Partida Rol por web

La Guerra de los Padres

I - La primera mañana

Cargando editor
27/05/2014, 21:27
Director

Tras el encontronazo con su hermano y sus amigotes, nada fuera de lo común por otro lado, Ursu se dirigió a la casa del conde Orbert, al llegar vió como un individuo que no conocía, seguramente un extranjero, vestido con una armadura de placas salía de la vivienda del señor de Forbrag. Ursu al cruzarse con el extranjero que siguió sin detenerse, ni dirigirle palabra, se volvió para ver hacia donde iba, para comprobar que lo hacía hacia el lugar desde donde venía Ursu.

La casa del conde Orbert era la mayor del pueblo, eso permitía que sirviera como vivienda a éste y a su familia, pero también como sala de reuniones del consejo, sala de audiencia e incluso alguna vez, como sala de banquetes.

La puerta no estaba atrancada y bastó con empujarla para que se abriera. La pequeña antesala da paso al salón, donde se encontraba el conde, sentado en su trono, un antiguo asiento de ancho respaldo y grandes reposabrazos, de gastada tapicería. Junto a él, su hijo Kal y tres de los ancianos del consejo, incluyendo a Lana, la curandera. Flanqueaban la sala y al conde varios de los guardias. Uno de los cazadores, uno de los dos hijos de Sido (un refugiado y hombre de dudosa reputación) estaba allí, junto a una pared, sentado sobre un barril, a su lado, el nieto y aprendiz de la curandera mascullaba algún tipo de excusa que Ursu no llegó a entender, mientras se sonrojaba de pies a cabeza.

Justo en ese momento rugieron las tripas del hambriento hombretón, que de natural glotón, se encontraba aún en ayunas.

El conde Orbert, al ver entrar a Ursu dejó de hablar con su hijo Kal, sentado a su lado y lo miró fijamente. Por un instante pareció decepcionado, como si esperara encontrar a otra persona. Un instante después la sorpresa desapareció de su rostro y enarcó un ceja y dijo seria y secamente - ¿Qué haces aqui?

Cargando editor
27/05/2014, 21:39
Director

Mientras Velocatus se apartaba del centro de sala mascullando excusas y sonrojado de pies a cabeza, entró en la casa un tipo inmenso, tanto por su estatura como por su anchura, un tipo algo bobo al que cuidaba su tio Morcai y su padre parecía no poder ni ver. Su hermano pertenecía a los guardias, mientras que él, bueno...

Justo en ese momento rugieron las tripas del hombretón cuya naturaleza glotona era conocida por todos en Forbrag así como su talante voluble, de lo amable a lo pendenciero.

El conde Orbert, al verle entrar a Ursu dejó de hablar de nuevo con su hijo Kal. Por un instante pareció decepcionado, como si esperara encontrar a otra persona. Un instante después la sorpresa desapareció de su rostro y enarcó un ceja y le dijo seria y secamente - ¿Qué haces aqui?

Cargando editor
27/05/2014, 23:28
Ursu
Sólo para el director

Buenos días, conde. Ursu ha venido a su casa porque hoy, al despertar, ha visto un caballo de más en las cuadras y quería averiguar qué hacía ahí. Ursu se pregunta si ese extranjero de la armadura es el dueño de ese animal. Ah, y Ursu esperaba poder ahuyentar el hambre de sus entrañas... -así habla Ursu, de forma clara, intentando evitar atropellarse. Dedica miradas tímidas a los individuos allí presentes y aguarda una respuesta del conde Orbert. Ursu es consciente de lo dispares que son las miradas que sobre su persona recaen: por un lado, hostilidad e indiferencia, las que más, y las que menos, cierta simpatía.

 

Cargando editor
28/05/2014, 21:34
Director

Hobbart se levantó de la mesa malhumorado. El día no empezaba bien, se habían quedado dormidos y además, precisamente ese día, su hermano Orbert quería verle. Aquello no era algo muy habitual, pues por lo general Orbert se limitaba a dejarle hacer su trabajo, fuera de necesidades particulares que surgieran en la aldea.

