Partida Rol por web

 Dove abrió la puerta del almacén. Llevaba un par de trapos y cuerdas. Se acercó a los bandidos.

- Las leyes son las leyes, -hablo, no sin pesar, como recitando un discurso aprendido- os dimos la oportunidad de iros con la conciencia limpia, allá vosotros y que Erastil os guarde. La ley es la ley, sin ella, no somos más que bestias sin alma.

Les puso una capucha a cada uno de los bandidos, los ató de pies (dejando la cuerda suficiente para que pudieran andar) y manos  y los llevo hasta la entrada del puesto.

Undbar había esperado para ver la reacción de sus compañeros, pero por fin estalló.
- ¡Alto, hermanos! - Bramó, brazos extendidos y manos abiertas, en ademán de detener a Dove. - No voy a permitir esto, lo siento. Dudo mucho que tú, hermano Dove, de corazón puro y generoso, vayas a consumar este acto; más aún, ninguno de nosotros tiene el derecho de ejercer esta pena, la pena máxima, de una manera tan fría y despiadada.
Undbar echó mano de su símbolo sagrado, esgrimiéndolo mientras juraba solemnemente:
- Juro por Erastil que me ocuparé de estas desdichadas criaturas, que en el pasado tan mal juicio tuvieron; porque si no creyera en el perdón y en las segundas oportunidades, ni yo mismo existiría... y tú, ante todo, hermano, eres un servidor del bien, no de la justicia ciega y cruel. - Y miró fijamente a Dove, como llegando casi al fondo de su alma.

Caleb miraba sorprendido al resto de sus compañeros, parecia que le costaba entender que estaba pasando con Undbar.

 - escuchame bien - dijo pausadamente, intentando hacer que el clerigo reacionara- estos hombres son ladrones y asesinos. La ley dicta claramente que tenemos que hacer con ellos, somos representantes de la ley aqui. Asi lo dictan los señores de la espada de Restov, obrando por orden del mismisimo Regente del Trono de la Escama del Dragón. - Caleb , lentamente, saco una de las cartas que os habian dado en Restov - dejame leerte algo "El portador de esta carta deberá también oponerse al bandidaje y otros comportamientos ilícitos que encontrara. El castigo por bandidaje impenitente continúa siendo, como siempre ha sido, ejecución por espada o soga. Así ha sido testificado en este vigésimo cuarto día de Calistril, bajo la atenta mirada del Señorío de Restov y autoridad concedida por Lord Noleski Surtova, actual Regente del trono de la Escama del Dragón." Undbar, si no te gustaba este trabajo, no haberlo aceptado, pero a esto nos comprometimos, a castigar y a limpiar estas tierras de bandidos.

Caleb espero unos instantes a ver si Undbar lograba entrar en razon...

 -Undbar - dijo pausadamente Dove, mientras miraba de reojo a los prisioneros- He jurado defender la ley, y la ley está clara. No es cuestión de lo que uno siente, sino lo que debe hacer. La ley y los dioses, siempre estarán por encima de nosotros.

Dove se acerca al semiorco, posa su mano en su hombre, le mira fijamente a los ojos, y le habla muy bajo, casi en susurro.

 - A mi me gusta tanto como a ti, amigo, pero no tenemos otra opción que seguir las leyes.

Undbar le devolvió la mirada con tristeza, directamente a los ojos.
- Hermano, una ley que no es humana no merece la pena ser seguida... dime, compañero... ¿qué pesa más en ti, tu corazón o una ley dictada por pomposos leguleyos que nunca mirarán a los ojos a los que se ejecuta? - Y dicho esto, señaló a los bultos que eran los bandidos.

Undbar, después de decir algo a Dove, habló en voz alta.
- Hermano Caleb, yo no acepté venir aquí para masacrar y asesinar; vine para expandir la civilización, para domeñar estas tierras salvajes y que fueran parajes pacíficos y prósperos. - Cruzó sus gruesos y peludos brazos sobre su pecho. - Además, ¿qué somos, perros de presa, sin intelecto ni discernimiento, o seres con la capacidad de razonar y saber aplicar las leyes? ¿Váis a ser siempre tan estrictos, tan rígidos? ¿Lo seréis cuando estéis en medio del bosque, perdidos, rodeados de nieve y alimañas?

Caleb estaba parado delante de Undbar.

- Creo que nuestras ordenes estan claras, quizas tu has venido aqui con otra idea, pero nosotros somos hombres de Restov - dijo mostrando de nuevo la carta - Puñal, Dove y yo estamos deacuerdo en que hay que hacer cumplir la ley, a Sandael no quiere tomar parte en esta discursion... somos mas los que venimos a impartir justicia - el caballero hizo una pausa- Ellos no hubieran sido tan condescendientes con Oleg y su mujer - dijo apretando los dientes - sabian a lo que se enfrentaban actuando como bandidos. Pues bien, ha llegado la hora de hacer justicia con uno de ellos - y comenzo a andar  hacia el preso que debian colgar esquivando a Undbar.

