Partida Rol por web

Agachó la cabeza, y el ala de su sombrero rojo se inclinó hacia abajo tapándole los ojos de la incisiva lluvia. Lo había oído, por debajo del rumor de la lluvia, encaramándose a la barandilla del puente. Un débil sonido de roce mecánico, como un susurro sibilino. Sabía a qué se enfrentaba y era consciente de lo que estaba por llegar. Y no lo temía. Porque la Muerte también puede ser matada.

¡Ole sus huevos de acero! Trepando a quinquimil pies de altura, a una mano-ya que la otra sostenía el hacha-. Este chatarro es con diferensia, sin ánimo de ofender, chicuelos, el tipo más competente que he visto pasear por Sharn en los últimos sinco meses.

De hecho, trató de hacer memoria por si estaba ante algún prófugo de la Justicia en busca y captura. El halago guardaba, sin embargo, un punto de envidia. Hubo un tiempo en el que Daisy Sue era muy propensa a hacer entradas tan melodramáticas como la del forjado que tenía delante. Tras la primera semana como cazarrecompensas, y un tobillo roto, aprendió por las malas que la espectacularidad va reñida con el pragmatismo.

No te suena de nada esta Forjada. De todas formas el movimiento y las inclemencias del tiempo no te lo ponen fácil. Puede que un estudio con más calma si te revele algo...

Desde donde estaba Powaqqatsi había escuchado el movimiento, como un mono metálico moviéndose por el dosel de la selva.  Estaba volteando para donde emergería el atacante y dando al tiempo el grito de ¡Cuidado! para advertir a sus compañeros.  El druida forjado ya estaba listo para la acción. 

Comenzó a invocar al elemental que hay en el agua, para que tomara forma justo atrás de quien los amenazaba.  Hermana forjada, detente.  El asesinato no es el camino. Mejor huye.  Somos muchos y está tu igual aquí con nosotros.  Señaló a Ariete. 

Como ya estaba muerto el humano y ella se había quedado, era obvio que lo que quería era algo que este traía consigo.  Paladín, proteja la mochila, proteja el cuerpo.  ¡Ella busca algo por lo que estaba dispuesta a matar y no debe conseguirlo!

Todo ha sucedido a gran velocidad. Tan sólo Daisy y el forjado druídico han podido escuchar la llegada de tan inesperada visita. Atropelladamente algunos de vosotros le habláis en un intento vano de convencerla, distraerla o intimidarla...Vuestras palabras parecen no tener ningún efecto en la forjada. Su mirada  la habéis visto anteriormente. Es la mirada de quien va a atacar. Y os mira analizando a quien asestarle el primer golpe...

Sabiendo que la forjada aquella estaba reaccionando más lenta que él, Powaqqatsi corrió sobre el puente para colocarse justo a sus espaldas, sus anchas espaldas.  Así le impediría escapar con la cabeza del muerto, o la mochila, o lo que fuera que le había querido robar a aquel pobre hombre.  Y, de paso, el druida y su buitre ayudarían a flanquearla en el esperable caso de que las moles de sus nuevos amigos cargaran contra ella.  

Se desvió de su camino. En algún momento, su vida se torció. Daisy Sue reconoció en aquella mirada de agresividad un espejo de sí misma. De lo que fue. De en lo que se convirtió. Pero no hay excusas que valgan, y los caminos tenebrosos cobran un peaje. Saber si en aquel lance la perjudicada sería Daisy Sue o aquellas formas metalizadas desconocidas, se convertía en una cuestión de paciencia. Paciencia para esperar el devenir del Destino. Como una fuerza de la naturaleza, Daisy Sue embistió...

¡¿Powaqqatsi?! ¡No! ¡No lo hagas!-bramó al aire, al ver a su compañero interponiéndose entre el presunto homicida y el borde del puente, ganándole su espalda.

