Partida Rol por web

Maul se trago todo lo que queria decir y obecio las instrucciones del galeno, cuando le paso el trozo de madera, Maul lo miro un segundo, luego al galeno y luego a la madera otra vez para suspirar y agarrar el trozo de madera...

Curiosamente alguien con unos dientes parecidos a los suyos ya habia mordido esto antes si uno se fijaba en la clase de muescas que habia en la madera, ¿cuantos pobres desgraciados habian pasado por esta madera antes?..

Maul se quito el justillo de cuero y el color se la fue de la cara cuando la armdura era una de las pocas cosas que mantenia su cuerpo entero despues de la paliza que le habia dado el demonio...

Era hora de que lo recosieran por mucho que fuera a dolor..el dolor es parte de la curacion y cuando consiguiera agarrar al hechicero le iba a mostrar lo mucho que agradecia todo el dolor que le habia causado..oh, si, lo que le iba a hacer al jodido hechiero escalofriaria hasta a su demonio faldero..

Maul apreto los dientes y comenzo a rezar en su mente a modo de plegaria contra el dolor...

Katherina había sido bien atendida mientras esperaba, había podido limpiarse un poco también e incluso le habían servido una buena comida que, tras todo lo sucedido, le supo a "comida de dioses". No tuvo problema en pagar por todos los servicios prestados ya que el dinero provenía del maldito Thalber. De haber sido por ella aún seguirían mugrientos, hambrientos y malheridos... pues no tenía gran cosa aparte de su fé ciega.

Horas después vió aparecer a los dos hombres, bien limpios y con cierta sonrisa en el rostro, jactándose incluso de viejas peripecias. Pero ella se mantuvo seria, de su cabeza no podía borrar la sensación de que lo peor no había hecho más que empezar y que les esperaba un auténtico infierno si encontraban a ese practicante del Caos.

- Me alegro de verles de buen humor, no vendrá mal esa actitud de cara a lo que nos espera. - comentó cuando éstos callaron de repente.- Veo que las coronas han servido bien a nuestro propósito.

- ¡Lo mejor para preparar el alma de un guerrero para la batalla es preparar su cuerpo! - Exclamó Wolf de un excelente humor. Siempre parecía contento, aún cuando no lo estaba, pero después del baño y la comida estaba tan, tan bien que no parecía temer el destino que les esperaba más allá de las puertas del edificio de los galenos.

- ¡Centollos, amigo mío! ¡Y nécoras! ¿No crees que hubiera estado bien un par de langostas con un buen vino y mejor compañía? ¡Pues claro que si! - Se dejó arreglar la camisa por su viejo amigo, viendo a Katherina mortalmente seria por encima de su hombro. Esos religiosos y sus malditas caras serias. ¡Por cien coronas de oro! No se relajaban nunca! Con razón estaba siempre tan agriados y con esas miradas aviesas. Pena por la muchacha, pues hubiera estado bien hermosa en un escotado vestido de noche.

- Las coronas mueven el mundo, señora. - Casi sonó a desafío contra la fe, pero solo casi. Dónde Wolf era malo con las armas era bueno con las palabras y manejaba las entonaciones como Álvaro los hierros - Pero si hay algo que lo mantiene unido, es la palabra de un hombre agradecido. Y tiene mi palabra, y la de mi buen Álvaro, de que daremos todo lo que tenemos para llevar a buen puerto este trabajo nuestro. Porque aunque el dinero sea nuestra meta y lo que nos mueve, somos amantes ciudadanos del imperio y fieles devotos de Sigmar y no queremos que la corrupción manche nuestras adoradas tierras así nos tenga que ir la vida en ello. - Su mirada era dura y decidida. Si estaba actuando o no, era complicado de discernir - Porque un Imperio en guerra, de ciudades en llamas y campos anegados por la sangre de inocentes no es un Imperio en el que yo querría vivir.

Se recolocó su cinto de armas, palmeó la espalda de su amigo y señaló la puerta con el mentón.

- Si ya está todo pagado no hay más que hacer aquí. Vamos con nuestro intrépido contratante. El deber espera.

El galeno se puso a ello, y la intervención duró sus buenas 2 horas. El hombre cortaba, extendía ungüentos, limpiaba heridas, suturaba... Parecía que la agonía no iba a acabar nunca. Lo que estuvo claro es que no fue un buen rato para el paciente, que pese a su gran tamaño y notada resistencia había sufrido como el más pequeño. Esta clase de intervenciones tenían fama de ser extremadamente dolorosas, aunque si se buscaba algo más delicado, siempre se podía rezar Shallya y esperar a ver si había suerte.

