Partida Rol por web

- Po... por favor ma..manten..gamos la calma- mi voz era tenue, además tartamudeaba por lo que no se escuchaba muy bien. La cercanía de la señorita Ann Lovett me tranquilizó un poco. Las mujeres del pueblo destacaban por su prudencia, al igual que los hombres. - Yo no... no puedo estar aquí, tengo que cuidar a los... niño del orfa...orfanato.

El extranjero por otro lado traía consigo todos los demonios del mundo exterior donde la prudencia era escasa y con ello estaba alterando a las personas de este pueblo. Sin embargo no me atreví a levantar mi voz contra su persona. Estaba cerca de la señorita Eileen noté su turbación y no pude menos que tomar su mano poniendo el rosario entre ellas.

- No se turbe por favor señorita, rece conmigo para que su corazón se calme.- le hablaba muy bajito más que nada porque no deseaba interrumpir al resto y porque me costaba alzar la voz. Carecía del carisma de la señorita Victoria por ejemplo o de la fuerza de la viuda del señor Wellington, solo podía rezar y calmar el corazón de las mujeres que estaban cerca de mi. "Dios por favor haz que todos entre en razón y protege a tus hijos de la maldad de quienes siguen al oscuro"

Hacía poco que me había instalado en Salem y a duras penas había conseguido habilitar una casa medio derruida para habitar en ella y desarrollar mi actividad como relojero. En esas labores me encontraba ocupado cuando sonaron las campanas. Mal augurio. Acudí al Ayuntamiento, donde escuché las palabras del gobernador. Aunque mi temperamento y conducta eran moderados y tranquilos, no pude sino asombrarme y sentirme sumamente preocupado. Como era un recién llegado a la población no quise tomar la palabra de inmediato. Tras un rato, aunque ignoraba con apoyo en qué autoridad el forastero armado nos conminaba a contestar, consideré prudente responderle. A fin de cuentas, la pregunta era juiciosa. Incliné la cabeza en señal de respeto y saludé a los presentes - Mi nombre es Alfred Statham, temeroso del Señor y relojero de profesión. En relación con lo que ha preguntado, me hallaba adecentando mi vivienda y mi pequeño taller cuando escuché las campanas.

Estaba asegurando el ultimo tablón cuando sonó la campana, molesto pues aun no había terminado mi trabajo, me limpie le sudor con un sucio pañuelo, sin una mujer cerca, me era imposible tener ropa limpia cada semana. Comprobé que los arneses mantuvieran sujeto dicha tabla y salí a la luz del sol camino a la reunión.
-Espero que sea breve aun hay algo de luz.

Una vez dentro y hablado el gobernante trague saliva y musite a la patrona.
-Santisima Margarita, hija de San Agustin bendito, no aquí... no con nosotros...

Como era de esperar cada uno debía hablar de su situación y temeroso de ser señalado por mantenerse callado el también se presento.
-Soy John Dude, el pocero, muchos aquí me conocen he echo muchos de los pozos de vuestras granjas y ayudado a limpiar la mina cercana, hoy me encontraba en el lado oeste del pueblo haciendo los preparativos para traer mas agua a esa zona. He estado toda la mañana y parte del día allí. Cualquiera puede haberme visto o escuchado.-Hablo con la mano en el corazón y la cabeza gacha, le intimidaba hablar a multitudes.

-Es decir, nadie ha visto a nadie antes de todo esto...- Se gira a la señora Wellington - Señora, la entiendo y siento mi rudeza de verdad- Deja la cerveza en un lado de la sala, pues se le han ido todas las ganas de beber -Créame llevo un mes fantástico en este pueblo con mi gente y pensaba que por fin podría descansar... - Se dirige todo el mundo - Mi nombre es Nathan West, cazador de Brujas, desde que estas mataron a mi familia... créanme las odio igual o mas que ustedes... y me encontraba en la taberna junto con mi grupo bebiendo, como siempre, cuando escuché las campanadas... no es la primera vez que las escucho sonar en un momento del día que no toca, he estado en pueblos que las brujas han atacado, las he cazado empalado y quemado, esta vez no será distinto, se lo juro.- Digo esta última palabra serio, no hay sonrisa burlona ni otra expresión que no sea seriedad en mi cara.

