Partida Rol por web

                Viajan tres días hasta el bosque Fae. Tara había preguntado sobre los elfos y las hadas. Iato le explicó que las hadas eran las encargadas de la naturaleza, sobre todo vegetal. Con su magia hacían reverdecer los bosques, creaban flores durante la primavera, ayudaban a preservar la vegetación después de los inviernos para que las plantas vuelvan a adueñarse de la tierra en sus ciclos, y etc. Sobre los elfos, ellos son los que protegen y preservan la vida animal en Roshendal. Tienen el poder de comunicarse con las bestias, tanto depredadores como herbívoros como criaturas colosales (dragones, grifos, etc)

                -Sin los Altos Consejos la vida perdería todo su esplendor. Entonces los humanos y otros seres ya no podrían vivir aquí. Igualmente estamos en una etapa de crisis. Los orcos y los Oscuros del Norte buscan la destrucción de todo, pero no extinguir la vida pues sino no podría dominar nada, estaría todo muerto.

                Llegaron a un claro, las dos lunas asomaban en el cielo estrellado.

                -Vamos a dormir, mañana entraremos en el bosque. Pero primero… entrad en este lago.

                Delante del grupo había un lago maravilloso, realmente hermoso. –Vosotros tenéis una marca, la cual mostrará la segunda luna de Roshendal cuando os bañéis en las aguas de los Lagos Encantados. Los cuales son éstos, hay varios pero uno está aquí, delante del bosque de Fae. La marca está en vuestra espalda, así que solamente os pediré que dejéis la misma descubierta. Por favor, es importante.

  - ¡Hora de darse un chapuzón! - Bregor se quitó la armadura y la ató a su atillo. A continuación se quitó la blusa dejando el torso al descubierto, a parte de poseer una musculatura sobrehumana y bien entrenada, se veía que aún para lo joven que era, Bregor había estado en mil y una batallas, pues tenía cicatrices y marcas que le cruzaban todo el cuerpo.

  - ¡Dios, está helada! - Exclamó al adentrarse en aquél lago - Bueno, a ver donde está esa marca - Bregor quedó a la espera de saber si era cierto lo que contaba Iato.

No llevaba demasiada ropa, por no decir ninguna. Era más un tema cultural que de pudor, ya que las escamas de los kobolds cubrían suficiente por si mismas. Me quité los pocos harapos que llevaba y mire con desanimo las aguas del lago.

- ¿Estas seguro de que no hay otra forma? Yo no veo que tenga nada en la espalda...

Miré a Bregor que fue el primero en saltar y puse una mueca de miedo: - Además, parece que está helada, se nota que lo está pasando mal.

Escuché con atención las palabras de Iato, quería que nada me pillara por sorpresa al no conocer a las personas con las que tenía que encontrarme, al escuchar que los elfos cuidaba a los animales sentí un poco de arrepentimiento por cazarlos, pero debía comer, no podía sentirme culpable por cazar animales.

Me senté apoyandome en un árbol cuando dijeron de descansar, después escuche lo de las marcas y el lado, era la primera vez que escuchaba eso, ¿serviria de algo? Si Iato lo decía debería servir de algo. Me quite la ropa, dejandome la ropa interior y me metí en el lago, mire las lunas, después hacia la espalda de Ken para ver si tenía la marca, ya que en él se vería igual que en el mio

Mientras íbamos avanzando escuché el relato de Iato sobre los elfos y las hadas, no era que no supiera sobre ellos pero me gustaba conocer el punto de vista de cada especie y más como hablaban de si mismos.

Mientras nos dejaran cazar lo necesario para comer no tenía problema en que cuidaran a los a animales, después de todo ellos también deberían de cazar de vez en cuándo, no creía que vivieran de ensalada.

Cuándo llegó el momento de mostrar si éramos los elegidos que tanto creían me sentí intrigado, pero no fue hasta que Tara se quito la ropa de arriba y se metió al lago hasta que hice lo mismo.

Tras quitarme la ropa del torso me acerqué al lago sumergiéndome hasta la mitad de la cintura en él, mirando las espaldas de todos los presentes a ver si los símbolos que aparecían eran diferentes...

Las hadas y los elfos cuidaban de los bosques y las criaturas que habitaban en ellos, dudaba que mis compañeros pudieran comprender el esfuerzo que ello conllevaba, los Elfos cuidaban de que las criaturas estuvieran vivos y hubiera suficientes para que el ciclo no se rompiera, las hadas mantenians los arboles y las flores en un perfecto equilibrio, el mundo entero se mantenia en armonia por el esfuerzo de todos.

