Partida Rol por web

La voz del gobernador Comerton volvió a resonar, y su veredicto fue claro:

-El juicio ha concluido. El tribunal ha llegado a un veredicto. Laurent Bryde, le condeno a morir en la hoguera bajo la acusación de colaborar con el Diablo y la práctica de la brujería.

Como en la anterior ocasión, el verdugo maniató al condenado con una resistente soga, y el alguacil sacó su llavero para abrir la puerta que conducía al exterior. Pero esta vez la puerta no se abrió.

-¿Qué demonios sucede, alguacil?

Algo bloqueaba la puerta desde el otro lado según las palabras del representante de la ley. No había forma de abrir la puerta. El enorme Patrick intentó derribarla de una patada, tras dejar a Clemins a cargo del condenado, pero ni el más fuerte de sus golpes consiguió mover la puerta un ápice. La extraña niebla continuaba haciéndose cada vez más espesa en el exterior, como si quisiese engullir la mansión entera. Desde las ventanas, no había rastro del resto de la aldea. 

Inmediatamente el gobernador y el alguacil se dirigieron a la puerta principal, pero tras retirar todos los postigos y protecciones, el resultado fue el mismo.

-Encerrados. ¡Encerrados! Esto es obra del maligno, sin lugar a dudas. Habrá de hacerse aquí dentro, pues. La justicia divina prevalecerá frente a cualquier inconveniente, aunque proceda del mismísimo infierno.

Unas palabras en voz baja al verdugo bastó para que desapareciera y volviese enseguida de una de las habitaciones superiores, con un enorme hacha en sus manos y un cubo de madera mohoso.

Tras colocar una pequeña banqueta encima del cubo, una patada en las piernas de Laurent bastaron para que se arrodillase y el verdugo pudiese obligarle a apoyar su cabeza sobre la húmeda madera de la vieja banqueta.

-Señoras, recomendaría que apartasen la mirada. 

Tras aclararse la garganta, la voz de Comerton volvió a sonar alta y clara.

-Señor, hoy te enviamos otra alma para que sea juzgada en tu infinita sabiduría. Que arda en el infierno si se trata de un alma podrida y corrompida por la oscuridad. Si se trata de un alma inocente, ¡Perdónanos en nuestra ignorancia, Señor, mas permítele descansar por toda la eternidad a tu lado gozando de tu divino reino! -¡ALABADO SEA DIOS TODOPODEROSO! 

Un rápido movimiento del verdugo y la vida del recién llegado se escapó entre sus labios. Sin embargo, el viejo y oxidado hacha tenía el filo bastante romo, y no fue suficiente para que la cabeza del señor Bryde se separase por completo del cuerpo. El hueso no se había cortado, y junto a unas cuantas tiras de piel y músculo, aún mantenían el cráneo pegado al cuerpo. Hicieron falta otros tres brutales golpes para que al fin la cabeza cayese al cubo.

Un silencio sepulcral reinaba en la mansión. Ni viento, ni el piar de los pájaros, ni el crujir de la madera. Nada interrumpía aquel mortal silencio tras la ejecución.

Pero de pronto, como en la distancia, se empezó a escuchar un llanto. Unos leves gemidos. Un rápido vistazo bastó para comprobar que nadie de los presentes estaba llorando ni emitiendo sonido alguno. Vuestras miradas nerviosas se cruzaron.

-¿Pero qué...? ¡Proviene del sótano!

El alguacil se aproxima a toda velocidad mientras mueve las llaves de un lado para otro en su llavero, buscando la correcta. Comerton se acerca con un candelabro en la mano, que utiliza para alumbrar el interior de la trampilla cuando finalmente se abre. El horror se apoderó de los dos hombres cuando descubrieron a la joven Victoria, pálida como la cal, con el cuello destrozado por la soga que utilizó para intentar suicidarse, llorando en una esquina, lejos del resto de cadáveres.

-¡Cómo es posible! ¡No estaba muerta! ¡Sáquela de ahí, maldita sea!

El viejo Lester ayudó a salir de aquel zulo a la señorita Van Straten. 

