Partida Rol por web

Crucero Imperial "Mano del Pesar"
Subnivel 1
El Salvaje Azul, algún punto entre Illysium y Mundorrefugio

El capitán Hollas daba vueltas en el puente de mando esperando con impaciencia la identificación de la nave. Al cabo de media hora se sentó en el sillón y se dedicó a observar los vapores azules que ofrecía la vista desde allí. El Salvaje Azul era un lugar hermoso, pero había que saber apreciar su belleza. Frotándose la sién con el índice, esperó.

- Capitán, señor, la matrícula se corresponde con un navío pirata - dijo uno de los oficiales. Hollas hizo un gesto con la mano para que prosiguiera, el resto de tripulantes cruzaron las miradas. - Es el Búho, señor. La nave del capitán Cyrus Vance.

Hollas se levantó del asiento con paso firme a la salida del puente de mando, uno de sus ayudantes se colocó a su lado para escoltarle hasta las celdas. Antes de salir se giró hacia el oficial.

- ¿Sabemos ya la identidad de alguna de las mujeres?

- No estoy seguro del todo, señor, pero creo que una de ellas es Natasha Syri, señor. Una Blackbird.

El capitán asintió lentamente.

- Mantenga el rumbo hasta mi regreso...

- ¡Capitán! ¡Capitán! ¡Los prisioneros! ¡Han escapado!

***

El escurridizo cascarón metálico salió disparado de Mano del Pesar como si de un insignificamente hueso de oliva se tratase. Hollas contempló desde una de las ventanas del puente de Mando como la navecilla revoloteaba como un moscardón buscando un rumbo fijo.

El capitán Hollas pulsó un botón en  uno de los paneles.

- Capitán Gyles, saque a su patrulla al Salvaje Azul y lance los garfios para atraparla - después se dirigió a sus tripulantes. - Cambio de rumbo, orientación 3º 2' oeste, media potencia, que el cañón N2 quede en línea. ¡Rápido! Entretanto, señor Wallander, avise por radio a la sede central en Olympia, pongase en contacto con los intermediarios de Mundorrefugio y Puertoumbrío. Informe veladamente que el Imperio ofrece una recompensa por el navío de clase C9 que recibe por nombre El Búho. Se busca al Capitán Cyrus Vance por secuestrar a una noble imperial...

- Pero, señor, la vida de la señorita Syri... podría peligrar si enviamos a un grupo de cazarrecompensas...

- Nos encargaremos de eso más tarde. Si escapan, quiero tener todos los cabos bien atados...

El Búho
Volando por el Salvaje Azul

Un sensor que Kale había diseñado para interceptar enemigos empezó a avisar de que algo iba mal. El panel de control le indicó al pequeño piloto que al menos tres naves acababan de salir del Crucero y se lanzaban en su persecución. En ese momento se dio cuenta de algo importante: la aguja del combustible.

Desde su posición, el capitán Vance pudo ver como tres naves mucho más robustas que su pequeño Búho se lanzaban sobre ellos. Lento pero decidido, el Mano del Pesar comenzó a girar: su intención era poner en línea uno de los cañones.

Reviso de arriba a abajo los motores. Cada conducto, cada válvula, cada pistón... y todo parece estar en orden. Sonrío satisfecho, muy satisfecho, nuestra pequeña dama sigue en pié y tan sana como siempre.

—Bien hecho pequeña— susurro mientras acaricio con cariño la cubierta de la maquinaria. El único problema que tenemos es el combustible. Tengo que hablar con Snargle para que lo economice todo lo que pueda, apenas tenemos.

«Recuerdo que teníamos por ahí algo de reserva. Se que me había equivocado con un pedido, y teníamos algo de más. Parece que mi estupidez nos va a salvar el culo esta vez» pienso satisfecho a pesar de los peligros que nos acechan entre las estrellas. Recorro las distintas estancias hasta que encuentro el bidón, alguien lo ha puesto en la alacena, entre los alimentos.

«¿A quién se le habrá ocurrido guardar aquí el combustible? Supongo que a las mujeres, no parece que sepan mucho de naves, tal vez pensasen que era una enorme lata de atún... seguramente su guardaespaldas, Lady Blackbird tiene unas manos demasiado delicadas como para mover estas cosas»

Cargo con el bidón intentando no pensar en las manos de Lady Blackbird, lo que sin duda me llevaría a pensar en su cuerpo y en las cosas que me gustaría hacer con él. Termino de cargar el poco combustible que nos queda y regreso a la cabina corriendo, sin pararme a saludar de nuevo a las señoritas que nos acompañan.

