Partida Rol por web

Nicholi acepta vuestra petición y os pide que le acompañéis.

Por supuesto, segidme por favor.

El sacerdote os lleva de nuevo alrededor del tempo hasta la estancia principal. Una vez allí sube unas pequeñas escaleras tras el altar hacia un altillo. Se trata de la sacristía. Como cabía esperar, está todo ordenado y plucro. Nicholi señala diez cajas algo maltrechas con varios harapos y poco más de interés a simple vista.

Aquí están sus cosas. Dudo que haya nada mágico, estas personas hubieran cambiado cualquier objeto valioso por comida o herramientas útiles para su vida diaria.

No le gustaba que siguieran molestando al amable sacerdote, pero tenían razón en que tal vez, entre las cosas que los desparecidos habían dejado atrás, podrían encontrar alguna pista. Era un hilo fino del que tirar, uno que se podía escapar de entre sus dedos sin llegar a nada, pero era mejor que dar vueltas sin sentido en busca de algo que tal vez no se encontraba donde se creían, sino donde menos se esperaban. 

Así que acompañó al resto, silenciosa, hasta que Nicholi les llevó hasta las cajas que contenían las escasas pertenencias de aquellos que ya no estaban para reclamarlas. Suspiró; no le gustaba para nada rebuscar entre las ínfimas posesiones de unos pobres desdichados cuyo destino era incierto, pero si lo iban a hacer, prefería hacerlo rápido y con respeto.

– Gracias por todo esto hermano Nortoi – dijo con sinceridad.

Tras hacer en el aire frente a ella el símbolo de un rayo, emblema de su orden y su dios, se crujió el cuello y fue hasta la primera de las cajas para desempaquetarlas con calma, separando las cosas una a una en el suelo aunque sin demasiado ánimo.

Raff miró a Élise con curiosidad mientras revisaba el contenido de las caja. Suponía que estaba tratando de detectar cualquier cosa que fuera mágica, pero a pesar de haber visto a Hodrum hacerlo mil veces le llamó la atención.
—No sabía que los devotos podían utilizar esta clase de recursos. Todos los que conocí antes se limitaban a usar la magia para sanar a quienes les simpatizaban o para lanzar a la pira del "fuego divino" a quienes no — dijo el pícaro mientras trataba de ver por sobre el hombro de Élise lo que había en uno de los cajones, pero desde donde estaba solo veía un montón de tela—¿Y bién? ¿Hay algo interesante?

Miró a Raff mientras terminaba de vaciar la primera de cajas de pertenencias, levantando una ceja sin saber muy bien a que se refería. Tardó unos segundos en darse cuenta y sonreír, divertida ante el comentario. 

– ¿Qué? No, no. No estoy usando mis hechizos para descubrir si hay algún residuo mágico en estas cosas – afirmó poniéndose en pie y revisando lo que había dejado en el suelo; después rió entre dientes, un sonido suave y dulce –. Sólo estaba buscando a la vieja usanza, y la verdad es que podríais ayudar. Je, je.

Hodrum no sabía por donde empezar, no es que hubiesen muchas cosas pero tampoco tenía mucha idea de que buscar.

Se puso a rebuscar y mirar todos los objetos por si había algo extraño o que desentonase con todo lo demás.

-Compañeros si no encontramos nada que nos dé alguna pista intentaré localizar si hay algún objeto mágico, pero mientras os ayudaré a buscar - Aunque la verdad es que si localizaba algún objeto mágico tampoco sabría a quién pertenecía, tan solo podrían intentar averiguar como llegó el objeto a uno de los desaparecidos.

- Ya que estais todos, buscando no permaneceré impasible. Jajajaja se rie el druida.

- Ea, de ese monton ya me encargo yo. Barakanar empieza a revisar los objetos

Hasta que Barakanar prestó su ayuda, la búsqueda parecía totalmente en vano. Los montones se componen de ropa y mantas maltrechas y unas pocas herramientas de baja calidad, embotadas o cerca del colapso total.

El druida extrae de entre los harapos, un libro viejo, arrugado y desencuadernado. En su desgastada portada puede leerse cláramente Janson Parlens.