-Aún vivía. No pudo suicidarse. ¡Sólo estaba inconsciente! ¡Maldita sea, Clemins! ¡Esto es por su culpa, por negarse a dejar que el médico viniese! ¿Cómo no se dio cuenta de que aún respiraba cuando la bajó ahí? -El gobernador moderó su lengua entonces.

El alguacil aseguró que nunca pensó que un intento de suicidio pudiese salir mal y que ni se planteó aquella posibilidad, además de varios improperios sobre la medicina moderna.

Pero el terrible horror que sufría el pueblo de Salem aún estaba lejos de quedarse en un fallido intento de suicidio. La noche que caía aún traía consigo más sorpresas desagradables.

La señorita Margaret Wellington, que llevaba un rato desaparecida, fue hallada muerta por el verdugo mientras volvía para guardar el hacha en la vieja despensa. Una daga agarraban sus dedos cubiertos de sangre, sangre que cubría todo el suelo a su alrededor, pues sus venas habían sido cortadas y había provocado que se desengrase. Otro suicido. 

Las locuras que pueden llegar a causar el horror en las personas...

Al final se impusó la desconfianza por los recienllegados y el pobre Laurent había pagado por ello y precisamente su mayor acusado era otro extraño a la comunidad. Parece que nadie se acordaba que todos eramos extraños en esas tierras, una colonia británica.

Cuando comenzó a dar la Extrema Unción al cadáver se escuchó un llanto y gemidos. Siguió con su trabajo como era su deber y luego pudo ver el por que de tanto jolgorio. La señorita Victoria estaba viva...

- ¡Alabado sea el Señor! - fue lo único que logro articular.

Apartó la mirada en la decapitación de aquel pobre viajero, Roderick no podía estar seguro pero estaba convencido de que aquel hombre no ocultaba nada extraño, pero no pudo hacer nada por convencer al pueblo de que no le votaran. Entonces comenzaron los gemidos desde el depósito y lograron sacar de aquel improvisado foso a Victoria.

- ¡Laudate dominum! Esta mujer ha estado atrapada entre la podredumbre de nuestros difuntos vecinos después de intentar quitarse ella misma la vida... Puede dar gracias por no ser el peor castigo que Dios le podría haber impuesto, pero en mi mente arrastrarse entre cadáveres debe ser lo más parecido al infierno que se me ocurre... Lo cierto es que la señorita Victoria no creo que vuelva ser la misma después de haber vencido a la muerte. 

Eso era imposible..

-¡Estaba muerta! ¡Lo juro! ¡¡Alguien la ha revivido!!

Fui a socorrerla y observarla, ardía en deseos de escuchar lo que ella tenía que decir. ¿Había visto su cadáver, cómo iba a confundirme? Estaba muerta.

-El maligno o sus secuaces la han traído de vuelta, no es posible que haya revivido. ¡Sé diferenciar un cadáver!

-Cierto es, seguramente la señorita Victoria no sea la misma que antes de morir, pero puede que eso tenga una doble lectura, ¿no cree? yo personalmente creo que deberíamos echarle un ojo a ver como reacciona y como se comporta en las próximas horas, por si las moscas, no sea que intente suicidarse otra vez - realicé un breve silencio - o algo peor...

Evité ver la muerte del forastero porque era demasiado duro para mi, me oculté lejos. Estabamos encerrados pero no perdería las esperanzas, aunque consideraba un error que asesinaran a un hombre solo por haber pedido ayuda. Cuando volví Victoria estaba allí y todos hablaban al respecto.

- No es posible...- me quedé muda y ya no pude callar mis temores- esto podría ser obra de Dios que ha escuchado mis rezos y ha perdonado a Victoria, o podría ser obra de lo brujos que pretenden usar su inmaculada existencia como arma  sobre nosotros. Señorita Victoria usted sabe que la aprecio pero creo que sería bueno no solo darle los cuidados adecuados si no que... bueno mantenerla en observación, no me malinterprete.

Me acerqué a ella para sostener su mano, dispuesta a acompañarla en todo momento.