El joven galeno que acompañaba al más mayor atendía diligente todo lo que iba solicitando su maestro, entregándole instrumental, y mirando con atención como se realizaban hasta las actividades más cotidianas para un galeno como eran suturar las heridas. Bueno, ya está... Comentó el maestro mientras envolvía los muchos zurcidos de Maul con vendas pulcramente limpias. Descanse joven, descanse. Le dijo al paciente mientras le quitaba la tablilla y le daba unas palmaditas en el hombro. Recomiendo que repose durante varios días, desde luego, y que no haga esfuerzos pues los puntos se podrían saltar. Por lo demás, si no se infectan las heridas, que no deberían, vivirá. Era un juicio alentador.

El grupo regresó al cuartel justo cuando los dos galenos que habían partido hacía allí terminaban de atender a Maul. El hombretón estaba pálido, pues había perdido bastante sangre durante el día y sus fuerzas se habían visto mermadas durante la tortura sanadora a la que le habían sometido. Wolfgang, y Álvaro entraron limpios y relucientes como un pincel, casi brillando. Katherina los seguía de cerca, se la veía algo más descansada, aunque ella no había disfrutado de los baños del lugar. No tenía mal aspecto pese a todo.

Que alegria, como una niña con traje nuevo un domingo de mercado así entraron los charlatanes, incluso con las armas gastadas y embotadas nada podia romper aquel maravilloso momento ya tendrian penas y lagrimas para rato, pero de momento eran unos rufianes que vivian el momento.

-A las buenas a todos- dije sin poder mirar de reojo a Thalber y al que no hubiera saludado si hubiera estado solo, pero realmente estaba fresco y descansado de una manera u otra -aquí llegan las tropas de refresco preparados para lo que haga falta ya sabeis- digo sacando mi arma con milimetrico cuidado y precisión -un poco de clin! un poco de clan! -digo ajitando el acero en el aire- y el imperio salvado aunque claro con esta arma no voy a llegar muy lejos, mire que descuidad apenas servira para cortar un poco de mantequilla si usted me entiende- que contrariedad, pero era la unida manera de llamar la atención del bobo de Thalber, una cosa era ir a matar a brujos oscuros de los cuales bien me iba a preveer buscando un buen amuleto en cuando tuviera la ocasión. Y otra intentar pincharlos con un arma que no aguantara el primer encontronazo de armas.

Dolor, mucho y constante, dicen que si duele es que era bueno, por que sino significa gangrena de modo que Maul apreto la madera entre los dientes y siguio rezando en su mente, que era el unico refugio que le quedaba ante la embestida de la "curacion" a los receptores de dolor de su cuerpo que ya estaban mas que maltrechos de por si por la sobrecarga de trabajo que tenian.

Solo ponerse la armadura de vuelta ya habia provocado algunos pinchazos en Maul que le hicieron palidecer aun mas, algo ya de por si bastante notable dada la perdida de sangre que ya habia tenido.

Maul aferro su martillo con los nudillos blancos y agradecio sus atenciones al galeno, su profesion era curar despues de todo.

Gracias herr doctor mascullo Maul entre dolores.

Thalber seguia alli y pronto se hizo presente la presencia del resto de los mercenarios junto a Frau Katherina, Maul espera que pronto pudieran acabar con el jodido brujo, tenia una cuenta de dolor que saldar con el cabron, una cuenta muy, muy larga.

Wolf asintió con entusiasmo al poco de "clin y de clan" que su intrépido líder ofreció a los inquisidores, quedándose en un segundo plano y dejando que fuera Álvaro el que tratara directamente con los muchachos de las antorchas y los rezos. No porque no quisiera aprovechar el momento para ponerse por las nubes como de costumbre e indicarle a Thalber que realmente necesitaban armas nuevas si pretendía que pudieran ser de ayuda en su batalla contra las fuerzas del caos, sino porque estaba tan a gusto después del baño y la comida que no quería que ese momento acabara antes de tiempo. Porque si, era la primera vez que descansaban desde la batalla contra los orcos y nos habían hecho más que caminar y caminar y caminar desde entonces, sucios, perdidos y hambrientos.