—Capitán, me temo que apenas tenemos combustible. Pero llegará para completar el viaje hasta la estación de servicio más cercana. Voy a avisar al piloto— comunico al capitán, que está preparado para disparar.

—Snargle, nos queda poco combustible, tendrás que economizarlo todo lo posible hasta que podamos repostar. Y espero que sea pronto— aviso al piloto.

Como siempre Snargle prefería usar el libre albedrío del comportamiento aparentemente errático de el búho cundo se trataba de despistar levemente a otra nave.

El Joven Goblin tras escuchar la palabras de esperanza que le comenta su compañero Kale le responde con una sonrisa picarona y agarra con fuerza los mandos. La luz rojiza intermitente empieza a parpadear en el panel principal. Sin dejar que nada le moleste en su trabajo mira por los ventanales de la nave para ver que hacen sus perseguidores. Tres? Mierda! Piensa mientras traga saliva. Aún tenemos un as en la manga, el capitán Vance sabe hacer muy bien su trabajo, se los merendará en un periquete.

Rápidamente empieza a recordar las formaciones de las naves imperiales que escucho una vez de un veterano piloto en una cantina. Si aviso previo gira fuertemente la palanca y vira bruscamente describiendo círculos en medio del Gran azul. Dando la sensación de que la nave es pilotada por un niño de cinco años, pero evitando que las tres naves tenga un objetivo claro. A los pilotos imperiales les enseñan a que deben asegurar el tiro y Snargle sabe como aprovecharse de ello.

Snargle calcula mentalmente la distancia. Ahora! Da una pata a la palanca que impulsa los vapores de babor y durante unos segundos deja la nave estable para que Vance dispare la artillería a placer.

- Ahora! - Grita con toda la fuerza de sus pulmones goblinoides.

 Observo con preocupación como las naves imperiales nos van dando caza y como la Mano del Pesar se posiciona para dispararnos. "esos necios no han descubierto mi identidad y no dudarán en borrarnos a todos del cielo"

Mi disgusto se convierte en alarma cuando el goblin empieza a maniobrar la nave como si fuera un demente, a duras penas consigo sujetarme  para evitar caer y miro con cierto disgusto a la cabina del piloto. No voy a caer en la vulgaridad de gritarle, pero ciertamente creo que se merece una reprimenda por no avisar antes de hacer esas maniobras

La nave se estabiliza y el goblin grita algo, supongo que para que el capitán dispare las baterías, pero mi confianza en el viejo veterano no es mucha

-Señorita Bishop, si esto sigue asi volveremos a ser hechas prisioneras. Hemos de tomar medidas-

Me pongo en pie y me dirijo con aire autoritario a Kale -tu, muchacho- no pienso reconocer que se el nombre de alguien de tan baja condición

-llévame a una escotilla, quiero salir fuera-

Ayudo al piloto en lo que buenamente puedo. Estiro una palanca por aquí, pulso un botón por allí y sobre todo, intento no caerme. Esto parece una atracción de feria en vez de una nave. Menos mal que somos hombres curtidos y ya no nos mareamos, esperemos que las señoritas tengan igual suerte.

Entonces escucho su voz, demandante, imperiosa. Es una mujer acostumbrada a mandar y a que la obedezcan. Como me consta que está perfectamente, la hago esperar un par de minutos antes de acudir a su llamada. A lo mejor así aprende que no soy un simple criado dispuesto a obedecer todas sus órdenes. O si, pero ese ya es otro tema.

—Ahora vuelvo— indico al gobling.

Camino por el pasillo, con los brazos en alto agarrándome bien para no perder el equilibro en una de las arriesgadas maniobras de nuestro piloto. Suspiro ante la orden de nuestra ilustre pasajera.

—Sígame, por favor— pido mientras sigo caminando.

«Es un buen momento para quedarnos a solas, de todas formas podríamos morir si las cosa salen mal»

La guío hasta lo que parece una escotilla, pero que realmente es una trampilla para deshacernos de la basura.

—Me temo que no lo ha valorado bien. Snargle está haciendo maniobras muy arriesgadas y nos persiguen naves imperiales, no creo que sea un buen momento para salir. ¿Por qué no me explica que pretende con esa acción suicida? Tal vez pueda ayudarla— digo con amabilidad.