Cuando Nicholi lo ve en las manos de Barakanar se apresura a censurar su lectura:

Eso es privado, no creo que debamos leerlo. La intimidad de las personas debería ser un derecho.

Su tono es sosegado y conciliador a pesar de todo.

Hodrum se acercó a Barakanar para revisar el libro cuando habló el hermano Nortoi. No sabía porque se había puesto así, y esperaba que no fuese porque él tuviese algo que ver.

- Entiendo que sea una cosa íntima, pero en este caso si le ha ocurrido algo y alguíen por leer su libro puede ayudarle, no creo que le importe que lo miren. - Intentó pensar en algo que evitase al hermano Nortoi creer que era un delito - Quizas si tan solo leemos las tres últimas páginas podamos ver si este libro nos puede ayudar. Y si es el caso iremos retrocediendo página por página hasta que encontremos lo que necesitamos - Trató hacer de negociador lo mejor posible para que él no se sintiese mal por lo que debían hacer. Y aunque no le gustase la idea lo iban a leer de todas formas, al menos por encima hasta encontrar algo que les ayudase.

Hodrum prefirió evitar la acusación sobre si se estaba oponiendo porque tenía algo que ver. Había sido muy amable con ellos y tampoco habría ayudado a llegar a un acuerdo.

- Hermano Nortoi, dice serio el druida quizas la explicación la desaparición de estas personas se encuentre en estas paginas. Si los desaparecidos estan vivos o han sido llevados a algun lugar puede que en este diario este la respuesta.

Al escuchar a Hodrum asiente, Comenzaremos por el final,como ha propuesto Hodrum, pero comprenda que si hay algo en este libro podremos detener las desapariciones. Si no hay nada, le entregaré el libro para que lo custodie inmediatemente.

Asintió. Cuando se trataba de enfrentarse a un peligroso mal, los miramientos respecto a lo que era correcto y lo que no muchas veces carecían de importancia, y si en aquellas páginas podían encontrar la respuesta al problema que tenían entre manos, no había siquiera que pensar en sus opciones: sólo había una. 

– Lo siento hermano Nortoi, pero en este caso, debemos investigar este asunto a fondo, y eso incluye el diario del señor Parlens – miró al druida y al mago, haciendo un gesto para que continuaran, en parte para mostrar su apoyo y en parte por deferencia en honor al tacto y respeto del que habían hecho gala –. Empezad, por favor, en voz alta, pero saltaros aquello que sea irrelevante. No debemos indagar más de lo necesario.

Nicholi escucha vuestros argumentos tranquilo, serio y en silencio. De vez en cuando asiente con la cabeza en señal de entendimiento.

Comprendo- dice finalmente -. Por favor, sed respetuosos en cualquier caso.

El sacerdote aguarda atento a la lectura del diario que comenzáis a leer más o menos por el final.

Cuatro semanas antes de la desaparición escribió lo siguiente:

Nunca he visto a la Guardia de Greyhawk en esta parte de la ciudad. Sin embargo, anoche, bien después de la medianoche, oí una conmoción en la calle. Traté de ignorarlo, pero lo que estaba sucediendo era demasiado fuerte. Saqué la cabeza de esta cabaña y vi a cinco miembros de la Guardia conducidos por un hombre de pantalón negro, una camisa roja y una media capa negra. Estaban acusando a un pobre hombre de ser un carterista en la Ciudad Libre. Él negó todo lo que dijeron, pero ciertamente no estaban interesados en lo que tenía que decir, sólo querían hacer una detención. 
Después de media hora de este alboroto, los guardias se lo llevaron. Su líder sabía que la gente estaba mirando, y anunció en voz alta, "Ahora que sea una lección para todos ustedes. Sabemos dónde encontrarlos. Nadie aquí está por encima de la ley."
Pensé que la Guardia ignoraba este lugar. No puedo creer que hayan hecho tal paripé.

Tres semanas antes de la desaparición escribe lo siguiente:

Me preocupa algo que escuché anoche. Estaba dormido, pero juraría que escuché a una mujer gritar. Pensé que había oído ruidos y una voz de hombre, pero de repente todo quedó en silencio. Pensé que sólo estaba soñando, pero esta mañana, he oído que una de las chicas locales ha desaparecido. La he visto, su nombre es Mara, y tiene casi mi edad. ¿Quién se habría tomado tantas molestias como para secuestrarla? Nadie en Shacktown tiene dinero para pagar un rescate. Espero que esté bien.

