Partida Rol por web

La ruina del Hombre

Como de un sueño, despierta...(Nactas, 2 de Numa del 471 d.T.)

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01/03/2008, 09:55
Hans Peloreon

El menor de los Pelóreon celebró en silencio la decisión de la aflijida mujer. Escucha, con sus oídos y sus extraños ojos, las nuevas palabras, cargadas de evidente pesar, pronunciadas por los carnosos labios de ésta.

Cita:

-Decid, mi Señor. ¿Qué detalle esperáis encontrar en mi relato...? ¿qué personal y extraña teoría alberga vuestra mente...?.-

Encontrándose ambos pares de ojos de nuevo.

-. No lo sé mi señora... estoy igual de confuso que vuestra merced... quizás una luz que desvele algo más verosimil.- Confesó desviando su ojos a sus propias manos. Siempre había sido considerado, en el seno de su familia, un joven muy imaginativo y fantasioso. Nunca le importó demasiado... pero ahora quizás, a tenor de su reacción, se avergonzase un poco. Tras recordar el rostro de su severo padre increpándole, mil y una vez, sus increíbles relatos... alimentados, según, por el mimo que le profesaba su amada madre que calzaba del mismo pie. -. Mi señora...- Alza de nuevo la mirada, oculto el ocre por su cabello. Respondiendo a la segunda cuestión. -. No está en mi mano revelar alarmantes especulaciones que, además, puedan ser del todo falsas. Comprended mi discreción, os ruego no mal juzgueis mi forzado silencio. Informaré a dom Jorgal, si es eso lo que desea, sobre la hipótesis que murmulla en mi cabeza... el Principal se hará, personalmente, cargo del asunto... confío en él tanto o más que en mi diestra.- Exhaló en un suave suspiro el poco aire que le restaba en el pecho. De nuevo se dirigió al novel soldado. -. Habeis escuchado bien señor... esperaremos, la señora y yo, la llegada del Principal. Podeis aflojar...- En tono que pretendía ser autoritario.

Una vez el novel escolta hubo complacido al noble, éste se atrevió a aventurar. -. Entiendo vuestra aflicción...- Buscando las complicadas palabras apropiadas. Un arte al que nunca había bailado nuestro joven noble. -. Siempre es trágica la muerte de un hombre... más si éste era como vos lo tallais. Sin embargo, no debeis sentiros culpable por tan lamentable hecho... su sino se vió cumplido o, como prefirais, el deber al que se había encomendado, protegeros, lo cometió con admirable notoriedad y valor. Vos habeis hecho cuánto estuvo en vuestras manos... el auxilio llegó con diligencia. Habeis escuchado al soldado... falleció por la gravedad de las heridas, no hubieseis podido hacer nada quedándoos con él. Buscar auxilio fue la mejor decisión. Sólo la voz sabe qué obligó a ese hombre a huir despavorido...- Su voz perdió fuerza con la última afirmación. -. Vos, Jayrah, no habeis cometido ninguna atrocidad...- Terminó por decir, con ternura en su mirada brillante, esperando que sus sinceras palabras ayudasen a la recien conocida mujer.

Notas de juego

* Aflojar= reposar.

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01/03/2008, 18:52
Director

Pasó un tiempo que se hizo largo. El pelirrojo se agenció queso, vino y pan y lo ofreció a los señores, para hacer mejor la espera, y les ofreció dos taburetes si querían. La escolta se mantuvo silenciosa, con ojos bien abiertos y labios apretados. Había miedo en el ambiente, el miedo joven de chicos que aprendían a ser hombres en la noche.

Unos pasos vivos se encaramaron fuera de la oscuridad. Un hombre alto y fuerte con una cicatriz que le recorría la mitad del rostro desde la frente hasta casi la boca, a través de la nariz regia y algo deformada. Su cota de malla brillaba como si fuera de cobre y plata ante las antorchas, y sus ojos como el fuego parecían los de un toro embravecido.

Hans lo reconoció inmediatamente, y el capitán Jorgall también a él. Se acercó con el sutil movimiento de una banda de seda blanca que pasaba por su hombro derecho y se anudaba en la cadera opuesta. Sus pasos llegaron hasta el Peloreon, y saludó gravemente, aunque no había ninguna dureza en su voz clara.

