Partida Rol por web

Cuando aquella granada estalló algo le dijo en el corazón a Ludwig Von Liechtenstein que todo aquello sería inútil contra el poder de la oscuridad. No se equivocaba. El plan de su compañera Mabel había sido desbaratado por una fuerza que era evidente que no era de este mundo. 

Ludwig lo sabía. Había sido su propia necedad durante años la que le llevó a confiar en sectas demoniacas y creer que en ellas estaba la respuesta al poder. Era un juego que compartía con su mujer pero cuando ella misma murió por culpa de aquellos ritos y falsas creencias se propuso más que nunca acabar con ellas. 
A nadie le extrañó que en los últimos años se acentuara su presencia en los actos de aquellas hermandades pero su objetivo oculto era el contrario: Quería saber cómo destruirlas. Cómo aniquilar todo aquel mal que venía de otro lado y él estaba seguro que había sido quien le había arrebatado a su mujer. 

Con su dinero financió a las policías de varios países hasta que logró una coalición internacional. Él quería ser quien se infiltrara primero en la isla pero la Ayudante del Departamento de Justicia, aquella valerosa mujer, dijo que tenía más experiencia. Y ahora estaba prisionera medio muerta. 

Miró al resto de su equipo: 

De la Policía Estatal de Estados Unidos venía Darius Reginald Bowman. Su afición al jazz era real y era la perfecta coartada para hacerle pasar por un músico aficionado al ocultismo. 

Del Reino Unido estaba Edward Pine. Su fama de periodista destapa escándalos era tal vez algo obvio y peligroso pero sus formas de caballero y sus habilidades le hacían un espía extraordinario. 

Por último, representando a las fuerzas del Eje estaba la italiana Francesca Barberini. Había bastado asistir a una o dos orgías para que a algunos miembros les empezara a resultar conocida. Después solo había que aderezarlo con leyendas de ritos, sacrificios y exagerar lo que ocurría en su villa italiana para recibir la llamada y poder colaborar con el resto. 

-Señores- Dijo sonriendo -Señorita- continuó, mirando a Francesca y finalmente a aquel hombre que había hecho posible todo aquello -Señor Von Liechtenstein- Sonrió y continuó tras una leve pausa -He de reconocer que me sorprende el grupo que ha llegado a juntar, no creo que nadie sospeche que estamos juntos en ésto- Continuó con aquella sonrisa que todo hombre de buena cuna ha de demostrar y como no, que todo británico tiene.

-Lastima lo de la señorita Mabel, por poco lo conseguimos- Continuó tras la leve presentación -Si tan solo hubiera esperado 5 segundos más la muy estúpida...- Negó con la cabeza - ... Pero no, la culpa son de éstos malditos rituales y ahora...- Sonrió como con preocupación, pero con soberbia -Todos me mirarán a mi por culpa del medio muerto de hambre ese... El loco que está quemado...- Se sacó el sombrero, se peinó y finalmente se lo colocó de nuevo -Soy todo oídos para salvar mi cuello y acabar con esos... Bichos, ya que ahora parece que pueden- Se giró a Francesca -¿Cómo dijo aquel idiota?- y volvió a mirar a todos -¿Pueden tener poderes? Jajajajaja... Todos locos en estas sectas- Dijo mientras acababa apoyando el brazo izquierdo en una superficie y poniendo el derecho sobre la cadera, descansando del viaje, pero como no, con clase.

Ludwig encendió su cigarrillo con boquilla de oro y observó como la llama casi se extinguía hasta agitarla con un elegante movimiento de muñeca.

Mientras la voluta de humo se elevaba con languidez, escuchó con atención las palabras del periodista, satisfecho con como se habían dado las cosas, pero bajó la mirada con pena cuando mencionó a Miss. Walker Williebrandt, ella había sido fundamental para montar toda la operación.

- Efectivamente Mr. Pine, estuvimos muy cerca. Pero ahora debemos honrar el sacrificio de Mabel y detener esta secta de locos. Los observó con detenimiento, de uno en uno. No puedo imaginar mejores compañeros para lo que viene, y como primera moción del día quiero aclarar que a pesar de haber invertido mucho dinero en esto, las decisiones las tomaremos en conjunto, como iguales. Sus cuellos se juegan tanto como el mío. 