Dos semanas antes de su desaparición:

Ha pasado una semana desde que Mara desapareció. Nadie la ha visto. Me preocupa lo que pudo haber ocurrido. Oí hoy que otra muchacha desapareció en la noche el día después de que Mara desapareciera. Sus amigos fueron a la Ciudadela, pero los oficiales se negaron a escuchar. Es curioso que vengan aquí por la noche para encontrar un carterista, pero no investigarán una desaparición.

Una semana antes de su desaparición:

Vi a un hombre extraño vagando por Las Barracas hoy. Nadie de la ciudad viene nunca aquí ... realmente no hay nada aquí, ni negocios, ni tiendas. Este tipo parecía estar buscando algo ... o alguien. Al pasar ante la gente, los observaba atentamente, como si intentara reconocer a alguien. También me miró a mí, y por un momento pensé que iba a decir algo, pero se alejó. Parecía conocer los caminos, pero nunca lo había visto antes.

No hay más entradas. 

Crees que el hombre de la primera entrada que habéis leído se trata de Nestor Morden

Intento ver si el diario me dice si las desapariciones son un dia concreto de la semana, por ejemplo los martes

Terminó de escuchar el relato que contenían aquellas páginas, y entrecerró los ojos; llevaba casi desde el inicio pensando, dándole vueltas, a algo que no terminaba de alcanzar a comprender, hasta que de repente, como un relámpago en su mente, llegó. 

– Ese hombre, el que dirigía a la guardia..., ¿no os resulta familiar? – se había fijado en él cuando le había tenido delante, era una costumbre, algo adquirido tras años persiguiendo a mucha gente; estaba segura de que era él –. ¿Por qué creéis que Nestor Morden vendría hasta aquí en persona para algo así? 

Lo que sus palabras insinuaban, pero no decían con claridad, era una grave acusación. Unir el nombre de alguien como él al del caso que trataban podía ser peligroso, pero en esos momentos, estaba convencida de que era lo necesario. 

– Creo que deberíamos volver a hacerle una visita. Debe explicarnos ciertas cosas, me temo. 

Esperaba no tener que recurrir a la violencia, no sería lo ideal ni lo sensato, pero aún así su mano toqueteó la empuñadura de su espada con nerviosismo. _^<<Las cosas nunca son fáciles_^>>, pensó, y algo la decía que tenía razón; eran demasiadas coincidencias que apuntaban hacia la guardia, y no era bueno.

Raff escuchó atento, pero a medida que avanzaba el relato, tenía la impresión de que no iba a decir nada util. El pobre tipo solo sabía que la gente estaba desapareciendo y solo agregó el detalle de que por lo menos en una de las desapariciones la guardia pudo estar involucrada. Por eso abrió los ojos como platos cuando Élise acusó al jefe de la guardia. Iba a hacer un comentario, pero se quedó mudo y con la boca abierta mientras comenzaba a recordar en más detalle la primer reunion con Nestor.
—Es cierto, ahora recuerdo que llevaba las mismas ropas que se describen aquí —dijo con un tono de asombro— ¿Cómo lo has recordado tan facil? En la vida hubiera yo unido las dos cosas —Luego su rostro adquirió un gesto más pensativo—. Hay que investigarlo, sin duda, pero recordemos que aquí ni tan siquiera se menciona el color de pelo. Es posible que sea alguien más disfrazado, pero en cualquier caso, saber si Nestor tiene rivales puede darnos otra pista.

Talasek se queda pensativo ante las palabras de Élise.

Parece que podría ser él por la descripción - dice atusándose la barba mientras deambula por la estancia pensativo -. Pero no tenemos absolutamente ninguna prueba contra él, al menos de momento. Si realmente se trata de Morden no podemos hacer nada todavía, tiene el control de la Guardia y demasiada influencia. Debemos seguir otras pistas y conseguir nuevas pruebas contra él.

Según las escenas que habéis vivido, Néstor y Talasek no se tienen gran estima, pero el paladín es muy cauto y no quiere meter la pata en caso de que todo esto sea cierto. 

