Partida Rol por web

La ruina del Hombre

Como de un sueño, despierta...(Nactas, 2 de Numa del 471 d.T.)

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30/10/2007, 19:33
Director

Lentamente abrió los ojos. Estaba tendida, rodeada de un agradable aroma fresco y limpio, en una habitación de piedra oscura iluminada por una pequeña ventana sobre ella.

¿Verano de qué día? Debería ser el primero de verano, las fiestas de la ciudad, aunque el dolor palpitante de la cabeza, el tapón de sus oídos y su nariz y el quejido austero de sus articulaciones le hacían difícil concentrarse en cualquier otro sonido.

Confiando pues en la vista, aunque aún así con los ojos entornados por esa luz escasa que se hacía deslumbrante, Jayrah vio que no estaba sola, y que una sava, de blanco impoluto como todas, y mirada serena a pesar de la evidente juventud, posaba esos ojos azulados, casi cristalinos, en la figura tendida de la muchacha, de pie, con las manos cruzadas delante de ella.

No rompió el silencio. En aquel templo de curación, el silencio servía para mucho, sin duda, y desde luego Jayrah lo agradecía en ese momento...aunque siguiera sin recordar cuánto había dormido, porque se le hacían años desde que había caído enferma.

Notas de juego

Bueno, pues adelante. Cualquier duda que tengas me vas preguntando.

Las savas son una suborden religiosa que se dedica a la sanación, a suerte de enfermeras. Visten como vestirían monjas de puro blanco, y son bastante buenas en lo suyo. Silenciosas, amables y eficientes.

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31/10/2007, 00:19
Jayrah Ydhûn

Como si regresara de un largo viaje, cansada, vacilante. Por un pasadizo oscuro, tortuoso, y del que sólo distinguía el final: una ténue luz lejana, que, con torpeza, se fuera acercando, ampliado.

Así volvió en sí. Así se sintió volver de su inconsciencia paciente, dolorida. Sin embargo, la llegada a la realidad fué dulce. Aunque su cuerpo gemía en silencio, aunque sentía el dolor en cada rincón de su piel, de su carne, su entorno la consoló.

Se sintió reconfortada, sintió el suave tacto del algodón de las sábanas, impólutas, sintió la brisa acariciarle el rostro.

Cuando su mirada se enfocó, y pudo dejarla deslizarse por la habitación, se detuvo en la sava de faz casi infantil. Ella le devolvía la mirada, junto con un bálsamo de serenidad.

Sería difícil hablar, pensó, sería difícil y casi sacrílego. Pero...

-Oh... dime... ¿cuánto hace que estoy... aquí...? No... no sé muy bien ni tan sólo dónde estoy...

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31/10/2007, 21:22
Jayrah Ydhûn

Notas de juego

Solicito permiso para pasar la historia a abierto.
:)

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01/11/2007, 15:56
Sava

La joven sonrió levemente y un par de arrugas nerviosas se asomaron por su frente blanca.

- Habéis dormido una noche, señora. Las fiebres de ayer han remitido. Es raro tener estos males en verano, normalmente vienen con el frío o cuando hace calor y frío el mismo día.

En todo caso, ya ha pasado lo peor. Os encontraréis mejor cada día, y no os vendrá mal el buen aire de la mañana si queréis salir, aunque hoy estaréis muy débil.

Vuestro señor me ha pedido que le avise cuando despertéis. Este es buen momento para prepararos un caldo caliente, que os servirá para que vuestro cuerpo deje de tiritar y se purifiquen los malos humores.
Hizo una breve inclinación, grácil y sencilla, y se fue de la habitación.

Jayrah, libre ahora de la atención que le provocaba la sava, reparó entonces en que tenía ropa doblada sobre un taburete, a su lado, y también había agua y un paño de tela blanco. La congestión le impedía olfatear, pero el aroma a fresco era persistente y relajante.

Notas de juego

Bien, pon en abierto lo que los personajes pudieran saber de tu vida...pero recuerda que este es un mundo de engaños e ignorancia. Tu mentor no va por ahí contando quién eres porque eso podría hacerte blanco de intereses...o no, ya lo decides tú. En este mundo, la información es un bien valioso. Es más que probable que muchos sepan quién eres en realidad, pero no creo que nadie de tu entorno lo haya confirmado nunca. Tú verás lo que quieres que otros compañeros sepan :D

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03/11/2007, 11:53
Jayrah Ydhûn

Con lentitud, con casi reverencia, como si ejecutara un Ritual ya lejano en su memoria se incorporó, y se sentó en el lecho. Se dio cuenta de que estaba desnuda. Se levantó, y se acercó a la jofaina de agua, y cogió el paño, humedeciéndolo. Se lavó, refrescando su cuerpo, que recibió el agua templada sediento.

