Partida Rol por web

Es una mañana calurosa de verano, una docena de alumnos, dos profesores y un conductor se encuentran en un autobus rumbo a una excursión cultural.

Estaba sentado al final del vehículo, en la ventanilla derecha de este; tenía la pierna izquierda sobre los dos asientos contiguos, para asegurarme de que ningún "matao" pretendiese sentarse a mi lado a darme conversación.

Había abierto el pequeño ventanuco de la cristalera del autobús escolar y fumaba un cigarrillo en pequeñas caladas, asegurándome de que los estirados de los profesores no me pillaban, en el suelo, al lado de mi pie derecho, descansaba mi mochila; con la cremallera del bolsillo interior abierta y la petaca a mano. Sonrío tras dar un largo calo al cigarro y miro por la ventana distraído. Iba a ser un día divertido.

Maldición, deberíamos estar jugando al ahorcado...

Las tradiciones están para cumplirse, cuando has acabado los exámenes y quedan unos días de clase, se pasan como se pueden, y el ahorcado es la tradición número uno, estamos en clase, el profesor cubre sus horas, todos nos pasamos notas y fuera.

Pues la culpa la tiene ese dichoso examen de historia... tan difícil, no entiendes cómo alguien pudo aprobarlo...

Pero bueno, al menos eso no impedirá que vayas a la Universidad, ya que si haces esta excursión y entregas un mísero trabajo te apróbarán la asignatura... tus padres ni se enterarán...

Doce alumnos del instituto Redfield en un autobus, junto con sus profesores Mr. Threebanks y Ms. Derriere, todo parece normal...

Se había intentado sentar al final del autobús, en el lado opuesto de Vance, pero el humo se le metía en los ojos y le molestaba. No entendía como los profesores hacían la vista gorda... Se movío dos asientos más adelante, y apoyó la cabeza en la ventanilla.

Llevaba el pelo rojo recogido en un moño, pero se le escapaban mechones por todas partes. Agradecía el sol que entraba por la ventana, aunque sabía que luego le saldrían aun más pecas. Se recogió la falda larga y subió las piernas al asiento de al lado. Sacó una libreta de la mochila y se puso a dibujar, intentando que nadie le viera. Le daba vergüenza que la observaran, tal vez porque estaba acostumbrada a que nadie lo hiciera y si se salían de la costumbre se sentía incómoda. Empezó a dibujar un duende y a pensar en lo que haría cuando volviera a casa, tenía tan pocas ganas de hacer esa excursión...

 "¿Por qué yo? ¡¿Por qué yo?!" lloriqueo interiormente con la cabeza echada hacia atrás en el asiento del autobús, aproximadamente en el centro de éste, y mirando por la ventanilla de reojo. Soy la única de mis amigas que ha cateado Historia, así que aquí estoy, yo solita con otra gente con la que no tengo tanta confianza. Ni siquiera me he fijado en quién se ha sentado a mi lado; me he puesto un auricular en la oreja y a disfrutar del paseillo campestre.

Bufo y vuelvo a sentarme bien, recogiendo una pierna en el asiento y pillando mi mochila de debajo para sacar mi libreta, en cuya espiral había enganchado un puntafina. Ayer comencé a escribir una carta para mi amiga por correspondencia de Canadá, así que debería seguir a ello. Abro la libreta, la apoyo en mi rodilla y sigo contándole lo que me dijo mi psicólogo ayer sobre la excursión de hoy.

Aunque desde fuera no lo parezca, estoy muy cómoda. Además, sabiendo que tocaba excursión, me he recogido la melena en una coleta alta y me he puesto unos pantalones ajustados marrones de tela flexible (la Cosmo dice que se vuelven a poner de moda los ochenta) y una camisa a cuadros larga con un cinturón. Que vaya cómoda no quiere decir que no vaya mona, ¿no?

Comienzo a tararear por lo bajo la canción que suena ahora en mi reproductor de música, estirando el cuello un poco para ver qué hace el resto de gente.

Me había quitado la cazadora de cuero, que apoyé en el respaldo de mis dos asientos "extra", sonreí al ver a la pelirroja irse del final del bus apartando el humo con su mano y cara de incordio. Mantuve el cigarrillo entre mis labios, exhalando el humo en dirección al ventanuco superior de la ventana que había abierto, acaricié la punta de acero de una de mis botas; al parecer me había hecho una muesca en el cuero cambiando de marcha con la moto. Era algo que tenía que pasar, pero esperaba que tardasen mas tiempo en estropearse, las había comprado hace solo dos semanas; gracias a aquel negociete que había salido de puta madre.