Muy pocos cazaban pensando en que habia que devolver al bosque la energia que habias consumido, un animal cazado, sus huesos enterrados alimentaban las plantas, estas crecian para alimentar otras criaturas y el ciclo se mantenia, yo habia pasado tanto tiempo en aquel bosque que era como mi segundo hogar y comprendia aquel ciclo perfectamente.

El elfo nos habia dicho que nos metieramos en el lago dejando nuestras ropas fuera, queria que mostrasemos nuestras marcas de elegidos para algo, me quite la camisa un poco a regañadientes, no es que tuviera verguenza ni nada parecido, es que no seguia ordenes de aquel elfo si no de mi Hada y ella habia permanecido en silencio hasta el momento, por desgracia sabia que ella queria que hiciera lo que el elfo decia así que no me quedaba mas remedio.

    Se metieron en las aguas del lago que estaban un poco frías, pero luego se hacían más soportables, a medida que los cuerpos se adecuaban a la temperatura. Bregor fue el primero, su espalda tenía las cicatrices que muchas batallas habían presenciado; luego le siguió Kib que no se preocupó por su desnudez pues las escamas de kobol tapaban gran parte de su cuerpo. Después le tocó el turno a Tara quien se dejó su ropa interior y también entró al lago. El incubo y el chico fueron los últimos. Todos estaban allí ahora. El hadita observaba y brillaba llena de excitación porque sabía que iba a ser un momento especial.

    Entonces los rayos de la luna correspondiente iluminaron los cuerpos. De pronto, en cada espalda, comenzó a emerger un dibujo. Era como sí trazos de tinta plateados se ubicaran de forma mágica sobre la piel. Iban caminando entre surcos hasta terminar de formar una imagen. Era una rosa plateada, con pétalos grandes y ramas largas que recorrían la columna de los elegidos.

    Iato asintió con gusto -no sabía qué dibujo se iba a formar, pero estaba seguro de que erais vosotros los que la leyenda cuenta. Lamento que Kurtock no forme parte, pero supongo que todo pasa por una razón. Sois los elegidos. Salid y vestios. Acamparemos aquí esta noche, mañana entraremos al bosque. Esta noche también se oirán los gritos de guerra en el poblado, no hagáis nada para evitarlo. Si intervenís solamente moriréis y todo estará perdido.

    -Sois nuestra última esperanza -dijo Gladia con un aleteo. Era vital convencerlos de no intervenir ahora, y de prepararse para una batalla futura, desarrollar sus habilidades y ser los guerreros que estaban destinados a ser.

Una flor en cada una de nuestras espaldas, el caso es que si el elfo no sabia que dibujo se formaria bien podria significar cualquier cosa y no solo que eramos lo elegidos, pero no era el momento adecuado de ponerme a quejarme por cosas como la extremada falta de información de la que disponiamos.

- Supongo entonces que ya que no podemos luchar ni avisar a la gente del pueblo solo podremos escuchar como gritan mientras los matan, menudos elegidos somos... -

Al menos podriamos haber dado un aviso de que una legion de orcos venia hacia el pueblo, algunos abrian podido escapar y se abrian salvado mas vidas, pero supongo que aquí primaba salvar al mundo entero y no solo a una pocas personas.

Bregor quedó en silencio. No le hacía gracia ser un elegido y no poder ayudar ni tan siquiera a un pueblo,pero también conocía sus limitaciones y sabia que no podría hacer nada contra tal ejercito y de momento tampoco sabia mucho de las habilidades de sus compañeros por lo que no podía arriesgarse. Bregor salió del agua y tras secarse volvió a colocarse la armadura y finalmente se recostó sobre un árbol con el espadón apoyado en el brazo y permaneció en silencio. Intentó descansar lo que pudo, pero no tenía sueño. Aquella fue una noche muy larga y oscura para todos.

Salí del lago y me agité para expulsar el agua que cubría mis escamas. La verdad es que Ken tenía razón, aunque no me sentía demasiado culpable por ello, no habías escogido ser los elegidos, y si alguien creía que hubiésemos podido salvar el pueblo que ese alguien cargue con la culpa.

Me senté en un árbol junto a Bregor, era el más alto y que menos confianza me daba, pero eso ahora no importaba demasiado. Recogí el laúd y empecé a rasguear una triste melodía sin letra.

Al salir del lago solo me alejé un poco para poder secarme y así volver a ponerme la ropa, esperaba que hicieran algo de fuego para recuperar la temperatura de nuestros cuerpos.