Lollenda tenía la misma cara de amargada que cuando estaba realmente hastiada con algo y parecía estar apunto de explotar. Un frágil y bello jarrón conteniendo kilos de polvora apunto de detonar. Se mantenía firme y serena en apariencia pero solo los que la conocían lo suficiente sabían que cuando movía su dedo indice de manera rítmica sobre su ante brazo al tener los mismos en cruz sobre su pecho, era una mala señal.

No dijo nada, no quiso decir nada, le asqueaba hablar con aquellos seres inferiores devotos y ciegos... solo Wolfgang y Alvaro eran de su agrado, o Hathar... pero estaba harta de aquellos de la inquisición... los salvajes inquisidores. 

Esperó que los hombres de poder hablaran y decidieran cual era su destino... estaba resignada, amargada... harta. 

El galeno terminó de limpiar su instrumental, y colocandolo con precisión en su estuche plegable, miró por encima del hombro a los presentes mientras preguntaba: ¿Alguien más a quien deba atender antes de que nos retiremos? Aun están a tiempo, si es necesario. La suma percibida era sustancial, y eso incluía un buen trabajo, pues pese a lo que se dijera de los galenos, sabían aplicar un trabajo justo por un precio justo.

Quizás... podría hacer algo conmigo... - dijo dando un  paso hacía delante - estoy bastante estable, pero sufrí graves heridas en la batalla - se estaba tragando su orgullo a cucharadas, pero Lollenda no era estúpida como otros podrían pensar. Su torso era la parte de su cuerpo que más herido estaba, pero la mayoría de las heridas que recibió eran internas, quizás el Galeno podría ayudarle.

Señores... requeriremos privacidad para la dama. Señaló el galeno mientras su ayudante hacía gestos para que los presentes salieran de la sala. Una vez solos el galeno y su ayudante volvieron a disponer la mesa donde habían intervenido a Maul, esta vez bien limpia tras haber recogido todo. El responsable de los remiendos, el hombre más mayor, habló a Lollenda con gesto curioso. Era probable que no hubiera atendido a muchos elfos en su vida, aunque bien era cierto que los órganos seguían están donde estaban en los humanos y había el mismo numero de cosas, en principio y según el lo que el sabía. Bueno, enséñeme sus heridas y dígame como se las ha hecho, si las ha intentado curar hasta el momento y lo que pueda ser relevante para ello. Se ajustó sus gafas con gesto solemne mientras sacaba un pergamino y un carboncillo y comenzaba a anotar.

Ya en privado, la elfa le narró todo lo que sufrió y lo que pudo ver de como fue atendida por los médicos de Hathar y los demás caballeros que cambiaron las tornas de la batalla

¡Oh dios mío! Que vulgaridad... No entiendo como alguien puede atender unas heridas de ese modo... Hay procedimientos, pautas. Muchas cosas que hacer. Sin más dilación hizo tenderse a la Elfa en el lugar que había ocupado Maul un rato antes. Era curioso como el olor ferroso de la sangre no acaba de desaparecer por mucho que se limpiase.

Ambos galenos se pusieron manos a la obra, y si bien las heridas de Lollenda no eran tan graves como las de Maul y llevaban un tiempo ya atendidas y curándose, si hubo que realizar ciertos “procedimientos” bastante dolorosos para la Elfa. Entre ellos cabe destacar que hubo que reabrir un par de cortes y purgarlos de la infección, para volver a cerrarlos de nuevo.

Así… muy bien… Está usted aguantando estupendamente jovencita. Declaraba el vetusto galeno desconociendo la edad de la Elfa y juzgando solo por su aspecto. La intervención, si se le puede llamar así, duró un largo rato, tras el cual Lollenda quedó envuelta en vendas en unos cuantos puntos, con un ligero mareo, y peor concepción de las practicas humanas si cabe.

Maul estaba palido y callado, bastante tenia con las heridas que le acababan de coser, no habia sido facil, ni tampoco indoloro pero tenia que admitir que el galeno sabia lo que se hacia, incluso las puntadas eran solidas, aunque sospechaba que la aguja era la misma con la que se cosian velas en el puerto...

Cosa curiosa la elfa tambien se ofrecio para que le fueran atendidas sus heridas...¿una elfa pidiendo ayuda a los humanos?, fuiesta nacional.

Mientras atendian a la reina de hielo, Maul se concentro en esperar y ver que decidian sus jefes con respecto a como continuar la caza.