Luego observó a la hermosa Francesca.

- Cara mía -le dijo con afecto. Por tanto tiempo habían podido mantener la discreción ante la sociedad, tramando el golpe a las sectas que en última instancia les habían arrancado a Astrid de los brazos de ambos. Tu presencia aquí es un bálsamo de paz en estas horas aciagas. Tenerte en esta sala con estos prestigiosos hombres de la ley hace que las perspectivas de éxito llenen mi cansado corazón.

Y por fin observó al saxofonista. Su discreción y sus múltiples recomendaciones lo hacían un efectivo ideal para llevar a cabo la tarea que tenían por delante. Puso una mano en su hombro y le dedicó una intensa mirada de confianza. Entre ellos no hacía falta nada más.

- Como bien menciona el Sr. Pine, hay que comenzar a trazar estrategias. Creo que al contrario de lo que se podría suponer, vuestra fama podría jugar a vuestro favor, y no al contrario. Puede que sea mas difícil sospechar a priori de un escéptico que de un devoto. Según como se den los acontecimientos y las discusiones, una defensa moderada de su parte argumentando poco a poco que en realidad vuestra actitud es realmente una fachada para identificar a los verdaderos creyentes podría funcionar. En cualquier caso, creo que habría que esperar que alguien arroje la primera piedra y no salir a defenderse antes de que alguien ataque.

En cuanto a las votaciones, creo que no deberíamos temer acusarnos entre nosotros, aunque al no poder efectivizar el voto, no deberiamos ser excesivamente impetuosos, ya que si lo somos y luego no nos votamos, podríamos atraer sospechas. Yo creo que profundizaré el antagonismo que ha insinuado Miss Jones en la embarcación, la veo susceptible a caer en el fuego cruzado si juego bien las cartas.

Y otra cosa. Ustedes ya saben que para quedar tranquilos con nuestras consciencias, deberíamos al menos intentar convencer a alguno de los demás de que todo esto es una locura. Bien, para mi esto debería hacerse mas pronto que tarde, para que después no haya posibles cambios de actitud que lo o la delaten. Y también está la cierta posibilidad de que yo caiga ante estas bestias, y esta posibilidad se pierda. Pero es sólo una idea, lo pongo a consideración de la mayoría. 

Luego descansó y se dispuso a prestar atención a las palabras de sus compañeros.

Darius acudió a la cita con su trompeta en ristre, como de costumbre, pero en esta ocasión su humor era mucho más cenizo de lo que había mostrado en el barco, mezcla de la impresión y el miedo que había sentido al ver el destino de la agente Mabel y de la responsabilidad que ahora pesaba sobre sus hombros. Ninguna sonrisa adornaba sus labios ni mucho menos ninguna música manaba de su instrumento: la cosa era muy seria.

- Dios nos coja confesados... - murmuró el falso músico a la par que se santiguaba - Me alegra ver que ninguno de los presentes hemos salido heridos en esa locura. Pobre señorita Mabel... - se volvió a santiguar.

Las palabras de Edward Pine mosquearon un poco a Darius, no le gustó oírle hablar con tanta condescendencia dada la situación.

- No se tome a broma las capacidades de estos enajenados, Pine - le advierte con severidad - Ya he visto más de una cosa extraña en mis largos años de servicio que no se pueden explicar con la lógica mundana. Por lo que a mi respecta, actuaré pensando que más de una cosa extraña pueden hacer.

A continuación las palabras del señor Von Liechtenstein le reconfortaron. Parecía que el hombre tenía la cabeza bien amueblada.