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01/03/2008, 18:57
Jorgall

- Lamento veros en esta circunstancia, señor Peloreon. Espero que vuestra herida haya mejorado.

Mi señora, mis más sinceras disculpas por el imperdonable retraso que han sufrido vuestros pasos. Me han informado velozmente y encuentro la situación muy desconcertante. Tengo hombres inspeccionando el callejón así como custodiando el cuerpo caído de Avantess. Si vuestras señorías tenéis algo más que decir, os ruego lo hagáis, pero no os limito en modo alguno la libertad. Si lo deseáis, podéis marchar hacia el baile. Los oficios han terminado y tengo dispensa oficial para ambos debido a las circunstancias. El Donner, por otro lado, agradecería cualquier ayuda que pudiérais ofrecer en estos momentos.

El hombre olía a autoridad y a guerra. Parecía más un soldado de batallas que un guardia de ciudad, y sin duda era de los que había tenido más tiempo la espada desnuda que envainada. Un hombre marcial y práctico que se movía con razonable conocimiento entre las difíciles maneras de la gente con poder.

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01/03/2008, 19:03
Director

Notas de juego

La banda blanca indica que es Principal del Donner. Es un cargo temporal utilizado en momentos delicados, como por ejemplo una investigación o asunto que requiera velocidad y diligencia. Aquellos que la vistan tienen el poder y autoridad de un señor, se les debe respeto y cuidado y sólo rinden cuentas a otros Principales o al Donner mismo.

Hasta ahora, Jayrah sabe esto por teoría, pero nunca ha vivido el nombramiento de un Principal ni lo había visto en funciones. Sí sabía por su señor Norro que una vez siendo muy niña, un hombre de la corte fue descubierto abusando del hijo menor se un rival. Según Norro, lo llevaron muy civilizadamente a sus aposentos y allí lo despellejaron vivo.

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01/03/2008, 20:59
Hans Peloreon

El joven Hans recibió con alivio en los labios y alegría en la mirada, todo los más dadas las desgraciadas circunstancias que envolvían a esa noche de Nactas, a su estimado dom Jorgall. Aunque, en su buena conciencia, aún debía aclarar un desapacible asunto con el, ahora, Principal.

-. Comparto el mismo sentimiento dom Jorgall, y la contusión mejora favorablemente. Ojalá pudiesemos decir lo mismo de lo que acontece en esta bendita ciudad.- En tono grave de sincera preocupación. -. He aquí la señora Jayrah Ydhûn, pupila del señor Noro Darryyn y único testimonio directo del lamentable suceso.- Desconocía si los interlocutores se tenían al tanto con anterioridad y, dado que nuestro noble conocía a ambos, tuvo a bien presentarles cortésmente. -. Descubrireis con sumo interés, como yo lo hice, los hechos detallados, por la señora, de su desgraciada vivencia. Y, de igual forma o más, os llamará la atención el aspecto y la identidad del ajusticiado.- El desasosiego se acentuó en el rostro. -. Agradezco vuestro sincero ofrecimiento y atención... mas considero, de buena voluntad, que puedo seros útil a vos y al Donner. Os ruego mi señor que, cuando os hayais hecho una idea de lugar, atendais a mis palabras... una teoría propia, que aunque pueda sonaros descabellada, pueda poner algo de luz en este desgraciado asunto.- Quizás puede sorprender a más de uno, incluído el Principal, que nuestro distraído y animoso noble haya rehusado acudir el afamado baile pero todo aquel asunto , como bien sabeis los que le seguís, le había rozado de alguna forma... o quizás su juicio pedía madurar, sólo... sin ayuda, a pasos agigantados.

Notas de juego

Lo siento Dama creí oportuno ser yo el que realizase las presentaciones por eso posteé antes. Te debo una disculpa por no dejarte responder a mis palabras. Aunque la culpa la tiene el master. :P Una actitud muy madura por mi parte XDDDDD.

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02/03/2008, 17:48
Jayrah Ydhûn

Cansada y atribulada Jayrah había escuchado las palabras de consuelo del noble Peloreon, mientras tomaba asiento en uno de los taburetes que el pelirrojo soldado les había acercado. Aceptó también mordisquear el pan y el queso, y apuró un trago de vino. A pesar de ser joven tenía un punto afrutado que la complajo, aunque no bebió más, pues su marcada debilidad por causa de su convalecencia podía fácilmente conseguir que le sentara mal.

