Partida Rol por web

El cataplasma no había hecho demasiado efecto, pero al menos aun tenia algo de vida. Era curioso observar que en la habitación mas importante supuestamente, no había ninguna criatura a su cuidado, quizás algún encantamiento podría acabar con todos nosotros por lo que traté de no activar nada.

Me adentré en la sala y despues de observar todo el conjunto, con cuidado me dirigí hacia el tiro de la chimenea mientras buscaba algun accionamiento o algun tipo de trampa por el lugar.

La ladrona observó disimuladamente el rostro macilento de los dos guerreros vendados. Esperaba que no tuvieran que combatir más o la cosa no pintaba nada bien para el grupo. Recoger cuanto pudieran y salir de allí lo antes posible, ese debería de ser el plan. Aquel cofre entre sus manos parecía negarse a revelar sus misterios, pero siguió intentándolo antes de tratar de forzarlo y hacer saltar alguna traicionera trampa.

Niranna Amri.

   En un viejo estante para libros se ven tres pergaminos que aún están intactos, pero pintan que están muy secos y quebradizos. Si los manipulas bruscamente, y tal vez sin tal bruscamente, se convertirán casi seguro en polvo. Tendrás que pensar alguna forma de manipularlos sin riesgo (para los pergaminos), Parecen estar escrito en melnibonés. Todo lo demás está echado a perder con el paso del tiempo.

Leyre.

   En el viejo cofre, a un lado de la sala, se encuentran viejos fardos de hierbas secas que solo con la corriente de aire y el más mínimo roce se convierten en polvo, no eres experta en hierbas pero ya han pasado su "fecha de caducidad". El cofre por fortuna, no estaba cerrado ni con llave ni con trampa alguna. También hay lo que parecen ser cuatro túnicas melnibonesas, estas parecen estar casi en perfectas condiciones.

Lan.

   El tapiz parece muy valioso, cubre toda la pared y costará algo de tiempo y esfuerzo descolgarlo sin dañarlo, pero no debería aparte del tiempo poner más pegas el quitarlo.

El Demonio.

   Como tal vez alguno de los que han entrado en la sala se le había ocurrido, llega la hora de confirmar de que la estatua no se trata de la estatua de un demonio, sino de un auténtico demonio que lleva encerrado en esta cámara durante siglos, desde que mató a su invocador.

   Cuando un terremoto afectó a la torre y agrietó el suelo a través del octógono de contención, el demonio pudo escapar, pero a pesar de todo, se vio atrapado aquí al no conocer la contraseña de la puerta y no poder traspasar los muros ni ser capaz de enfrentarse al enorme poder de la puerta demonio.

   Sin nada más que hacer, el demonio tomó una posición inmóvil y espero... y esperó... Ha pasado varios siglos en esta posición, así que ha tardado unos minutos en ser consciente de vuestra presencia.

   La apariencia del demonio es de una figura felina erguida sobre sus patas traseras. El cuerpo es tan humano como felino, formado con una musculatura que un gato no podría tener, pero cubierto por un denso pelaje negro. Su cabeza es la de una pantera, pero carece de bigotes de gato, con dos hileras de curvados colmillos negros sobresaliendo bajo su chato hocico. Sus manos, con ocho dedos disponen de uñas de 50 centímetros de largo, afiladas como cuchillos.

   Y ataca, por si alguien lo dudaba.

Iba a mirar qué había detrás del preciado tapiz cuando algo me hizo girar la cabeza hacia atrás. Un escalofrío me recorrió la espalda cuando vi al demonio moverse y avanzar hacia nosotros. Tras unos momentos dubitativos, debido a la sorpresa y al miedo, fui también a su encuentro para combatir con él. Si no actuábamos como equipo, nadie saldría vivo de esta sala... a menos que... Al llegar frente a él le endosé un buen tajo y me puse a la defensiva para intentar parar sus ataques.

   El demonio con aspecto de pantera aún está algo dormido y falla por bastante los dos zarpazos, mientras abre la boca para morder a cualquiera que esté a alcance. El golpe de Lan parece hacer mella y la criatura sangra.

Sus peores temores se hacían realidad. Era ahora o nunca. Si el combate duraba más de unos latidos podían darse por muertos. Leyre se tragó sus temores y empuñando su daga de Menlibone rodeó rápidamente a la bestia con intención de apuñalarla por la espalda. Era el momento de sangra o morir.

—¡Yarrg! —gritó mientras hostigaba al engendro—. ¡A él, rápido! —trató de animar sus compañeros para unirse a la refriega cuerpo a cuerpo

Niranna advierte en el último momento cómo la criatura comienza a agitarse y le lanza una flecha con agilidad.

   La flecha le da a una columna y rebota.

El Vilmiriano se encontraba buscando por la chimenea en el momento que la estatua demoníaca despertaba. Nada había encontrado por el lugar y al darse la vuelta tuvo la sensación de que nadie había encontrado nada que mereciese la pena en la estancia y sin darles tiempo a nada, el enfrentamiento estaba servido.

Los mas rápidos habían tratado de golpear la figura demoníaca, unos con éxito, otros sin ella. No me encontraba en las mejores condiciones para luchar, un solo golpe podría ser fatal, debido a lo debil que estaba, pero la esperanza de ayudar y que esta pudiese ser la última sorpresa que encontráramos en la torre hizo que me colocase el casco y aprestase la espada y el escudo para tratar de colocarme a espaldas de la bestia demoníca y lanzar el ataque con todas mis fuerzas con la ilusión de dar muerte al felino.

   La criatura parece que está algo torpe aún y tampoco consigue morder, un mordisco que lanza a la cara de Leire.

Uxyr fue uno de los últimos en darse cuenta de que algo andaba mal. Lo que comenzó como un gruñido ahogado, se convirtió en un gruñido propio de un gran  felino a medida que la estatua cobraba vida y se manifestaba el demonio guardián que protegía los tesoros de aquella habitación.

- Maldita hechicería melnibonense, masculló Uxyr, mientras echaba mano a su mayal.

En esta oportunidad el argymiliano no se precipitó, avanzó con cuidado desde el otro lado de la habitación preocupándose de poner un mesa de por medio, entre él y aquella criatura demoníaca. El mayal silbaba en el aire a medida que el gordo guerrero iba acortando la distancia, un poco más y ya podría girar su muñeca y provocar el impacto.

-Oh, Goldar, si alguna vez te he sido grato, creo que ahora es el momento en el que puedes demostrármelo...

   La criatura sigue dando zarpazos al aire sin conseguir daros.

El monstruo no parecía tan fuerte como los monos alados o al menos no lo desmostraba o estaba dormido aun, sus golpes rasgaban el aire. Preparado ya me acerqué a las espaldas del felino y descargué mis golpes logrando acertar alguno sobre la bestia. 

Todo o nada, esperaba que el cerco al que sometíamos a la bestia fuese suficiente para bloquearla y que no se fijase en mi para el ataque, pero no estábamos todos para muchas florituras así que lo principal era acabar cuanto antes con la estatua móbil y tratar de salir cuanto antes de la torre con lo pudiesemos encontrar si no llegaban nuevs sorpresas.