- Mr Liechtenstein, me tranquiliza verle tan sereno y centrado. De seguro que con usted a la cabeza llegamos a buen puerto. Y que me aspen si no me alegro de contarla entre los aliados, señorita Francesca. - Llegados a este punto, hechas las pertinentes presentaciones no oficiales, el estadounidense se aclaró la garganta antes de proseguir - Creo que debemos de acordar pronto cual debe ser nuestro proceder. Si nos ven muy unidos entre nosotros caeremos todos juntos, si somos demasiado independientes quizás sospechen. Como dice Mr Liech, lo mejor será no temer acusarnos los unos  los otros. Es difícil de decidir, y por Jesús en la cruz que esto no es un juego. Ya han visto que nos harán de dar con nosotros como traidores a su demencial rito - hizo un gesto con el pulgar apuntando al suelo, recordando la macabra caída de Mabel al abismo. - En cualquier caso tenemos una decisión a tomar: ¿cómo actuaremos en esta extraña elección a Maestro Sectario que se ha convocado? ¿Debería alguno postularse? De resultar uno de los nuestros elegidos podríamos estar en significativa ventaja...

Las dudas corroían al bueno de Darius. Había estado en situaciones muy peliagudas durante el paso de los años pero esta... tenía muchas papeletas para convertirse en el Fin de sus Tiempos. 

Ser una infiltrada a las órdenes de la policía no iba a ser nada fácil. Pero la verdad es que sentía la obligación moral de unirse a aquella causa y luchar por lo que creía justo. Destruir a los sectarios, y como no acabar con el mal que pudiera despertarse en esa maldita Isla, escenario perfecto para unos cuantos sacrificios humanos.

Tras escuchar al periodista asiente con cautela. -Yo no subestimaría los "poderes" de esos sectarios señor Pine, no sabemos que clase de tretas van a utilizar, es gente peligrosa y mentalmente inestable. No podemos permitir que se derrame más sangre inocente como la de Astrid. La muerte de Mabel es por desgracia inevitable, ahora hay que intentar parar la invocación de ese dios primigenio, haciendo que esos locos se maten entre ellos. - añade con decisión.

-Conocía a Ludwig y a su difunta esposa desde hacia años. - se acerca lentamente al hombre y posa una mano sobre su hombro. -La vengaremos y a usted le protegeremos por encabezar esta misión y tener la capacidad de persuadir a otro sectario. - sus ojos se muestran confidentes. -Pero creo que primero será mejor observar a ese grupo de locos, y quizás cuando sepamos quien despierta sospechas, intentar persuadir a uno de ellos para pasarse a nuestro bando. Hacer creer a los demás que el policia "jefe" está entre los señalados puede ser una buena estrategia. Confío en que nuestras tapaderas nos sirvan de ayuda. Yo jugaré mis cartas lo mejor que pueda. - termina por añadir observando a su otro compañero, el talentoso músico de Jazz.

Tras el discurso de ambos hombres, interviene. -En principio descartaria la idea de presentar candidaturas para maestro sectario, es peligroso estar en el punto de mira. Pero, si el populacho sectario propone a uno de nosotros para tal cargo, no me negaría en rotundo. Por otra parte, mantendría las distancias entre nosotros, al menos durante las primeras invocaciones y señalaría que no tengamos en nuestra lista a los mismos sospechosos si podemos evitarlo. Coincido en que llegado el momento no debemos temer acusarnos entre nosotros, pero con mucho cuidado.

-Sonrió al escuchar al saxofonista -Claro- Y de nuevo se sacó el sombrero a modo de disculpa -Discúlpeme señor Bowman- Y acompaño dicha disculpa con una sonrisa, posiblemente de burla.

La conversación continuó con el discurso del hombre que les había juntado hoy ahí, algo que dijo le interesó, se le pasó por la cabeza durante un instante, pero como un buen periodista, prefirió callar hasta que la última de las personas hubo hablado -Sin duda todas vuestras estrategias me parecen igual de válidas y yo digo... ¿Porque no ir un poco más allá?- Hizo el silencio y junto ambas manos, levantándolas hasta dejar ambos dedos índices tocando su nariz, tras un silencio de claro pensamiento, continuó, separando ambas manos y empezando a caminar entre sus compañeros -Veréis, no vería mal que uno se presentara a maestro sectario, siempre y cuando, como ha dicho la encantadora Francesca, sea nombrado primero por uno de los demás...- Sonrió y continuó -Bien, pero tened en cuenta que aquel que salga como maestro será el primero al que observen de cerca, al que busquen sus cualidades y defectos y, sin duda, un claro blanco para todo aquel con...- Miró al señor saxofonista -Como han dicho ustedes, poderes- Sonrió, era escéptico a ese tipo de creencias, pero tenía que reconocer que el fuego verde le había hecho sudar y ponerse nervioso -Como decía- indicó volviendo a caminar -Creo que deberíamos dejar clara la postura de cada uno, al menos al principio... Yo, por ejemplo, actuaré como que sería idiota que uno de los policías infiltrados fuera alguien que claramente está mostrando un desacuerdo con este tipo de... Compañías- Sonrió de nuevo, esta vez como clara burla -Por otro lado, acusaré al señor Bowman, desde el principio he mostrado que no era de mi agrado y así, si por casualidad caigo...- Se calló un segundo - ... Y dios no lo quiera- Continuó -Él estaría libre de toda sospecha, o al menos de la gran mayoría-

