Partida Rol por web

Un soldado de don Antxon abre la puerta de la habitación.

- ¿Que diantres sucede aquí?- dice mientras recorre con su mirada toda la sala. Acto seguido desenvaina su espada y se pone en guardia.

-¡CRISPÍN, VE, Y HABLA CON LA GUARDIA DEL CONDE!-

Al percibir qu'entraban en la habitación, volvíme con la vista, casi de reojo, et ví allí el peligro. Empero que era el momento álgido donde la verdad, las más veces, hace acto de presencia, pues es valerosa y justa si sabe tratarse. En estando el joven conde en el suelo, piséle la mano, et los dedos, et no quise hacer mucho esfuerzo por eso de que pudiera volver a cazar et agarrar espada.

¡¡CONFESAD!! -grité a Txomín-. ¡Decid quién mató al recaudador! ¡Fuiste vos! ¡CONFESAD, FUTURO CONDE, QUE LA PACIENCIA ES VIRTUD PERO EL DOLOR ES BUEN RECURSO! ¡HABLAD DE UNA VEZ! ¡Matásteis al recaudador por algún motivo, en vuestro beneficio o en perjuicio de don Jaime! ¡Empero que hablad! ¡O los nudillos os dolerán más que si el diablo vos reventara mil llagas que tuviérais!

Pisábale cada vez más, et mi hacha seguía en mi mano (para no perder "bocado" en la afrenta que se nos avecinaba).

Roberto blande su cayado y arrea un topetazo en la cocorota al soldado que está de espaldas.

Crispín se va echando chispas en busca del Conde.

Manecho, aprovechando el desconcierto del miliciano, agarra el bastón y haciendo un círculo en el aire, le asesta un "cocorotazo" que lo deja inconsciente".

El soldado cae en redondo, inconsciente. Txomin palidece malherido, sentado en el suelo, se recuesta hacia atrás y presiona la herida con sus manos. Don Antxon permanece acurrucado en la esquina.

Suben por la escalera, Crispín, Don Jaime, y dos soldados.

- Sígame señor conde, mi señor tiene algo importarle que enseñarle. Apresúrese.- dice Crispín a don Jaime.

Me dirijo a don Antxón, ¡HABLAD! sólo así le ahorraréis sufrimiento al vuestro hijo. ¿por qué lo hicísteis? Lo digo blandiendo la espada apuntando a su hijo. ¡Escribid una confesión por escrito et acabemos con esto! Echo un vistazo rápido, sin quitar ojo al marqués et hijo, por si hubiera materiales para escribir en la sala.

Don Jaime, entra en la habitación, tratando de no pisar al soldado inconsciente. Detras de él un soldado observa desde el pasillo.

- ¿Que sucede aquí? ¿A qué se debe esta reyerta? ¡Envainen sus espadas!

-Son ellos los sicarios que mataron a Don Isaac, han pretendido matarnos a nosotros, y luego irían a por usted, téngalo por seguro.

Don Jaime Ariza, fiel valedero del mio ahora favor por habernos dejado entrar en la vuestra casa, comed vuestra comida et dormir en bajo el vuestro techo. Que jamás podré olvidar aqueste bien que vos nos ha aportado. Empero que tiene al diablo en la suya casa, en forma de hombre... ¡Et hélo ahí! -señalé a Txomín, el hijo del conde de Tolosa-. Padre et hijo, conde et heredero, han pedido de la piedad de todos nos, aquí presente, para no darles muerte. Et pronto hiciéramosla de no ser por la noble sangre que ostentan et por no hacerle mal al honor de la suya muerte. Si cualesquier otros rufianer fueran, durmiendo andábanse ya con el Maligno. Et puede creerse, don Jaime, aque aquestos dos, por el pensamiento del de Tolosa et por el brazo y fuerza de su hijo, han dado muerte al recaudador de Su Majestad en la suya casa.

Entonces me alcé el hacha y me lo coloqué en la espalda.