Así estaba, en silencio y ensimismada cuando llegó el Principal, Jorgall. No le conocía, pero de inmediato su impresión fué de que era un hombre seguro y bregado, y que detentaba la autoridad que le había sido concedida con soltura. Su aspecto asímismo era impresionante, reforzado el aire de poder si cabe por la banda de seda que, como todos sabían, indicaba su cargo recién impuesto, y por el propio Donner. Ahora Jorgall era su mano y sus ojos. Y su voz, su decisión, eran incuestionables, su orden, por completo inquebrantable.

Les habló con firmeza de tono, y la rapidez justa. Respeto y poder a un tiempo. Como cabía esperar, no defraudaba. Les ofreció regresar, volver a las actividades mundanas. ¡El baile! Por la Voz, ¡no...! Pero Jayrah no tenía en este momento ni el más mínimo interés por sumergirse en las turbias aguas de los salones cortesanos. El Donner, por otro lado, agradecería cualquier ayuda que pudiérais ofrecer en estos momentos. Ella asintió, aún sin proferir palabra. Ayudaría. Y no solo eso. No solo quería ayudar. Quería saber.

Hans les estaba presentando, con lo que ella acabó convirtiendo su movimiento de asentimiento en una inclinación más profunda, de saludo. Cuando él terminó de hablar, entonces empezó ella. Entrecerró los ojos, llevando su mente atrás, de nuevo al momento en el que decidió ir a los Oficios acompañada por un escolta.

Le contó al Principal, de nuevo, todo el episodio, tal como lo había vivido, tal y como se lo había relatado momentos antes al joven noble. Nada añadió, nada más recordaba. Procuró hablar con tranquilidad, evitar que su voz se rompiera por el sentimiento, aunque no siempre lo consiguió.

-...y eso es cuanto ahora retengo en mi abrumada memoria, Principal. Apenas llegó a sonreir. La situación era demasiado grave para ello. Pero su mirada se suavizó, aligerada por haberse deshecho de nuevo de la angustia del relato, con el propio relato. Desde luego quiero ayudaros a vos y al Donner, quiero llegar al final de lo que está sucediendo. Por retazos de conversaciones que he oído, creo que este no es el primer hecho extraño que se da en la Ciudad en poco tiempo. Es algo preocupante, estoy asustada. No sé por donde empezar, aunque creo que debería ver el cuerpo del que me dijo llamarse Avantess, junto con otros que lo hubieran conocido, como el oficial que nos ayudó, para contrastar nuestras impresiones. Y deseo oir vuestra teoría, Mi Señor Pelóreon, si no os es inconveniente.

Notas de juego

Disculpas, disculpas...
bah! lo que quieres es pisarme!!
:P

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03/03/2008, 16:01
Hans Peloreon

Cita:

...Y deseo oir vuestra teoría, Mi Señor Pelóreon, si no os es inconveniente.

Termino por decir la hermosa mujer.

El joven Hans había recapitulado atentamente, de la mano de la sentida voz de Jayrah, la desgraciada vivencia de ésta... una vivencia que ya había llegado a su conocimiento con anterioridad, de la mano de otra voz y con otros sujetos como protagonistas.

El menor de los Pelóreon buscó, con sus extraños ojos, al Principal antes de asentir a las últimas palabras de la mujer, quizás esperando la aprobación de éste. Recordemos que le había entregado, de buena Fe, su palabra... su discrección. -. Me congratula mi señora...- Vuelve a centrar por un instante, el que dura su afirmación, su mirada en Jayrah. -. Quizás debamos antes, como bien sugiere la señora, inspeccionar los cadáveres; el del misterioso Avantess cuya identidad es incierta, o el del misterioso juglar...- Esta vez espera con su mirada, además, a que el Principal decida el próximo movimiento a seguir.

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03/03/2008, 18:16
Jorgall

El capitán asintió.

- Veremos esos cuerpos, aunque me permito avisar que su estado puede ser bastante lamentable.

