Partida Rol por web

Desciendo ágilmente del tejado sosteniendo y palmeo el hombro del noble orlanthi.

- Por supuesto, Orlev, cuenta conmigo.

De repente el shaman se adelanta y murmura unas frases incomprensibles. Disimulo una sonrisa ante su excentricidad, aunque he aprendido a respetar sus extrañas iniciativas. Por eso simplemente asiento con la cabeza.

- Seguidle si queréis, amigos, voy a buscar huellas por la zona. A veces ellas también nos hablan gracias a la sabiduría de Odayla -sonrío- Yo iré en cuanto termine.

Erikand se para cuando llega cerca de la granja, y sin más observa de lejos la granja. De repente se agacha intentando buscar algunas huellas. Si lo que ha escuchado no era su imaginación... No, no lo era... - Chicos, he escuchado alguna clase de animal o monstruo, creo que venía de la zona rocosa más allá de la granja. Y por el sonido, diría que es muy grande.- Dice mientras está agachado.- Pero no logro encontrar nada. Será mejor que vayamos a buscar información antes de enfrentarnos a lo que sea.

Maldigo entre dientes por mi mala suerte... está todo pisoteado y me resulta imposible distinguir un rastro decente. Entonces, escucho a Erikand y doy un salto.

- ¿Cómo? ¿Qué hay algo allí? -le susurro mientras miro como se alejan el noble y el shamán- ¿Y grande? Pues debemos avisarles 

Uno los dedos en los labios y lanzo un silbido agudo, confiando en que mis compañeros se giren, mientras le lanzo miradas alarmadas a Issar. Si no funciona... tendré que preparar una flecha, cada vez están más lejos.

Sigo a Swen, confiando en sus poderes para saber más acerca del misterio de esta aldea. Avanzo tratando de hacer el menor ruido posible y atento a cualquier sonido extraño.

-¿Estás hablando con los espíritus de los muertos? -le susurro al chamán con voz temerosa, sin dejar de escrutar el terreno que se extiende ante nosotros.

Entonces, oigo un silbido a mis espaldas, y me giro hacia Aldar, fastidiado por su falta de sigilo.

Le hago gestos imperiosos para que se pare, que no continúe, mientras dirijo la mirada temeroso hacia las colinas. Con una flecha preparada en el arco, avanzo con cuidado hasta llegar cerca de ellos y les susurro:

- Erikand jura que ha escuchado algo grande en esas formaciones rocosas -la excitación me hace olvidar el nombre pactado del comerciante guerrero- ¡Por el Oso Rojo, no vayáis allá! ¡Dejad que yo me adelante! Puedo utilizar la magia que me proporcionó Swen...

Finalmente tus amigos etéreos hablan claro y te explican qué se esconde tras las rocas: Un gigante. Ellos no están impresionados ya que su fuerza espiritual es escasa y su tamaño no les intimida, pero puede ser un verdadero peligro para vosotros. Lo curioso del asunto es que el monstruo parece estar llorando.

Erikand se gira inconscientemente al escuchar su nombre:

- Parece que lo que nuestro hombre sabio ha encontrado y lo que yo he escuchado podrían ser lo mismo. Deberíamos ir con cuidado. La opción que nos propones me parece buena, pero no te fíes. - Dice mirando a Aldar- Recuerda que hay muchos más sentidos que la vista y el oído y no sabemos que hay ahí dentro.

Swen se para bruscamente. Una mueca de disgusto y sorpresa se dibuja en su rostro.

- ¿Que ruido oíste? -la pregunta es demasiado brusca y su mirada taladra a Erikand- ¿Quizá un sollozo o un suspiro? Lo que hay tras las rocas es enorme y peligroso, pero está llorando.

Se gira y, aunque su paso es más pausado, vuelve a andar hacia el lugar. Sin girarse añade una frase.

- Hablaréis vosotros, yo me prepararé por si hubiera que hacerlo descansar.

Dichas sus últimas palabras comienza a ronronear una salmodia como tantas otras ocasiones.