Hizo un gran silencio y tras tragar saliva y mostrar un claro miedo dijo -Si por lo que sea se están volviendo muy claras las sospechas contra mi, por favor, no dudéis en ser uno de los primero, PERO NO EL PRIMERO, en acusarme con todas las de la ley- Soltó una ligera risa nasal -Y nunca mejor dicho-

-Pero volviendo al tema principal, señor Bowman- Miró al hombre -Será uno de mis acusados, pero no el único y mucho menos no el primero- Hizo de nuevo una pausa, girándose al más puro estilo Sherlock Holmes -ADEMÁS... Me apoyaré en los dos hombres que han estado hablando conmigo en el barco... El español y mi compatriota británico, creo que puedo convencerlos... Y por que no... También en la señoríta Austerlitz, tiene un no-se-que que me gusta- Sonrió abiertamente -Por lo demás, pienso acusar sin duda a aquel que esté más callado, más pasivo... He visto que había un hombre calvo en el barco y no había dirigido la palabra en nadie... Sospechoso como policía... ¿No creen?- Hizo otra pausa, tanto del habla como de caminar para continuar con sus palabras -Y aquel otro tan poco agraciado... El hombre del sombrero... Cornelio, creo que se llamaba, como fuere, no pareció relacionarse mucho-

Finalmente para acabar aquel discurso miró a Von Liechtenstein -Por descontado me alejaré un poco de usted, un magnate como vos, señor, no quedaría muy lógico cerca de un periodista... Al no ser que nos hagan alguna pregunta-

Durante el día y aún en shock por ver cómo Edward se despeñaba casi él solo por el pozo, los tres se reunieron en la playa. 

Pero entonces oyeron una voz tras la montaña que presidía toda la isla. Al otro lado de aquel grueso muro de piedra podían escuchar aún a Mabel Walker

- Compañeros... ¿qué ha pasado? Me tiraron por aquí y no puedo escapar pero he logrado meterme por una abertura y... creo que desde aquí puedo... puedo comunicarme... Tengo las piernas rotas pero no debemos desfallecer. Oigo a Edward Pine por aquí... trataré de comunicarme con él y darle fuerzas. ¿Ha sido injusta su muerte? ¡Seguro que se ha defendido con todas sus fuerzas para no ser elegido! ¿verdad? 

- ¡Joder! - exclamó Darius llevándose las manos a la cabeza, consternadísimo cuando quedan a solas. Su estrategia de crear antagonismo intenso con Pine había llegado demasiado lejos, y sumándose a la carencia de voto del periodista y el fallo en el modo de votar del Maestro Sectario habían llevado a la muerte del sujeto. Esta vez de verdad, no fingidamente como durante la noche, Darius le dió un buen trago a su petaca para calmar los ánimos.

- Yo... Maldita sea, ¡era una estrategia!, ustedes saben que yo no pretendí nunca que mi voto condenase a Pine. Estaba listo para cambiarlo de ser necesario, pero no caí en que García no había votado correctamente... Maldición...

Entre sus lamentos entonces, la voz de la esperanza surge. Sorpresivamente Mabel sigue viva, y afirma que Pine también lo está, al menos de momento. El alivio inundó al hombre en gran medida.

- ¡Señorita Mabel! Dios la tenga en su eterna gloria, cuanto me alegra oirla. Dígale a Pine que lamento en sumo grado este despropósito, y que de él haré todo lo posible para sacar provecho.