Partida Rol por web

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Lunar, 5 de Pharast de 4.710. Noche.

Los últimos rayos de sol se apagaron mientras los asaltantes se acercaban al puesto ocultándose entre los matorrales. Era difícil saber con seguridad cuántos eran

Lunar, 5 de Pharast de 4.710. Noche.

El sol se puso en el cinturón verde y los bandidos aprovecharon la oscuridad como sólo ellos eran capaces de hacerlo. Las voces y gritos procedentes del puesto os indicaron que habías sido descubiertos por sus actuales ocupantes. Kressle le hizo un gesto a Radu y otro a otro bandido. Un grupo de cinco se adelantó, dirigiéndose frontalmente hacia las grandes puertasd e madera. Radu se fue hacia la derecha, desapareciendo tras la pared este de la empalizada, mientras que Kressle y Puñal se dirigieron hacia la pared oeste. Así Puñal condujo a la mujer a la parte trasera del puesto, donde ella enganchó un garfio atado a una cuerda y le invitó a trepar.

Kressle no podía creerlo. El temible ladrón era un mal trepador. Agarrando la cuerda con ambas manos subió a lo alto de la empalizada con la facilidad del que va caminando por un camino bien empedrado. Una vez arriba, Puñal se enroscó la cuerda y la mujer tuvo que tirar con fuerza para conseguir que llegara junto a ella.

El ladrón se tomó un pequeño respiro ante tamaño esfuerzo mientras la mujer le señalaba a una arquera que, al otro lado de la empalizada, junto a las puertas, apuntaba con un arco a los bandidos que se acercaban al puesto comercial. -Vamos.- susurró.- Primero ella.- Y comenzó a moverse sigilosamente tras Puñal en dirección a la que parecía Sandael, si sus sentidos no le engañaban. 

-Preparaos para luchar, no vienen muchos esta vez, son sólo cinco. ¡No os dejeis rodear!- Dijo Sandael antes de asomarse, preparandose para disparar.

Gottfried escuchó las palabras de Sandael, sorprendido por el hecho de que se aproximaran tan solo algunos de los bandidos, en lugar de montar un ataque en fuerza- Si vienen desarmados, deberíamos darles una oportunidad de dialogar, pero antes asegurémonos de que no nos están rodeando -Indicó con la cimitarra las otras cuatro paredes del puesto fronterizo a los dos aventureros de sangre elfa-.  Sandael, Neaniver, ¿podéis verificar que estos cinco son los únicos que vienen?

-No veo aproximarse a ninguno, pero si he visto que alguno se iba hacia los laterales. Podrían intentar sorprendernos por detras o por los lados. Si escuchais o veis algo sospechoso por detras, avisad e intentaré encargarme yo.

La flecha se clava en la espalda de Sandael, que grita más por la sorpresa que por el dolor. Puñal se mete inmediatamente en el establo, arropado por la oscuridad. Tras él, Kressle parece tener más problemas para esconderse y decide no arriesgarse a atravesar el patio y quedarse junto al almacén. -¿Dónde está Bydon?- Te susurra impaciente.

Desde su parapeto, Sandael se encontraba en un lugar provilegiado desde el que disparar a los bandidos que se aproximaban al puesto, tensó el arco, esperando a que se acercaran más para tenerlos bien a tiro. Y, de pronto, un intenso dolor en la espalda que le hizo soltar la cuerda y dejar que la flecha volara errática y desapareciera en la llanura. Alguien le había disparado una flecha desde su espalda.

-¡¡ARGH!!!- Gritó Sandael- Hay un arquero en nuestra retaguardia, alguno se ha colado por nuestra espalda. ¡¡Estad atentos!! ¡¡y fijaos los que estais ahí atras!!. ¡¡Ya llegan!!- Dijo Sandael mientras recargaba.

Gottfried se dió media vuelta al escuchar el grito de Sandael, tratando de buscar al arquero al que se refería la semielfa y protegiéndose con el escudo.

Gotfried se dio la vuelta, pero en aquella oscuridad era incapaz de ver nada. Había antorchas y lámparas encendidas, pero proyectaban demasiadas sombras.