La gente del poblado no me importaba mucho, apenas los conocía, aunque como en toda ciudad había chicas bonitas, de momento solo podríamos esperar que alguien hubiera avisado del ataque y otros le hubieran creído, a fin de haberse salvado la mayor cantidad de vidas posibles.

Me acerqué al pequeño Kobold y me senté junto a él, después de todo era con quien había llegado al extraño grupo.

       La noche pasó lentamente. Sobre todo porque algunos deseaban intervenir en batalla, o al menos, no quedarse de brazos cruzados mientras en el pueblo los orcos invadían. Así que nadie tuvo fácil el echar un ojo, pero era mejor al saber que no tardarían mucho en expulsar a los seres de Roshendal si se convertían en guerreros importantes.

    Llegó la mañana, los dos soles despuntaron con prontitud. Iato y Gladia los guiaron al bosque. Este era simplemente maravilloso: hojas de colores desde verde hasta azul poblaban los árboles. Aves exóticas, bellísimas, cruzaban los cielos. Animales que nunca habían visto bebían de los ríos o lagos. Siguieron adelante, hasta un claro en medio del bosque. Iato les hizo una señal de que aguardaran. Allí, a los cinco minutos, apareció una elfa. Era alta, fornida y simplemente hermosa. 

   Iato le hizo una reverencia y le abrió paso. Ella los miró, a todos los desconocidos. Les hizo un saludo inclinando levemente su torso hacia adelante y habló:

   -Soy Turmalina, Elfa de los Bosques. Vosotros estáis bajo mi mando ahora para vuestro entrenamiento físico. Os dejaré como guerreros, con la destreza de nuestras gentes, la fuerza de las bestias y la agilidad de los gatos. ¿Alguna pregunta?

   Ella esperó, cruzando sus brazos delgados y fibrosos. Tenía un carisma de fuerza y potencia increíble. En palabras simples, a nadie le entraba la duda de que podía derribarlo en un santiamén.

Al final dormir fue un problema, no tanto por no poder hacer nada por un pueblo que ardería en llamas, sino porque mis compañeros no podían dormir bien y hacían ruido y ellos si no podían conciliar el sueño por lo primero.

Al amanecer me estiré y caminé un poco, haciendo tronar mis huesos antes de comenzar a seguir al elfo y el hada por el bosque.

En un momento salió una hermosa elfa de la nada, su presencia era imponente, sus curvas perfectamente delineadas y su ropa...bueno, su ropa era muy sugestiva.

Justo como me gustan...

Escuché que nos entrenaría y como quedaríamos al final, para mi era mucho alarde, pero debía de darle un poco de credibilidad si iba a ayudar a este grupo en esta misión.

-Solo una, luego de entrenar podemos ir a caminar por el bosque? Te invitaría a tomar algo, pero no veo muchos bares por aquí- comenté con una sonrisa y cruzado de brazos.

  Un fuerte estruendo sonó contra el suelo, como si hubiera caido un árbol, era el espadón de Bregor que lo había clavado con fuerza en el suelo.

  -Un placer Turmalina, estoy a vuestra disposición. - Comenzó diciendo el guerrero - Pero el trabajo apremia, ya en la primera noche hemos perdido un pueblo entero y no hemos podido hacer nada, aunque me hubiera arriesgado con sumo gusto a ayudarlos, pero he de entender que somos un grupo y no puedo ser egoista en mis acciones a partir de ahora y espero que toda esta historia de los elegidos sea cierta, no me gustaría pensar que hemos sacrificado a toda esa pobre gente por nada. - Bregor intentaba ser pragmatico en aquellos momentos pero su ira y su enfado por lo sucedido la noche pasada se reflejaba en su forma de hablar.

  Tenia todo el cuerpo en tensión por la rabia, necesitaba soltar adrenalina por donde fuera.

Me desperecé poco a poco mientras disfrutaba del rocío matutino sobre mis escamas. Llevaba días durmiendo a pié de camino, así que dormir contra un árbol aunque fuera junto al inquieto de Michael no fue un problema. El grupo parecía tener algo de prisa así que seguí a Iato y a Gladia aún con las membranas de los ojos medio cerradas y arrastrando la cola de mala gana por todo el camino. Seguía desconfiando de Bregor, pero se me pasó por la mente un par de veces pedirle que me llevara en su hombro.

Cuando Turmalina apreció creí seguir soñando, ¿Una elfa perdida en medio de la nada y con aquel carácter? Sin duda se trataba del recuerdo de algún cuento que había oído en una taberna de mala muerte. Sin embargo, al ver a Michael filtrear con la joven y a Bregor ponerse a disposición de la elfa empecé a creer lo que veía mis ojos.