Recorrí con la mirada el autobús, quitando el cigarro de mi boca con la diestra y apoyando la zurda en el respaldo del asiento contiguo. Examiné a mis compañeros de clase, los que habíamos cateado...

Además de la pelirroja con cara angelical - aunque luego esas resultaban ser las peores, estaban las dos animadoras, la rubia "tonta" que solo se interesaba de su aspecto y de ser admirada por el resto - Anne, creo que se llama - y la lunática de su amiga, con tatuajes y piercings, la verdad es que esa niña me pone...
El tal Andrew, que no acierto a entender como cojones ha podido suspender, siempre leyendo y empollando... La pijilla que el primer día de instituto, le saludó con un "empanadilla" y nunca más le ha vuelto a hablar - ni a mirar siquiera - que se llama Casey o algo así. Y seis primos mas que ni siquiera me había molestado en conocer o recordar sus nombres.

Apagué la colilla bajo el asiento y, cuando Threebanks dejó de mirar hacia atrás, lo lancé por la ventanilla como un misil. Dí un pequeño trago de la petaca que volví a ocultar en la chaqueta y decidí entretenerme con un poco de conversa...

- Ts. - chisté a la pelirroja que era la mas cercana - ¿Que haces?

Me había levantado dos horas antes para arreglarme para la excursión porque una no puede dejar de ir fantabulosa vaya donde vaya, el centro comercial o una interesfétida excursión escolar con a saber qué gentuza... Menos mal que Izzie había cateado también el exámen o esto iba a ser aún más horrible de lo esperable. Nada más subir en el autobús escolar, respiro hondo e intento no tocar ninguno de esos asientos pringosos. Mi cabello rubio y ondulado luce totalmente fabulous bajo los rayos del Sol, como puro oro. Sonrío encantadoramente y camino por el pasillo, con sumo cuidado, ya que no quiero que mis sandalias doradas se ensucien con cualquier guarrada que haya en el suelo del vehiculo.

"Pfff porque no podíamos ir en coche? Ferguss tiene un coche rápido, un descapotable, y está más limpio que esto... Aparte de unos buenos músculos, claro. De cualquier modo, habría sido mejor que... esto!" protesto mentalmente. Estoy acostumbrada a que los chicos del equipo de rugby o de bascket me lleven a la escuela, al centro comercial, a casa... bueno, a cualquier sitio que necesite. No pueden pedir que alguien como yo, con mi popularidad, vaya a ninguna parte sentada en un sitio como... este!

Busco con la mirada a Izzie pero no la consigo encontrar. Llega tarde. Como siempre. "Como me deje tirada porque se haya quedado dormida, juro que la mato! Y desde luego su enana sindicalista será degollada por mi asesina elfica con doble personalidad!". Más protestas mentales.

Veo una pequeña niebla de humo de tabaco al fondo de todo. Enarco una ceja. O. Si, el James Dean de la escuela, por supuesto, como no iba a estar él aquí? Vuelvo a tratar de respirar hondo para no ponerme a chillar como una histérica ante tanto horror anti-glamouroso cuando veo a la pelirroja y a la tímida borderline.

"Vale, definitivamente esto va a ser un día muy duro...".

-Buenos días! Hace buen día para una estupi- me paro al ver a los profesores demasiado cerca y rectifico -Magnifica excursión- les digo al trío estrambótico del fondo.

Finalmente, sin tocar nada con mis manos que pueda rozarme ni siquiera mis preciosas uñas pintadas de verde decoradas con margaritas minusculas, a juego con mi blusa verde y mis pantalones shorts blancos, consigo sentarme en el asiento menos roñoso que consigo encontrar, en el lado contrario al de la pelirroja (Keks) y la otra rubia (Casey). Dejo mi bolso mochila de verde oscuro estampado con florecitas y calaveritas de color verde más claro en el asiento de al lado para guardarle el sitio a Izzie.

Y justo cuando parece que ya no queda nadie por subir al autobús, una figura menuda y con cara de tener demasiada energía que gastar sube de un salto los escalones que separan el autobús del exterior.

- ¡A LA MONTAÑAAAAAAA!

Izzie Morgan. Cómo no.

Cualquiera diría que está medio loca, y acertaría de lleno. Al fin y al cabo su entrada espectacular incluye brazos en alto, pose de diva y una actitud de lo más adecuada para un concierto de rock. Lo malo es que no está en uno de ellos, por lo que el profesor Threebanks le dedica una de sus tantas miradas homicidas que hace que Izzie adopte una posición típicamente asqueada, mueca incluida.