- Disculpeme que desconfíe pero han pasado tantas cosas que es normal que el miedo nos domine. Si hay algo que lamentaria mas que su muerte es que su cuerpo fuera usado con fines viles por gente sin alma.

-Señor Winston Cada uno puede opinar de la brujería o de los asesinatos que creamos que pudieron ser causas de los asesino... yo solo me mantengo con lo que he dicho. Porque puede que sean las brujas o el asesino que sigan delante de nuestros ojos, o no lo estamos viendo... porque en pueblos tan pequeños que nos conocemos todo y siempre se rumorean bulo, y puede que “asesino este poniendo todos en contra de cada uno, y pensar que persona inocentes son brujas”.
Respire aire tras lo dicho pero cada día que pasaba en Salem, no se iban a quitar la venda de los ojos y explorar y pensar que puedo haber un asesino. Porque la brujas solían dejar rastros por el camino como que han sido cosa de las brujas.

Mientras observaba a todos los presente cuando llega de la nada un rostro conocido de este pueblo, y era Victoria que aprecia de nuevo entre los que estábamos presente. Las oraciones de la gente de pueblo fueron escuchadas o eso pensé. Me acerque para haber si estaba intacta y no era un sueño, le mire a la señorita Victoria y le sonreí. – Bienvenida de nuevo Victoria. Perdón si le molesta la pregunta que le voy hacer, ¿pudiste ver quien fue el causante de tu desgracia?

Desperté junto a un depósito lleno de cadáveres no precisamente desconocidos. El horrible olor a putrefacto se me metió directo por la nariz provocándome arcadas. Me deje caer lentamente apoyándome contra una de las paredes del sotano. No tenia fuerzas para nada. Si aquello no era la antesala del infierno, ¿qué diablos era?.

"¿Por qué me han encerrado aquí?" Mi estado de confusión era terrible. "No estoy muerta, yo no estoy muerta!". Sentencié en tono firme dentro de mi cabeza. No es posible que me hayan abandonado. De repente, se hizo la luz, vi el rostro del alguacil Clemins asomándose por la trampilla de acceso. Me ayudó a salir de aquel zulo tras escuchar mis lamentos pues no era capaz de pedir auxilio, mi garganta estaba destrozada por culpa de la soga.

“¿Pero que he hecho?, ¿que he hecho?” no podía dejar de repetirme a mi misma. Alcé la mirada y ví a todos los aldeanos observándome con un gesto de sorpresa, alegría y una mezcla entre terror y curiosidad en sus caras.

-Perdónenme todos, que dios me perdone por haber cometido semejante locura.  La señorita se rozaba el cuello magullado con la maño derecha al mismo tiempo que rompía a llorar desconsolada. Reverendo no quería hacerlo, yo nunca habría condenado mi alma al purgatorio usted lo sabe. Negaba con la cabeza. Dios mio, con que derecho, yo aprecio la vida sobre todas las cosas, amo cada criatura que puebla esta tierra y creo firmemente en la palabra de nuestro señor. Mi vida y mi alma están a la entera disposición del altísimo, yo no soy dueña de nada, a él se lo debo todo igual que ustedes. Hago una pausa, necesito tomar aire, siento que me voy a desmayar en cualquier momento. Respiro hondo y contesto a la pregunta de la profesora. -No pude ver a ningún sospechoso Margaret, pero si sentí algo a mi lado, una presencia poderosamente maligna. Recuerdo estar tensando la soga en la rama del árbol completamente enajenada, no era consciente de nada. Puedo asegurarles que no se que me pasó, esa mano negra me influyó… No puede continuar.

El señor Roderick estaba en lo cierto, la señorita había perdido la luz que antes brillaba con fuerza en sus ojos. La inocencia, la vivacidad de aquella muchacha se había esfumado por completo. Sin duda ya no volvería a ser la misma después de haber intentado suicidarse. Su honor estaba mancillado, ningún hombre en su sano juicio aceptaría como esposa a una mujer capaz de cometer tal acto.

-Por lo que más quieran, no me dejen sola. Temo que esa presencia oscura vuelva a apoderarse de mi voluntad. Hermana Arlette, ahora más que nunca necesito de la compañía de dios, su protección, pídale que no me desampare por favor, se lo suplico.