Se gira al Herrero - Si teniendo respeto evitara que estas brujas mataran a alguien mas, lo tendría, pero no, debo ser duro y aunque no le guste, debo hacerlo- "Me gustaría decirles que rezar no sirve de nada, si quieren matarlos, los matarán... he visto a compañeros caer ante ellas mientras rezaban... pero si les sirve para calmarse y pensar que están a salvo, adelante..."

Sube un escalón para que todo el mundo pueda verle, ya que está harto de pasearse por la sala hablando -La señora Wellington y la señorita Victoria están en lo cierto, debemos tener cuidado de a quien señalamos, pues una mala acusación nos llevará a la muerte de un inocente...- Mira al herrero y al leñador - Por eso, señores,repito que siento si soy rudo, pero quiero acabar cuanto antes con estos... bichos, pues no son otra cosa que bichos- Vuelve a mirar a todo el mundo -Quiero agradecer de verdad que hayan cooperado conmigo y no pusieran pegas... gracias- Se coloca la escopeta en el hombro mientras baja el peldaño y se sienta en él dejando la escopeta en sus pierna izquierda y las dos manos en posición de rezo en tapando su boca "Joder... ¿Como les puedo encontrar? Ninguna persona muestra signos de brujería... normalmente es más sencillo"

Arquea una ceja al mirar al supuesto cazador de brujas, y se ríe ante sus comentarios. El podía ser un hombre que se pasara el día dando golpes al metal, pero no era nada tonto.

- Bien... Déjeme entender, oh, gran cazador de brujas, tu y tu grupo de "cazadores" llegan al pueblo, casi casualmente, cuando los sucesos extraños comienzan a suceder. - Miro a sus vecinos, fingiendo un rostro de asombro. - ¡Vaya coincidencia! ... Pero bueno, señor West, no es un tema de respeto, es un tema de autoridad. Autoridad que usted no tiene en este pueblo, no es nadie para exigir nada. ¿Quiere cooperación? Mejore sus modales entonces. - Se cruza de brazos, sin despegar la mirada del sujeto. 

Un día como el resto de los días en Salem. Levantarse, preparar algo de comer e ir al campo a recoger y regar el cultivo. Cuando empiezo a escuchar las campanas del pueblo.

La manera que tenía de sonar era totalmente diferente al resto de la veces, esta vez era como si alguna noticia importante nos tenían que comunicar.

Recogí todo y lo dejé en su sitio, y me dirigí a la plaza del pueblo. Ahí empezaban a llegar todos los habitantes, nos íbamos acomodando entre la multitud y preguntado entre susurros, unos a otros.

Cuando la voz del gobernador empezó hablar. Cuando dio su mensaje, no podía dejar mirar al resto de aldeanos que allí mismo se concentraba.

Ya no podía mirar al resto como hasta ahora, no cuando el gobernador nos comunicó que había brujas entre nosotros. ¿Qué y para qué estaban aquí en Salem?

Uno de los aldeanos empezó a llevar la voz cantante, sus modales y palabras no me parecieron las adecuadas. Y mucho menos que fuera un aldeano de aquí de Salem.

Esas palabras y el querer exigir sin ningún respeto no me pareció típico de alguien de Salem. Aún así seguí escuchandole, y escuchar al resto que le respondía a sus exigencias.

Justo terminaba mi duro día de trabajo cuando escuché las campanas doblar. - Que extraño, a estas horas no suelen tocar las campanas, espero que no sea nada grave... -

Mis temores se confirmaron al entrar en el ayuntamiento y escuchar al señor Comerton. - Espero que esto se solucione rápido, quiero ver la cara de quién está matando a mi ganado. Lo pagará bien caro - Después de todo el día bajo el implacable sol guiando a mi rebaño de ovejas para que pastara por los prados cercanos a Salem, estar aqui sentado y encerrado es lo último que me apetece. - Todo sea por una buena causa - Pensé.

