Partida Rol por web

- Aqui nos enviaron a buscar... - Comenta Wolf cuando se hace consciente de que se encuentran rodeados de soldados con pieles de lobo - Y algo me dice que la ausencia de los elfos es indicativo de que ellos ya han encontrado a Lollenda.  - Tuerce el gesto en una mueca de disgusto - Siendo tan sigilosos como son... Se la podrán llevar de aquí sin que nos demos cuenta, así que mas nos vale preguntarle a alguien por las tiendas de los heridos para dar con ella antes...

Sin esperar respuesta, detuvo al primero de los hombres que pasó cerca suya y le preguntó con toda la amabilidad de la que era capaz, y era capaz de mucha, sobre la localización de los sanadores. No quería parecerle amenazador o ansioso a un hombre con el aspecto de haber matado al antiguo dueño de la piel que lucía con sus propias y callosas manos.

- Estamos buscando a una amiga que fue encontrada en el campo de batalla, malherida... Nos separamos durante la batalla y por mas que hemos preguntado por ella, nadie parece haberla visto... Alta, rubia, ojos claros... - Añadió, evitando deliberadamente, indicar que era de rafa élfica.

El hombre al que Wolfgang detuvo parecía ir con prisas, y tanto él, como los otros tres que lo acompañaban se detuvieron mostrando malhumor, pero la respuesta que el bribón recibió no fué en modo alguno hostil, aunque sí breve y directa.

-Hay mucho moribundo en este lugar. Le dijo. Puede ser cualquiera. Pero si te refieres a la mujer que encontraron los hombres de Hathar, la encontrarás en sus tiendas. Por ahí. Señaló una calle creada por las tiendas.

El hombre no esperó a ningún agradecimiento, y reanudó la marcha.

- ¡La tenemos! - Exclamo Wolf con cierto alivio, cansado ya de dar tumbos por ese mar de tiendas y heridos - ¡Vamos, Álvaro, antes de que sea demasiado tarde! - Echó a andar en dirección a las tiendas que les había indicado el soldado, todo lo rápido que le permitía su pierna herida - ¡No me gustaría que nuestros... amigos... la encontraran antes que nosotros y se la llevaran sin decir nada!

Sintiendo como mis tacones tocaban mi culo, segui con prisa y sin pausa a Wolfgang, parecia un tesoro cada vez mas en nuestras manos y solo alcazaba a decir ocasionalmente -¡te sigo amigo! ¡te sigo!- con intención de que no se detuviera, intentaba levantar la cabeza ocasionalmente con intención de ver la mirada de alguno de nuestros amigos perdidos, pero no parecia que estuvieran por la zona.

A Álvaro no le costó mucho dar con sus "amigos", puesto que estos aparecieron frente a la pareja de hombres en cuanto Wolfgang puso rumbo al lugar objetivo, alentando a Álvaro a que lo siguiera con presteza.

El elfo varón apareció frente a ellos, de súbito y casi como por arte de magia, cuando doblaron otra calle de tiendas de campaña, cortándoles el paso con su siniestro aspecto encapuchado ensombrecido por las umbras proyectadas de las tiendas.

-Ya era hora de que la encontraráis, humanos. Dijo sécamente.

A su lado, la risueña elfa extendió dos espadas envainadas a Álvaro y Wolfgang, que los dos hombres reconocieron por haber estado antes en la golosa armería que se les había escapado de las manos.

-No les metas tanta presión Falathar. Le respondió a su compañero. Por bastante están pasando ya... Tomad, creo que ansiábais tener de nuevo aguijones ¿Verdad? Les dijo con una pícara sonrisa.

En ese momento con la boca medio habierta, se me desencajo mas aun al ver aquellas magnificas espadas, la verdad que me hubiera conformado con un cacho de palo en un último instante, pero es que mi estilo de lucha necesitaba como el comer dos armas, estaba deacuerdo en que Wolfgang era de correr por su vida hasta bomitar, pero a veces  no se podia hacer eso.

Dirigiendome a los Elfos -gracias de veras-digo mientras cogo un arma, quizas podria aun aprender mucho de esta viaja raza -Tenemos que buscar las tiendas de Hathar,¿o ya encontrasteis algo?- mientras dejaba la pregunta así en el aire, me cuide de guardar bien guardada el arma, quizas aquellos hombres que nos vieron merodear consiguieran entre tremenda turba de personas encontrarnos y denunciarnos.

-Dádselas a ella. Dijo el elfo sin alterar su imperturbable rostro. No comparto la idea.

El varón de aquella pareja de seres venidos de más allá del mar, se apartó de ellos hasta el extremo de la vía entre tiendas en la que estaban, deteniéndose al otro lado para echar un vistazo.

La mujer siguió con la mirada el recorrido de su compañero con una mirada desafiante.