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03/03/2008, 18:25
Redd

- Señor, ya han visto el cuerpo del supuesto atacante. Mi señora nos guió hacia el lugar - añadió tímidamente el pelirrojo.

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03/03/2008, 18:26
Jorgall

El capitán soltó un bufido hacia el joven, que tragó saliva y abrió los ojos con miedo. Luego pareció volver a la normalidad, aunque su expresión seguía siendo seria.

- No es caballeroso hacer ver algo así a una señorita...aunque tú tampoco eres un caballero, ¿cierto, Redd? Luego hablaremos sobre ello. Si vuestras señorías estáis determinados, lo haremos de este modo. Redd, tú, guiadnos.

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03/03/2008, 18:29
Director

El camino de vuelta era conocido, así como lo que encontraron. El cuerpo, rodeado por guardias jóvenes, muchos de ellos con señal evidente del miedo en sus ojos, permanecía como lo encontraron, cubierto de sangre fresca y también seca, con unas ropas de cierta calidad bastante estropeadas. El rostro no había perdido su espantoso rictus, y los ojos cristalinos miraban a un cielo con estrellas demasiado lejano para que lo alcanzara ya.

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03/03/2008, 18:31
Jorgall

- Ya veo - asintió el capitán.

Cogió una de las muñecas y miró los dedos de uñas destrozadas, llenos de sangre también seca. Luego las brutales heridas, cada una de ellas habría matado a un hombre fuerte, y se detuvo en la expresión vacía de los ojos muertos.

- Los mismos ojos... - musitó como una maldición. Y añadió algo más que no fue escuchado.

Luego se levantó y pareció un gigante enfadado que sólo suavizó sus facciones cuando se dirigió a la joven señora.

- Cuando os plazca, señores, si queréis continuar o aportar alguna luz aquí mismo...

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03/03/2008, 18:51
Jayrah Ydhûn

-Yo... poco tengo que aportar...

La mirada se me pierde a mi pesar en el cuerpo destrozado. Ya lo he visto antes, es cierto, sin embargo ahora estoy más sosegada, más tranquila. Y esta vez, miro. Y compruebo lo que ya sé, lo que he oído.

Pero hay algo en lo que quiero entretenerme, y es en eso que Jorgall ha dicho como de paso. "Los mismos ojos..."

-Principal... ¿Los mismos ojos que quién...?

¿Acaso hay algo en el color que los distinga, acaso el cambio de pupilas de Avantess entre negro y verde brillante tenga algo que ver también con el juglar...?

Se los miro. Cristalinos...

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03/03/2008, 18:45
Hans Peloreon

La segunda vez es igual de impactante que la primera salvo que, esta vez, nuestro joven noble iba prevenido de lo que se había de encontrar. Admiró, eso sí, la agallás con que dom Jorgall examinaba, tan próximo hasta tocarlo, el maltrecho cuerpo. Un examen no tan concienzudo como cabría esperar... como si ya supiese de antemano... el Principal sabía... La decepción y la tristeza oprimió el pecho del sentido joven noble.

Cita:

- Cuando os plazca, señores, si queréis continuar o aportar alguna luz aquí mismo...

-. El capitán Amryyrr me informó...- Adelantó, una vez se hubo pronunciado la hermosa mujer, el menor de los Pelóreon en un tono grave con tinte de desencanto. Desvió sus extraños ojos de los del Principal para centrarse en el cuerpo del juglar. -. Vos direis si se me permite hablar o he de callar delante de esta señora...- Afirmó con prudencia pero escondiendo, en su mensaje, el desengaño que le había supuesto tener que enterarse de lo ocurrido a su valedor en voz de un indiferente desconocido, cuando pudo haber sido en voz del estimado Jorgall... oportunidad tuvo aquel mismo mediodía.

Pero ya habría tiempo de aclarar ese otro asunto...

Notas de juego

Estuviste rapida damita...XDDDDDDDDDDDDD. Me tocó editar a mi XDDDDDDDDDDDDD.

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05/03/2008, 21:16
Jorgall

El capitán mostró su rostro duro y serio.

- No debiera haber mentiras ni nada que ocultar en este trance. Si lo hay, mala solución encontraría, y no me habría ganado esta banda con la dignidad que requiere.