- Señorita Victoria no se preocupe a partir de ahora permaneceré a su lado en todo momento y rezaremos juntas para alejar el mal que la acontece.- Solté su mano para ir en busca de una frazada y algo de agua, cubriendola con la primera.- Venga por favor imagino que no desea dormir, yo la verdad temo que no podré hacerlo después de todo lo vivido...

Mi mayor temor era no despertar nunca o peor... despertar en los avernos.  Temblé notablemente  invitando a la señorita victoria a sentarse. Poniendole mi rosario al cuello cuidadosamente ocultando así las marcas del error cometido.

- Lleve esto la protegerá si algo me sucede.

Nathan estaba al fondo de la habitación mirando como caía la cabeza del nuevo, no pestañeó ni un momento, no había gestos en su cara, 3 golpes, se los merecería, sino de uno habría acabado todo... cuando acabó se dio la vuelta y se dispuso a pensar, pero de repente se comenzaron a amontonar todos cerca de la puesta del sótano..."¿Que ocurre?" pensó... vió como la jovencisima Arlette acompañaba a alguien a sentarse, "espera... ¿esa es...?" se acercó y no se lo podía creer... "está... ¿¡esta VIVA?!" Salió corriendo apartando a todos a su paso hasta tenerla justo delante... -Pensaba ... yo... pensaba que tu... ¡DIOS!- abrazó a Victoria sin pensarlo dos veces, los demás no existían en ese momento, solo ella, ni brujas, ni brujos, ni ejecuciones... solo Victoria.

Cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo apartó la cara enseguida, sonrojado y avergonzado..."¡¿Que he hecho?!" la miró fijamente a los ojos sonriendo con una cara de tonto... -¿E...Estas bien?- Observó el vaso que tenía, el que le había dado la pequeña y le dijo -Bebe... debes estar sedienta... ni me imagino por lo que has pasado...- le dio un abrazo y le dijo sonriendo pero sin soltarla -Descansa...- miró a los demás -todas sus preguntas pueden esperar- giró la mirada hacia Arlette -Si dice algo, o necesita cualquier cosa avísame ¿de acuerdo?- Se levantó y se dirigió a los otros mientras Victoria estaba sentada junto a Arlette... su mirada se dispuso en Mary Jensen -¿No cree que si Dios salvara a alguien inocente antes que a una ... bruja? por favor... ¿Porque no nos asegura si el cadáver del nuevo es brujo o no como hiciste con Samanta?- Volvió a dirigir la mirada hacia Victoria y sonrió una vez mas... cerró el puño bajando la cabeza y cuando la alzó estaba sonriendo... -Vamos a cazar a esas brujas y brujos-

El terrible pero justo, espero, ajusticiamiento de Bryde aplasta mis ánimos. Quería convencerme de que había hecho bien votándolo. Su aparición tardía, su argumentación incoherente me habían conducido a esa decisión y ahora sólo rogaba al Señor que hubiera acertado. Una vez más, no pude detenerme en mis pensamientos, pues la inesperada y bienvenida recuperación de la señorita van Straten captó mi atención. Me alegro sinceramente por ella, aunque no puedo evitar acordarme de la señorita Schulze y lamentar que ella no haya acompañado a la señorita van Straten en su retorno a la vida.

- ¡Sea bienvenida de nuevo, señorita van Straten! Su recuperación me alegra sinceramente y es una nota de esperanza después de los desafortunados sucesos que estamos viviendo.

Una sombra de inquietud me ronda. Su repentina recuperación... ¿será obra del Cielo o del Infierno? Intento desechar esos pensamientos y concentrarme en la alegría de contar de nuevo con su presencia. Me alegro también por el señor West. Espero que la presencia de la señorita van Straten ayude a que modere su comportamiento y palabras.

"Mmm si una mano oscura le utilizó para quitarse la vida, ¿Podríamos ser todos víctimas de la misma influencia? O peor, ¿Podría esa mano obligarnos a...matar, en contra de nuestra voluntad?... Son sólo conjeturas."

