Partida Rol por web

-Pero no tenemos que matarle, "sólo" meterle en la cueva

"Como bien ha dicho Lady Frida, nuestro trabajo sera llevarla al interior de la cueva. Pues según he podido saber, no se puede matar a un demonio con armas normales, y Las mias lo son. Asi que toda la informacion sobre el demonio y la cueva que nos pueda dar Lady Frida, podria ser de gran utilidad"

Asiento repetidamente.

- ¡Ok, ok, disculpad! Me he dejado llevar por el ardor guerrero -suelto una carcajada- Casi parezco un hombre. Bueno, eso simplifica las cosas, o le empujamos por la fuerza o con algo que lo atemorice o le atraemos con un señuelo.

Miro a la mylady y levanto una ceja.

- ¿Algo que nos pueda ayudar a hacerlo?

-Pondré todos los medios que estén en mi mano, pero eso no incluye ningún tipo de equipo especial, ya que no lo poseo. Os proporcionaré monturas y os acompañaré hasta la entrada de la cueva. Allí podré lanzaros algún hechizo de protección que os ayude en vuestro cometido. Esperemos que sea suficiente.

-¡Venga! Si aparece Sevik, esta vez no le dejaré escapar.
Creo que el vino era muy fuerte y estoy un poco envalentonado.

Me encojo de hombros y asiento.

- Oka-Hey, lo que sea estará bien -lanzo una sonrisa torva, tal vez el vino también me esté envalentonando a mí- Tendremos que jugar con la baraja que tenemos. Esperemos que su magia sea lo bastante fuerte.

"Adelante entonces, para esto se me contrato. Estoy listo para la mision."

Me quito la armadura, prefiero moverme mejor que mejor proteccion para esta mision.

Pasais la noche en la cabaña al resguardo del frio y al despertaros os sentís plenamente renovados. Hacía muchos meses que no os encontrabais tan bien pero la fria mirada de Lady frida os devuelve a la realidad de vuestra misión. Hoy tenéis que vencer la que esperáis que sea la última amenaza y debéis prepararos bien para ello.
Ajustais vuestras armas, os haceis con algo de provisiones para el camino y al salir os topais con tres enormes lobos blancos que os esperan.
-Éstas serán vuestras monturas. Sin ellos os resultaría imposible llegar hasta ese lugar.
Vuestra anfitriona monta sobre su lobo y espera que hagáis lo mismo. En cuanto los cuatro estáis bien agarrados, las magníficas bestias se lanzan a una carrera a toda velocidad a través de la nieve.

Cruzais cegadores glaciares y sendas de montaña apenas anchas para que quepan sus zarpas. sabéis que caeros de vuestras monturas podría suponer la muerte, así que no os queda más remedio que agarraros con fuerza, cerrar los ojos y apretar los dientes.
Finalmente los lobos se detienen ante la entrada de una caverna. Grandes estalactitas de hielo están desperdigadas en el suelo, lo que demuestra que algo ha pasado por aquí recientemente.

-Hay dos sellos en esta cueva. El sello interior mantiene encerrado a Ryn Iln Ryn, un hechicero Dharzi que lleva medio siglo aterrorizando estas tierras. Yo misma le encerré allí, pero parece que algo o alguien ha roto ese sello. El segundo se halla en esta misma entrada e impide que yo pueda entrar, pero no la gente corriente como vosotros. Si lográis llegar hasta Ryn y hacer que pierda su concentración podré entrar y ayudaros. Pero es un rival poderoso... Quizás el más poderoso con el que jamás os hayais enfrentado.

Quizás invadido por la euforia de verse cerca de su objetivo, Nadec desenvaina su espada y grita.
-¡Venceremos a ese hechicero! Y si tenemos que dejar la vida por mi amada Vesna, será sangre derramada por el más grande de los motivos: El amor.
Después le entra frio y se cubre la cara con la bufanda.

Ya en el destino, se vuelve a colocar su armadura completa, desenvaina sus espadas y se acerca a la entrada.

"Veamos que nos espera en el interior de la cueva"

Hecha un vistazo antes de entrar e intenta escuchar. 

Suelto un bufido y descabalgo. Le pego un par de golpecitos en el hombro al chaval de nombre raro y gruño.

- Deja jugar primero a los mayores, muchacho -espeto- Aunque no creo que sea buena idea pegarse con el hechicero sin hacer primero un buen reconocimiento.

Me agacho y pongo cara de concentración, más que nada para que no se me note cómo me castañean los dientes. La visión de una pobre chica con la dudosa perspectiva de tener que escoger entre un petrimetre y un bruto me hace dudar, esperando no empeorar su situación. Tal vez esté mejor en otro mundo que en éste.