Tras esquivar al semiorco, Caleb cogio al bandido que menos habia querido colaborar y, apunta de espada le subio hasta la empalizada, donde estaba preparada la soga. Ninguno de sus compañeros consideraba al caballero un muchacho vengativo, pero si que intentaba aplicar la justicia cuando se daba el caso. Finalmente, Caleb dijo:

- Que tu dios te rescate de la oscuridad - dijo el caballero arrojando al bandido por la empalizada. Un sonoro crujido daba a entender que su muerte habia sido rapida, su cuello no habia aguantado el tiron, Caleb lo certifico asomandose y diciendo - Así ha sido juzgado - esa era la frase que normalmente se repetia en juicios y ajusticiamientos, buscando con ella la aprobacion de Abadar.

Previously, in Kingmaker...

La justicia había entrado en el Puesto Comercial de Oleg como un elefante en una cacharrería. Primero, los enviados de Restov apresaron a dos de los bandidos que "recaudaban" impuestos a los Leveton. Entonces los encerraron mientras decidían qué hacer con ellos; pero no decidieron qué hacer con ellos y prefirieron volver al almacén donde se encontraban presos y discutirlo delante de los reos. Tras considerar liberarlos y a la vez amenazar con torturarles y matarlos, se les ocurrió que podrían dejar vivo a sólo uno de los bandidos y perdonar la vida a aquel que les condujera a su campamento. Uno confesó por miedo a morir. Entonces Dove decidió colgarlos a los dos, pero Undbar le interrumpió. Votaron, y decidieron colgarles a los dos, puesto que eso era lo que dictaban las leyes de Restov. Caleb, irónicamente el más joven de los explroadores, fue el único que dio un paso al frente y, amparándose en la ley y la justicia, ahorcó sólo a uno de los bandidos mientras el otro, todavía con una capucha cubriéndole la cabeza y las manos atadas a la espalda, esperaba que llegara su momento, ignorando que las implacables leyes de los Señores de la espada sólo se habían aplicado a su compañero.

Y ahí estaban todos, delante del cuerpo sin vida que se balanceaba en la empalizada, con Oleg pensando si había hecho bien en confiar su seguridad y la de su esposa a aquellas personas tan desorganizadas, y un bandido encapuchado convencido de que sería el siguiente en morir.

Sandael observó la ejecución con una mueca de espanto, sabía que sus compañeros estaban decididos a colgar a los bandidos, pero esperaba poder ausentarse de la misma.

-'Decidíos de una vez sobre lo que vaís a hacer, yo como os he dicho no quiero estar presente. Undbar, vámonos, ya hemos dejado claro nuestra posición y ellos la suya. Y ellos son mayoría'.- Sandael se dirigió a la casa del puesto comercial, donde se encontraba Svetlana, para acompañar a la preocupada mujer.

La cara de Undbar mostraba claramente su disgusto y asco ante el extraño adorno que ahora colgaba del puesto comercial.
- Me repito, mis aguerridos caballeros - puntuó estas últimas palabras con un claro sarcasmo -, espero que vuestra adherencia a vuestra ley sea siempre tan estricta... y si no, ahí estaré yo para recordarlo; no quiero saber nada más de este asunto, ni de lo que hagáis con el que queda. Me desentiendo por completo.
Y dicho esto, se dirigió a la casa principal.

-Bueno, las cosas se ponen serias, ya era hora. Gracias por encargaros del trabajo sucio, joven Caleb -Amendil procuraba no posar la vista sobre el cadáver, comprendía la necesidad de castigar a los malhechores pero no por eso iba a deleitarse en el espectáculo-. Bastante tiempo hemos perdido ya, y se me están entumeciendo las manos; saquemos toda la información que podamos de este desdichado -dijo, señalando al bandido que quedaba con vida-, y empecemos a planear cómo vamos a librar a nuestros amables huéspedes del resto de esta gentuza. 

 - Última oportunidad para irte con la conciencia limpia, canalla -dijo Dove mientras desenvainaba la espada y se dirigía al último de los bandidos-.

-Vamos, vamos, dale unos minutos para recuperarse, seguro que está dispuesto a ayudarnos, ahora que sabe que podemos ponernos serios, si decide no cooperar.

Caleb se interpuso entre Dove y el bandido aterrorizado, sujetando la mano del paladin.

- Ha dicho que nos ayudaria - dijo mirando fijamente a Dove - no se que mas quereis que haga el hombre. Le he dado mi palabra de que si nos ayuda y nos da toda la informacion que le pidamos le dejariamos libre.

A continuacion cogio al bandido y lo volvio a llevar al almacen donde habian estado apresados el y su compañero.

Cuando se aseguro de haber cerrado, volvio con el resto de los compañeros que todavia estaban alli y les pregunto, lejos de oidos indiscretos.

- ¿cual va a ser exactamente el plan a seguir? - dijo con curiosidad - ¿preguntar al reo cuandtos bandidos deben quedar en el campamento? ¿hacer que nos guie hasta el? - hizo una pausa antes de decir la siguiente frase, con tan poco enfasis que quedaba claro que era la opcion que menos le gutaba - ¿o esperarles aqui a jugar con la posibilidad de que vuelvan por sus compañeros "desaparecidos"?