-Aproveché la distracción que generasteis para hacerme con ellas. Se explicó. Tras vuestra marcha, todos los hombres de aquella tienda estaban más interesados en debatir sobre quienes érais, que en vigilar la armería que el afilador apartó al interior de la tienda.

Luego respondió a la pregunta de Álvaro.

-No sabemos hacia donde queréis ir. Os seguimos.

Mirando a Wolfgang con una media sonrisa, ahora no seria tan malo enfrentarse a lo que sea y la escusa de correr por no estar desarmado no valdria, aunque conociendo a Wolfgang bien sabia que iba ha hacer a la minima, como yo mismo si tenia oportunidad.

-No os preocupes, sabemos a donde ir estamos cerca ya vereis- digo con cierto tono alegre, aquellos elfos eran la perfecta imagen de la marcialidad aunque mas raros que una gallina de color rojo -nuevamente gracias- digo tocando el nuevo arma en mi cinto -ahora movamonos- mucha chachara y poco movimiento así no iba a salir el trabajo.

Wolf le guiña un ojo a la elfa, risueño, cuando coge el arma que le tiende.
- Solemos dar mucho que hablar a los desconocidos. - Dice, misterioso, ajustándose la espada al cinto  con poca maña y garbo. - Como ha dicho Álvaro, sabemos que Lollenda está en las tiendas de  Hathar. Fueron los suyos quienes la encontraron y quienes la estarán atendiendo en contra o no de su voluntad. - Se rascó la cabeza, distraído, mientras trataba de recordar quien era ese tal Hathar. - Así que a partir de aquí es cuestión de estar atento y poco más.

- Id revisando tiendas y el que primero la encuentre que avise a los demás.

-No sé quién es ese Hathar. Respondió Yuviel. Y será mejor que no os perdamos de vista.

La elfa lanzó una mirada a su compañero, y le hizo un gesto con la cabeza para que se acercara, algo que este hizo.

-Os seguiremos como antes, pero estaremos atentos. Ahora como ha dicho tu amigo, movámonos.

Con aquello los dos elfos parecieron dar por zanjada la conversación y esperaron a que los humanos reanudaran la búsqueda.

Abandonando el lugar en el que se toparon de frente con la pareja de elfos, Álvaro y Wolfgang retomaron la búsqueda de su compañera siguiendo la dirección mostrada por el último hombre al que habían preguntado por ella, y con los dos elfos detrás.

No había pérdida, y pronto alcanzaron la zona, marcada cláramente por las banderas y motivos de las tiendas, como perteneciente a miembros de alto rango de aquel ejército. Ni Álvaro, ni Wolfgang tenían mucha idea de los escalafones en la jerarquía de los Caballeros del Lobo Blanco, ni de su simbología cargada de motivos relacionados con los lobos, pero la evidente pomposidad de las tiendas de aquella zona, comparadas con las de otras áreas, lo dejaban bastante claro.

Ninguno de los integrantes del grupo pudo evitar sentir que todos los ojos que los veían pasar se fijaban en ellos, totálmente incongruentes en aquel entorno lleno de fornidos y barbudos hombres ataviados con pieles de lobos.

Repitiendo la rutina, Wolf detuvo a uno de los miembros del ejército del lobo, esta vez siendo mucho mas cuidadoso y midiendo mejor sus palabras así como ensayando una expresión mas serena y amable. Fuera de lugar era poco para describir como se encontraban allí, entre tanto soldado recio y barbudo y aunque el charlatán confiaba en sus capacidades, no estaba de mas ser precavido.

- Perdone que le interrumpa. Estamos buscando a una amiga que ha sido llevada a las tiendas de los hombres de Hathar. - Dijo con voz calma, yendo al grano como había visto que les gustaba a aquellas gentes. - ¿Sabe dónde podremos encontrarla? Seguramente estará siendo atendida por sanadores o cirujanos. La perdimos en mitad de la batalla y debe estar muy malherida. - Iba a empezar a dar detalles cuando se mordió la lengua. Menos es mas en esta ocasión, pensó para si mismo mientras esperaba una respuesta.

La verdad que me estaba cansando de ver pasar tiendas sin ningún resultado y aquel elfo me estaba pareciendo lo que a otro humano corriente llamaria "chuleria" pero la verdad que como no los entendia y me resultaban lejanos no importaba mucho, al menos aceptaban las ordenes sin rechistar y seguro echarian una mano en un momento dado.

Cuando llegamos a aquel enmarañado de tienda, algo me olio a chamusquina, no sabia como tratar a aquellos señores grandes, barbudos y pegados a unos imponentes sementales, pero antes de decir "esta boca es mia" ahí estaba Wolfgang ganandose el jornal, si almenos estuvieramos ganandonos algo, bueno si saber el paradero de nuestra amiga Lollenda en caso de que estuviera entera, pero con eso no se come. Así pensativo mire al hombre que Wolfgang interrogaba y simplemente asenti con la cabeza en espera de una respuesta y si Sigmar nos era propicio una respuesta que nos sirviera de algo en un destino inmediato.