"Qué demonios", me digo, "todas nacemos bien jodidas, ella por lo menos tiene dinero".

Así que avanzo con cuidado, escuchando con atención, revisando la entrada de la cueva en busca de trampas y tratando de no hacer ruido y aprovechar la creciente oscuridad tras la boca de la caverna.

Penetráis en la caverna dejando a Lady Frida atrás. Os asegura que hay un potente conjuro activado que le impide la entrada, pero que si lográis romper la concentración del hechicero que lo mantiene, éste se romperá y podrá entrar a ayudaros.

A primera vista la caverna es una simple oquedad helada que alberga multitud de pequeños huesos en el suelo, indicando que ha servido de refugio a depredadores y otros animales. Pero un pliegue en la pared de roca revela una abertura que conduce hasta otra sala de mayor tamaño.

De paredes irregulares, suelo helado y techo y suelo cubiertos de etalactitas y estalagmitas, el único objeto que llama vuestra atención es un féretro de piedra en la parte opuesta a la que habéis entrado. La luz de vuestras antorchas deja ver una figura en él. Se trata de un hombre delgado y de baja estatura con la smanos unidas sobre el pecho sosteniendo un pequeño bastón de madera. Sus ropas son d eraso negro y lleva al cuello un pequeño medallón con el octógono del caos. Sus ojos felinos están abiertos y aunque no se mueve, su rostro delata locura, furia y parece listo para saltar de su lecho.

Pero hay otra cosa que llama vuestra atención. De pronto unos pasos que suenan como cristal quebrándose dejan aparecer una sombra tras el altar que al revelarse se torna en un rostro vagamente reconocible.

-Nos volvemos a encontrar... Y esta vez no pienso dejaros escapar.

El rostro de Sevik está blanquecino, cubierto de escarcha y sus ojos hundidos brillan con un macilento resplandor, causado sin duda por la luz de vuestra santorchas. Su cuerpo se mueve de forma lenta pero con precisión y saca su espada y escudo colocándose en posición de combate.

-Tuve suerte de encontrarme con el amo -dice señalando al féretro. -El amo me ha quitado el fría y me ha dado el poder para acabar con vosotros y recuperar a... a... Vesna. Mi querida Vesna.

Con un rugido Bahar Sevik, antaño orgulloso capitán y ahora una criatura sin vida se lanza sobre vosotros.

La imagen de Bahar le causo escalofrios, aunque podia ser el frio que emanaba de su cuerpo. En cualquier caso se puso en posicion de ataque y trato de herirle con sus golpe. Y con ambas manos consigue impactarle. Despues interpone su espada ancha para detener un posible ataque.

-Sabía que te encontraría por aquí. Tampoco te dejaré escapar.
Agarro fuertemente mi hacha y no dudo en atacar, aún sabiendo que ahora será más duro que antes y lamentando no haber acabado antes con él.
Aunque parece que no tengo la confianza que mi bravuconería rezuma.

Ni siquiera siendo una monstruosidad no muerta dejan de hacer gala de sus derechos sobre una mujer. Muy típico de los hombres. Lo mismo que lanzarse de cabeza a pegarse sin pensar en nada más.

- A lo mejor Vesna no quiere estar contigo, imbécil -escupo, intentando no pensar en el petrimetre para el que estoy trabajando.

Dirijo mi vista hacia el hechicero tumbado.

- ¡El mago es la clave, Pico de Oro! -grazno- ¡Hay que conseguir que pierda la concentración!

Y en su defecto, quemar a ese zombie de mierda. Pero primero, el mago.

Y lanzo un par de dagas en su dirección.

A pesar de su aparente rigidez, la criatura que antes fue Bahar se mueve con celeridad y precisión. Percibe el ataque de Vindala contra el brujo del féretro y se lanza contra ella para toparse con Cernabí, que ataca con su hacha.
El golpe de Bahar es preciso y el filo de la espada cruza con un tajo ascendente el torso del lormyriano, que deja escapar un grito de dolor. Una mancha de sangre alargada tiñe sus ropas y de no ser por la armadura oculta bajo sus pieles, el golpe habría sido mortal.
Cernabí queda desestabilizado y no logra acertar con su golpe, pero Yuki aparece de repente con una espada en cada mano y girando sobre si mismo como si de una danza marcial se tratara. Sus ataques son precisos, pero la armadura de Bahar le protege de todo daño.

Me ha sorprendido la rapidez del maldito.
Cojo fuerzas y ataco con todas mis fuerzas.

Sus movimientos son precisos pero no suficientemente fuertes. Vuelve a girar las espadas intentando golpear en un sitio desprotegido. 

Solo consigue impactar con su espada ancha  un débil golpe.