- Caramba, no es por ser descortés, pero a mi nadie me dijo nada de guerrear. - Levanté las manos y me puse al lado de Bregor para evidenciar mi diminuto tamaño. 

La noche no habia sido nada placentera, principalmente por mi propia cabezoneria ya que podria haberme ido a dormir dejando los gritos atras y no abria ocurrido nada, pero me empeñe en permanecer despierto haciendo otras cosas para asegurarme de escuchar cada grito de sufrimiento de cada persona en la aldea, no conocia a la mayoria de los aldeanos, de hecho solo a los escasos vendedores que visitaba por obligación, pero aun así me guarde ese sufrimiento para devolverselo a alguien en el momento preciso.

Por la mañana nadie parecia estar demasiado comodo ni descansado, aun así gladia enseguia comenzo a guiarnos por el bosque (si, intencionadamente ignoro al elfo aunque tambien nos guie) hasta llevarnos a un claro donde otra elfa mas nos aguardaba, esta parecia empeñada en enseñarnos a luchar y a ser autenticos asesinos expertos en metodologia elfica, lo cual me hacia pensar en ciertas dudas, si ya eramos los elegidos lo normal abria sido no necesitar tonterias de ese tipo, pero por lo visto elegidos solo era un titulo.

- ¿Es obligatorio todo esto Gladia? - pregunte directamente al Hada.

                Turmalina escuchó a Michael con una sonrisa torcida. Se cruzó de brazos y lo dejó hablar. Luego le dijo:

                -Te digo que si me vences antes de tres peleas, puede que te lleve a tomar algo. Pero no sueñes, Íncubo, dudo que me venzas… este año. Aunque si eres uno de los elegidos puede que tome unos meses, veremos… niño.

                Luego vino el turno de responderle a Bregor, quien estaba frustrado por la suerte de todo el pueblo. –Lo sé, semidemonio. Tu sangre hierve justamente. Pero ¿sabes qué? ¿Piensas que sólo los buenos saben de vosotros? No. También los generales Orcos, y os están buscando. No podíamos correr riesgos…

                Kib fue el siguiente.

                -Un grano de arroz puede inclinar la balanza. Creéme cuando te digo que no es tu tamaño lo único que importa en una pelea. Conmigo sabréis eso y mucho más.

                Ken preguntó a Gladia si había manera de evitar esto, ella meneó la cabeza. Debían entrenar para ser fuertes y poder vencer al mal que venía desde el norte. Si no se convertían en guerreros, y además aprendían el arte de la magia, serían fáciles de vencer. Ellos llevaban un legado enorme y debían activar todo ese potencial.

                -Vamos contigo, íncubo, en primer lugar. Atácame. Vamos, sin miedo.

No podía dormir, era imposible hacerlo cuando sabía todo lo que iba a suceder, empecé a afilar la espada, era un movimiento monótono, algo que podía hacer incluso dormida, hasta que empezaron los gritos, mi cuerpo se puso en tensión, agarré con fuerza el cuchillo de caza por el mango y lo clave en el suelo mientras seguía afilando la espada, miraba con impotencia el humo que se formaba a lo lejos, muchas personas estaban muriendo, lo sabía y lo peor es que no podía hacer nada por ellas, solo quedarme allí sentada, preguntandome si de verdad serviría eso de algo, si realmente eramos los elegidos, no eramos más que un grupo de extraños, algunos de ellos sin nociones de la lucha, de la supervivencia, ¿como ibamos a ser los elegidos? ¿Solo por unas marcas en nuestras espaldas?

Me levanté de un salto, con la espada en guardia cuando vi a la elfa, pero acto seguido enfundé la espada, miraba a mis compañeros, los escuchaba sin decir nada, solo miraba a la elfa que sería quien nos enseñaria a luchar, la que nos convertiría en guerreros, ¿podría hacerlo? Tenía aspecto de ser rápida y mortífera, esperaba con ansias la lucha con ella, no le ganaría, lo sabía, pero por lo menos podría relajar la tensión que sentía después de lo sucedido

Confiada y altanera...me gusta.

Me adelante un poco tras escucharla, pero sus palabras no me habían pasado inadvertidas, el hecho de que Bregor fuera un semi demonio ahora hacía que algunas cosas me cerraran mucho mejor, seguramente podríamos llevarnos bien más adelante, sobretodo en el campo de batalla.

Miré fijamente a Turmalina durante un segundo, para luego desenvainar las dagas a toda velocidad y cruzarlas, haciendo que un destello salga de ellas al frotarlas una contra la otra, para luego aprovechar el impulso, dar un giro sobre mi mismo y lanzarle una, directo a su pecho.