Miro primero a Rhiann - Pienso igual que tú, señora. Deberíamos acercarnos sin más, para no dar lugar a mal entendidos. Sin embargo - Señalo a Samuel para dejar claro que mis palabras se derivan de las conclusiones del Norteño - también estoy de acuerdo en que debemos extremar la prudencia, pues podría tratarse de una emboscada.
-Puede ser, pero yo no voy a tomar una decisión a ciegas. No conozco el terreno, ni a sus gentes, ni sus costumbres. Y mientras aquí el "experto" -digo con una mirada torcida hacia Wendell- no comparta su sabiduría, yo prefiero mantener nuestro pellejo a salvo.
El gnomo se vuelve contrariado hacia Samuel.
- Estoy harto de tus suspicacias e ironías, comienza a hablar mientras apunta con un dedo al humano, yo sólo tenía que traerlos hasta aquí y no puedo saber todo lo que ocurre en el mundo. Si no te gusta vete y no molestes más
No me aplaco y le replico con igual tono, pero sin alzar la voz.
-¡Pues menudo guía! ¿No sabes quiénes viven por aquí? ¿Cómo se portan con los extranjeros? Vendría bien saber si es gente pacífica, con la que se pueda hablar, o si son de los de "dispara primero y pregunta después"... ¡Algo tendrás que saber!
- No tengo que saber nada ni darte explicaciones: trabajas para mí o te vas, punto
El gnomo está en un estado que no le habíais visto en todo este tiempo, parece que muy quemado de los contantes comentarios del ereño.
Mi rostro se tiñe de un rojo más intenso que el de mis cabellos. Con paso decidido me abalanzo hacia el gnomo y me inclino sobre él amenazadoramente. Hablo con la mandíbula tensa, conteniendo apenas la ira.
-Trabajo contigo -le espeto recalcando mucho esa palabra -no para ti. Los Orin no somos vasallos de nadie. Que te quede eso muy claro, pequeño.
El gnomo da un paso atrás cuando el ereño se abalanza sobre él.
- Estás fuera, vuelve por donde has venido o muere miserablemente como puedas; tu vida con la Resistencia termina aquí
Ahora soy yo el que retrocede. Me pongo erguido, pero con la mirada aún dura. Parezco dispuesto a irme, incluso lanzo una mirada a mi equipaje, pero tras pensarlo niego firmemente con la cabeza.
-No, de eso nada. Irme ahora sería de cobardes y una villanía. No voy a abandonar a mis compañeros aquí, a las puertas de una tierra desconocida y, tal vez, con enemigos merodeando. Dije que os protegería con mi espada y yo cumplo mi palabra. No -repito con convicción- yo me quedo. Cuando esto termine y estemos "a salvo" en Riesgo de Baden, ya hablaremos de mi futuro en la Resistencia.
Para bien y para mal, el honor parece ser el punto débil de Samuel.
El gnomo aprovecha para dar un paso hacia Samuel.
- La supervivencia de la Resistencia depende de la confianza entre sus miembros, la lealtad, el espíritu de sacrificio y el acatamiento de las misiones que se encomiendan sin cuestionarlas.
Vuelve a apuntar al ereño con el dedo como si lo estuviera regañando.
- Tú no estás dispuesto a confiar en nadie, tus lealtades están con tu apellido, tu espíritu de sacrificio es un honor empecinado que te llevará a una muerte sin sentido y está claro que no estás dispuesto a realizar misiones a no ser que se te den todo lujo de detalles que al ser capturado valdrían para que eliminaran a más miembros de la Resistencia. Lo siento pero así no puedes seguir con nosotros.
El elfo se interpone entre el gnomo y el humano.
- Viene alguien, dice mientras señala con la cabeza la figura de un ¿enano? que baja por el sendero de enfrente y llega hasta el puente de piedra que cruza el río que parte del lago.
Me giro inmediatamente en la dirección que señala el elfo. Echo un vistazo a la figura, probablemente el enano que esperaba Wendell, pero sobre todo examino los alrededores por si vuelvo a ver a los merodeadores.
Observo en silencio y presto atención al intercambio de acusaciones y reproches entre Samuel y Wendell. - La verdad es que el gnomo lleva razón. Hay demasiado orgullo y desconfianza en el noble Samuel. No solo es posible que lo acaben matando por algún tonto motivo, sino que es posible que nos pusiera en peligro a los demás a consecuencia de su orgullo y susentido del honor, a veces fuera de lugar.
La advertencia de Bayal me saca de mis meditaciones. Tenso el cuero de mi honda con una piedra preparada para disparar en caso de necesidad y miro a mi alrededor tratando de anticiparme a una posible emboscada en el caso de que esta acontezca.
- Preparaos por si acaso. Aunque no esperemos combate, es mejor estar prevenidos.
El enano procede de donde se escondían los otros
- Tomemos medidas por si acaso.
Coge su arco y apunta al enano.
" Maese elfo no creo que la medida más diplomática para iniciar una conversación sea dirigir un arma letal hacia nuestro futuro contertulio, podría dar lugar a malos entendidos "
El enano está a punto de cruzar el puente, a una distancia de unos 15 metros de donde estáis vosotros.
Un humanoide bajito aparece por detrás de unas rocas por donde se escondieron antes con un arco apuntando hacia vosotros
Me adelanto un par de pasos y alzo la voz hacia el enano que está a punto de cruzar el puente
- No tenemos intención de entablar combate con vosotros. Estamos buscando a Dukin Durgis ¿Sois alguno de vosotros?
El enano se para y os mira:
- ¿Qué queréis para ese tal Dunkin?