Partida Rol por web

Salís de la taberna, con la tranquilidad de quien no tiene prisa, y camináis por la plaza hasta llegar a las puertas que la separan del distrito mercantil. Ya no quedaban Rantanos en la plaza, la orden se había disuelto. Karcos te fue señalando los sitios más importantes de la ciudad, tras algunos años viviendo en ella, sabía mucho de los callejones y callejuelas que salían de la calle principal del distrito mercantil.

Al girar la segunda calle desde la entrada oeste de la ciudad a partir de la calle principal nos encontramos con una visión de belleza esmerada élfica, una pared de piedra exquisitamente tallada, que alberga dibujos realistas, impregnados en la piedra, con formas élficas cazando un ciervo, que parece salirse de la pared. Os encontráis entonces ante la hoja cantarina, una forja élfica, donde se trata el metal y sobre todo la madera.

En la hoja Cantarina se encuentran los mejores aceros élficos, que normalmente para encontrarlos habría que viajar hasta las tierras de los elfos, y los mejores arcos. Es pues común ver a humanos, dentro de las fronteras de Nigthshade, un humano con un Gran Arco elfico. Su mayor inyección de dinero es la venta de flechas, de todo tipo, son famosas sus flechas adormecedoras, pero casi cualquier conjuro puede ser impregnado en una flecha.

Mienior es el maestro artesano que crea esas piezas de arte echas para la guerra, y en una situación normal se valdría por sí mismo, pero es tal la petición de flechas mágicas, por su bajo precio, que la fragua tiene su propio mago, Ptherios Dranor, un famoso mago, situado entre los más poderosos del reino de Amn.

Akeelah tocó el grabado con las manos-Es un trabajo increible -dijo con verdadera admiración, luego se acercó a la puerta algo nerviosa, no había conocido nunca a magos que no fueran de su familia. Y sobre todo está nerviosa porque el nombre del mago que le dijo Karcos le sonaba, y teniendo en cuenta la distancia a la que estaba su hogar, eso tenía que significar algo, aunque no recordará exactamente el porque. Akeelah abrió la puerta con seguridad y entró con Karcos.

Por dentro la tienda no cambiaba de estética, los grabados eran algo realmente hermoso ante los ojos de los humanos, como la mayoría del arte elfo. En el mostrador había un hombre, elfo, con una melena ligeramente ondulada. - Saludos Karcos... - hizo una pequeña para pensar - supongo que vendrás a por más virotes para esa obra de arte que tienes por ballesta... hace poco nos trajeron un boceto para hacer ballestas de repetición como la tuya: no te puedes imaginar cuán compleja maquinaria es la que llevas encima... Tecnología punta gnoma.

Pero... ¿qué digo?, disculpad, mi señora, estoy tan absorto en la fabricación de ballestas de repetición que no me había percatado de vuestra belleza. Saludos, soy Mienior. - Parecía realmente ilusionado con su nueva adquisición. ¿Qué puedo ofreceros?

Que Shapas te conceda sus bendiciones, mi nombre es Akeelah, estoy encantada de visitar un establecimiento tan hermoso, aunque mi visita sea por motivos comerciales. Akeelah era sincera y educada, aunque su mirada siempre reflejaba cierto aire de superioridad, más que por verdadero sentimiento , por fuerza de la costumbre, como gran parte de la realeza.- Aunque mi campo es la magia, creo conveniente llevar una Ballesta para la empresa a la que acompañare al señor Karcos, no está de más ser precavida, nunca me las he visto con esas bestias llamadas Gnoll, el señor karcos ma ha aconsejado su tienda

Y bien que ha echo, para arcos y ballestas no hay nadie mejor en la ciudad ¿Qué te gustaría? Tengo ballestas pesadas, ligeras, de mano, mágicas y simples, de la mejor calidad o un diseño más simple... Eso si no prefieres un arco, nuestra verdadera especialidad. . Mientras decía el repertorio de ballestas te mostraba algunas que tenía colgadas en la pared tras el mostrador

Prepárame dos carcajs de veinte virotes normales, y uno de diez de buena calidad... y trata bien a mi compañera, voy a las bodegas a por algo de vino para el camino- El cazador salió por la puerta y la abrió mientras miró hacia atrás. - Volveré enseguida. - Sus botas hacían un sonido casi metálico al tocar el suelo, sin duda eran botas con punta y suela de acero, revestido con caucho.

Akeelah estaba sobrecogida ante tantas occiones, para ella aquel mundo era desconocido, siempre había pensado que todas las ballestas eran iguales.-no se, espero usarla sólo unos días, puede que ni la utilice, es más bien por pura precaución , por poderoso que sea, los conjuros de un mago no son ilimitado. Akeelah miro las diferentes ballestas indecisa -supongo que una que no pese demasiado y que dispare. Dijo dejando claro que no sabía sobre el tema.

Entonces algo superior a esto sería innecesario - dijo descolgando una ballesta ligera - versátil, fácil de manejar y inflige un gran daño. Ésta cuesta treinta y cinco monedas de oro, con ella te doy un pequeño carcaj de diez virotes. Uno de veinte cuesta dos monedas de oro. Si quieres algún virote de mejor calidad, cada uno cuestan siete monedas de oro.

Akeelah cogió la Ballesta y la sopeso, luego asintió satisfecha.Estoy segura de su eficacia, y creo que además me llevaré 20 virotes más luego miro en diferentes direcciones Karcos me dijo que en este su establecimiento había un mago, si fuera posible me gustaría hablar con el, he llegado hoy desde muy lejos y nunca he hablado con un mago de otras tierras diferentes a mi amado Telan

Aquí tienes - dice dejándote un carcaj de diez virotes y uno de veinte, más ancho que habías pagado, treinta virotes en total - Supongo que te referirás a Pterios Dranor... ahora no está aquí, solo trabaja aquí por la mañana, si quieres puedo decirle que has venido a verle, y cualquier día te lo encontrarás aquí de buena mañana...