- Pues claro que tienes que venir. Levanta holgazán, bastante has dormido hoy - el tono de Hobbart era serio, como habitualmente, pero distaba de estar enfadado, al menos con otro que no fuera él mismo - Coge tus cosas, según salgamos de casa de tu tío, iremos al taller a trabajar, no pasaremos por casa, así que no tendrás excusas para retrasarte - el jefe de leñadores esperó un instante a que el muchacho cogiera sus cosas, mientras él enjuagaba los platos en el barril de agua.

- Andando - dijo y salieron padre e hijo hacia la casa de Orbert. Quizás si no llegaran tan tarde o el disgusto no les centrara en llegar cuanto antes, hubieran reparado en un individuo desnocido, quizás un extranjero, que entraba en ese momento en las cuadras.

La casa del conde Orbert era la mayor del pueblo, eso permitía que sirviera como vivienda a éste y a su familia, pero también como sala de reuniones del consejo, sala de audiencia e incluso alguna vez, como sala de banquetes.

La puerta no estaba atrancada y bastó con empujarla para que se abriera. La pequeña antesala da paso al salón, donde se encontraba el conde, sentado en su trono, un antiguo asiento de ancho respaldo y grandes reposabrazos, de gastada tapicería. Junto a él, su hijo Kal y tres de los ancianos del consejo, incluyendo a Lana, la curandera. Flanqueaban la sala y al conde varios de los guardias. Uno de los cazadores, uno de los dos hijos de Sido (un refugiado y hombre de dudosa reputación) estaba allí, junto a una pared, sentado sobre un barril, a su lado, el nieto y aprendiz de la curandera, curiosamente sonrojado de pies a cabeza.

En medio de la sala se encontraba un tipo inmenso, tanto por su estatura como por su anchura, un individuo algo bobo al que cuidaba su tio Morcai mientras que su padre, Yolan, parecía no poder ni ver. Su hermano pertenecía a los guardias, mientras que él, bueno... Justo en ese momento rugieron las tripas del hombretón cuya naturaleza glotona era conocida por todos en Forbrag así como su talante voluble, de lo amable a lo pendenciero. Justo cuando los Wits entraban en la casa, Kal, hijo del conde se levantaba de su asiento para dirigir al gigantón a un lado.

- Bien, aqui estás por fin - dijo el conde serio, pero no parecía enfadado. Parecía que todo el mundo se hubiera levantado de malas aquella mañana - y no sólo - añadió el conde al ver entrar a su hijo.

Notas de juego

como PNJ

Cargando editor
28/05/2014, 21:51
Director

El padre de Iunus se levantó de la mesa malhumorado. El día no empezaba bien, se habían quedado dormidos y además, precisamente ese día, su hermano el conde Orbert quería verle. Aquello no era algo muy habitual, pues por lo general Orbert se limitaba a dejarle hacer su trabajo, fuera de necesidades particulares que surgieran en la aldea.

- Pues claro que tienes que venir. Levanta holgazán, bastante has dormido hoy - el tono de su padre era serio, como habitualmente, pero distaba de estar enfadado, al menos con otro que no fuera él mismo - Coge tus cosas, según salgamos de casa de tu tío, iremos al taller a trabajar, no pasaremos por casa, así que no tendrás excusas para retrasarte - esperó un instante a que el muchacho cogiera sus cosas, mientras él enjuagaba los platos en el barril de agua.

- Andando - dijo y salieron padre e hijo hacia la casa de Orbert. Quizás si no llegaran tan tarde o el disgusto no les centrara en llegar cuanto antes, hubieran reparado en un individuo desnocido, quizás un extranjero, que entraba en ese momento en las cuadras.

La casa del conde Orbert era la mayor del pueblo, eso permitía que sirviera como vivienda a éste y a su familia, pero también como sala de reuniones del consejo, sala de audiencia e incluso alguna vez, como sala de banquetes.