Et que no miento, que no por mentir híceme mi piel como de la escama para aguantar cualquier embiste enemigo en mi puesto de alcaide de mi buen don Ximén, señor de Curves; por lo cual aquí hállanse los culpables que les digo. No sólo tenemos prueba concreta, sino también oída, así como clemencia del señor conde para embarazar a otros hombres a los que culparle el cargo... Sin duda, acciones infames llena de vileza y de deshonra, por muy señores condes que ostentan...

Di unos pasos hacia don Jaime, y le miré seriamente a la cara.

Don Jaime, háblele vos directamente a su amigo el conde de Tolosa, et pídale que no vos mienta, pues afrenta grave es hacerlo en estando en vuestra propia casa. Si le mira a los ojos, sabrá que fue él, aunque sus palabras lo nieguen. Et no creo que lo hagan pues bien podría poner filo en lengua, manos o cabeza si ahora faltarme de la verdad fuérame a mi persona et a la de los míos, que tan sólo íbamos a ver devotamente a la madre de Cristo en la Cueva....

-Señor Conde, no es asunto mío meterme en disputas  y mucho menos si la cuita es entre prohombres y cosas de armas, pero cuando es el honor y la justicia que es lo que como hijos de Dios nos iguala, he de deciros que sopeseis todas todas las pisibilidades, en lo que a este asunto os concierne, pero que antes que nada tengaís en cuenta estas cuestiones...

De primeras , me atrevo a preguntaros.. Si según el Conde de Tolosa, aquí presente , nosotros somos los ejecutores de todo cuanto aquí ha sucedido... ¿porqué mi criado habría recorrido la casa para ir a buscaros?-¿a caso la espada de su hijo aquí vencido es menos diestra que la de los hombres que han guardado la puerta de la casa? Aquí hay tres hombres batidos,y  creamé señor Conde , que de ser impios o maliciosos o desleales, nos habríamos ido nada más que el judio fuera muriera y sin esperar a que nadie nos sometiera con la fuerza de las armas.

Además Sabed , señor Conde que igual que me concedisteis crédito para velar por cuantos aqui estuviera en peligro de percance, chanza o enfermedad no hubieran sido esos los métodos con los que hubiera injuriado ni asesinado a nadie, pues a un buen médico le bastan sus artes para dar buena cuenta... o mala de quien se lo proponga. Eso en cuanto a mí y por ende , mi criado, que es quien os avisó y en cuanto a mis compañeros , os constará que han tenido oportunidades de abandonar la casa en algún momento, y por lealtad y buen hacer nunca lo hicieron sólo con él fin de que las cosas y aparecieran los culpables como así diría, lo han hecho-(

(Lanzo una mirada inquisitiva al hijo del marqués, que me recuerda al hombre nada más se cometiera el crimen).

-No señor, no os confunda el miedo de este asesino falaz. que sólo ha empleado sus armas para imponer su voluntad en en esta casa , le primera para saldar sus deudas y la secunda para acallar al que clamado la verdad sólo con la palabra...-

Envaino la espada cuando llega el conde. De ser nos los asesinos ya estarías vos et el vuestro hijo muertos marqués, et a buen seguro que non habríamos echo llamar al conde para ver en que depara todo este asunto.

 Aquestos omnes tenían un motivo para dar muerte a don Isaac, et era que este no les concedía el aplazamiento, en viendose en tal situación decidieron matarlo et cargaros el muerto a vos, logrando de este modo salir bien parados et puede que se olvidase el tema de los dineros que se debían estando el recaudador muerto et la vuesa cabeza en la picota.

 Preguntad do se hallaba el hijo del marqués durante el asesinato, indagar sobre el chaleco et confiar en nuestra palabra. Que ha fin de cuentas somos omnes de Dios,et si no os vale, dar fe al mio habito et a la cruz de gules que porto que son referencias mas que sobradas. Si no os valiese pedir referencias a la mia orden de mi et vieres vos que non soy omne dado a decir  mentiras.

Non tengo mas que descir, obrar con justicia