El novelista se rasca su encrespado pelo y sin poder dar una bienvenida más calurosa a aquella que vuelve a la vida, se dice a si mismo "Sea lo que fuere, hay que acabar con todos los brujos cuanto antes, sin pensar sin razonar como con el pobre Bryde, cuyo cadáver aún no ha mostrado indicio alguno de que fuera un brujo como ocurrió con Samanta"

Pero como es posible, todos la vimos sin vida colgada de la soga… solo pido que por favor tal como muchos dicen sea un milagro del Señor, este pueblo no soportaría más oscuridad de la ya existente.

-Señorita Van Straten, ruego al Señor para que lo que usted dice sea cierto, este nuestro amado pueblo de Salem no se merece más desgracias, así que doy la enhorabuena a su regreso.-

Empiezo a orar mientras miro hacia el cielo, la escena me estremece por lo que podría significar, para bien o para mal de todos nosotros.

- Señorita Van Straten, la creo. - dijo el reverendo - Es un milagro que haya podido sobrevivir a tamaña brujería, demos gracias al Señor por este milagro.

Deliberadamente miró a Nathan, que estaba embelesado con Victoria. Tal vez un acto como este puede devolver la fe en Nuestro Señor incluso al mas descreído, pensó.

- Creo que sería oportuno ir al menos en grupos de dos, preferiblemente de tres a todas partes y evitar que nadie se quede solo para evitar toda clase de maleficios. Si pasa algo al menos habrá siempre al menos un testigo.

Me acerqué al reciente cadáver, y su compostura no dejaba dudas..

-Saben ustedes que el maligno puede adoptar muchas formas, y posiblemente algunas hagan dudar. Es por eso que estamos aquí encerrados, en esta locura. También sus tretas podrán engañarnos o confundirnos, pero en el caso del señor Laurent no cabe duda.. Era un enviado del oscuro para acabar con el pueblo de Salem.
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Me daba pavor tocar este nuevo cadáver infecto, pero alguien tenía que hacerlo. Coloqué una manta sobre el suelo y lo hice rodar sobre ella, colocando los extremos sobre él, envolviéndolo y ahorrándonos la desgracia de verlo más.

-No sabemos cuántos enviados del Demonio moran aún entre nosotros.. Estemos atentos.

-Gracias hermana, que dios se lo pague. Sonríe. Dios les bendiga a todos, les agradezco de todo corazón sus palabras amables de bienvenida. Me dispuse a sentarme en un banco cercano junto a la pequeña Arlette. De repente ví como el señor West se acercaba a paso apresurado apartando a todos de su camino para invadirme con un abrazo caluroso e inesperado. No supe que hacer, me rodeo entre sus brazos con tanta rapidez. Dios mío no alcancé a pensar que opinarían los demás después de contemplar esa escena tan poco apropiada para una señorita de mi posición. Dejando a un lado las críticas que pudieramos suscitar, por un momento me sentí en paz, a salvo y protegida de todo mal. Mi corazón latía desbocado, había vuelto a la vida si, gracias a dios pero ese hombre había encendido algo dentro de mi. Noté como la sangre de mis venas corría con más fuerza, su cariño reconfortó y revitalizó mi alma. Lo separé de mi como pude. Bebí el agua que me dió la hermana totalmente acalorada. Me llevé la mano a la frente, suspiraba por la emoción del momento. Intentaba calmarme para evitar que los colores se me siguieran subiendo a las mejillas.

 –Es usted muy… como decirlo, espontáneo y entrañable Nathan. Sonreí evitando mirarle directamente a la cara. Me centré en continuar la conversación que había iniciado con la hermana Arlette para no darle más importancia a lo que acababa de ocurrir.- Tengo miedo, no quiero cerrar los ojos ni un solo segundo. Se que tendré pesadillas. Rezaré toda la noche hasta que no haya más remedio y caiga rendida. Dios no me ha abandonado, todo lo contrario me ha tocado con su gracia y ha obrado un milagro para que regresara a la vida. La señorita acaricia con sumo cuidado el rosario que la hermana le ha colocado en el cuello. –Solo espero que estemos haciendo lo correcto. No hay forma de saber si los que han muerto eran inocentes o servidores del maligno.