La puerta no estaba atrancada y bastó con empujarla para que se abriera. La pequeña antesala da paso al salón, donde se encontraba el conde, sentado en su trono, un antiguo asiento de ancho respaldo y grandes reposabrazos, de gastada tapicería. Junto a él, su hijo Kal y tres de los ancianos del consejo, incluyendo a Lana, la curandera. Flanqueaban la sala y al conde varios de los guardias. Uno de los cazadores, uno de los dos hijos de Sido (un refugiado y hombre de dudosa reputación) estaba allí, junto a una pared, sentado sobre un barril, a su lado, el nieto y aprendiz de la curandera, curiosamente sonrojado de pies a cabeza.

En medio de la sala se encontraba un tipo inmenso, tanto por su estatura como por su anchura, un individuo algo bobo al que cuidaba su tio Morcai mientras que su padre, Yolan, parecía no poder ni ver. Su hermano pertenecía a los guardias, mientras que él, bueno... Justo en ese momento rugieron las tripas del hombretón cuya naturaleza glotona era conocida por todos en Forbrag así como su talante voluble, de lo amable a lo pendenciero. Justo cuando los Wits entraban en la casa, Kal, hijo del conde se levantaba de su asiento para dirigir al gigantón a un lado.

- Bien, aqui estás por fin - dijo el conde serio, pero no parecía enfadado. Parecía que todo el mundo se hubiera levantado de malas aquella mañana - y no sólo - añadió el conde al ver entrar a Iunus tras su padre.

Cargando editor
29/05/2014, 22:29
Director

- Buenos días, conde. He venido a su casa porque hoy, al despertar, he visto un caballo de más en las cuadras y quería averiguar qué hacía ahí. Me pregunto si ese extranjero de la armadura es el dueño de ese animal. Ah, y esperaba poder ahuyentar el hambre de sus entrañas... -así habla el gigantón, de forma clara, intentando evitar atropellarse. Dedica miradas tímidas a los individuos allí presentes y aguarda una respuesta del conde Orbert. El hombretón es consciente de lo dispares que son las miradas que sobre su persona recaen: por un lado, hostilidad e indiferencia, las que más, y las que menos, cierta simpatía.

El conde empezó a decir - vete a la cocina y come algo si quieres - a fin de quitarse a aquel tipo del medio, que con su aspecto desaliñado y su intenso olor a cuadra desentonaba con el aspecto de los ancianos y del conde, líderes del poblado. Cuando una gran sonrisa afloró a los labios del gigantón el conde se dio cuenta de su error, seguramente aquel glotón acabaría con la despensa él solo. Antes de qué pudiera dar más de un paso, el conde mandó a Kal a acompañarle.

Justo en ese momento entraron por la puerta dos de los leñadores, el jefe de los mismos y su hijo. El jefe de los leñadores era el hermano mayor del conde Wits, si bien nunca había parecido interesado en gobernar la aldea o bien nunca lo había demostrado. Parecía más interesado en trabajar de sol a sol y en educar a su hijo, que en nada más.

- Bien, aqui estás por fin - dijo el conde serio, pero no parecía enfadado. Parecía que todo el mundo se hubiera levantado de malas aquella mañana - y no sólo - añadió el conde al ver entrar al hijo tras su padre.

 

Cargando editor
31/05/2014, 02:05
Hobbard "Hobb" Wits
Sólo para el director

El fornido leñador había dedicado una rápida pero penetrante mirada a cada uno de los presentes al entrar, una que iba más allá del mero reconocimiento superficial para adentrarse en lo más profundo de las almas. Era la mirada cansada pero digna de aquellos acostumbrados a soportar estoicos el peso de la responsabilidad, hombres que debían sopesar a diario los espíritus y los corazones de las gentes… y vivir con ello.

Con todo, había una inocultable nota de extrañeza en el rostro del recién llegado, que se fue trocando poco a poco en una marcada mueca de hosca confusión al ser interpelado.