¡Bueno! ¡Ya estamos todos lo más remendados posible! ¿No? Mucho me temo que lo de reposar tendrá que esperar, el mal nunca se toma vacaciones ni se siente agotado. Creo que alguien escribió un tratado sobre ello... O eso e oído. Comentó pensando en ello. Tomemos las armas y armaduras que nos ofrecen aquí y vayamos a recuperar los pertrecho de Lollenda, así de paso equiparemos a estos dos. Señaló a Wolfgang y a Alvaro mientras recuperaba la bolsa de oro que ahora se encontraba algo más ligera.

Se de un lugar... donde se venden artículos exóticos robados. La inquisición lo ha estado vigilando desde hacía algún tiempo. Puede que tus armas estén ahí, Lollenda. ¡En marcha! Thalber se encaminó hacia el patio exterior, el patio de armas, donde precisamente les esperaba con unos cuantos equipos típicos de la guardia y cuatro caballos

Maul se recoloco el martillo entre los hombros, deseando un trago mas que su vida pero por el momento solo el ansia de venganza lo mantenia en pie; primero habia muerto uno de los suyos, luego un jodido demonio los habia hecho pedazos a todos y luego habia sido cosido a base de maroma de barco.

No estaba siendo un buen dia.

Con un gruñido de aceptacion, Maul empezo a caminar siguiendo a su lider, era su deber y responsabilidad luchar por Sigmar y el Imperio y vaya que se tomaba en serio tales responsabilidades.

-Haya vamos- pense sin muchas ganas, aunque limpios de cuerpo sabiamos de sobra que a lo que nos enfrentabamos nos iba a dejar sucios en muy poco tiempo, en especial de mente y espiritu si le dabamos oportunidad a ello ya no teniamos una bruja de nuestro lado, bendito sea Sigmar! pero estaba claro que un grupo de guerreros como aquel iba a dar guerra si teniamos la oportunidad. -Ei! Wolfgang 3 contra 1 a que nos ensuciamos las ropas antes de la media noche- dije con media risa burlona, estos eran especialistas en ahondar en mierda de la mejor categoria, y nosotros ibamos como perrillos enclenques tras la pista de nuestros amos, maldita nuestra suerte. -ya sabes por eso de la Inquisición y esa mierda- dije sin extenderme demasiado, viendo la cara de alguno de los Inquisidores, añadi -con todo el respeto si ustedes me entienden- no era momento para entrar a discutir, pero buscar las armas de Lollenda iba a costar algo, la suerte así lo estimaba, lo que ocurria que aun no sabiamos que!
 

- ¿Tres contra uno? - Repitió Wolf, calculando para si mismo, frunciendo el ceño en el proceso - Ni por cien coronas apostaba en contra de eso. Esta noche acabamos de porquería hasta los ojos como que yo me llamo Wolfgang Amadeus Ehrlichmann. ¿No ves que está siendo nuestro sino? - Negó con la cabeza un par de veces, metiéndose las manos en los bolsillos del pantalón y siguiendo al resto, murmurando para si mismo - Si ya lo decía madre, que debería haber sido dramaturgo. ¡Con el don de palabra que tengo! Podría haber sido un gran actor. O un juglar. Y haber ido de pueblo en pueblo y de cama en cama durmiendo siempre caliente... pero no. Nooooo. Tenía que elegir la vida de aventurero. ¡Tendrás riquezas! Decían. ¡Tendrás fortuna! Decían. ¡Tendrás mujeres a pares!... Lo único que he tenido a pares han sido quebraderos de cabeza y días de mierda. Eso es. Días de mierda a pares... Uno con otro, sin descanso, desde que firmamos con aquella maldita bruja... - Se tomó un segundo para escupir un denso gargajo al suelo antes de seguir regalando a los oídos de los presentes con su descontrolada verborrea sin mas utilidad que la de silenciar la incomodidad y el miedo latente que sentía en el pecho por todo ese asunto de tener que pelear contra el caos y sus bestias.

- ¡Vayamos en pos de reliquias familiares! - Exclamó cuando Thalber dijo que sabía de un lugar dónde podría estar la herencia de Lollenda - ¡De reliquias reales nada menos! Y si nos piden un precio demasiado alto por ellas podemos hacer un poco de magia inquisitorial y requisarlas en nombre del bien y la justicia divina...