Miró las ropas dobladas. Ropa interior de suave algodón. Sandalias de cuero blando. Una sencilla túnica marfil, con un ceñidor de seda bordada, y un corpiño a juego. Nada complicado, tonos claros, sin pretensiones. Y dulce de vestir. Así lo hizo.

Miró a su alrededor, y se dirigió a un mueble donde reposaban peines, cepillos y frascos. Un espejo le devolvió su imagen, la piel se afinaba, nívea, pálida. Cogió un cepillo, y lo pasó por su larga cabellera. Mientras lo hacía, interrogó al azul nítido de sus propias pupilas, pero aguardó la respuesta en vano.

Se fué hacia la ventana, un alto ventanal con punta en ojiva, con una hermosa vista a sus pies. El aire matinal era agradable, y la llamaba. Se dió la vuelta, andó con pasos tenues, abrió la puerta, y salió de la habitación.

Notas de juego

Pues en ese caso, y puesto que ya consta que soy rehén, y noble, y la casa en la que estoy, no pondré nada más. Creo que eso favorecerá el misterio, y la ambigüedad. Si estás de acuerdo, vamos.

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06/11/2007, 00:57
Director

Recibieron sus ojos el pasillo claroscuro que cruzaba a lo largo de puertas semejantes a la suya. A modo quizá de celdas de estudio, en el caso de religiosos, o de celdas sin más, en el caso de presos. En este caso ni una ni otra, eran celdas de enfermos.

El pasillo no tenía más que paredes y puertas, y un silencio con un aroma demasiado sutil para la congestión nasal de Jayrah, que sufrió un empeoramiento del tamborileo persistente en su cabeza. Su cuello parecía rígido. Se sentía torpe y bastante débil.

A su derecha había más sombra. Desde allí un pasillo que cruzaba anunciaba por los cánticos alegres la pronta presencia de otra sava...o quizá de un visitante. Mientras, a su izquierda había más luz, merced posiblemente a una puerta abierta tras un recodo, o quizá por otra cosa. No se podía ver a través de ninguna ventana sin subirse a un taburete, así que sólo podía saber que era casi mediodía del primer día de verano.

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06/11/2007, 12:23
Jayrah Ydhûn

Se tambaleó ligeramente...
Pero recuperó el aliento al apoyar su mano en el muro, y así se quedó unos segundos, los ojos entornados, la mano frágil, afinada, transparente, helándose con el frío de la piedra. Y la retiró.

Sus ojos vagaron por el pasillo, mientras se erguía, y dudaba hacia dónde dirigir sus pasos.

El sonido de alguien acercándose la tentaba, y la visión de claridad, y por tanto quizá de una salida al exterior, también. Se sentía cansada, no tenía ganas de ver a nadie, pero, sin embargo, seguía tentándola ese sonido alegre de cánticos...

Sonrió, y se encaminó hacia el sonido.

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06/11/2007, 17:48
Director

La luz se hacía mayor, y con ella el escozor de los ojos y el dolor en un cuello que tendía a doblarse ante la claridad, buscando más sombra y algo menos de ruido. Era curioso cómo algo que necesitaba el espíritu podía ser tan malo para el cuerpo...quizá ahora podía uno comprender algo mejor a los borrachos y a los que, en general, se sumergían en sus pasiones hasta que eran destruidos por ellas.

En su caso no fue la cosa tan trágica. Simplemente salió y vio la calle luminosa y repleta de vida y cantos. La gente andaba o casi saltaba, tocaban instrumentos los juglares, dialogaban las parejas tomándose el brazo, sonreían los niños jugando a la pelota, o a la peonza o a las bolas de cristal y metal. Cientos de colores lo llenaban todo. Banderas y pendones, pañuelos en picas o en simples palos, en gamesones o en tabardos, en ropas de fina seda o lino más basto. Mujeres de escote enjoyado y piel blanca con labios de ardiente rojo, y peinados ensortijados, junto a maridos, amantes, pretendientes o todo a la vez con sombreros largos, cortos, altos y bajos.

Gentes, en fin, gentes de dinero muchos de ellos, o sus sirvientes directos. Gentes capaces de ostentar y felices de poder hacerlo.