- Hay mucho por hacer y la mañana ya ha avanzado demasiado... ¿Me necesitas para algo? - respondió de forma seca y cortante el leñador, aunque sin asperezas, y pasando por alto tanto la ambigua mención a su hijo como el velado regaño por su tardanza. Todo el poblado sabía que la relación entre los hermanos era algo fría y distante, si bien nunca habían existido enfrentamientos entre ellos y era por lo general el taciturno Hobbart quien solía ser el primero en apoyar las iniciativas del veterano líder.

Cargando editor
31/05/2014, 11:50
Director

El fornido leñador había dedicado una rápida pero penetrante mirada a cada uno de los presentes al entrar, una que iba más allá del mero reconocimiento superficial. Era la mirada cansada pero digna de aquellos acostumbrados a soportar estoicos el peso de la responsabilidad, hombres que debían sopesar a diario los espíritus y los corazones de las gentes… y vivir con ello.

Con todo, había una inocultable nota de extrañeza en el rostro del recién llegado, que se fue trocando poco a poco en una marcada mueca de hosca confusión al ser interpelado.

- Hay mucho por hacer y la mañana ya ha avanzado demasiado... ¿Me necesitas para algo? - respondió de forma seca y cortante el leñador, aunque sin asperezas, y pasando por alto tanto la ambigua mención a su hijo como el velado regaño por su tardanza. Todo el poblado sabía que la relación entre los hermanos era algo fría y distante, si bien nunca habían existido enfrentamientos entre ellos y era por lo general el taciturno jefe de leñadores el que solía ser el primero en apoyar las iniciativas del líder.

Cargando editor
31/05/2014, 16:44
Orbert Wits

El conde no pudo evitar chasquear la lengua en un claro gesto de disgusto. Si bien el tono franco y directo de su hermano era a menudo bienvenido, no lo era en esta ocasión su hostilidad. Orbert había preparado unas amables palabras para su hermano esa mañana, para acompañar el encargo que le iba a hacer. Pero aquellas frases parecían haber perdido su valor tras las cortantes palabras del leñador. Así que, Orbert le pagó con la misma moneda, crudeza:

- El rey Warden nos ha pedido el envío de un depósito lleno con capacidad para 20 barriles de agua - el conde Orbert se permitió volver la vista hacia el gigantón que en ese momento se encontraba devorando un ave asada - el enviado del rey - añadió, en una clara alusión al extranjero acorazado - nos ha comunicado la necesidad del rey y la presteza con la que debemos llevar a cabo su petición.

El leñador abrió la boca sorprendido, era habitual que el rey enviara carros llenos de recipientes que recuperaba llenos de agua potable. Aquello ocurría con frecuencia y a cambio el rey les enviaba grano para la alimentación de los habitantes de Forbrag y sus animales. Pero... aquella petición no tenía precedentes. Hizo un cálculo rápido, aquello eran casi 4000 litros de agua. Sólo en llenar el depósito con la fuente tardarían días, por no hablar de la titánica labor de construir dicho depóstico, que aunque Orbert aún no lo había dicho, a buen seguro debería ser construido sobre un carro, sino, de nada le serviría al rey Warden tener un depósito en Forbrag. Eso por no hablar de la ingente cantidad de madera que necesitarían y de la que, él lo sabía mejor que nadie, no había tal cantidad en la aldea.

Cargando editor
01/06/2014, 15:31
Hobbard "Hobb" Wits
Sólo para el director
- Tiradas (1)
Cargando editor
02/06/2014, 12:31
Director

Notas de juego

Spartan (Hobb), en general me gustaría que me dijeras, cuando vas a hacer una tirada, qué es lo que pretendes hacer con ella y aún es más, preferiría que interpretaras dicha tirada, es decir, que escribieras un post al hilo de la misma, de tal forma que lo prioritario sería la interpretación y la tirada sólo el complemento de ésta.

No obstante, esta vez te lo daré por bueno y SUPONDRÉ (si no es así, dímelo), que Hobbard está maquinando la viabilidad de dicha petición y la forma de llevarla a cabo.

Cargando editor
02/06/2014, 13:13
Director

Los presentes, al menos aquellos que aún no sabían de la petición del rey quedaron claramente sorprendidos. Aquella petición sonaba desproporcionadamente grande.