Señora, estos ojos que brillan como el cristal ahora, desde cerca pueden verse verdes. Conocí de antes a este chico, y sus ojos no eran de ese color. O no es él, o algo le ha cambiado los ojos...o las dos cosas, por la Voz que esto parece cosa de locos.

Lo que digo aquí, señor de Peloreon, entenderéis que alberga una capital importancia, y por eso mismo espero vuestra ayuda. No ha de haber una palabra más alta que la otra, pero yo auguro un veneno. Tenemos aquí hombres que se interesan por artes antiguas, son por muchos conocidos por más que quieran ocultarse...y el Donner sabrá por qué permite su estancia o sus prácticas. Quizá haya llegado el momento de hacerlo saber.

El capitán parecía hablar para sí mismo, aunque lo hizo a distancia tan cercana que sus subordinados no pudieron oír nada. La cosa quedó entre los tres. Quizá más adelante tuvieran ellos que decidir si metían a alguien más en esas disquisiciones. De momento, de poco valdría, y los ojos de acero del abanderado disuadían por más que la nobleza encumbrara, visto su poder actual, de hablar de más rápidamente.

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06/03/2008, 09:24
Hans Peloreon

El menor de los Pelóreon asintió, con gesto severo, ante la gravedad de los inexplicables sucesos. Su desengaño debería esperar y con amargura en el pecho inició su relato.

-. Hubo algún tiempo, en las hermosas tierras de Deerenhall, que gustaba salir de caza en compañía de el Barón, mi hermano y sus hombres de confianza... Caza a caballo y con perros.- Rememoró a modo de introducción. -. Cuatro magníficos ejemplares de la mejor casta... incansables y eficaces en su tarea...- Palabras que brotaban muy sentidas y perezosas de sus labios como temiendo despertar un recuerdo desolador. Sus extraños ojos, ocre y jade, parecieron perderse en otro lugar... en otro tiempo durante unos instantes. -. Seré breve mi señor.- Recobra la noción de lugar. -. Aquellos nobles y fieles perros me salvaron la vida de una muerte segura... a costa de la suya propia, salvo el de uno que, malherido, consiguió sobrevivir al brutal chance. Aunque quizás le hubiese valido más haber perecido en aquel instante...- Su extraños ojos brillantes comienzan a humedecerse. Toma aire para sobreponerse. -. Como os podéis imaginar me volqué con el noble animal, su vida valía tanto como la mía. Con los días, sus heridas fueron sanando, sin embargo, su nobleza se fue extinguiendo hasta no reconocer la mano que lo alimentaba... Nada pudimos hacer por él...- De nuevo sus pupilas se dilatan aún más en aquel oscuro callejón. Su mente se evadió varios giros atrás de la rueda del tiempo. Sus manos, que parecían sostener algo, comenzaron a temblar como lo hizo antaño. -. Me vi obligado a sacrificarlo antes de que causase algún mal... La maldición de la "rabia" me dijeron los veteranos... contraída por las heridas producidas por la bestia que atentó contra mi vida.- Una vez terminado su sobrecogedor relato, buscó el refugio de las sombras, y del cabello, para disimular un lágrima que aflora en sus extraños ojos. Seca ésta con el puño de su casaca. Toma aire para reponerse...

-. Mi señor, puede que algo semejante, la maldición de la rabia, les haya sucedido al Marqués de Hyss y al juglar... y me consta que hubo más casos. A tenor de los testimonios de los que tengo constancia, ambos hombres semejaban animales salvajes... incluso peor aún, pues no atendían ni tan siquiera al instinto innato de supervivencia. El castigo al que fueron sometidos, no hay más que ver a este desgraciado, antes de desfallecer no lo aguantaría ni el más recio de los hombres... y aún desarmado, ha sido capaz de abatir a un hombre diestro en el acero. Los extraños ojos... su demente mirada, la maldición estaba en su sangre...- Unos pensativos instantes y prosigue. -. ¿Os habéis percatado de sus manos?... sus uñas están destrozadas. Pudo haber sido aquí durante la encarnizada batalla... aunque quizás, este desgraciado haya estado encerrado antes. Estoy casi seguro de esto último. La maldición actúa rápido... hace menos de un día que presenciamos su noble arte.- Centra sus extraños ojos ahora en la mujer. -. Todo esto me lleva a pensar que el valeroso Avantess... cuando huyó... ya no era el mismo, la maldición, que penetró a través de las contaminadas heridas, dominaba su malherido cuerpo. Gracias a la voz, sus propias heridas causaron su muerte antes de que otra desgracia ensombreciese aún más esta noche. Sólo hay una manera de averiguar esto último, mi señor... ver sus ojos. Pienso que es de vital importancia pues si la maldición, como sospecho, es capaz de propagarse... estaremos ante una amenaza mucho mayor.- En tono grave y severo, el joven Hans apremió al Principal para inspeccionar el otro cuerpo... el del difunto Avantess. -. Una vez allí proseguiré con mi teoría. Por el camino os ruego me informéis de nuevas evidencias, para seros de mayor utilidad, sobre del altercado en el que me vi inmerso la noche anterior... Rannedh, el hombre oscuro. ¿Recordáis que os dije que sospechaba que había sido envenenado en su propia casa?. Tengo el presentimiento de que todo podría estar relacionado... Si habéis observado su cuerpo, ¿cómo eran sus ojos?.-