En la Zona Quemada ha resurgido cierta actividad, salvo este lugar, no se me ocurre ningún otro sitio en toda la Ciudad para que cualquier siniestro movimiento pase desapercibido. Además hay un acceso a las alcantarillas por allí, quizá debería ser nuestro próximo paso.

Se encogió de hombros ante la sorpresa de Raff – pues realmente no podía explicar más que por la experiencia el porque era buena en aquello, simplemente lo era –, y luego asintió por la confirmación de Sir Talasek; estaba bastante segura, pero nunca estaba de más la confirmación de alguien que, a todas luces, había tratado más con aquél hombre. Por supuesto no todo lo que dijo la alegró, pero no puso objeciones a su manera de pensar. El paladín era carismático y sabio, conocía bien la ciudad y sus gentes, ella estaba allí por él, porque le confiaría su vida, y por tanto no puso pega alguna; si su amigo pensaba que no estaban preparados para enfrentarse a Lord Morden, seguramente tuviera razón, y en casos como aquellos había descubierto con el tiempo que las prisas propias de su juventud solían dar malos resultados cuando se trataba de la gente equivocada. Más de uno había estado a punto de escapar de su juicio por no pensar las cosas con frialdad, y no quería dejar que pasara de nuevo: algo la decía que sólo iban a tener una oportunidad con Néstor, y era mejor no desaprovecharla.

El comentario acerca del otro ruinoso barrio y su relación con el alcantarillado la hizo terminar de convencerse.

– A la Zona Quemada entonces – dijo finalmente con decisión, mientras miraba al seguidor de St. Cuthbert –. Si quiere podemos hacernos cargo nosotros, hemos descansado y no sabemos que encontraremos allí por la noche.

Luego miró a Nicholi y sonrió; aunque había alegría en su rostro, también cierta pizca de vergüenza.

– Muchas gracias por todo, hermano Nortoi. Le dejaremos ya para que pueda seguir su vida, y espero que sepa que ha servido a una buena causa con mucha valentía. Gracias – mantuvo el silencio, un momento fugaz en el que aprovechó para desviar la atención del sacerdote al libro y de este de nuevo al clérigo –. Sin embargo, debo pedirle que no ponga objeciones a que nos quedemos el diario. Estará en buenas manos y no lo leeremos, pero puede que tarde o temprano lo necesitemos para desentrañar esta pérfida trama que asola la ciudad. Espero que lo comprenda.

- Mnnn, de hecho cuadra de una manera bastante clara. Los cambios extraños en las guardias solo pueden ser ordenados por un Guarda de alto rango. Quien mejor que nuestro amigo el irascible barbudo.

Escucha en silencio la recomendacion de Ser Talasek y asiente. - Solo tenemos una evidencia circunstancial, necesitamos más pistas. Si la zona quemada puede tener algun hilo de la madeja más debemos ir a inspeccionarlo.

Al ver que Elise de Sable se despide afectuosamente, el druida simplemente mueve la mano en señal de despedida, los formalismos no le han gustado nunca mucho

- Yo iba a comentar de ir a ver el cámbio de los guardias para comprobar si Nestor estaba implicado, ya que no podemos acusarlo sin pruebas y menos aun ir a acusarlo en el edificio de los guardias -

Hodrum meditó sobre las palabras de Talasek - Tampoco perdemos nada por ir a investigar en las alcantarillas. Por suerte disponemos del plano de estas, así que deberíamos buscar alguna zona que puedan utilizar para salir o desde donde puedan venir. - Algo no le cuadraba en ello, si lo utilizaban para salir de la ciudad ¿donde irian?, a no ser que lo utilizasen para desplazarse desde la Gran Ciudadela hasta cualquier otra parte de la ciudad siempre y cuando fuesen los culpables de las desapariciones la guardia de la ciudad.

- Solo tenemos una opción. Bajar e intentar seguir el rastro de la gente que haya utilizado las alcantarillas, y comprobar si hay rastro de forcejeos. - Decidió guardarse sus preguntas ya que no creía que fuesen a servir de ayuda, y el tiempo ahora mismo era un bién escaso.