El rey Warden era el señor de Estei Rison, una ciudad al sur de Forbrag, a varios días de distancia y que pocos de los que estaban en la sala había visto con sus propios ojos. Nominalmente era el señor feudal del conde Orbert y estaba en su derecho de reclamarle tales servicios. De hecho, de forma periódica llegaban carros desde Estei Rison que volvían llenos de agua potable. A cambio, el rey proveía a la aldea de grano, que crecía en abundancia en la capital. Este grano servía para diversificar la exigua y monótona dieta de huevos y aves salvajes de Forbrag; además servía, y esto quizás era lo más importante, para alimentar a las gallinas del pueblo.

Se decía que el rey disponía de un ejército de más de doscientos o trescientos hombres bien alimentados y pertrechados, mientras que los habitantes de Forbrag tenían de su lado a una docena de guardias y a otras dos docenas de habitantes, entre hombres y mujeres, capaces de empuñar armas. Se decía que las murallas de Estei Rison eran más altas que la casa más alta de Forbrag y que su puerta era de Alto metal puro y macizo.

Cargando editor
02/06/2014, 16:52
Director

Hobbard se dió cuenta inmediatamente de que las reservas de madera de la aldea no serían suficientes ni de lejos. En el almacén de la carpintería apenas había material para las reparaciones del día a día de las viviendas y del muro. La tarea exigiría una importante labor de tala antes de empezar a plantearse cualquier trabajo de serrería para hacer el depósito.

Los pocos árboles que había dentro del recinto de Forbrag estaban más que descartados, se trataba de frutales, que a pesar de su escaso fruto eran valiosísimos para la aldea. Alrededor del poblado se extendía una amplia zona carente de más vegetación que hierbas y arbustos, deforestada tras generaciones de tala, madera empleada en la misma construcción de Forbrag y su muralla.

Los leñadores tenían que caminar durante dos o tres horas hasta alcanzar un pequeño bosquecillo al este, tierra adentro, para poder obtener madera y después transportarla en pequeños carros tirados a mano al final de la jornada. Sin embargo, pensó el leñador, ese bosquecillo era cada día más exiguo y obtener de allí la madera prácticamente acabaría con él, incluso más si respetaban los árboles que daban frutos comestibles. Además, acabarían con la fauna de esa zona y los cazadores tendrían aún más difícil obtener presas, en especial cuando se adentrara el invierno, para lo que no faltaban más de dos meses.

Si querían encontrar madera suficiente sin arriesgar a sacrificar las reservas futuras de la aldea tendrían que alejarse aún más al este, al bosque que cubría las montañas que se disivan a lo lejos en días claros y que probablemente alcanzaran en sus estribaciones más próximas el final de la llanura, a algo menos de un día de camino de Forbrag.

Cargando editor
02/06/2014, 17:08
Director

Iunus se dió cuenta inmediatamente de que las reservas de madera de la aldea no serían suficientes ni de lejos. En el almacén de la carpintería apenas había material para las reparaciones del día a día de las viviendas y del muro. La tarea exigiría una importante labor de tala antes de empezar a plantearse cualquier trabajo de serrería para hacer el depósito.

Los pocos árboles que había dentro del recinto de Forbrag estaban más que descartados, se trataba de frutales, que a pesar de su escaso fruto eran valiosísimos para la aldea. Alrededor del poblado se extendía una amplia zona carente de más vegetación que hierbas y arbustos, deforestada tras generaciones de tala, madera empleada en la misma construcción de Forbrag y su muralla.

Los leñadores tenían que caminar durante dos o tres horas hasta alcanzar un pequeño bosquecillo al este, tierra adentro, para poder obtener madera y después transportarla en pequeños carros tirados a mano al final de la jornada. Sin embargo, pensó el leñador, ese bosquecillo era cada día más exiguo y obtener de allí la madera prácticamente acabaría con él, incluso más si respetaban los árboles que daban frutos comestibles. Además, acabarían con la fauna de esa zona y los cazadores tendrían aún más difícil obtener presas, en especial cuando se adentrara el invierno, para lo que no faltaban más de dos meses.