Cita:

La nave recupera la estabilidad con rapidez, parece que este va a ser un momento decisivo. Cojo a Lady Blackbird por el brazo, ayudándola a mantenerse firme.

 Observo con frialdad la pequeña escotilla, evidentemente no esta pensada para realizar salidas al exterior, pero me servirá

Considero por un momento una respuesta cortante a Kale, pero algo de razón tiene, asomarse al Salvaje Azul sin correas de seguridad ya es peligroso normalmente, si Snargle empieza a hacer maniobras evasivas lo será mucho mas

-Si hay algo que puedes hacer para ayudarme, solo he de asomarme por la escotilla, lo que ya implica un riesgo importante si nuestro piloto vuelve a hacer el loco, y como no veo aquí correas de seguridad tu tendrás que suplir ese papel. Sujeta mis piernas para evitar que salga volando-

Dando por asumido que me obedecerá subo por la escalerilla hasta la escotilla y la abro. En cuanto me asomo el terrible viento del Salvaje Azul deshace por completo mi peinado agitando mi cabellera al viento, pero mía es la sangre de la tormenta y el viento no me ha de amedrentar. Subo hasta sacar la mitad superior de mi cuerpo al exterior, aunque ahora quisiera decirle algo a Kale el no me podría escuchar

Extiendo mis brazos, cierro los ojos y siento la tormenta eterna a mi alrededor, convierto mi ser en uno con su terrorífico flujo, siento el palpitar de su furia, y cuando me siento preparada concentro y enfoco esta furia contra una de las naves perseguidoras

La miro a los ojos, sin disimular cierta sorpresa.

«Más de dos frases y ningún insulto, ni siquiera una pequeña muestra de desprecio... si que debe afectarle lo de estar en peligro de muerte. Creo que entonces no le diré que se está asomando por nuestro basurero» pienso asintiendo a sus palabras.

—No dudo que pueda hacer algo, pero es un tanto imprudente y...— antes de que acabe de decir nada, se está asomando por la trampilla.

Subo por la escalerilla, y aprieto mi cuerpo contra el suyo, agarrándola por la cintura, para impedir que salga volando. Apoyo la frente sobre su espalda, cierro los ojos y disfruto del momento. Es tal altiva que dudo que vuelva a tener esta oportunidad. Estamos a solas.

La agarro con firmeza, lo último que voy a permitir es que se aleje y se pierda para siempre.

Su ajustada huida del pecio imperial había empezado a convertirse en desesperada. A las tres naves que les acosaban como chacales en el desierto había que sumarle la noticia sobre el combustible. Definitivamente se estaba haciendo viejo, reflexionó mientras se ajustaba los pasadores que le aseguraban al módulo de la torreta.

Apenas tuvo unos instantes para comprobar los controles y la movilidad de ésta antes de que oír un agudo chillido y que el Salvaje azul girara 180 grados delante de sus ojos en apenas un segundo. Sin perder ni un instante, acostumbrado por años y años soportando esas tremendas fuerzas a reaccionar alejando de la mente todo lo demás, aprovechó la hábil maniobra del piloto goblin para centrar en el punto de mira a las naves que les perseguían. La presa se convertía en cazador mientras los cazadores eran ahora cazados. Era aquella una de las pocas situaciones que se hacía justicia en el universo, pensaba el capitán mientras abría fuego contra los sorprendidos perseguidores.

Rápidamente consiguió eliminar a la primera nave, mas, para su sorpresa, aquellos pilotos se recuperaron rápidamente y forzaron sus máquinas al máximo. Aquellos no eran simples pilotos imperiales, sino que habían traído a la élite para darles caza. Su cinismo no daba lugar a la coincidencia, y se volvió a preguntar que clase de carga había aceptado transportar aquella vez. De igual manera, cualquier carga que costase tanto esfuerzo recuperar para los imperiales, más esfuerzo pondría él en dejarles fuera del juego.

La batalla naval seguía en el Salvaje azul, y, pese a conseguir sucesivos impactos que tuvieron como consecuencia la salida precipitada de la segunda nave buscando la seguridad del pecio imperial, sin duda seriamente dañada por los impactos del capitán, la tercera nave consiguió sobrepasar la posición del búho produciendo leves daños en su chapa al sólo impactar armas de pequeño calibre en su superficie.