- ¿Quien se ha creido que es el forastero con ese aire altanero? - ¿Nathan, verdad?, Me gustaría hacerte dos preguntas. Empezaré por la sencilla; ¿Como puedes explicar la coincidencia de tu llegada y la de tu "grupo" a Salem con el inicio de los extraños sucesos?, ya que estos comenzaron después de tú llegada y no antes. - Pregunté con un tono de voz que daba a entender que no era de mi agrado aquel hombre. No me gustaba que me mirara por encima del hombro y me juzgara un extraño que acababa de llegar al pueblo, nos trataba como paletos ignorantes y él lo unico que hacía era beber en la taberna. Todos los aquí presentes llevamos varias generaciones en Salem, desempeñamos algún oficio y lo hemos dado todo por nuestro pueblo. - Dices ser un cazador de brujas, ¿que tipo de autoridad legal o moral tienes para ejercer tal cargo? Que a mi entender hace las funciones de juez, jurado y verdugo. - Después de hacerle la segunda pregunta y antes de dejar que aquel hombre contestara respondí a la suya. -Yo he estado todo el día bajo el sol pastoreando el ganado, si quieres comprobarlo puedes acercate un poco y oler mi ropa. - Dije con una mirada desafiante.

Los asistentes comienzan a mostrarse nerviosos. No me cae especialmente simpático el autoproclamado cazador de brujas, pero es un forastero, como yo, y me asusta que la asamblea derive en un ataque a los extraños.

- Perdonen, señores. No deseo indisponerme con nadie, pero todos estamos nerviosos y no quisiera que esto derive en un enfrentamiento entre oriundos y extraños. Yo soy forastero como el señor West, y les ruego que, aunque la desconfianza hacia los de fuera es natural, ello no les lleve a acusarnos por ese solo hecho. Es cierto que las formas del señor West no son las más apropiadas, pero la pregunta que ha hecho es oportuna, a mi humilde entender. Démosle, les ruego, por la parte que me corresponde como forastero, el beneficio de la duda. A fin de cuentas, ¿no dice en las Escrituras que no juzguéis si no queréis ser juzgados (Mt 7, 1-5)?

Era un nuevo y los rayos de solo entraban por la ventana despertándome con un sol tan brillante. Mire hacia el lado izquierdo y vi que mi marido salió temprano a trabajar... me levante por era hora de ir levantándose. Me vestí y me dirigí hacia la cocina para prepara el desayuno y prepara las cosas que tenia hoy de temario para los niño de primaria.

Salía como todas la mañana tranquilamente contemplando el buen clima y la gente de este poblado, me dirigía al cole para recibir a todos los niños de me clase. Eran una ricura se portaban bien y eran unos niños educado y obedientes. Llego la hora de que se marcharan cada uno a su casa ya era mediodía estaba recogiendo las cosas para irme a casa. Cuando suenan las campanas de la iglesia, me pare en seco porque cuando sonaban las campanas de la iglesia de este pueblo algo no iba bien.

Recogí lo rápido que puede y me dirigí a la dirección de donde iba toda la gente para haber lo que estaba sucediendo, cuando me acerque a la multitud de la gente vi que esta el Gobernador y dijo estaba ocurriendo, había brujería en este poblado... y deberíamos de averiguar que era y estaba entre todos nosotros. Miraba a todos los alrededores porque sería difícil de identificar quienes podrían ser brujas o brujos ya que la cara la tenia igual que nosotros…  Se me quedo una cara blanca al escuchar al nombre del un niño desaparecido el pequeño Jonás era un buen niño y muy obediente en clase. No se querrán de los niños…

Observaba a cada uno de la gente, había uno que se la daba de hombre machote por ser nuevo en este pueblo, no se que se habrá creído que se piensa que será el único en cazar a esas brujas y quemarlas en la hoguera…  Quise decir unas cosas pero no sé si me escucharía y entonces alce la voz en un tono elevado para que se me escuchara.  – ¿Como sabremos  que entre nosotros hay brujas? Si no les vamos a poder identificar de la cara, ya que son iguales que todos nosotros o eso me parece. Y del niño desaparecido, ¿Quién ha podido ser? O es cosa de la brujas, porque no me entra en la cabeza que hayan podido llevarse un niño, ¿Qué quieren del niño?

Eileen agradeció de buen grado aquel gesto tan amable de la señorita Arlette.
- Dios la bendiga, Arlette... a usted y a sus niños-, dijo cogiendo el rosario que la muchacha le había tendido. Mirando hacia el suelo, empezó a musitar una oración.