Si querían encontrar madera suficiente sin arriesgar a sacrificar las reservas futuras de la aldea tendrían que alejarse aún más al este, al bosque que cubría las montañas que se disivan a lo lejos en días claros y que probablemente alcanzaran en sus estribaciones más próximas el final de la llanura, a algo menos de un día de camino de Forbrag. Iunus nunca había estado allí, ni había oido a su padre hablar sobre el bosque, pero si que le oía refunfuñar sobre que el bosque cada día estaba más lejos, lo que quizás fuera cierto, o quizás su padre cada día estuviera más viejo y se le hiciera más pesada la caminata de tres horas de ida y tres de vuelta.

- Tiradas (1)

Notas de juego

La tirada es un éxito, debería poner, sacar 10 o más (CD fácil), ergo 19 es un éxito. ¡Hurra!
 

Cargando editor
02/06/2014, 17:16
Director

Velocatus se dió cuenta inmediatamente de que las reservas de madera de la aldea probablemente no serían suficientes ni de lejos. En el almacén de la carpintería debía haber material para las reparaciones del día a día de las viviendas y del muro. La tarea exigiría una importante labor de tala antes de empezar a plantearse cualquier trabajo de serrería para hacer el depósito.

Los pocos árboles que había dentro del recinto de Forbrag estaban más que descartados, se trataba de frutales, que a pesar de su escaso fruto eran valiosísimos para la aldea. Alrededor del poblado se extendía una amplia zona carente de más vegetación que hierbas y arbustos, deforestada tras generaciones de tala, madera empleada en la misma construcción de Forbrag y su muralla.

Los leñadores siempre se quejaban de que tenían que caminar durante dos o tres horas hasta alcanzar un pequeño bosquecillo al este, tierra adentro, para poder obtener madera y después transportarla en pequeños carros tirados a mano al final de la jornada. Ese bosquecillo era, si los rumores eran ciertos, cada día más exiguo y obtener de allí la madera prácticamente acabaría con él, incluso más si respetaban los árboles que daban frutos comestibles. Además, acabarían con la fauna de esa zona y los cazadores tendrían aún más difícil obtener presas, en especial cuando se adentrara el invierno, para lo que no faltaban más de dos meses. Su abuela, que en ocasiones iba allí tampoco encontraría plantas medicinales con facilidad si el bosque desaparecía y las esperanzas de Velocatus de empezar a salir con Lana en esas excursiones para recolectar remedios se desvanecerían.

Si los leñadores querían encontrar madera suficiente sin arriesgar a sacrificar las reservas futuras de la aldea tendrían que alejarse aún más al este. Su abuela le había contado que al este se extendía un bosque que cubría todas las montañas. En ocasiones Velocatus casí crecía verlo a lo lejos en días claros. Su abuela decía que se encontraba a más de un día de camino de Forbrag, pero claro su abuela no había ido allí o al menos no en los últimos diez años.

- Tiradas (1)

Notas de juego

La tirada es resultado de una mezcla, Conocimientos de herbología y Recabar información. Reflejo de lo que sabe Velocatus de primera mano y lo que ha oido hablar a otros.

Cargando editor
02/06/2014, 17:23
Director

Normoh razonó que las reservas de madera de la aldea probablemente no serían suficientes ni de lejos. En el almacén de la carpintería, suponía, que debía haber material para las reparaciones del día a día de las viviendas y del muro. La tarea que pedía el rey Warden exigiría una importante labor de tala antes de empezar a plantearse cualquier trabajo de serrería para hacer el depósito.

Los pocos árboles que había dentro del recinto de Forbrag estaban más que descartados, se trataba de frutales, que a pesar de su escaso fruto eran valiosísimos para la aldea. Alrededor del poblado se extendía una amplia zona carente de más vegetación que hierbas y arbustos, deforestada tras generaciones de tala, madera empleada en la misma construcción de Forbrag y su muralla.