- Joder, qué muermos -murmura mientras avanza por el pasillo.

Se fija en los pringaos que hay por ahí sentados, pensando en que son todos una panda de idiotas. Pero no te preocupes, Izzie, se dice a si misma; tú te montas la fiesta con Annie y punto pelota. Lleva lo necesario: muchas ganas de hacer el idiota y pocas de escuchar a esos tutores a los que normalmente les atribuye el rol de chupa-almas sin fondo. O eso suele decir cuando están ella y Annie en clase, pues a veces el garabatear cosas en el margen de los cuadernos llega a aburrirla. Y hablando de Annie, acaba de verla al lado de la irlandesa cutre (¿irlandesa? ¿Será realmente irlandesa? Porque tiene pinta, la cabrona. Vaya pelo que tiene), la rubia antisocial y el macarrilla cutre de turno.

- ¡Rubiaaaa! -grita, corriendo hacia el sitio que le ha guardado y tirándose sobre ella, haciendo caso omiso de la mochila de su mejor amiga. Se cuelga de su cuello y, con una sonrisa de oreja a oreja, le planta un sonoro beso en la comisura de los labios-. Joder, tía, creía que no llegaba -confiesa, separándose lo suficiente como para poder verla-. Aunque bueno, por el panorama...

Alza una ceja, haciendo alarde de lo frikis que cree que son sus compañeros de viaje cultural. O, bueno, viaje infernal. Al fin y al cabo contrasta bastante con ellos, aunque lo que más se vea sea la ropa: pantalones vaqueros cortos, un top blanco que le hizo su propia abuela (bendito ganchillo) y unas zapatillas viejas que puede ensuciar.

Se gira para ver a los que tiene enfrente, y alcanza a escuchar como el adolescente rebelde de turno se interesa por la irlandesa con un "qué haces". Es ese el momento en el que Izzie Morgan ve su oportunidad para meter las narices en la conversación, que viene a ser una de sus especialidades.

- ¡Pues pasar de ti, gilipollas! -le suelta, para después girarse nuevamente hacia Annie- Que más que intimidar, da penilla -comenta con sorna, riéndose por lo bajini después-. Vaya pintillas nos lleva el amigo.

Suspiré al recibir aquella contestación por parte de la enana probablemente adicta a la cafeína, recostándome en el asiento de nuevo con una mueca de mosqueo.

- Habló la que lleva pintas de chuparla por 5 pavos... - murmuré para mi apretando la mandíbula - Zorra...

Volví a perder la vista en el paisaje que se veía tras la ventanilla, golpeando con dos dedos el respaldo del asiento a mi izquierda, con ritmo de batería.

Respiro aliviada cuando veo subir gritando como una loca a Izzie. Menos mal... Aunque pisa mi bolso y casi me estrangula en su abrazo, le devuelvo el achuchón y el beso cariñoso. La dejo que se aposente en el sitio que le he guardado hasta que oigo la respuesta del fumetas colgado. Izzie y yo nos conocemos desde niñas, es mi osita crazy no puedo permitir que semejante tipejo se meta sin más con ella y la llame puta barata. Me levanto, apoyando una rodilla en el asiento.

-A ti no te la chuparia ni por 100 pavos, seguro que tienes hasta ladillas. Izzie sólo es Mi putilla barata. Si no eres capaz de decir nada bonito a una mujer, mejor cortartela, fracasado intento de James Dean- contesto al ataque de Miller.

-O mejor aún, porque no te vas a meterte un chute y nos dejas al resto disfrutar del día?- finalizo, con una sonrisa tan encantadora como cínica.

- ¡Wow! - grité sorprendido por el ataque de la diva rubia - Si tienes capacidad de formar frases... ¿O has pasado la noche pensando que decir? - sonreí guiñando un ojo de manera descarada a la animadora - Yo me lavo a diario, cosa que tu amiga seguramente no haga... Y tras haberse follado a medio instituto, seguramente sea ella la que tenga una venérea... - extraje un cigarrillo y lo encendí con el zippo, echando el humo de la primera calada a la cara de la chica - No pagaría 100 pavos ni por montármelo con las dos a la vez. Y os iba a encantar lo que os haría. - termine por decir ignorando el resto de las payasadas que me decía con un gesto despectivo de mi mano.

- ¡Pues a ti te va a encantar lo que te va a hacer mi puño, subnormal!