Se podía palpar en el ambiente que las palabras de ese tal Nathan no eran de agrado para el resto de los allí presentes. Sin embargo, era evidente que el hecho de que siguiera hablando no hacía sino perjudicar aún más a los que no eran oriundos del lugar.
Levantó la vista cuando el señor Stathan pronunció su discurso. Cuando hubo terminado, volvió a mirar hacia el suelo, cerró los ojos con fuerza y se santiguó al oír las sagradas palabras a las que el relojero había hecho referencia.
Aunó fuerzas y se sumó a la conversación popular:
- Ciertamente, señor West, su pregunta no es sino sensata... Sin embargo, creo que no está de más recordar a quien le pertenece la autoridad en Salem. No dudo de su valentía y arrojo en su lucha contra el mal, pero por favor-, suplica mientras se le hace un nudo en la garganta- deje que sea la autoridad quien se encargue de todo esto... No cave su propia tumba-, dice casi con voz ahogada.

El caos había cundido en el ayuntamiento de Salem, tal y cómo las brujas posiblemente quisiesen. No es que fuese un experto en el tema, pero si algo sabía era que esas criaturas eran viles. Tanto cómo inteligentes. Las historias que me había contado mi madre sobre brujas no se contaba con las manos, y en todas ellas eran describidas con poderes, que si con algo se comparaban, era con su incomparable inteligencia. Una maquina de matar tocada por el maligno. Una aberración que no debería haberse concebido.

Y sin duda, aquellas abominaciones, si algo querían, era que cundiese el pánico por el ayuntamiento. Si de verdad estaban entre nosotros, les sería mucho mas fácil matarnos uno a uno, cómo habían hecho con los ayudantes del alguacil, que si cooperabamos para encontrarlas. Pero claro, ¿Con quién cooperar, cuando cualquiera puede ser una bruja?

Aquel tipo de la escopeta se hacía llamar Nathan West, y se pasaba las horas borracho en la taberna. El hecho de que hubiese llegado a Salem junto a su grupo justo cuando las brujas daban sus primeras señales de vida no era sino sospechoso. Sin embargo... "No, no puede ser. Las brujas que las historias de mi madre contaban no pueden ser tan estúpidas". Estaba claro a lo que me refería. Una bruja no se presentaría de una forma tal obvia ¿O sí?

-Señor West, confío en usted...- Murmuré, desde mi posición de rezo. Brujo o no, aquel extranjero era el único que podía saber cómo matar un bruja. Sincermente, no me imaginaba a la Señorita Arlette o a la Señorita Margaret, por poner ejemplos, matando con frieldad a nadie. El cazabrujas era otro cantar. Por otro lado, tanto el herrero cómo el leñador tenían algo de experiencia y fuerza que podían protegernos. Siempre y cuando ellos dos no fuesen brujas...

Escucho atentamente la intervención de la señorita Schulze. Son palabras comedidas y prudentes, y además ha demostrado ser devota. Me dirijo a ella:

- Créame, señora... Disculpe, pero creo que no ha dicho su nombre. Es un placer oír tan juiciosas palabras, en mi humilde opinión. Por su acento percibo que tampoco es natural de la región. ¿Me equivoco? - Desvío un poco la mirada, a fin de cuentas me dirijo a una extraña y eso me intimida un tanto - Disculpe mi atrevimiento.

-Vera señorita Margaret, he oído horribles hechos sobre las brujas y los niños que capturan, desde sacarles la grasa para hacer velas para sus impíos rituales, hasta beber de su sangre para mantenerse jóvenes y no mostrar su cara de bruja a la gente normal.-Apretaba mi pañuelo sin atreverme a mirarla a la cara. Sabia que era profesora, sin duda ella mas que nadie le horrorizarían mis palabras.

Entonces busque con la mirada al supuesto cazador.
-Aunque puede que este equivocado y ese hombre sepa mas que yo.-Señale al forastero llamado Nathan West.