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06/03/2008, 17:36
Jayrah Ydhûn

El Principal hizo su relato, y aportó su punto de vista. Veneno. Sin embargo, lo que realmente le interesaba a Jayrah, y que confirmó con las palabras de Jorgall, era el hecho de que había algo extraño en los ojos del juglar. Y, por tanto, esa incongruencia del color de las pupilas de Avantess, tenía una relación con lo ocurrido. Pero, había algo... lo pospuso, lo dejó pendiente, en un rincón de su mente.

Porque el joven noble empezaba el suyo, su relato, y lo hacía con el sentimiento pintado en sus facciones. Recordó otros tiempos, otro lugar. Una historia de perros fieles, y furia, y dolor. La maldición de la rabia. El muchacho estaba muy afectado, tanto que incluso hubo de apartarse para rehacerse. Jayrah se le acercó, tendió su mano hacia él, y a punto estuvo de posarla en su hombro, para darle consuelo. Pero se contuvo, y se alejó de nuevo, dejando que contuviera su pena por sí mismo, para no avergonzarle delante del Principal.

Al poco, ya repuesto, lanzó su hipótesis. Algo parecido a esa Maldición de la Rabia, sólo que en los hombres. Pudiera ser. Habla de otro caso... Otro hombre. El Marqués de Hyss...

Y después siguió, con sus suposiciones, contrastando los hallazgos. Ni Jorgall ni ella le interrumpieron, hasta que Hans terminó. Pero cuando lo hizo, la mujer tenía mucho que añadir, y mucho que aclarar.

Estaba extrañamente afectada, más que lo que había estado antes de que el Pelóreon hablara, y había empezado a temblar ligeramente. Carraspeó, y su voz salió entrecortada modulando con sus palabras.

-Señor... señores. Debo deciros varias cosas, cosas que no encajan, y cosas que... me preocupan enormemente. Quizá estas últimas no sean más que un desvarío de una mujer débil, y no debiera ni mencionarlas, pero prefiero hacerlo y que juzgueis por vosotros mismos.

Lanzó una mirada oblicua, al cuerpo destrozado, como si no hubiera podido evitar hacerlo a pesar de su evidente reticencia. Los ojos, los ojos eran su atracción, la polarizaban.

-Decís que en los casos que habéis encontrado, los hombres se han convertido en bestias salvajes, de fuerza descomunal, y ferocidad atroz. Lo he visto yo misma, así que en eso estoy de acuerdo. Pero el cambio advertido el el color de las pupilas... señores, ahí hay algo confuso. Es algo que habéis visto en las víctimas, ojos transmutados, a un verde brillante, cristalino. Que, por tanto, aparecerían en los hombres heridos cuando la sangre enturbiada por la... maldición, la enfermedad, estuviera actuando sobre ellos, cambiando su naturaleza interior.

Se detuvo, su tono había sido neutro, del que piensa en voz alta para ajustar sus deducciones a un hilo de razonamiento. Entonces devolvió la vista a Jorgall y a Hans alternativamente, enfatizando lo que decía, con el ceño fruncido, expresando su paradoja.