-¡Ea! Exclamó el barbudo guerrero. Claro que lo sé. Hablas de la elfa. Hathar anduvo con ella de aquí para allá desde que se la encasquetó el Capitán Thirag. No sé mucho de ella, y tampoco es de mi incumbencia, ya tengo mis propios asuntos que atender en este matadero. Venid, os llevaré a donde Hathar para que habléis mejor con él.

El hombre era directo, y escueto en sus respuestas, como todos aquellos con los que allí habían tratado, pero amable a su manera y antes de proseguir su camino, no tuvo ningún inconveniente en acercarlos a una tienda, en la que un grupo de Caballeros del Lobo Blanco planificaban sobre pergaminos extendidos en una mesa.

Se acercó a uno de ellos interrumpiendo un acalorado debate sobre la repartición entre los malheridos de la escasa comida de la que disponían, y le presentó a Wolfgang y Álvaro, quienes habían visto de nuevo a los elfos ser capaces de pasar desapercibidos en la distancia, sin por ello perderlos de vista.

-Señor. Esta pareja de hombres pregunta por la exótica princesa que encontramos en el campo de batalla. Parece que la conocen.

-¿Ah sí? Preguntó dejando de lado el debate, sorprendido por la interrupción más que molesto.

El tal Hathar se quedó mirando fíjamente a los dos bribones, estudiándolos, analizándolos. De espesa barba como el resto de los hombres de la zona, y embutido en pieles de lobo, encajaba a la perfección en el arquetipo de Caballero del Lobo Blanco que conocían. Aquello parecía un club social de algún tipo más que una órden militar y clerical.

-De modo que conocéis a la elfa... Dijo mientras lo hacía. Algo en su mirada indicaba que estaba cabilando. ...Dadme una sorpresa y decidme que sois la pareja de amigos de la que me habló esa preciosidad.

Parecia que aquel hombre sabia mucho, muchisimo mas que nosotros casi como si estuviera advertido de nuestras presencia o llegada. Me sorprendio tambien que la llamara Princesa Lollenda, si claro una princesa yo pensaba que los elfos habian confundido alguna palabra, pero parece que nuestra querida amiga tenia muchos mas secretos de lo que nosotros esperabamos.

Mirando al hombre barbudo -En efecto- digo con cara seria y palabras firmes -llevamos buscandola un buen tiempo y nos han dicho que usted sabria su hubicación ¿realmente esta viva?-digo recordando por un instante la carniceria que producian los orkos a su paso- ¿podriamos verla? no esperaba que los sucios orkos dejaran nada a su paso, si es que usted me entiende- esa era su intención estos hombres ademas de valientes seguro que eran duros guerreros.

El tal Hathar se mesó la barba pensativo.

-Parecéis preocupados por ella, pero aunque ya me habéis encontrado, todavía no sé quien demonios sois vosotros para tener tanto interés en la elfa. Dijo por respuesta.

El hombre daba muestras de suspicacia con respecto a los dos bribones.

Wolf carraspeó y dio un paso al frente, poniéndose hombro con hombro con Álvaro y mirando al hosco barbudo con determinación y solemnidad.

- Pues no somos otros que el bravo Álvaro de la Mancha, espadachín letal y leal a los suyos e intrépido líder, maestro de la finta y la contra y artista del acero en combate; y el locuaz Wolfgang, ciudadano del mundo, cuya lengua, como ya habréis podido constatar, es mas afilada que su espada y cuya habilidad combativa se encuentra a millas de la vuestra o la de vuestros hombres. - Se presentó, haciendo gala de su verborrea mas inútil, incapaz de contenerse ni un segundo mas - Espadas de alquiler, para servirle a usted y a quién pueda pagar nuestro precio, que va acorde con los tiempos y nuestra valía, que no es poca. - Asintió y guardo un segundo de silencio, solo uno, para dar tiempo a Hathar de quedar abrumado por su retahíla de bravatas y falsa modestia - Y aquella a quien buscamos es Lollenda, la elfa arquera, el tercer vértice de nuestro triángulo de aventureros, nuestra mas querida y antigua amiga. Por la que hemos cruzado una marea de monstruos de piel verde, hemos nadado en aguas heladas y peligrosas, hemos recorrido bosque salvaje y a la que por fin, tras deambular de campamento en campamento, preguntando a ciegas a gente amable y no tanto, hemos dado en localizar aquí, entre su gente. - Tomó aire al tiempo que abría las palmas de las manos hacia arriba en señal de derrota - Y ahora que sabe quienes somos, ¿Tendrá la bondad de llevarnos con nuestra amiga? Estamos muy preocupados por su bienestar- Preguntó con genuina angustia, diciendo la que quizá fuera la única verdad contenida en todo su discurso.