Después de ver como todo el mundo se ha dedicado a sospechar de mí y por mi culpa de los forasteros me dirijo hacia el señor Statham y a la señora Schulze, no sin antes mirar al mendigo y agradecerle su confianza - Gracias, enserio, se que no soy fácil de tratar... y el alcohol no ayuda, pero gracias- Me acerco a las dos personas que no me han mirado mal -Señor, señora, siento si mi forma de hablar les ha puesto en un apuro a ustedes también por el simple echo de no llevar mucho aquí, no ha sido mi intención, hablé sin pensar y... bueno a veces soy un bocazas... nuevamente, disculpen-

Escucho al señor Dude hablar mientras yo estaba dirigiéndome a la señora Schulze y al señor Statham, cuando me señala diciendo que se mas que él, ni sonrío - Sí, se sobre brujas, pues he matado bastantes, las mas débiles muestran claramente piel podrida, dientes negros y huelen a... como lo diría, a podredumbre... - camino hacia él -Pero las mas poderosas... esas hay que temerlas y mucho, se ocultan sin duda alguna entre las personas viven como uno mas de nosotros y no muestran ni una sola característica de las débiles, no tengo duda alguna de que estas o estos son realmente fuertes... pues desde que hemos entrado no huele a podredumbre, exceptuando el olor del mendigo, pero claro, es normal.-

Trago saliva -A ver, por lo que he podido ver en las cacerías que he hecho junto a mis compañeros, los huesos de los muertos como no sea para adornar no los usan para nada mas, partes como ojos, corazón,... sirven para diversas pociones y como no, la sangre la usan para rituales, una vez encontré a una de ellas intentando contactar con el mismísimo satanás... la cantidad de sangre que había, créame mejor que no lo sepa...-

Me pongo las manos en la cintura -Sólo diré que nunca he visto a ninguna bruja o a ningún brujo tan poderoso como para disimular sus características tanto tiempo sin necesidad de tomar pociones... y créame, yo estaba bebiendo cerveza, para los que sospechen. Estos son realmente fuertes, no puedo fiarme de las características comunes... pero pienso encontralas... las mataré...- "Por mi familia muerta que lo haré..."

Me giro a los demás presentes - Nunca intenté mandar sobre ninguno de ustedes, como dije, llevo un mes aquí y sinceramente es el mejor pueblo en el que he podido vivir... hay buena gente y no quiero que muera ninguno de ellos, si son inocentes... y si de verdad piensan mal de mi, solo quiero que sepan que no tengo nada que ver con el resto de gente que acaba de llegar como yo, es decir, no les juzguen por mi.- Dejo la escopeta apoyada en una mesa y me siento- Si tienen mas preguntas las responderé sin ningún problema, sino seguiré pensando en como poder descubrir a dichas brujas y brujos...

Mio a la persona que se mostraba como nuestro salvador, luego vuelvo mi cara a todos. Por mas que no quieraa este chico aqui debemos cooperar para capturar a los que son culpables.

-West tienes mi apoyo aunque perdoname por no confiar mucho en ti pero podias ser cualquiera y eso no nos gustaria, hasta el mas bueno de aqui pudo hacer algo asi. Esperemos acabar con esto.

Observo como la monja tranquiliza a la señora Eileen, no puedo evitar sentirme reconfortada viendo la escena. No hay que olvidar la palabra del evangelio, si seguimos las directrices de dios y nos mantenemos serenos será más difícil que las brujas nos confundan. Mi espíritu se encuentra en paz dentro de la iglesia a pesar de tener la certeza de estar rodeados de brujas como bien ha afirmado el gobernador.

-Hermana Arlette es usted la bondad personificada al igual que el reverendo. No sé que haríamos sin ustedes en estos días oscuros que se avecinan. Necesitamos de gente templada y prudente que nos encauce por el sendero de dios. 

A continuación escucho las palabras de Alfred. -No teman por ser forasteros, si sirve de algo les comento que tienen mi apoyo. Yo nací en nuestra adorada aldea de Salem pero mi familia es de origen holandés. Mi padre emigró aquí hace 25 años. Me estremezco con la intervención del pocero y el cazabrujas. No lo quiero pensar, me imagino los huesos, la sangre, los sacrificios humanos... me aterra que nos hagan daño. Dirijo mi mirada al cristo que se encuentra encima del altar. Padre todopoderoso protégenos.

Sonríe al escuchar al "cazador", quien relataba de sus experiencias, cosa que agradeció, ahora se sentía un poco más preparado, aunque sus menciones acerca de lo poderosas de las brujas que podían haber en el pueblo le dejaba igualmente preocupado. 