Aunque creo recordar que hoy, antes de irse habló con un hombre viejo, pero cuando me acerqué le ofreció volver a verse en... las cinco escobas, o las cinco espadas... un nombre así... tu compañero es famoso por ser hombre de tabernas, pregúntale, y seguramente allí le encontrarás.

Lleva túnica y sombrero de ala ancha, ambos rojos.

El cazarrecompensas no tardó en volver, las bodegas estaban cerca y estaba ya acostumbrado a comprar para saber qué vino era el mejor para unos días de camino y quizá unos días en la villa. Empujó la puerta con el codo, mirando hacia atrás, saludando con un gesto de cabeza a alguien que pasaba por la calle. - Hola de nuevo, ya tengo el vino - dijo dando un golpecito a la mochila. - ¿Ya tienes los carcajs? - Puso una bolsa bien llena sobre el mostrador - Setenta monedas por las diez de buena calidad, y dos por los carcajs normales.

No importa, puede que en otra ocasión, sólo quería satisfacer mi curiosidad - Deje 37 monedas de oro encima del mostrador, y mire Karcos He acabado con la ballesta, me gustaria comprar una pocion con la que curar mis heridas en caso de necesidad, no confio demasiado en que el sanador del grupo quiera curarme si me pasa algo. Después de todo el "sanador" me había amenazado sin que le hubiera hecho nada.

Despues te dejare tranquilo, supongo que en la tabena podran prepararme comida adecuada para el viaje cogí mis compras y espere paciente a Karcos, con aquel porte que me caracterizaba.

Conozco un mercader que suele vender pociones de todo tipo, donde suelo ir yo a comprar, supongo que a éstas horas habrá cerrado, pero si vas con intención de comprar y le enseñas una pesada bolsa no tendrá problema en abrirte. Se trata de Aldorf, uno de los mayores conocedores, después de los grandes magos, de las artes arcanas y divinas. - Abrió la puerta y salió tras de ti, caminando por la calle de los mercaderes hasta que perdisteis dónde se encontraba la forja y visteis una casucha de piedra, nada del otro mundo, con un pequeño cartel en el que había dibujado una poción y un papiro enrollado. - Aldorf, los pueblerinos le llaman el alquimista loco, y aunque de vez en cuando le patinan las ideas, no es mal tipo. Te tengo que dejar sola con él, está anocheciendo y otros asuntos me reclaman. Suerte con él. - Hizo una leve reverencia, quitándose el sombrero, se dio la espalda y caminó por la calle principal, de vuelta por donde habíais venido.

Gracias por guiarme por la ciudad, que shapas te proteja me despedí, luego me di media vuelta y llame a la puerta.

¿Pero quién diablos llama a mi puerta? - Un gnomo, con un curioso aspecto abre la puerta, iluminando fuera con un vial de fuego de alquimista que agita para formar pequeñas llamas - Oh, ¡Pero qué mujer más fea!... pasa, pasa, aquí los feos son bienvenidos. - Lanza el bote de fuego de alquimista a la calle, lejos de la puerta, que estalla en una esfera de fuego, por suerte, no hay nadie en la calle: el fuego se consume al lado de otras marcas de fuego en la misma calle.

Puedo ofrecerte algo de beber ¿Sangre de Troll? ¿Veneno de gusano púrpura?... no, ya nadie bebe de esas cosas, no está ¿Cómo se dice? de moda...

"fea!!" Akeelah sabía que había muchas mujeres más guapas que ella, pero de ahí a ser fea, había un abismo, así que el enfado de Akeelah hizo que un conjuro de fuego acudiera a su mente, no obstante, se controló lo suficiente para no quemar aquella tienda. Como te atreves a llamarme fea, tu, pequeño medio pelo, tienes suerte de que no queme esto hasta los cimiento, nadie te ha enseñado modales!!? Akeelah entró siguiendo al gnomo realmente enfadada.

Oh, usted perdone... la reina de los trolls es orgullosa con su aspecto y no le gusta que le llamen fea. Estás en casa de un alquimista, todo aquí es a prueba de fuego, rayos, agua, y toda clase de magia. Nadie sabe lo que puede salir de una poción desafortunada, ni el mismísimo dragón Argress podría quemar ésto. - El gnomo se adentra en su casa, escudriñando en la oscuridad hasta encender una lámpara que ilumina toda la estancia. - Y ahora dime ¿Qué diablos quiere su majestad?

"Reina de los trolls!!!" Akeelah pronunció las palabras de un conjuro de "grasa", y lo enfocó justo debajo del Gnomo.

El gnomo se cae de culo al suelo, no se esperaba un conjuro por tu parte. - Más te vale que luego limpies eso, ¡Qué guarrada!... Dioses, pero qué asco... no me extraña que los dioses te confirieran un rostro de tal fealdad.

Akeelah se había arrepentido de haber lanzado el conjuro tan pronto lo había lanzado, por sabes rebajado tanto, se estaba acercando al Gnomo para ayudarle cuando este le volvió a insultar, y cambio de idea, que se las arreglará sólo hasta que desapareciera el conjuro. parece que todo en este edificio no es a prueva de magia, deberias agradecermelo ,rebolcarte en eso sera lo mas cercano a banarte que has hecho en años, señor rey de los cerdos. Cuando hayas acabado de divertirte, puedes darme una poción de curar heridas