

El problema es ese... no sé que ha pasado. Estabamos hablando por teléfono, él venía a verme, pero en ese momento, sonaron los disparos. Me apresuré, corrí como nunca hasta que llegué a su coche... y allí lo vi.

Wallace camina de un lado a otro en la cocina, mirando el suelo, como tratando de entender lo que te está contando.

Tenía por lo menos seis disparos en su cuerpo, dos de ellos en la cabeza. La luna coche estaba destrozada y su cabeza pendía de su cuello hacia un lado. Estaba muerto, y no pude hacer nada para ayudarle.

Niega con la cabeza.

Era bueno en lo suyo... no entiendo como lo han podido matar de esa manera. Era el mejor... y cogerlo de esa manera... desprevenido... era casi imposible. Continúa mientras se coloca a un lado tuyo en la cocina y mete un dedo dentro de tu café, para después, chuparlo con un ruido raro.

Esto te va a matar.

Cargando editor
24/02/2009, 21:40
Megan Hewitt

Demasiados detalles.

La taza que sujetaba en su mano tembló levemente, cerró los ojos y se mordió el labio con fuerza... imaginándose al hombre que más había querido, y seguía queriendo, en la faz de la tierra, en aquel estado... pero aquel ruido raro hizo que levantara la cabeza y lo mirara. No se había dado cuenta que estaba a su lado.

Ya, y a saber donde ha estado tu dedo antes. - le dijo sin más, esbozando una leve sonrisa y subiendo el café hasta su altura para bebérselo de un trago, al bajar de nuevo la taza hizo una mueca de asco.

Empezó a caminar hacia la puerta de la entrada, colgándose de nuevo la cámara de fotos al cuello. - Al menos sabrás quién ha sido. - se puso el abrigo y se dirigió al garaje de la casa... miró a Wallace - ¿Vienes con tu coche?

Preguntó para decidirse si coger el coche o la moto.

Cargando editor
24/02/2009, 21:52
Wallace

¿Coche? ¿Cuanto hace que no me ves llegar a tu casa? Dice mientras abre la puerta de tu casa.

Cuando abre la puerta puedes ver una gran moto aparcada junto a la entrada, completamente negra, con letras doradas.

Wallace se acerca a su moto y coge un casco, lanzándotelo al pecho con un suave movimiento.

Después, se sube a la moto y le da al contacto. El ruido al arrancar resuena por todo el lugar.

¿Subes? Llegaremos más rápido si te llevo.

Cargando editor
24/02/2009, 22:08
Megan Hewitt

Arquea una ceja, totalmente escéptica...

¿Estás de broma? - da a la luz del garaje, una luz tenue que ilumina el coche y la moto - Creo que prefiero ir en mi moto... lo de ir "detrás" no está hecho para mí.

Esboza una sonrisa traviesa y le vuelve a pasar el casco con el mismo movimiento suave mientras coge ella su casco igual de negro y se sube a su moto para darle también al contacto. Ahora su ruido se suma al de Wallace, se pone y se abrocha el casco mientras con el mando a distancia abre la puerta del garaje, esperando la señal de él para salir de allí.

Notas de juego

Está en mi ficha, pero te la pongo aquí, así no tienes que ir a verla y eso xDDD: