Partida Rol por web

Tienes razón humana, no hay nada de honor en morir sin que tu arma haya probado la sangre del enemigo contesto después de un rato meditando las palabras de mi compañera en silencio, mientras contemplaba la posada, como si aun pensara en entrar en ella y preguntarle “amigablemente” a aquel humano por qué nos seguía.

Vayamos a buscar ese carruaje, y recuerda estas palabras humana; en este mundo solo hay dos cosas realmente duraderas: la piedra y la palabra de un enano.

Te giras, lentamente. En el tejado, al frente, un hombre, armado con un arcabuz, se mueve despacio hacia ti, y te apunta. Parece a punto de disparar, cuando algo distrae su atención. En el callejón, oyes la potente voz de Alvaro: 

Cita:

El misterioso hombre se vuelve, un segundo, y luego te vuelve a mirar. Gracias a tu vista de elfa, distingues una cara de sorpresa. Amartilla el arma y se lleva el dedo al gatillo. Te apunta a la cabeza. 

Unas tejas caen de un tejado al otro lado de la calle, justo enfrente de la posada, por donde habéis entrado en el callejón del lateral de la posada. Miráis, nerviosos, y al volver a mirar por la ventana, esos hombres que conversaban os miran, fijamente, a través de la ventana. Os han visto.  

Os dirigís hacia los establos de la posada, que salen justo hacia el camino que lleva a la puerta de la ciudad, a unos 200 metros de distancia. La noche es tranquila, cuando de repente oís las voces de Alvaro, el llamado líder de esa banda de... Mercenarios. 

Cita:

Casi al mismo tiempo, notas un agudo sonido en la cabeza, que hace que te lleves una de tus manos a ella y cierres los ojos momentáneamente. Es como un pitido, muy desagradable, como el de unas uñas arañando una pizarra, solo dura unos segundos. Es la alarma mágica. Alguien está revolviendo tu equipaje sin tu consentimiento. 

Tras recobrarme del shock inicial rápidamente echo a correr hacia el lugar donde se encuentran nuestras posesiones.

¡Hargin, rápido, nos están intentado robar, corre!

Mientras corro mis manos se mueven en gestos sinuosos y una palabra de poder sale de mi boca.

¡Lo saben! ¡Lo saben!

Lanzo escudo de Aethyr

Atrapados como estaban entre la espada y la pared, Wolfgang pensó que la mejor opción era escabullirse y volver por dónde habían ido, a la relativa seguridad del frontal de la posada. Al fin y al cabo, tampoco es que hubiera mucha luz y el tirador lo tendría complicado para acertarles si se ponían en movimiento. Las armas de fuego eran devastadoras, si, pero solían ser poco precisas. Wolf rezaba para sus adentros a todos los dioses que conocía -menos a los oscuros dioses del caos, no fuera a ser que le escucharan y condenaran su alma para siempre jamás- para que hombre de la pistola no fuera un experto.

Con un gesto de la cabeza indica a Álvaro que lo mejor que pueden hacer es retroceder... Y que se prepare para una carrera, porque cuanto más rápido se movieran, mas complicado sería acertarles.

Por una vez en su vida, a Wolf se le había comido la lengua el gato y no estaba por la labor de lanzar uno de sus ataques verbales. Ni siquiera para ganar tiempo.

Con la boca desencajada casi sin palabras, tironeo la capa de wolfgang mientras le miro su cara tambien desencajada y me agarro al refranero para decir mientras empiezo una precipitada carrera:

-Mas vale decir; aqui corrio!, que aqui murio!

Intento como siempre hacer carreras en "Z" para evitar disparos cobardes por la espalda, esta claro que ese rufian esta bien pagado y no atiende a chances de palabras, tiene una misión y la esta cumpliendo como si fuera un "ruin Tedesco" y ahora pobres de nosotros, solo nos quedaba una y era correr como diablos.

Mientras corro intento que Wolfgang este siempre por delante mia, y estoy atengo para hacerle señales a Lollenda para que practique al igual que nosotros el util y vigoroso ejercicio de la huida que tan bien se nos da, ultimamente.

Lollenda, veloz como un rayó disparó a aquel tipo que le apuntaba con el arcabuz... la primera flecha se le incrusto en el brazo izquierdo y la segunda le peinó... por muy poco erró el tiro y la flecha voló y se perdió en la noche. La elfa se preparó para esquivar el posible ataque, pero cayó en la cuenta que era mejor capturarlo, así que arco en mano salio corriendo hacía donde estaba su agresor... Su rostro permanecía inexpresivo, frío como la peor de las nevadas y con sus brillantes ojos centrados en el tipo..

Apenas respondo con una socarrona sonrisa las al escuchar a lo lejos las voces de aquel humano. No iba a intervenir, quería ver si eran compañeros dignos de confianza, si realmente se las sabían apañar como decían. Pero las palabras de la maga me hicieron cambiar de opinión. Nada mas escucharlas, eche a correr tan rápido como me permitían mis cortas piernas, con rostro serio y el hacha bien cogido con ambas manos, dispuesto a golpear en cuanto tuviera al enemigo delante.

Lanzas el escudo del Aethyr, y lo lanzas con éxito. Pero notas algo extraño. Se te erizan los pelos de la nuca, y te paras un segundo. Notas una presencia extraña a tu espada. De repente notas un latigazo de dolor, que hace que caigas de rodillas. Sientes una fuerte jaqueca, que provoca que te lleves las manos a la cabeza. Sientes una mano fría que te coge del cuello, y por unos segundos, te impide respirar.  

-Ten cuidado, jovencita... La próxima vez, quizás no sea tan benévolo. La magia solo tiene un señor, y tarde o temprano me servirás, quieras o no...- Tras un minuto, todo desaparece, y solo estás tu en el suelo, exhausta. El abuso de la magia puede atraer a quien no debe, y eso te lo acaba de recordar. 

De repente la maga a tu lado chilla de dolor y cae, llevándose las manos a la cabeza. Observas como empieza a ahogarse, y se lleva una mano al cuello, intentado apartar una zarpa invisible. Sin embargo, como buen enano, tu no sientes nada, por supuesto. En cuestión de un minuto la maga recupera el aliento, y parece estar bien, aunque tendida en el suelo, exhausta. 

El flechazo es efectivo, y hombre cae por el impacto y la brutalidad del disparo, mietras cae, su arma detona, aunque el proyectil se pierde en el cielo nocturno. Algunas tejas se resbalan y el tirador cae desde varios metros, dándose contra el suelo de forma estrepitosa. Vas a perseguir a tu presa cuando un dolor te asalta en la cabeza. Es una conmoción en el Aethyr, no muy fuerte. Sientes la lejana presencia de Tzeench, el señor del cambio, aunque es como un eco, una voz lejana perdida en el fondo de una profunda cueva. Al cabo de un minuto todo pasa. Alvaro y Wolfgang aparecen por el callejón donde se habían metido, haciéndote señales para que corras. 

Sin embargo, de la puerta de la posada aparecen cinco hombres armados. Parece de la guardia, aunque es evidente que no lo son. Sus armas, desiguales, y sus uniformes roídos, así como partes de armadura incompletas denotan que quizás fueron de la guardia, pero que ya no lo son. El uniforme, o las partes del uniforme, parecen ser de Altdorf. El hombre que os vigilaba aparece tras ellos. 

-Matad a los ladrones, pero dejad a la elfa viva.- Sonríe, mostrando una dentadura incompleta. -Puede servirme para algo, después de todo. Y encontrad a la maldita maga.- 

Corréis, y de repente veis una flecha volar hacia el tejado, justo enfrente de la taberna. Un disparo, que se pierde en el cielo. El fogonazo ilumina a un hombre armado, con un flecha de Lollenda clavada en el brazo izquierdo. Algunas tejas se desprenden y el hombre cae pesadamente contra el suelo, desde varios metros. Veis a vuestra compañera elfa, que de repente se lleva la mano a la cabeza, como si sintiera un repentino dolor, que se le pasa rápido. Pero que os deja pasar una oportunidad de correr. 

De la puerta de la posada aparecen cinco hombres armados. Parece de la guardia, aunque es evidente que no lo son. Sus armas, desiguales, y sus uniformes roídos, así como partes de armadura incompletas denotan que quizás fueron de la guardia, pero que ya no lo son. El uniforme, o las partes del uniforme, parecen ser de Altdorf. El hombre que os vigilaba aparece tras ellos. 

-Matad a los ladrones, y a ese enano, pero dejad a la elfa viva.- Sonríe, mostrando una dentadura incompleta. -Puede servirme para algo, después de todo. Y encontrad a la maldita maga.- 

Mirando la situación, veo que estamos jodidos, pero una persecución no me "piace", son unos pocos mequetrefes y no creo que el enano quiera echar a correr, asi que me paro para ver toda la escena al completo.

-Wolf, Lollenda ¿como lo veis?- digo mientras afianzo con fuerza los pies en el suelo y empiezo a tocar mis armas casi disimuladamente, un disparo es una cosa, pero cara a cara, aun puedo discotir algo -me "piace" - digo con una sonrisa.