Nathan sonríe al escuchar a la señorita Jensen -Bien- Dice con un aire mas tranquilo... -Ese hombre nunca me proporcionó mucha confianza... eso de entrar justo ahora...- Miré al señor Miller -Siento haberle acusado indiscriminadamente, solo intenté ver si el nuevo le defendía o simplemente pasaba de usted... puesto que no le defendió... no creo, al menos de momento, que sea un brujo- Le extiendo la mano -No podía decir mi plan... pero de verdad, lo lamento- 

Una vez acabado todo eso mi mirada se dirigió a la señortia Victoria... "¿Porque no puedo sacármela de la cabeza?" sentía algo que no había sentido nunca... ninguna persona había conseguido despertar esta sensación en mi... no sabía lo que me pasaba por la cabeza, pero esa mujer no podía ser culpable de nada, la iba a proteger con todas mis fuerzas... y las que no tuviera, hasta ahora mi vida no me había importado, pero... por fin, tengo algo mas que simple muerte..."Dios... ¿Nos ha dado esta segunda oportunidad?¿Será el destino?" fuera lo que fuere solo se una cosa, lo que sentía iba mas allá de la razón, en tan poco tiempo ¿Como puedo sentir esto por alguien?... "Voy a cazar a los brujos que queden vivos como he hecho con el nuevo y pronto estaremos los dos fuera... vivos y si Dios quiere... juntos"

Respiré aliviado al oír las palabras de la señorita Jensen. Acertamos.

- Discúlpeme, señorita Jensen. No dudo de su capacidad, pero no puedo evitar preguntarme cómo puede saber que es un brujo. Lo dijo de Samanta y de Bryde, pero no de Ryghers. ¿Fue porque no supo determinarlo o porque no lo era?

No quería parecer atrevido, pero la curiosidad era fuerte.

También reparé en las muestras de afecto de la señorita van Straten y el señor West, que me provocaron un suspiro de lástima, al hacerme recordar a la señorita Schulze. Parece que nuestro cazador de brujas tiene un fondo tierno. Sonreí involuntariamente. Su gesto quizá fuera resultara algo impetuoso, pero cómo negarle ese impulso. Ojalá hubiera tenido yo la misma valentía. Ahora es demasiado tarde.

Con la llegada de la noche y del final del extranjero, quien podía suponer que realmente era cierto, que ese hombre había venido para ayudar a sus brujas. Di gracias al señor una vez mas por que estuviera con nosotros Mary Jensen. Ella era única en verdad y con ella todo era mas fácil. Mas eficaz.

-¿Lo ve Sr.Winston? El pueblo a vuelto a ser justo. Y esta vez han sido otros quienes lo han encontrado. Entre todos podremos acabar con ellos. Y el señor a querido devolvernos a la Señorita Victoria. Aunque es cierto que hemos perdido a otra persona por medio del suicidio.-En ese momento cerré la boca para pensar en lo que yo mismo había dicho.

El suicidio era el mayor pecado posible. Ni el propio señor perdonaría a alguien, quien hubiera decidido por propia iniciativa quitarse la vida. Pero ella argumentaba que la habían obligado. ¿Cual era la verdad? Mi duda era mayor en esta noche que en las anteriores.
Bien es sabido que los elegidos por el señor pueden regresar a su elección, pues él todo lo puede. Pero era una suicida, debería de estar quemándose en los infiernos mas hondos, sin opción a perdón. Así lo dice la biblia. Alce la mirada para observar a Victoria con recelo. No sabia que pensar.

-Reverendo. ¿Piensa que la Señorita Victoria esta libre entonces de toda duda?-Quise pedir consejo a quien estaba mas cerca del señor.

-En Ryghers no observé nada extraño, eso no quiere decir que no lo fuese. Simplemente los indicios no eran tan evidentes como en estos últimos malhadados difuntos, Dios los tenga en su gloria - respondí a Statham.

Nunca me había visto en tal situación, estaba desbordada.