Soltando maldiciones, el capitán avisó a Snargle sobre las nuevas noticas, pero el hábil piloto ya estaba acelerando y virando la nave adelantándose a las órdenes de Cyrus.

Desafortunadamente las naves estaban demasiado cerca como para lograr una ventaja táctica significativa, y el piloto de caza se lanzó a por ellos en una carga suicida. Cyrus sólo había visto esa clase de fanatismo en una clase de soldados. Los sardaukar. Soldados imperiales criados desde que nacen para dar su vida por el imperio. Sin cuestionar órdenes, sin valorar nada como propio, sin moral, sin conciencia. El soldado definitivo, la élite del imperio.

No tuvo tiempo de reflexionar sobre todo esto, el caos llegó como un gran tsunami barriendo todo a su paso. Snargle consiguió esquivar la peor parte de la descarga del caza milagrosamente, mientras que Cyrus abatió rápidamente la nave enemiga.

Restos del caza imperial impactaron de nuevo en la anteriormente dañada nave, sumando sus efectos. Cyrus se liberó rápidamente de las correas de sujeción de la torreta y corrió hasta alcanzar un extintor, apagando un pequeño fuego que se había iniciado en la nave.

- Snargle, intenta sacarnos de aquí, los imperiales no se darán por vencidos todavía. Kale, informe de daños, solo tú puedes hacer llegar a esta vieja nave a puerto. Señoritas… - Finalizó atribulado el capitán, inclinando su cabeza ante sus pasajeros y sin saber que ordenarles o decirles, mientras que la adrenalina seguía bombeando energía a su viejo corazón. Aquello le hacía sentirse más vivo que nunca.

Agotada tras el ejercicio de mi hechicería en el exterior de la nave me apoyo contra una pared agotada y cierro los ojos un momento permitiendo que mi mente se relaje un momento

Pero solo un momento, inmediatamente me envaro, no es la imagen que alguien de mi posición debe mostrar en ningún momento, tengo el pelo totalmente deshecho, mi melena suelta flotando a mi espalda, e incluso mis ropas no están completamente en orden, arrugas, algún botón desabrochado ¡¡e incluso un faldón de camisa asomando!!!

Y por si fuera poco ese obtuso capitán Vance pasa a mi lado pavoneándose como si hubiera conseguido el librarnos de los cazas, sin reconocer para nada mi esfuerzo. No es que yo necesite reconocimiento de un ser tan obtuso, pero el si debería, le iría muy bien de hecho aprender su lugar en el universo, empezando con un poco de humildad y respeto

Mis ojos relampaguean con rabia y mi voz restalla como un látigo cuando hablo con el muchacho

-estaré en mis habitaciones, haz lo que te ordena tu engreido capitán-

Y me marcho hecha una furia a mi camarote

Snargle escucha la voz del capitán y empieza a trazar mentalmente un plan de acción para salir de allí. En cuanto el pitido de la exclusa secundaria deja de parpadear agarra con fuerza la palanca de mandos y con la mano libre da potencia al motor principal, solo la necesaria.

Desde la lejanía se puede ver como un pequeño mosquito en erráticos movimientos esta siendo alcanzado lentamente por la poderosa nave imperial. Extrañamente la "mala fortuna" hace que el gran pecio espacial no pueda tener un blanco claro para hacerse con ella. El goblin parece extrañamente tranquilo, como si no le importase la cada vez más poca distancia que les separa.

De repente, algo muy habitual en la manera de hacer de Snargle, con rapidez acciona varias palancas produciendo que la pequeña nave  empiece a girar sobre su eje, aparentemente sin control, hasta encararse a su perseguidor. Sorpresa! Piensa al imaginarse la cara de los artilleros imperiales mofándose de súbita "buena fortuna".

Aprieta con fuerza los dientes y acciona la palanca de gases todo lo que da de si. Sin perder de vista los torreones de artillería de la imponente nave. Tras algunas pequeñas maniobras de esquiva la recorre por completo hasta quedar a su popa.

La pequeña nave se aleja rápidamente del mastodonte metálico que empieza a virar con lentitud en busca de su presa.

Snargle gira la butaca de piloto con un rápido movimiento comenta a Vance:

- Esto nos dará un par de horas, lo justo para hacer una pequeña visita a la estación Esmeralda. - seguido de un pequeño suspiro.