-Sin embargo, cuando Avantess vino a mi, en respuesta a mi llamada, ¡ya tenía los ojos verdes! Me fijé porque su color era límpido y brillante, fuera de lo corriente. Y, en cambio, sus modales, su carácter, e incluso la experiencia y la sabiduría que transpiraban sus facciones y su porte, ¡no eran los de un hombre salvaje! Al contrario. Lo que fuera que actuaba en él, no se manifestaba como la maldición. No lo hizo, si es que lo hizo, hasta que en el callejón algo ocurrió. El juglar debió atacarlo, pero cuando salió malherido, os lo aseguro, seguía siendo el Avantess que yo conocía, templado y valeroso. ¡Y afable!

Su rostro mostraba la angustia de la incomprensión, del enigma. Pero en un segundo, al afrontar su pensamiento la segunda de las reflexiones que la mujer había ido haciendo al escuchar al joven, se ensombreció. Un velo de miedo denso, del miedo del que teme por su propia cordura le asaltó y salió en su gesto.

-Y hay algo más... me temo. No sé si desbarro, señores, pero debo decirlo. Os ruego no me juzguéis con dureza, pues es sólo una posibilidad, ni tan sólo es una suposición. Y os aseguro que no soy dada a temores de niña. Suspiró profundamente. Habéis hablado de Ranneth, y de que sospechábais que había sido envenenado en su propia casa. Bien... no sé cómo va a sonaros esto... pero... temo que yo he sido también envenenada. No acuso a nadie, es una acusación muy dura, mi Señor. Pero mi enfermedad fué extraña, según las sava Dana. Y un criado de mi Casa... el muchacho... tiene una sospecha acerca de una barrica de vino... que no pude contrastar por mi misma. No le di mucha importancia antes, cuando me lo dijo. Pero ahora... si eso es cierto... si esa barrica, si ese vino realmente han sido... estropeados... si se sirve de nuevo en la mesa... quién sabe... Y... yo misma... mi enfermedad...

Sus palabras se adelgazaron en sus labios, se perdieron como frágiles semillas voladoras en el viento, dispersándose sin destino, pero repletas de contenido...

Notas de juego

¿Sabe Jayrah quien es el Marqués de Hyss? ¿Y Rannedh?

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08/03/2008, 16:01
Hans Peloreon

La hermosa mujer irrumpió, titubeante, exponiendo sus inquietudes. Ciertamente, el asunto del color de las pupilas estaba algo más que confuso... y hasta que no examinasen el cadáver del desconcertante protagonista no podrían poner más luz al hecho. La suposiciones del joven Pelóreon estaban basadas en inciertas teorías... y alguna semejanza. Nuestro noble se quedó pensativo, con su mano apoyada en la barbilla, intentando encontrar alguna explicación...

... ummmmmmmmmmmm... quizás la maldición aún no se había manifestado plenamente... quizás el muchacho ya estuviese contaminado antes del incidente... ummmmmmmmmmm... Por la voz!!!!... eso es igual de aterrador!!!. El rostro del noble se tiñe de pesadumbre.

La mujer prosiguió y su última inquietud fue determinante. -. POR LA VOZ!!!!....- Se le escapó al joven Hans sin tiempo a sellar su boca con la mano. Aquel hecho era realmente sorprendente e inesperado. No pudo evitar examinar, alarmado, los ojos de la mujer...

-. Mi señora... ¿Cuándo ocurrió eso?.- Alarmado. Si el juglar había sido envenenado no hubo pasado ni un día hasta la maldición se apoderó de él. -. Por la voz, maese Jorgall...- Dejando la pregunta en el aire. -. Cabe la posibilidad, como sugirió la señora, de que el muchacho ya estuviese contaminado de antes y no por la heridas provocadas por el juglar..., lo cual es buena nueva, pero si es eso cierto puede que no fuese el único. Por la santa palabra!!!... y la señora, si bien dice, pudo estar expuesta a la maldición... sabemos, por el juglar, que aproximadamente tarda un día en manifestarse... ruego al cielo que las savas hayan podido refrenar este mal... lo cual sería también buena nueva porque tendría cura... Barricas de vino.- El discurso del joven noble, al igual que sus gestos, se vuelve alborotado e inconexo, exponiendo aquello primero que se le pasa por la magullada cabeza. Termina la frase llevándose la mano a la frente apabullado por todo. -. Bien... buffffffffff... veamos... lo primero, insisto, es inspeccionar el cuerpo del muchacho para cercionarnos de su estado... y luego, quizás, debamos aislar, bajo vigilancia, a la mujer un tiempo prudencial hasta que se confirme su curación. Y luego tenemos la barrica de vino... bufffffffffffff... debemos investigar la prodecencia de ésta. Averiguar que hizo el joven Avantess todo el día para ver en que punto pudo haber sido expuesto... buffffffffff... y si el que está detrás de todo esto decide contaminar una de esas barricas en el baile... imaginaos lo que sería eso!!!. Por la santa voz!!!... Mi señor, os ruego decidme que son sólo desvaríes de una mente imaginativa.- El rictus de Hans era todo un poema.

