Partida Rol por web

Esperais en vuenstro escondrijo a que pasen el grupo de refugiados. Se trata de varias famílias que parecen llevar sus enseres más valiosos en varias carretas y que avanzan cantando una antigua canción en una lengua desconocida para vosotros. Ninguno de ellos repara en vosotros y dejan el camino libre para seguir hacia el norte.

Cuando los refugiados han pasado continuais vuestro camino hacia el norte. Apenas habeis caminado dos horas cuando os encontrais con una pequeña aldea justo al lado del camino. En ella hay media docena de casas simples con algunas granjas y campos de cultivo alrededor; Desde vuestra posición no veis ningún signo de vida en el lugar, con lo que suponeis que es de aquí de donde marchaban los refugiados, aunque tampoco muestra signos de haber sido atacada de ninguna forma.

Erikand se gira hacia los demás.

-Huían de algo? Quizá todavía haya algún obstinado que se haya negado a marcharse.- Erikand se gira entonces hacia Swen- Ves si hay cosas del otro mundo pululando por la aldea?

Que las familias dejasen sus casas atrás es cuanto menos extraño. Habría algún tipo de maldición o algo peor sobre el lugar? Deberían ser cautos.

Swen gruñe con desagrado y pone los ojos en blanco exasperado con algo mientras hace como si espantara algo junto a él.

Tras discutir mentalmente con Gunhar - muy alterado desde que descubrió que transportaba el mercader- Swen manda a Randan a hacer una inspección rápida del pueblo.

La sigue con la mirada mientras el mismo trata de discernir si hay algo extraño.

Echo un vistazo rápido a la aldea. Recuerdo aquella vez que fuimos a la aldea de los Redes de Plata, en Brolia. Al llegar también parecía desierta, pero luego tuvimos problemas, así que esta vez me andaré con mucho cuidado.

-Si han dejado víveres o ganado, podríamos aprovecharlos -comento a mis compañeros-. Pero preferiría hacer un registro rápido y seguir con nuestro camino cuanto antes. No sabemos de qué peligro huían los refugiados, pero será mejor que no nos encuentre aquí cuando llegue -añado con el ceño fruncido.

Observo la desierta aldea con creciente inquietud... y tengo el mismo pálpito desagradable que Kenvent. Busco algún sitio alto desde donde observar el panorama.

- A mí también me da mala espina. Puede que estén escapando de algo que todavía no ha llegado. Voy a dar una vuelta por los límites de la población por si encuentro un buen oteadero. Si llega algo o alguien, quiero verlo antes que él a mí.

Mientras Aldar se encarama a uno de los tejados para observar el pueblo desde otra perspectiva, los demás echais un vistazo al lugar. Sin duda sus habitantes son los refugiados que visteis, aunque no encontrais signos de violencia u otro motivo para abandonar el lugar tan deprisa.

Tampoco encontrais nada de valor o que tenga un interés especial para vosotros más allá de los utensilios comunes de la vida diaria. En el centro del pueblo hay un pequeño altar dedicado a Yelm no demasiado ostentoso.

Desde lo alto puedes ver que no todo el pueblo está intacto. En una d elas granjas más al norte la valla d emadera ha sido derribada y no hay ni rastro del ganado que contenía.

Al rato Gunhar regresa. El pueblo está vacío, pero hay alguien junto a un abrigo de roca muy cerca de las últimas granjas. Gunhar no parece darle mucha importancia al individuo.

Erikand explora un poco el poblado con sus compañeros de fatigas, no parece haber nada, así que parece que los refugiados han empaquetado muy bien.

Cuando llegan al centro del pueblo, Erikand se acerca cautelosamente al altar. No quisiera encontrarse un altar destrozado, pues sin duda, ese sería un símbolo de mal augurio.

Últimamente siempre estoy encaramado a algo, pienso, cuando veo los restos del único edificio que parece afectado en el pueblo. Junto los labios y lanzo un par de silbidos agudos para llamar la atención de mis compañeros.

Cuando logro que me miren, les hago gestos señalando la frontera norte del pueblo. No me atrevo a gritar por si tenemos compañía, espero que ellos lo entiendan y se acerquen para que pueda hablarles.

Salgo de una de las casas con las manos vacías y me fijo en que Aldar nos está haciendo señas desde lo alto de un tejado, así que me apresuro a acercarme a él para saber qué ha descubierto.

Me agacho y le susurro a Kenvent:

- Hay una casa al norte de la aldea que parece haber sido atacada. Han tirado abajo la valla y da la sensación de haber sido saqueada... Deberíamos investigar con cuidado.

Me vuelvo a erguir intentando distinguir algo más.

¿Una sola casa saqueada? Qué extraño -pienso para mis adentros. La curiosidad me puede, así que desenvaino la espada, me coloco el escudo, y le hago una seña a Erikand por si quiere seguirme hacia el norte.

-¿Vienes, Al... digo, Willam? -pregunto al cazador en voz baja antes de ponerme en marcha, muy atento a mis alrededores.

Swen pone una mano en el hombro de Kenvent. El gesto claramente trata de retener su ímpetu.

- Espera. Quizá alguien pueda contar que sucedió aquí. Sígueme -sus parcas palabras parecen carentes de emoción-.

El hombre sabio comienza a andar hacia las afueras del pueblo, hacia un abrigo de roca poco más allá de las últimas granjas.

- Confío en tí Randan, pero adelantaos y estad preparados por si acaso. ¡Sí, Gunhar, tú también!

El enfado se muestra en el rostro del chamán al tener que imponer su voluntad a su amigo. La relación entre ellos no es igual tras descubrir la reliquia que transportaba  Joh, un trozo de algo tan valioso para un fiel de Urox. Para el chamán tampoco fue agradable descubrirlo pero algo le dice que Arrhya y lo que la rodea son más importantes.

Os dirigís al norte del pueblo, donde encontrais una granja con un gran establo. El edificio está intacto, como todos los del lugar, pero algo derribó la empalizada de madera y ahora no hay ni un animal a la vista. Puede que escaparan o puede que no, pero estais seguros que la visión de quien o quienes asaltaron el lugar hizo huir a toda la población.

Más allá de la granja se levanta un enorme abrigo de roca que da paso a una serie de colinas escarpadas y barrancos y es allí hacia donde se dirige Swen.

A medida que os acercais a la granja te parece oír un sonido extraño: Parece un lamento pero la voz no es humana. Suena en un tono tan profundo que cualquiera diría que es el viento pasando a través de las rocas. Sea lo que sea lo que lo emite, es grande.

Tus dos colegas se acercan a la pared de roca, que mira hacia la parte opuesta a la vuestra. Su paso es lento, aunque  no se ve entorpecido por ningún obstáculo físico. En beve sabrás qué hay tras las rocas.