Normoh sabía que los leñadores siempre se quejaban de que tenían que caminar durante dos o tres horas hasta alcanzar un pequeño bosquecillo al este, tierra adentro, para poder obtener madera. Los cazadores a menudo también iban a ese bosque a poner pequeñas trampas o a recolectar frutos de algunos arbustos. Aunque claro, los leñadores debían transportar la madera obtenida de vuelta en pequeños carros tirados a mano al final de la jornada, mientras que los cazadores apenas traían peso.

Sin embargo, pensó el cazador, ese bosquecillo era cada día más exiguo y obtener de allí la madera precisa para el depósito, prácticamente acabaría con él, incluso más si respetaban los árboles que daban frutos comestibles. Además, acabarían con la fauna de esa zona y ellos, los cazadores tendrían aún más difícil obtener presas, en especial cuando se adentrara el invierno, para lo que no faltaban más de dos meses.

Si querían encontrar madera suficiente sin arriesgar a sacrificar las reservas futuras de la aldea tendrían que buscar otras fuentes. Normoh siempre había escuchado que en la playa había madera abundante, pero nunca había bajado allí. Su hermano siempre le retaba a hacerlo. Quizás sólo se tratara de un mito, pues también se decía que había caza abundante y claro, mucha más pesca que en los riachuelos del valle. Parecía ilógico, tan cerca, tan prometedor, pero sin embargo prohibido por el conde. Su padre siempre maldecía al conde por decisiones como ésta.

- Tiradas (1)
Cargando editor
02/06/2014, 17:40
Director

Ursu no era un tipo muy listo, pero sabía moverse al aire libre. La tarea que pedía el rey Warden exigiría una importante labor de tala antes de empezar a plantearse cualquier trabajo de serrería para hacer el depósito.

Los pocos árboles que había dentro del recinto de Forbrag estaban más que descartados, se trataba de frutales, que a pesar de su escaso fruto eran valiosísimos para la aldea, a Ursu le encantaba la fruta pero confrecuencia su glotonería le acarraba broncas porque al ser un tipo muy alto, alcanzaba los frutos con facilidad y en ocasiones los recolectores se encontraban ramas vacías que esperaban haber encontrado llenas.

Por otra parte, alrededor del poblado se extendía una amplia zona carente de más vegetación que hierbas y arbustos, deforestada tras generaciones de tala, madera empleada en la misma construcción de Forbrag y su muralla.

Ursu sabía que los leñadores siempre se quejaban de que tenían que caminar durante dos o tres horas hasta alcanzar un pequeño bosquecillo al este, tierra adentro, para poder obtener madera. Los cazadores a menudo también iban a ese bosque a poner pequeñas trampas o a recolectar frutos de algunos arbustos. A Ursu no le molestaba caminar o estar solo o al aire libre, le gustaba que nadie se metiera con él. Aunque claro, los leñadores debían transportar la madera obtenida de vuelta en pequeños carros tirados a mano al final de la jornada, mientras que los cazadores apenas traían peso de vuelta.

Sin embargo, pensó Ursu, ese bosquecillo era cada día más exiguo y obtener de allí la madera precisa para el depósito, prácticamente acabaría con él, incluso más si respetaban los árboles que daban frutos comestibles. Además, acabarían con la fauna de esa zona y él tendrían aún más difícil obtener presas, en especial cuando se adentrara el invierno, para lo que no faltaban más de dos meses.

Si querían encontrar madera suficiente sin arriesgar a sacrificar las reservas futuras de la aldea tendrían que buscar otras fuentes. Ursu siempre había escuchado que en la playa había madera abundante, pero nunca había bajado allí. Su hermano Dargoh siempre le retaba a hacerlo. Quizás sólo se tratara de un mito, pues también se decía que había caza abundante y claro, mucha más pesca que en los riachuelos del valle. Parecía ilógico, tan cerca, tan prometedor, pero sin embargo prohibido por el conde. Su tio Morcai siempre había sido cortante en este punto, el playa estaba prohibida y punto.