Notas de juego

Ahi va la bomba... y hay más pero ya era excesivo...

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09/03/2008, 19:08
Jayrah Ydhûn

Jayrah dejó que el joven noble derramara sus aprensiones y dudas con sus palabras, con sus hipótesis, sus bufidos y suspiros, todo a la vez.

Ella estaba confusa y derrotada, comprendía lo que significaba lo que acababa de decir, y dispuesta a afrontar las consecuencias. Era demasiado grave lo que estaba en juego, si es que era cierto todo cuanto suponía. Incluso, aunque sólo fuera una parte.

Cuando el Pelóreon acabó sus frases y preguntas, antes de que el principal hablara, ella lo hizo.

-La barrica de vino en cuestión no he llegado a verla, ni la he hecho retirar. Veréis, cuando volví de mi estancia con las savas, uno de los criados me dijo que sospechaba que era el vino de una barrica lo que me había enfermado, pues había encontrado una rata muerta en un charco de vino que había goteado de ella. Con premura os acompañaré a verla y a retirarla, Señor Jorgall, aunque ya os digo que no tengo prueba alguna que esa sospecha sea cierta. Sólo os pediria discreción de momento, pues en casa de Norro nada saben aún de cuanto está sucediendo. Y quizá sea absurdo despertar temores que acaben siendo infundados.

Una pausa, y un pensamiento que cruza sus ojos.

-Quizá sería también buena idea hablar con la sava Dana, ella me trató, y sabe por anciana y por sabia mucho acerca de las enfermedades y los efectos de las distintas sustancias.

Un suspiro, y un temblor.

-Y ciertamente, lo primero acompañaros a ver a Avantess. Lo que venga después, y tenga que ver conmigo, en vuestras manos y las del Donner lo dejo...

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25/03/2008, 20:44
Jorgall

El capitán pidió calma con sus grandes manos extendidas.

- Mis señores. Os ruego calma. Señor Peloreon, vuestra suposición es muy interesante, y me inclino a compartirla. Como digo, hay gente aquí... Bien, del todo conocida, en el fondo, que dedica tiempo a leer antiguas historias. Mi señora de Ydhûn, vuestras palabras son inquietantes, cuanto menos. Si el soldado Avantess ya tenía ese...estigma anteriormente...entonces cabría esa posibilidad.

No puedo decir nada de Rannedh porque, en rigor, no hemos encontrado su cuerpo, aunque sí...indicios de que ha sido muerto.

Sin embargo, una maldición no se propaga por una barrica de vino, o sí, lo cierto es que no soy buen conocedor de estas cosas. A mí el asunto del vino me suena más a corrupción o a veneno... Por otro lado, los soldados son buenos bebedores, pero los solicitantes saben que destriparía a cualquiera que se emborrachara antes de la ceremonia.

Pareció detenerse y reflexionar. Luego avisó a uno de los jóvenes.

- Tú, avisa a Redd y que pregunte quién de todos los soldados bebió vino durante la última noche. Los que hayan estado cerca de Avantess, especialmente. Interrógalos, que no se dejen nada o me enfadaré. Sabes lo que eso significa.

Una sombra oscura de preocupación perló la frente del capitán y la arrugó.

- Vamos a ver a... Avantess, entonces, pero luego os acompañarán, mi señora, de vuelta a la casa de curaciones para que nada malo pueda sucederos.

Jayrah pudo notar cómo la mirada del capitán taladraba sus ojos.