- Ahí esta, hombre, se atraen mas abejas con miel que con vinagre. - Mencionó, mirando a todos, y alzando la mano para llamar la atención del gobernador. - Tengo una pregunta... Esas escopetas... ¿son efectivas contra las brujas? - Mencionó, cruzándose de brazos y mostrándose interesado en el tema. Y antes de recibir respuesta, se giro hacía el gobernador para hacerle una pregunta.

- ¿Qué va a pasar entonces? ¿Nos acusaremos mutuamente, matando quizá inocentes para buscar a las brujas? ¿No hay otro forma? - Su expresión era dura, y su voz tenía cierto deje de preocupación, y no era para menos, el solo hecho de pensar que tenían que decidir quién era culpable o inocente sin tener pruebas o certeza alguna le ponía los pelos de punta.

- 

Mientras los hermanos de la comunidad poco a poco se van volviendo dócil con el forastero, yo me mantengo en mis pensamientos, como es posible que un grupo de personas pacificas como las de Salem puedan siquiera tener una manera más o menos aceptable de deducir quienes podrían ser las brujas, después de todo eran criaturas del mal con poderos que nosotros no conocemos.

-Hermanos, los escucho y me asombro un poco, entonces si no han sido los forasteros entonces ¿quiénes son los que han pactado con el mal?, ¡ustedes verdaderamente en sus corazones creen que un buen vecino de Salem pueda hacer tan vil acto en contra de nuestro Señor!-

Observo a mis vecinos fijamente mientras les hablo, -¿Cómo sabemos que todo eso de cazador de brujas no es una patraña para engañarnos?, ustedes tomaran el riesgo de ser engañados y luego asesinados por las brujas…-

En cuanto hubo asimilado las palabras del señor Statham, Eileen se apresuró en contestarle, no sin antes sonrojarse un poco, pues no esperaba aquella invitación al diálogo:
- Oh, no señor, no ha sido sino por sus sabias palabras que pude atreverme a expresar mi opinión...-, comenta algo turbada. -Mi nombre es Eileen... vivo al este de la aldea con mi padre, el señor Schulze. Conozco a muchos de los aquí presentes por haber acudido alguna vez a mi casa para que les sanara las heridas -, dice mientras mira alrededor, esperando a que alguien de señales de aprobación a sus palabras. - Siéntase libre de acudir cuando lo necesite...-, hace una pausa antes de continuar - y sí, mi padre y yo vinimos hace 3 años desde Alemania a estas tierras. La gente aquí es muy hospitalaria; le agradecemos al señor todos los días el haber encontrado aquí un lugar al que poder llamar hogar- termina con gesto casi inexpresivo.

Comenta todo esto en voz baja, esperando no interrumpir a aquellos que estaban hablando con el señor West. Atisba a oír algo de la conversación, y se estremece cuando el señor Dude le responde a la señora Margaret.

Buscaba la mirada de la señorita Victoria para agredecerle el apoyo brindado cuando el herrero exteriorizó aquello que estaba martirizando a Eileen, y muy probablemente al resto de los que allí se encontraban. ¿Cómo era posible que aquellas personas, buenas de alma y corazón, hubieran sucumbido ante el maligno? Miró a Arlette, y seguidamente al señor Statham, con quien acababa de mantener aquella conversación. "¿Cómo?"

Un escalofrió me recorre el cuerpo al escuchar al cazador. Ahora se como se sentía la gente al escucharme hablar. Desde otra perspectiva de mucho mas miedo de lo que esperaba. ¿Pero como los que llevamos tiempo o toda la vida viviendo aquí pudiéramos ser brujas o brujos? Si lo que decía el cazador era cierto, entonces, en esta simple aldea las peores brujas del mundo conocido se habían reunido y engañado durante años. ¿Entonces porque ahora?

-Pero si no son los forasteros y con ellos me refiero a los que llevan poco mas de un año entre nosotros. ¿Por que ahora? Por que desde que llevo viviendo aquí y en paz, ¿Sucede esto ahora? En 11 años no ha sucedido nada maligno y de repente de la noche a la mañana ¿Todo esto?-Estaba confuso y asustado por partes iguales.