Era hermoso, sin duda, a pesar de que el sonido y tanto movimiento hiciera que el dolor aumentase y Jayrah se sintiera mareada. Se apoyó en la pared oscura y fría un momento, y respiró hondo varias veces. Escuchó unas voces felices, traviesas, a su lado, y una pelota de tela cosida pasó delante de ella seguida por el traqueteo de unos pequeños zapatos de niño.

Tras ella, aunque no podía verlo, tenía el palacio principal, la residencia del Donner y su corte. Su propio hogar, vaya, durante toda su vida.

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06/11/2007, 17:52
Sava

Una voz la sobresaltó. Sonaba como en el interior de una cueva, distorsionada por paredes y algo grave. Se volvió para ver a la sava asomar del pasillo hacia el exterior. No podía apenas oler, pero algo notó de un aroma salado y caliente. La joven blanca llevaba un cuenco de barro con un caldo espeso, casi rebosante, y en su expresión no había reprimenda ni seriedad, sino una suave sonrisa indolente. Quizá sus ojos sí parecían menos afables cuando la miró, pero su voz de nuevo surgió delicada y espontánea.

- Vuestro caldo, señora. Tomadlo incluso aquí, pero cuidaos que quema. Veo que tenéis interés en salir. ¿Queréis marchar ya? No podemos evitarlo, aunque no os lo recomendamos, y en todo caso, por favor, decidnos para que podamos avisar a vuestro señor cuando venga a recogeros a la tarde.

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08/11/2007, 13:29
Jayrah Ydhûn

Marchar ya...

Tomó el cuenco de caldo con ambas manos. El calor del contenido calentó su piel a pesar del grosor del barro cocido. La sensación la reconfortó. Sin responder aún acercó los labios al borde, y aspiró el líquido humeante, mientras tomaba un pequeño sorbo, minúsculo, tanto para evitar quemarse como para detectar el sabor.

El lapso de tiempo le permitió pensar. Marcharse... sí, claro que quería. Por un lado. Pero, por otro, la paz que emanaba de la sava era un reflejo de la que se respiraba en su celda, su afable mirada un recuerdo de la atención, la amabilidad de los cuidados que recibía... Aunque...

-¿Crees que debo quedarme, que no me recuperaré bien si me voy...? No tengo fuerzas para muchas cosas tampoco... Pero la vida, el mundo me llama de nuevo...

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08/11/2007, 18:43
Sava

La sava se encogió de hombros mientras animaba a Jayrah a beber.

- No soy la más sabia para decirte. El reposo cura el cuerpo, pero una mente triste lo debilita y no ayuda en nada. Hemos visto enfermos que han sanado en presencia de sus seres queridos, y otros que han muerto sólo porque no querían vivir. Es muy raro que este mal te haya atacado en estas fechas, y al ser una mañana templada para un día incluso cálido no puede hacerte ningún mal estar fuera, siempre que no te dejes sorprender por el frío, bebas más caldos o alguna infusión, siempre caliente, y procures no esforzar mucho tu cuerpo.

Tú decidirás si es bueno para ti, si te es suficiente o si puedes cumplir con esas premisas. De ser así, no creo que haya problemas...pero ya digo...tu mal ha llegado de forma extraña.

Delante de ella, esa vida seguía llamándola, con niños saltarines y grupos de músicos en una danza infinita, con guirnaldas rojas, con cintas de muchos colores, y con sonrisas felices y animadas.

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12/11/2007, 19:02
Jayrah Ydhûn

Sonrió. A la vista del estallido de color, de movimiento. Al reclamo de la música de la vida.

-Si... diles por favor a las demás que avisen a mi Señor, y que preparen todo para que parta con él tan pronto como venga.

Volvía. Volvía...

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13/11/2007, 19:39
Director

Mientras tanto la espera fue un caldo agradable que alivió mucho a la débil Jayrah. La sava había entrado en el pasillo oscuro y ya no supo más de ella. A lo lejos escuchó cómo la calle bajaba hasta un lugar donde se celebraba algo con un trote de caballos, de aplausos y de sonidos de metal acompasados. La música continuaba como su dolor de cabeza.

No pudo decir el tiempo que le llevó esperar, aunque llegó a echar de menos la cama donde reposaba. En ese momento justo volvió a escuchar el traqueteo de caballos, y junto a ella pasaron un joven con un corcel blanco con manchas, vestido con limpieza y gusto y de cierto atractivo poco cortés, acompañando a un caballero de buen porte y digno paso, en un caballo pardo muy sencillo pero llamativo por su vivacidad y proporciones.