- Tiradas (1)
Cargando editor
02/06/2014, 19:43
Velocatus de los Culprit

Desde su posición apartada a un lado de la sala, el apuesto Velocatus miró a los ojos de los presentes. Sobre todo a su abuela.

Bien. Ya veo lo que intentas, vieja bruja.

Podría haber empezado a hablar, más teniendo en cuenta que podía arrojar cierta luz sobre todo el asunto, pero esta vez prefirió esperar a ver si alguno de los más mayores hablaba antes sobre lo que él y su abuela ya sabían.

No era consciente de hasta que punto la gente de la aldea conocería de la existencia de otra fuente de madera. O si su abuela querría desvelar esa cuestión por si misma.

Siempre había tiempo de hablar, y era mejor hacerlo cuando se asegurase que no iba a contar una obviedad que ya todo el mundo supiera.

No quería quedar como un pedante, o como un impertinente. No después de la entrada de hace unos segundos. Así que esperó un poco para asegurarse que nadie más en aquella estancia sabía del asunto.

Sólo entonces creería oportuno hablar del tema. Paciencia.

Cargando editor
03/06/2014, 02:00
Ursu

No hay suficiente madera en los alrededores, señor conde, para satisfacer la demanda del rey Warden. Ursu sabe esto, todos lo saben -era Ursu el que había hablado, mientras restos de carne de ave se escapaban de su boca. Aunque el comer lo había mantenido entretenido, no dejó de prestar atención las palabras del conde Orbert, y tuvo tiempo de reflexionar sobre lo que implicaban. Así se decidió a proponer lo siguiente-: Nos queda una alternativa, señor, permitid que Ursu os pida disculpas de antemano por lo que va a decir. Ursu se refiere a probar suerte en las tierras prohibidas,... en la playa, y esperar que las leyendas encierren alguna verdad.

Cargando editor
06/06/2014, 00:31
Hobbard "Hobb" Wits
Sólo para el director

Notas de juego

Primero una explicación, pues bien te la mereces. Luego dame un tiempo para responder a los otros.

Había toda una parrafada en mi último post, me refiero al de la tirada. Más precisamente en el apartado de “Notas”, y era privado para el Director. Recién ahora veo que no subió a la página, y entiendo tu confusión. Recuerdo haberlo hecho un poco a las corridas, así que puede haber sido un error mío al colgar el post, pero de todos modos no me cierra. Siempre releo los post que subo, pero he tenido unos días terribles en las últimas semanas, así que pudo haberlo pasado por alto.

De todos modos, como dije no me cierra. Básicamente, me llama la atención que la tirada si haya quedado guardada y lo otro no, cuando por lo general (la verdad, la enorme mayoría de las veces) hago la tirada “después” de pegar el texto.

Como sea, aunque no recuerdo exactamente el contenido del post, era más o menos lo que te imaginas. Si había en la aldea y en los alrededores madera suficiente para construir un artefacto semejante, y cuanto tiempo podría llevar juntarla (con la dotación normal de leñadores). También evaluaba la posibilidad de reclutar más personal.

Tu respuesta no solo zanja la cuestión, sino que es también bastante ilustrativa.

Pero recuerdo que, más allá de la tirada (pues tal vez debiera hacer alguna otra para averiguarlo), también te planteaba un par de dudas. La primera era acerca de la relación que existía entre Forbag y ese rey Warden. Si alguien alguna vez lo había visto, si visitaba a menudo la zona, si dejaba sentir la presencia de sus tropas, etc. También la has evacuado en mayor o menor medida.

La otra era sobre si teníamos los conocimientos para hacer un contenedor como el que se pedía. No me refiero a si Hobb sabía como hacerlo, sino a si era algo más o menos accesible, dada la tecnología y los especialistas con que contábamos en el lugar o si era algo inimaginable.

En definitiva, son casi todas cuestiones de la vida cotidiana que Hobb bien podría saber sin mayores complicaciones. No lo integré en la narración porque se trataba de ver simplemente si "lo sabía" o "no", y no daba mucho margen para rolear.

Pero ten por seguro que la proxima vez intentaré ser más específico, jeje.