Partida Rol por web

Escena introductoria a la historia

Londres, Mayo de 1899.

Londres se ha reconstruido de la mejor manera después de los ataques marcianos. Pero aún quedan huellas de lo vivido.
En medio de la niebla de la ciudad, una suntuosa victoria tirada por cuatro caballos se mueve silenciosa. En una de las puertas del carruaje se ven la escuadra y el compás entrelazados, lo cual no llama la atención de los pocos transeúntes que andan por ahí a esas horas.
El destino al que se dirige el extraño carruaje es la Torre de Londres, algo nada normal pues a esas horas no se aceptan visitas en el lugar que guarda las joyas de la corona. Pasan sin mayores problemas la guardia exterior y se adentran en la fortaleza medieval. Una vez en el patio interior, del carruaje bajan cuatro caballeros que, con una prisa incomprensible, se adentran a las mazmorras de la torre.
Después de subir por tortuosas escaleras llegan a una pequeña sala en la que hay una lámpara a gas sobre una mesa y, sentado a ésta, un hombre que por su apariencia no había conocidos de cuidados higiénicos por mucho tiempo. Al ver a los recién llegados, en la cara del sujeto se dibuja una sonrisa amarga y dice:

- Espero que valga la pena esto. Tenía un buenísimo sueño en el que yo tenía el Molino Rojo de París para mi solo cuando vino el celador y me hizo venir a verlos.

El más gordo de todos los visitantes saca una cigarrera de su bolsillo, enciende un cigarro y dice:

- Soy Bond, Campion Bond, agente del Servicio de Inteligencia de su Majestad.

El prisionero mira a Bond burlonamente y dice:

- Esa presentación tan teatral funcionaría con otro nombre, caballero, pero el suyo es un poco… ridículo.

El tipo gordo se puso rojo como un tomate, pero antes de que explotara en un ataque de furia, otro, más alto y viejo, intervino:

-Pues yo soy M, Jefe del Servicio de Inteligencia Británico, y necesitamos hablar de algo muy importante con usted.

-Sé perfectamente quien es usted, señor Mycroft Holmes, y sé que ese caballero que intenta mantenerse en un cómodo segundo plano tras de usted es el doctor John Watson. Al que jamás he visto en mi vida es al señor de lentes.

El sujeto aludido, con cierto aire afectado y un claro sonsonete americano, dijo:

-Soy Artemius Gordon, Servicio Secreto de los Estados Unidos y enviado especial del presidente.

-¡Vaya! Debe ser realmente importante para contar con tan selecta comitiva. Ahora, si no tienen más ceremonias de presentación inglesas, vamos al grano.

-Pues bien, sabrá que hace unos meses sufrimos una invasión marciana que solo pudimos vencer con esfuerzos titánicos. Ahora, algunos restos de la ingeniería del invasor han caído en manos en las que podrían transformarse en amenazas para las naciones libres del mundo.

-Por favor, señor Bond, estaré encerrado en esta maldita Torre pero no soy tan idiota para pensar que los trípodes que vi desde la ventana de mi celda eran la nueva invención de los prusianos. Además, también sé que reunieron un grupo de sujetos especiales para enfrentar la amenaza.

-¿Que sabe usted de la liga? ¿Y Cómo?.

-Me lo cuentan los cuervos de la Torre, señor Holmes.

Realmente esta negociación sería más dura de lo que los cuatro caballeros pensaban, especialmente porque la contraparte era un gañan.
No obstante, Bond se mostró pragmático y continuo:

-Necesitamos que nos ayude a reunir nuevamente a una liga. Muchos corren un peligro terrible.

-¿Y por que yo tendría que defender a Inglaterra y a esa momia senil que tienen por reina?

-No es Inglaterra quien pide su intervención, estimado señor.