Ella baja las escaleras. Bajo primero, ayudándola. Me aparto para no incomodarla, intentado sentirme menos tenso. Pero entonces se apoya en la pared y cierra los ojos. Está preciosa, con el pelo revuelto y las mejillas sonrojadas por el esfuerzo. No se como lo hace, pero tiene un aire vulnerable, salvaje y lleno de energía. Todo a la vez. Es abrumadora.

Sé que no debería, sé que debo mantener las distancias... aún así me acerco deteniéndome junto a ella. Me paro frente a frente y apoyo una mano en la pared.

—Has hecho un gran trabajo, posiblemente te debamos la vida. Y nunca has estado tan guapa como ahora— susurro tuteándola por primera vez.

Suspiro al escuchar que el capitán me reclama a gritos. Al menos seguimos vivos y tendré más oportunidades. Si no me gano una bofetada antes.

—Claro, Lady Blackbird— contesto con voz firme apartándome de ella.

Camino hacia la cabina, observando el estado y dominando mi malhumor.

—Bien, parece que nos hemos librado de una buena. Las señoritas del imperio han perdido una buena pieza— bromeo —iré a ver cómo está todo. Estaré en la sala de máquinas—

Sin más rodeos vuelvo a mi sala favorita, en la que paso más horas que en mi propio dormitorio. Inspecciono de nuevo todos los elementos.

-Ha hecho un gran trabajo, Lady Blackbird, pero deberia tener cuidado con abusar de su poder mas alla de sus limites.- Dijo Naomi, servidora, saliendo tras la espalda de Blackbird en el camarote. No me gusta asaltar asi de furtivo a las personas, pero como criada, sabia cuando retirarme de las sombras y dejar que el foco de atencion recayera en los demas, razon por la que habia estado tan silenciosa hasta ahora.- Su sangre le permite acceder a un gran poder que puede abrirle muchos caminos, pero si algo he aprendido de mi experiencia, es que todo gran poder, requiere mas tarde o temprano un gran coste.- Avise mientra daba golpecitos con el dedo a donde tenia mi ojo, ahora habiendo solo un maquina unida a la carne.- El mio me costo un ojo de la cara, nunca mejor dicho.

Dicho eso, empiezo a poner mi maletin sobre la mesa con una sonrisa, sacando un juego de cuberteria, azucarillos, bolsas de te y demas complementos a un buena hora de desgustacion de liquido, calentado a una temperatura cercana a la ebullicion del agua, acompado de piezas de obra de porcelana, y cubos de C12h22o11.

-Debe de estar cansada despues de tanto esfuerzo fisico ¿Quiere que le prepare un te?- Sugeri de manera afable, mientras evitaba como podia que los movimientos bruscos de la nave, no irrumpieran el momento llevando a pequeños fragmentos los contenedores necesarios.- Si quiere, podemos inivtar al joven Kale, creo que le encantaria compartir un momento a solas con usted.

Estoy mucho mas agotada de lo que creía, como muestra no soy capaz de responder a la impertinencia de Kale antes de que se marche a cumplir sus funciones a bordo.

Pero una noble imperial no puede mostrarse débil ante la plebe, me envaro y me dirijo a mi camarote con porte erguida, para dejarme caer en mi cama una vez la puerta se cierra.

Una muestra mas de mi agotamiento, no haber visto a la señorita Bishop hasta que me hablo. Pero al menos con ella podía permitirme mostrar mi agotamiento, habiéndome acompañado desde niña ella sabía bien lo extenuante que resulta ejercer mi poder

-tiene razón como de costumbre, pero la necesidad nos urgía en esta ocasión, ya dependemos demasiado de este insufrible capitán excesivamente sobrevalorado según cualquier baremo-

Me dirijo al improvisado tocador en el camarote y empiezo a arreglarme el pelo, ya he pasado demasiado tiempo con un aspecto inadecuado y respondo al ofrecimiento de la señorita Bishop con una voz que deja ver mi agradecimiento por esos pequeños detalles

-si por favor, con dos terrones-

Cuando propone invitar al joven Kale una fina arruga principal recorre el reflejo de mi frente en el espejo. Es raro que la señorita Bishop lo proponga, e inadecuado según el protocolo. Sin embargo recuerdo su firme abrazo mientras dominaba la tormenta, un abrazo de lo más inadecuado recuerdo con un sonrojo al pensar donde apoyo su cara.