Eso es lo que Izzie Morgan grita antes de levantarse de un salto e intentar tirarse sobre Vance Miller con intención de dejarlo hecho un Cristo. No es consciente de que el chaval es mucho más alto que ella, más mayor y, por supuesto, más fuerte. Pero da igual, pues Izzie está convencida de que puede con él y de que le va a dar una lección. Por suerte, no lo consigue: Annie es lo suficientemente rápida como para cogerla de la cintura y sostenerla. Al fin y al cabo también es mucho más alta y más fuerte que la enana remolona.

- ¡Suéltame, Annie, que le voy a pegar la venérea a base de hostias! -afirma, haciendo uso de una de las frases que suele utilizar en las partidas de rol cuando al personaje de Annie le da por intentar protegerla. Al fin y al cabo, ¿por qué un mounstro no puede ser derrotado con una mandolina?- ¡Que puedo con él! -vuelve a replicar, intentando zafarse de la rubia.

-PANDILLA DE ANIMALES, QUEDÁOS QUIETOS DE UNA MALDITA VEZ- ois perder la compostura a alguien que no suele hacerlo, vuestro profesor de historia.

-¿Es que creéis que esto es un viaje de recreo?, es vuestra última oportunidad de llegar a la universidad, una oportunidad que muchos de vosotros no merecéis-

Cuando el profesor vuelve al asiento delantero que comparte con su compañera de biología, oís una voz desde unos asientos más para adelante.

-Luego si queréis podéis daros a gusto, nosotros os cubrimos...-

-Si, hasta podemos montar unas apuestas...- dice su compañero de asiento.

Aaron y Washington son dos gamberros que por fortuna o desgracia, comparte autobus con vosotros, sin embargo son más de trastadas infantiles que cosas más serias como drogas y alcohol, les quedan dos o tres años para el crack y los tapacubos. O siendo optimistas un taller de carretera.

Me quedo mirando al James Dean de pacotilla (Miller), de hecho le sostengo la mirada y la sonrisa incluso cuando me echa el humo a la cara. Tengo un padre hippy, que se cree que me va a hacer un maldito cigarillo cuando la casa entera apesta a incienso ( y a lo que no es incienso ) cuando se junta con sus amigos, los vecinos, los padres de John y de Jack, para montar sus fiestas a lo Woodstock... Así que ni siquiera hago el gesto de debilidad de aparta el humo con la mano o de toser, me aguanto. Y por hacer eso casi se me escapa Izzie de entre las manos, pero consigo atraparla a tiempo. Me llevo un golpe en la rodilla al tener que esquivar los asientos para atraparla...

-No, nena no, que tal si nos calmamos y nos sentamos Izzie-bear?- le digo, mientras la sujeto, la aparto de Miller y la atraigo hacia nuestros asientos. La obligo a sentarse, le peino su bonito pelo oscuro y luego con una sonrisa dulce me acerco a nuestro macarra sin modales (Miller) y le doy un puñetazo en la nariz rápidamente, antes de que nos detengan los profesores.

-Ni en tus mejores sueños, asshole- le susurro, con dulzura, sonriente.

Mientras hay un atisbo de pelea entre Vance y la pareja de animadoras Annie-Izzie. Delante de Elizabeth se han sentado dos de sus más acérrimas detractoras, Linda y Vivian que siempre la están acosando para que las enseñe cosas místicas y mierdas similares.

No ayuda mucho que sean dos gótiquillas sin la más mínima autoestima y que se ríen y se asustan de todo.

Al principio no hace caso de Threebanks, porque ya son demasiados meses pasando de él, pero termina por hacerle caso a Annie y dejarse acunar por ella. Se cruza de brazos y pone morritos, ya que el factor drama siempre está presente en la morena, pero al menos de ha tranquilizado; algo es algo. Aún así, escucha con mucha atención lo que Wash y Aaron Banks dicen, unos asientos más adelante. Oh, apuestas. Oh, dinero. ¡Oh, el día se ilumina!

Izzie alza una ceja y se inclina hacia delante, apoyándose en el respaldo del asiento que tiene enfrente. Dibuja una sonrisilla maliciosa y les guiña un ojo a los dos amigos, más cómplice que con otra intención. Por desgracia ahora mismo no puede negociar con ellos, pero sí que puede meterse con el idiota que se ha metido con ella. Así que, con naturalidad, se gira hacia él y sonríe con la misma dulzura que Annie. Eso sí, le dedica un bonito gesto con el dedo corazón, lanzándole después un beso al aire.

Los dos últimos chavales que completan el cuadro son dos chicos latinos que están sentados detrás de los profesores durmiendo, probablemente de la borrachera de anoche.