Fue entonces cuando apareció Kyssyll, el criado más haragán de cuantos tenía su señor, un chico que disfrutaba más hurgándose la nariz que hablando con nadie, y quizá el ser vivo con menos interés por las cosas que hubiera conocido.

- Señora, me envía el señor a recogeros, si estáis bien. He traído el carro por si preferís que os lleve en él a vuestros aposentos.

Estaba vestido de azul y blanco, los colores de su señor, y estaba limpio, al menos las ropas. Su pelo lacio, grasiento y marrón como la mierda era otro cantar. Sus ojos verdes serían bonitos si tuvieran algún tipo de vida en ellos. Al menos cumplía su cometido.

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13/11/2007, 21:18
Jayrah Ydhûn

Apoyada en el quicio de la puerta, se quedó así, medio recostada, viendo desde tierra de nadie el bullicio y la algarabía a su alrededor. Ni participaba en él, ni se retiró. Pero era suficiente, se sentía a gusto, aunque cansada.

Escuchó los brillantes sones del metal y los cascos de caballo repiquetear calle abajo, junto a las risas, voces y aplausos. La música resonaba en su cabeza, pugnando por ocupar el sitio del dolor, pero en vano.

El caldo caliente se había esparcido en sus entrañas, haciendo brotar desde ellas un suave calor que persistía, y la ayudaba a mantener el tono. Y la sonrisa. Si, se dió cuenta de que su sonrisa, aunque sutil, casi trazada con una pluma, no se había borrado de su rostro.

Así vió pasar al caballero y a su joven acompañante, y se sintió parte del mundo. Ése era su mundo, el mundo atractivo y nunca simple del juego cortesano.

Y así estaba cuando llegó el muchacho, Kyssyll.

-Si, el carro ha sido una buena opción. Me irá bien ir sentada, estoy aún muy débil. Di que te ayuden a disponer en él mis cosas, yo voy a despedirme de las savas. Cuando regrese partiremos, no te demores.

Entró de nuevo, en busca de la Superiora. Su educación no le permite marcharse de modo descortés, sin agradecer los cuidados recibidos, y, quizá, con el secreto deseo de disfurtar fugazmente de unos instantes más de la serena paz de la clausura...

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19/11/2007, 19:49
Sava Dana

La recepción fue en una celda pequeña, a la que Jayrah tuvo que llegar con cierta dificultad pues había que subir unas escaleras y estaba débil. La mujer era menuda y una mujer ya madura de pelo tan blanco como sus vestiduras. Sus ojos arrugados contenían a duras penas una enorme sabiduría de brillo azul mientras le ofrecía serenamente una jarra de un líquido dulce y templado, que cayó en la joven como una bendición.

La mujer sonrió y habló un momento con ella.

- Permíteme, señora, que os haga una pregunta antes de que os vayáis. He leído mucho sobre muchas cosas, pero la naturaleza es un libro mayor, con tantas paginas, que uno siempre deja algo. ¿Cuándo empezaste a notar la fiebre? Me dijeron que te sentiste indispuesta durante la cena el día anterior. ¿Fue así?

Como si fuera una prueba de lo que decía, Jayrah reparó en los libros que colmaban la mesa y sin duda también los arcones cerrados. Libros sobre estantes gruesos, libros de todos los tamaños y cuadernos. Material de escribir aquí y allí, y una suave fragancia almizclada, además de la sonrisa, eran la compañía de esa buena mujer que ni siquiera había dicho su nombre.

Notas de juego

Total libertad para responder, compañera.

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22/11/2007, 00:59
Jayrah Ydhûn

Después de la brillante luz de la tarde, del exterior, que había sorbido no sólo con sus ojos, sino que se había prendado de cada poro de su piel, la suave penumbra de la celda era un contrapunto que invitaba al recogimiento.

En la cima de la angosta escalera, que había subido con trabajoso esfuerzo, la pequeña estancia parecía no necesitar más que la figura carismática de la anciana Superiora para dar la impresión de contener toda la sabiduría de la tierra.

Admirando estaba Jayrah los antiguos volúmenes acumulados en las estanterías, con el desorden amoroso que hablaba de que eran consultados a menudo, cuando la sava le hizo la extraña pregunta.

Reflexionó unos instantes.