Pero de algún modo... la idea de invitarle a tomar el te con nosotras me resulta atractiva, pese a mis dudas

-¿cree que es adecuado? no se si sabrá comportarse en la mesa- dudas que se manifiestan en mi voz con un inusual deje de incertidumbre

-Dudo que el señorito Kale sea experto en la etica apropiada para la ingestion de liquidos en compañia de gente de alto nivel social, pero estoy segura de que usted podria enseñarle buenos modales.- Aclare mientras le servia Lady Blackbird su te con dos terrones de azucar, acompañado de un par de obleas, todo sobre el mueble de cuatro patas cuya funcion es sontener viveres, objetos y demas cosas sobre su superficie.-De todos modos, creo que es demasiado pronto para juzgar sus cualidades, hasta ahora, los dos solos habeis tenido contacto en momentos de crisis, donde la adredalina y las hormonas han hablado de mas. Seria apropiado analizar la personalidad de este, en un ambiente tranquilo y apropiado, para confirmar si realmente solo es un atajo de nervios con una cabeza atrofiada unida a el ¿No lo veis asi?

Tal y como he dicho que haría, me encierro en la sala de máquinas. Realmente todo va bien, nuestra Dama ha cumplido perfectamente y ha mantenido el tipo.

«Es toda una señora» pienso mientras acaricio el casco.

Mientras mi menta da vueltas a los minutos pasados a solas con Lady Blackbird, hago tareas mecánicas intentando relajarme. Ni mis actos ni mis palabras parece haber tenido ningún efecto sobre ella. O tal vez si. O tal vez sólo sea mi imaginación traicionándome para cumplir mis más secretos anhelos.

«Es cierto que la mayoría de las veces actúa como si no existiese o como si fuese su criado... A lo mejor es culpa mía, tal vez debería dejar de comportarme como si fuese su criada. Claro, la mayoría de las veces, cuando ella ordena algo, yo obedezco. Puede que ese sea parte del problema»

Casi sin darme cuenta, cojo un bonito destornillador de estrella para desmontar una bujía que funciona perfectamente. Por suerte reacciono antes de hacer un desastre.

«Bueno, lo que faltaba. ¿Voy a provocar una avería sólo para poder esconderme aquí abajo? Soy un hombre, no una rata» pienso más que frustrado conmigo mismo.

Sin vacilar más, me dirijo a mi cuarto, me aseo, me visto ropas decentes y llamo a la puerta de Lady Blackbird, sin tener muy claro que voy a hacer.

«Al menos ahora huelo a jabón y a ropa limpia. Supongo que será más agradable que el aceite y el combustible»

- Dum, dum, dum, dum, dum. - Tararea Snargle mientras da un ultimo vistazo a la instrumentación. No se que acabemos en un lugar indeseado como... mejor ni pensarlo.

Con una pequeña sonrisa picarona coge nuevamente el comunicador que comunica directamente con la sala de màquinas.
- Kale, compañero, buen trabajo, el búho va a las mil maravillas. - Ahora, a descansar.

Haciendo uso de su cuatro extremidades el goblin se dirige hacia su piltra para recoger el último ejemplar de "historia de la aviación". Mientras lee empieza a recordar...

"Se ve a si mismo como un joven Snargle que va corriendo hacia su madre con una papel, bastante arrugado,  en la mano. Esquivando como puede a la horda de hermanos menores saltado por entre las paredes*.
- Maaaaaa' Me han cogido en la academia! Aún no me lo puedo creer! Yujuuuuuuuuu! - Grita mientras hace una voltereta.
Justo al acabar nota como un rápida sombra se cierne sobre él y con rapidez esquiva una enorme sarten procedente de su madre.
- Hijo, siempre has sido de los más avispados. - Le dice la enorme matriarca Goblin. - En cuanto caíste de mi vientre vi que habías sido tocado por el gran dodecaedro**. - Del sucio delantal extrae un papel doblado y se lo entrega - Anda, vete y espero no volverte a ver más por aquí! - Y con sorprendente agilidad recoge un goblin que corretea y le da un sonoro capón.
Snargle se da media vuelta y se dirige a la salida, antes de salir se para un instante y dice en voz baja:
- Yo también os echaré de menos."

Hace una pequeña mueca y de su mono extrae una pequeña foto desgastada por el paso del tiempo. En ella se ven retratados un montón de Goblins apiñados sin ningún sentido y en el centro de la misma se puede ver una enorme hembra goblin rodeada de media docena de goblins machos adultos. Snargle sonríe, lo guarda y sigue leyendo.