Le miro con los ojos como platos... este hombre nunca dejará de asombrarme. Me giro y trato de dominar mi sorpresa mientras ojeo a mis compañeros. Me encojo de hombros.

- Bien... Demonios, a qué esperamos -agarro mi arco con tanta fuerza que los nudillos se tornan blancos- ¡Vamos tras él!

Con cautela os alejais del límite del poblado y avanzais hasta el borde de una enorme formación rocosa que da comienzo a una zona de riscos y acantilados. Os asomais en busca del origen del extraño sonido y veis a la criatura más enorme con la que os hayais topado hasta ahora.

Ante vosotros hay un humanoide gigantesco sentado en el suelo y apoyado contra la roca. Viste con pedazos de piel cosidos, dejando casi todo su cuerpo al descubierto. Aunque su forma es humana, sus proporciones son algo distintas, con las piernas arqueadas, los brazos largos y huesudos y una barriga muy prominente, aunque lo que más llama vuestra atención es su rostro, con los ojos a la misma altura que la nariz y la boca torcida y desdentada.

El gigante medirá unos diez metros de altura y a sus pies hay media docena de vacas muertas. Una a una las va introduciendo en su boca y las mastica enteras, emitiendo un desgradable sonido de carne rasgada y huesos rotos. El espectáculo es realmente aterrador, a pesar de que podeis comprobar que tan enorme ser, no deja de llorar con unos sollozos graves; Lágrimas que podrían llenar un odre de gran capacidad resbalan por sus mejillas.

Desde mi escondite, tendido sobre una roca lisa, espío embobado al gigante. Sin embargo, una vez saciada mi curiosidad, empiezo a preguntarme qué estamos haciendo realmente aquí.

-Mmm, creo que ya hemos visto suficiente -susurro a mis compañeros sin apartar la vista del monstruo-. Vámonos.

Estoy agachado al lado de Kenvent, intentando controlar mi miedo. Sin embargo, la curiosidad se abre paso y trago saliva para hablar.

- ¿No podríamos... no sé... intentar averiguar qué le ocurre? -miro a mis compañeros, sobre todo al Hombre Santo y al mercader, a los que creo capaces de comunicarse con el gigante- No es muy normal llorar cuando estás pegándote un atracón ¿verdad?

Miro a Aldar fijamente unos instantes. Luego exhalo un suspiro y me dirijo a todo el grupo en susurros apresurados:

-Yo creo que la curiosidad mató al gato y por eso debemos marcharnos de aquí antes de que nos vea ese monstruo. Encontrar a Arrhya es más importante que jugarnos el pellejo para saber por qué llora el gigante, ¡por Orlanth!

El ronroneo de Swen se corta bruscamente.

- Haced lo que queráis.

Sus mirada se cruza brevemente con la de Kenvent. Durante el instante que mantienen la mirada sus ojos muestran respeto.

Erikand mira al enorme gigante con recelo. Esta cosa se zampaba las vacas como si fuesen mondaditos. La verdad es que se imaginaba a esa cosa comiéndoselos como si fuesen granos de arroz, asolando la región destrozando todo a su paso.

- Qué queréis que os diga. No es que me apetezca meterme con esa cosa pero... ya habéis visto qué ha tenido que hacer el pueblo. El gigante no me preocupa demasiado, parece que puede cuidarse solo. - digo mirándole. Evidentemente era suficientemente grande para cuidarse el solo.- Pero lo que aquí hemos descubierto, lo podríamos usar en nuestro beneficio. Si nos topamos con alguna guardia reacia o difícil, podemos decirles lo que hemos visto aquí. Puede que nos sirva para desviar la atención lo suficiente como para colarnos en casa del rival. No sé si me hago entender. - finaliza con una sonrisa picarona.

Imaginaba que hacer huir o abatir una cosa de semejante tamaño, conllevaría una atención especial por parte de los soldados lunares.

-Bien, ¿entonces nos vamos o no? -pregunto a Erikand con una mirada apremiante.

Erikand asiente ante Kenvent.

- Si, creo que resolver lo de este gigante nos llevará un tiempo acorde a sus dimensiones. Yo me guardaría esta información para cuando la necesitemos.