Ahora, Daisy Sue no podría empujar a aquel montón de chatarra al vacío... Y gracias a la Hueste por ello, porque habría sido homicidio, y la semiorca habría terminado sus días con los huesos en la cárcel. Improvisando, cambió la posición del cuerpo y rodeó aquel cascarón sin alma intentando abrazar a la Muerte, hasta reducirla a una leve apoplegía. Pero sus manos eran más rápidas que su cerebro, que en aquel momento procesaba las palabras de Powaqqatsi...

¿Uh? ¿Hermana forjá? ¿Quieres desir que los chatarros tenéis diferensias por seso?

Mientras los esquemas mentales de Daisy Sue se venían abajo, y pensaba cosas raras, la forjada del hacha aprovechó ese momento de despiste para tratar de librarse de la presa...

La Forjada ve moverse a Powaqqatsi a su espalda. Justo cuando parece que va a lanzarse contra él Daisy Sue aprovecha el momento para lanzarse contra el cuerpo de mithril de la criatura en un intento de inmovilizarla. Consigue alcanzarla pero la Forjada intenta revolverse para evitar ser atrapada. Intenta girar y retorcer el brazo de la semiorca en un intento de quedar libre...pero queda sujetada por la presa de la semiorca.

En un último esfuerzo la Forjada intenta librarse del fuerte abrazo de la semiorca...

Como dos bailarinas danzando bajo la lluvia. Una era técnica, la otra potencia. Literalmente. Y ambas luchaban y rivalizaban por ocupar el mismo espacio. Daisy Sue lo sabía. Entre aquellas altas torres, severas y en rictus, no era la primera vez que la sacaban a bailar. Metafóricamente. Ni siquiera sabía qué estaba en juego esta vez, pero la semiorca siempre salía a ganar.

Tate quieta... Llevo agarrando gorrinos desde los seis años, pa capar en la granja. Ufff... No hay ningún movimiento que puedas haser que yo no pueda contrarrestar...

Tres pulgadas más de altura le daban la ventaja a la cazarrecompensas. En favor de la forjada estaba su naturaleza, su mentalidad tan cuadriculada. Era obvio que la perseverancia daría la victoria a la guerrera del hacha en cuanto el cansancio empezase a hacer mella en Daisy Sue. Solo era cuestión de tiempo. Y era eso precisamente lo que Daisy Sue estaba buscando: dar tiempo a que los guardias llegasen.

Me cagüen... ¡malditos come dorknuts-se le escapó en su orco materno-! ¡Nunca están cuando les nesesitas!

La forjada queda sujeta en el fuerte abrazo de Daisy. Había intentado librarse para usar su arma pero no lo había conseguido.  Al ver a Powaqqatsi un  grito desgarrador, distorsionado y femenino al mismo tiempo , surge de su garganta...

-¡TRAIDOOOOR!¡TRAIDOOOOR AMANTE DE LA CARNEEE!...- grita furiosa.

Powaqqatsi se mueve a ayudar a hacer la presa pero antes lanza el conjuro de "Charm person".  Al agacharse a agarrarla de la mano que tiene el hacha le susurra en confidencia al oído a la forjada:

¡Shh, no digas nada! Soy tu amigo, pero ando a ocultas.  Dime rápido, en secreto, que le quieres quitar al muerto y a quién hay que entregárselo, donde y cuando, y yo lo haré por tí.  Tu pretende que soy tu enemigo.

Ah, estos seres faéricos que hicieron a un druida tan tramposo, hasta parece gnomo.  ¿Que mejor truco que ese?  Ojalá funcione... pensó Powaqaatsi.

Comencé a moverme directo hacia la forjada dispuesto a embestirla.

Verla volar desde lo alto de la torre podía ser interesante, que lo hiciera mientras la orca la sostenía era un poco más dificil. Pero no imposible...

Repentinamente Q se unió al agarre. Torpe amasijo de tuercas y raíces...

Para fortuna de ambas el impulso de evitar lastimar a aquel híbrido de metal y madera aún era fuerte, por lo cual detuve mi avance. No sería capaz de llegar hasta ellos aún pero mantuve una velocidad constante esa dirección.

Quizá la soltasen. Posible pero no probable..