Frunzo un poco el ceño ante la idea de que yo sea la encargada de educar a Kale, ¿en que está pensando la señorita Bishop?

De todos modos no puedo evitar asentir ligeramente dándole en silencio la razón sobre las circunstancias en que he tratado con el, estresantes por decirlo con suavidad, ¿es posible que en un ambiente mas tranquilo afloren en ese muchacho unas cualidades ocultas hasta ahora?

Casi como una asombrosa respuesta a estas preguntas no formuladas alguien llama a la puerta, y al abrirse ahí esta el susodicho Kale, e incluso parece que se ha lavado y vestido con cierta tosca elegancia

"¿cual era su apellido?" necesito un momento para encontrar un dato que hasta ahora he considerado innecesario, afortunadamente mi memoria es buena

-señor Arkam, ya que ha venido hasta aquí y va vestido de forma adecuada para la ocasión ¿querria acompañarnos a la señorita Bishop y a mi tomando el te?-

Mi tono es cortes e inexpresivo, y aún así este tratamiento formal ya parece un gran cambio

Sólo tras llamar a su puerta me doy cuenta de lo que he hecho.

«¿Qué hago aquí? Y, ¿qué le voy a decir? No sé en qué estaba pensado, esto es una estupidez» pienso estresado. Echo un vistazo al pasillo, pensado que tal vez pueda salir de allí antes de que la señorita Bishop abra la puerta.

«Tarde» pienso mientras escucho como se abre la puerta. Para mi sorpresa, es la propia Lady Blackbird la que abre la puerta.

—Hola Lady Blackbird. Pasaba a ver cómo se encontraban. Y si, sería un placer tomar el té con ustedes— digo con una sonrisa que intenta ser amable, pero que no consigue esconder la eterna picardía que emana de ella.

Entro con paso tranquilo. —Hola, señorita Bishop—

Me siento en la mesa con la espalda recta, sintiéndome ligeramente observado.

«Al menos esta vez me ha preguntado si me apetecía entrar o no. No ha sido una orden. Algo es algo»

Kale parece nervioso, su espalda está demasiado recta, mueve demasiado las manos y su mirada es esquiva. Aun así no lo está haciendo mal del todo, y sigue manteniendo cierta impertinencia en su sonrisa pese a todo

-no juntes las manos, han de descansar relajadas en los reposabrazos del asiento- le corrijo con un tono no demasiado amable por la fuerza de la costumbre, desde luego convertir a este muchacho en un caballero parece misión imposible, y me pregunto porque me lo planteo tan siquiera

La señorita Bishop sirve el te y su aroma familiar me relaja

-Dígame señor Arkham, ¿que planes tiene para el futuro? claramente no espera ser grumete en un navio como este toda su vida-

Intento iniciar una conversación que le resulte comoda, espero que así se relaje un poco y pueda apreciar sus virtudes, si las hay

Por primera vez desde que ha pisado la nave no me importa que me de órdenes. Lo hace con el tono autoritario de siempre pero no parece ser con la misma intención. Me siento algo más tranquilo. Parece que si ha cambiado algo, aunque sea de forma leve y casi imperceptible. Pero está ahí.

—Si, lady Blackbird— digo siguiendo sus indicaciones. Desde luego este ambiente está muy lejos de las tabernas que acostumbro a frecuentar y me tendré que esforzar.

Cuando la señorita Bishop sirve el te, espero a que ellas empiecen a beber antes de hacerlo yo, así podré fijarme en como lo hacen. Una vez que han empezado, las sigo yo.

«¿Qué hacen con el meñique tan levantado? ¿Qué forma de revolver el azúcar es esa? Estos nobles no tienen nada mejor que hacer que inventarse parafernalias absurdas a la hora de beber»

Continúo intentando ser todo lo amable que puedo ser. Me sorprende la pregunta de Lady Blackbird, y que se refiera a mi como grumete. Hace un tiempo que dejé atrás esa categoría.

—Verá, técnicamente no soy un grumete. Hace años que superé esa categoría. Mis planes de futuro son adquirir mi propia nave y trabajar como transportista. Cuando consiga dinero suficiente, querría formar mi propia empresa de transporte— afirmo.

«Pero no antes de que el Capitán se retire. No voy a abandonarle pero yo no estoy en busca y captura. Puedo empezar una fachada de negocio legal sin problemas»