Partida Rol por web

Lothar dobló la esquina y aplastó su espalda contra la otra pared del templo. A su lado se ubicaba Súkubo moviendo lo que le quedaba de cola. Lothar estaba acostumbrado, pero el olor era nauseabundo. 

Escuchó el ruido de la puerta abriéndose y una luz que provenía del interior se desplazó afuera, seguramente una linterna, por el ruido a metal que acompañaba la luz. Escuchó pasos afuera y vio moverse la fuente de luz, en poco tiempo se movería hacia su posición, sospechaba el nigromante.

Comienzan a andar o aguardan a Lothar?

- Falta Lothar. Esperad. ¿Alguien sabe dónde ha ido?

La compañía del nigromante no le desagradaba. Más bien al contrario, le hacía no sentirse el menos integrado del grupo. 

Lothar cargó su ballesta lo más silenciosamente posible y le hice el ademán a sukubo de que mantenga silencio, apuntó hacia donde creía saldría el hombre que iba en su búsqueda.

Se mantuvo preparado hasta que apareciera el hombre apuntando a donde debería estar la cabeza en cuanto aparezca, no permitiría que lo encuentren tan facilmente.

Lothar carga la ballesta en silencio, la cuerda apenas hace un sordo sonido al tensarse. Sukubo mira atento a su amo. Pasa un instante en que parece no volar una mosca y el tiempo parece detenerse.

El sonido de las pisadas del hombre que ha salido del templo se escucha fuerte y claro. La luz se va acercando a la posición del nigromante lenta pero inexorablemente...

Lothar eleva la ballesta a la altura de sus hombros mientras se concentra en la luz que se hace mas brillante. 

Cuando se asoma el guerrero el tiempo se detiene del todo.

Una gota de saliva de Súkubo se detiene entre su hocico y el suelo.

Lothar ensaya un asomo de sonrisa mientras el rostro del recién llegado demuestra la última sorpresa que tendrá en su vida. 

Finalmente cae la gota de saliva y el cuerpo sin vida, espada y lámpara de aceite a sus dos costados. La vida comienza a escaparse de su cuerpo a través del virote que abrió la ballesta en su paladar, llegando hasta su cerebro.

Lothar ahora sonríe placidamente... algo dentro suyo, muy dentro suyo le informa que lo que había hecho estaba mal, pero su sonrisa y sus emociones decían todo lo contrario, el aprendiz de nigromante era feliz, ver como caía la sangre regada por el suelo le traía un entuciasmo especial, un sentimiento único de poder. Definitivamente amaba asesinar, amaba ver como los cesos y entrañas de los sujetos acribillados por él se regaban por el suelo.

Sin mucho pensar como si un impulso lo llevase a hacerlo, como si todas las enseñanzas de su padre hubieran sido en vano, caminó hasta el cuerpo... quitó el virote de la cabeza del mismo y lamió la sangre, era espesa y salada... la verdad que tenía buen sabor... todo lo que era aquel feliz niño iba desapareciendo de a poco y prontamente se estaba convirtiendo en un sádico sin precedentes, la peor de las alimañas, pero Lothar empezaba a disfrutar esa sensación.

Y repentinamente como si se volviese totalmente loco de remate, sin razón de ser tomó la linterna de aceite que yacía junto a su portador... la observó y sin mediar pensamiento alguno la lanzó contra una de las ventanas, y caminando sin escrupulos se alejó nuevamente dónde se encontraban sus compañeros... esperando que la linterna haga su trabajo y prenda fuego totalmente la estructura de cemento y madera que se encontraba a su espalda.

Comienzan a andar o aguardan a Lothar?

Hoy va a pasar algo, Farah es la última en contestar.....

Será una de las señales del Apocalipsis?

Es verdad!!!  siempre un paso adelante, tienes razón, como siempre.  =)

Crixor, Kalahad y Farah se alejan del montículo donde han dejado el cuerpo de Zoriak y a su tigre, que no lo abandona, y unos reflejos anaranjados llaman su atención.

Cuando observan hacia el templo ven acercarse a Lothar y a su perro, y a sus espaldas se asoman finas lenguas de fuego desde dos de las ventanas. 

El nigromante está a mitad de camino cuando se escuchan gritos desde el interior, y aparecen cuatro figuras, que se alejan en dirección a Robleviejo, por el camino que vienen siguiendo. 

Desde dentro aún se escuchan gritos de dolor.

Lothar caminó junto a sukubo, pensando en que lo que había hecho era lo correcto, más allá de que sus compañeros no lo acepten era la única manera de estar tranquilos una noche.

Una vez llegó hasta sus compañeros los miró con un dejo de desprecio en los ojos... Listo, ya podemos estar tranquilos.... dijo y se sentó a observar su magnánima obra de arte.

Ese grupo está destinado a fracasar, desde el principio. Mira horrorizada como se quema el templo y como se oyen gritos desde su interior.

-Esto es una locura... ¡alguien se está quemando dentro! ¡Hay que ayudarle! - mira hacia Lothar que, tan tranquilamente, se acerca a ellos. Tiene la certeza de que él ha causado eso... está loco.

Da unos pasos hacia el edificio, pero se detiene. ¿Cómo se supone que va a entrar ahí? Si no tiene ni agua para mojarse y sus ropas seguro que prenden enseguida en ese infierno.

Serio pero sin juzgarle. Tranquilo pero sin ser tan frívolo como otras veces, Kalahad pregunta a Lothar

- ¿Qué ha pasado ahí dentro? ¿Quién ha muerto quemado y quién se alejó de vuelta a Robleviejo? 

Lothar sonrió a Kalahad con una sonrisa siniestra, casi entre dientes respondió: Eran esos con los que combatimos hace unas horas, escuché que estaban planeando terminar con nosotros y no permitiría que eso pase. Terminé con uno de ellos que se ve me escuchó y quedaban 5 dentro, cuatro al parecer pudieron escapar y otro quinto no. No podría decir quien es el que está muriendo allí... pero si puedo decir que a partir de ahora nos respetarán como es debido.