-Si os he de ser sincera, reverenda, no podría deciros en qué circunstancias enfermé. Si bien recuerdo vagamente que estaba efectivamente cenando cuando empecé a sentirme mal, no podría precisaros más. En seguida un mareo nubló mis sentidos, y debí perder el conocimiento. Y no ha sido hasta que he despertado en mi celda, hoy, cuando he vuelto a recuperarlo. Y ha sido como regresar de un largo y oscuro viaje, que me ha dejado cansada y débil...

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26/11/2007, 18:57
Sava Dana

La mujer asintió con prudencia.

- Entiendo.

Luego repasó un legajo, un papel de poca calidad que transparentaba y a través de lo cual Jayrah pudo ver que había garabateado algo precipitadamente, sin la mesura y la rectitud que caracterizaba la buena letra.

- Bien, es posible que no fuera más que mala suerte, señora. Pero también es posible que se hubiera condimentado demasiado esa cena. Quizá debiérais avisar de, en adelante, espesar menos la sopa con estrazo de orquídea, o prescindir de una salsa tan amarga en el cabrito. Desconozco lo que comísteis, pero no me cabe duda de que sin duda tenía una de esas cosas...o las dos. Por favor, hacedme un favor y tomad esto.

Del interior de un cajón que abrió con cierto ruido y dificultad extrajo una bolsita de cuero negro. Tenía dentro algo que parecía sal.

- En comidas especiadas, añadid un poco. Si verdea, quizá convendría pasar directamente a los postres.

Su mirada fue intensa, aunque duró poco. Enseguida regresó a la placidez y serenidad de antes, y una ligera sonrisa se dibujó en ella.

- Creo que tu señor espera ya fuera. No debieras hacerle esperar.

Notas de juego

Si te extraña que a veces voseé y a veces tuteé, no es por error...es que dice eso.

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28/11/2007, 23:56
Jayrah Ydhûn

Jayrah miró durante unos largos segundos la pequeña bolsa en silencio. Y luego, la tomó. Al mismo tiempo que lo hacía, levantó por fin la vista de ella, y la dirigió a la Sava.

-Reverenda, entiendo lo que decís, y creo entender lo que no decís también. Os agradezco infinitamente que me ayudéis, pues en mi cabeza han aparceido ahora muchas dudas, y, por qué no decirlo, temores. Más...

La mirada ahora pasea por la mesa, por las estanterías, por los antiguos legajos que reposan pacientes esperando la avidez de aquel que espera estudiarlos. Y se detuvo en el pergamino amarillento y casi transparente, de escritura precipitada que la venerable mujer aún tenía ante sí.

-Sé que es costumbre que las Savas instruyan a otras futuras Savas solamente. Pero quizá no os importaría hacerme el honor de permitirme aprender, si no todas vuestras artes de la sanación y la salud, alguna acerca de esa sal que verdea al mezclarse con según qué especias... y esas especias. ¿Os parece demasiado atrevimiento por mi parte solicitar vuestro permiso para visitar la biblioteca, y para acceder a vos y a vuestra paciencia?

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29/11/2007, 22:09
Sava Dana

La primera de las savas sonrió. Quizá incluso ella misma sonriera de lo sincero de su sonrisa. En todo caso, fue amplia sólo un momento, y luego volvió a ser simplemente serena y educada.

- Eres joven, señora, no atrevida. Vuestra petición es encomiable, y nuestra Orden alaba el amor por el conocimiento. Por desgracia, se ha determinado hace mucho tiempo por los más venerables entre los hombres que ese conocimiento sea sólo de unos pocos, ya que como si de un veneno se tratara, entre pocos es dulce y rico, pero repartido entre demasiados se desvirtúa y se corrompe, y sólo trae mal.

Sus ojos miraron los de Jayrah, como si pudiera ver algo en ellos.

- Parte del conocimiento que buscas ya te lo he mencionado. Es todo lo que puedo ofreceros, señora. Vuestro señor os aguarda ahora.

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29/11/2007, 23:11
Jayrah Ydhûn

Jayrah suspiró levemente, y asintió. Su semblante se mantuvo serio un segundo solamente, en seguida se relajó, y sonrió también.

Se levanto, guardándose la bolsita de cuero con cuidado. Se inclinó ante la superiora, en señal de despedida, y al incorporarse su mirada llena de agradecimiento y comprensión fué a buscar la de la mujer. Cuando las intercambiaron, y ambas sin palabras, se hablaron, la joven se volvió, y retomó las escaleras que descendían de la torre, para regresar abajo, donde la esperaba su carruaje y el muchacho. Y, después, su casa.