Partida Rol por web

Me siento más ágil al darme cuenta que podemos sufrir daños y que no era tan fácil como creía.
Esta vez parece que consigo hacer algo.

Intento volver a atacar sin romper la formación.

Me sitúo en un flanco, con Malakías en el centro y Adarne al otro lado y confiando en que la formación cerrada nos facilite un poco las cosas.

Y agradeciendo aquel día que holgazaneé viendo a la guardia del embajador filkhariano haciendo ejercicios conmemorativos en las Ciudades Púrpura.

Noto como la punta se hunde en el hueco de uno de los escarabajos y empujo con todas mis fuerzas.

La enorme hacha de Cernabí alcanza a uno de los escarabajos con un terrible golpe, pero ésta no hace mas que rebotar sin apenas dañar al gigantesco insecto. Afortunadamente, Adarne y Vindala parecen tener suerte con sus picas y logran inmovilizar a las bestias. En pocos minutos tenéis sus temibles fauces y llamas, lejos de vosotros.

-¡Debemos alejarnos de aquí, rápido! -os grita Ulan-. Puede haber más de estas bestias.

Y sin ningún motivo para contradecirle, continuáis vuestra marcha. El camino es lento y agotador, a pesar de ir a lomos de los camellos. El sol es implacable, el aire está tan seco que os quema la garganta y la nariz al respirar, aún a pesar del turbante que os cubre la cara y os obliga a tomar pequeños sorbos de agua de forma repetida, reduciendo a un ritmo alarmante vuestras reservas hídricas. Por suerte, algo se vislumbra en el horizonte.

Al principio veis una franja verde azulada a lo lejos, que luego resulta ser el color de la vegetación, seguido por un destello azulado del agua. Parece ser que habéis llegado a un oasis. Según os cuenta Ulan, es un lugar de encuentro para varios clanes del desierto y se trata como terreno neutral, por lo que es una zona de relativa paz. Puede que entre ellos, alguien conozca la localización de ese tal Idean, aunque puede que para conseguir la información sea necesario hacerles algún tipo de regalo. Las gentes del desierto no tienen acceso a la civilización, por lo que son muy curiosas y caprichosas.

Una vez en el oasis veis como alrededor de un lago de aguas tan claras como el cristal, se encuentran medio centenar de tiendas, agrupadas por clanes. Decenas de nomadas deambulan por el lugar, alimentando a sus monturas, intercambiando bienes o simplemente relacionandose entre ellos. Aunque todos hablan hablan distintos dialectos del Iesh, la lengua del desierto, Ulan os asegura que los líderes de cada expedición suelen conocer la lengua común.

Una vez en el oasis, podéis comenzar a hacer vuestras averiguaciones, comerciar o simplemente descansar.

Tras la frustración del combate con el escarabajo, será buena idea intentar ahogar mis penas con el alcohol local que hagan estos simpáticos nómadas, seguro que una competición de beber, me alegrará. Me cojo a Malakías de forma amigable, por los hombros, arrastrándoles a pesar de su resistencia hacia las tiendas.
-Vamos a ver que tal beben aquí los amigos y lo que cantan borrachos, seguro que puedes hacer maravillas si mantienes como siempre tu cordura. te invito a una copa. Venid, pero ya sabéis que borracho casi nunca es divertido,
JAJAJAJA, para mi sí. JAJAJA.

No soy un pico de oro, así que no tiene mucho sentido que intente negociar nada, eso parece más cosa del mercader. Pero tengo ojos y oídos, y aunque soy forastera puedo ser bastante discreta cuando me lo propongo, así que tal vez dándome una vuelta por ahí y poniendo la oreja pueda averiguar algo interesante.

Intentando mantener mi mejor cara, mientras Cemabi me la estruja, sigo al grandullón buscando algún sitio donde se reunan los viajeros. Seguro que encontrando el objeto o servicio adecuado conseguirmeos la información que buscamos.

- Tranquilo grandullón, deja que el bueno de Malakias piense un poco, hay que saber donde ir y con quien hablar y parecer hombres de negocios respetables... no camellos famélicos en busca de un abrevadero...
 

Me doy una vuelta por el lugar, observando quién hay, quién manda, intentado captar algunas conversaciones....

A pesar de vuestras vestimentas, las gentes del oasis os reconocen com extranjeros y por lo tanto una curiosidad. Se os trata con respeto, quizás algo de temor y los niños son los únicos que se atreven a acercarse a vosotros, miraros la cara y tratar de tocaros como prueba de atrevimiento. El hecho de no conocer la lengua local y la incapacidad de pasar desapercibidos os imposibilita recabar ningún tipo de información de forma furtiva.
Incluso Nadec, acostumbrado a moverse entre muchedumbres parece confuso y algo nervioso.

Cernabí y Malakias os movéis hasta una especie de bazar donde las distrintas tribus nómadas intercambian bienes, esencialmente comida, bebida y telas. No parecen aceptar dinero a cambio de sus mercancias, pero algunos de los comerciantes afortunadamente conocen la lengua común y podéis sacar algo de información a cambio de algunas baratijas.
Por un lado averiguais que la persona a quien buscáis, Idean el Vidente vie en un lugar llamado Las Gemelas Silenciosas, más hacia el Este; se trata de un pequeño oasis situado entre dos altas formaciones rocosas. Por lo visto los nómadas no le tienen demasiado aprecio debido a su inmovilismo.
Por otro lado averiguais que hace poco estuvo aqui otro grupo de extranjeros. Hobres altos y fuertes que cabalgaron sin apenas descansat también hacia el Este.

Me acercó a mis compañeros. ¿Habéis tenido más suerte que yo?

-Nos llevan ventaja esos malandrines. Creo q tenemos q acelerar el paso o ver cómo podemos ir más rápido, si no, este viaje será inútil.

Gruño mi frustración con bastante mala leche ¡Me siento tan desubicada! Espero que el mercader al menos haya tenido algo de suerte con ese pico de oro suyo.

-Y lo peor, aquí no hay alcohol.

Vuestras averiguaciones os llevan hasta dos puntos clave: La localización de Idean el vidente parece segura, pero al mismo tiempo vuestros rivales de búsqueda os llevan unos días de ventaja. Por todo ello os aprovisionáis y salís a la carrera en busca del vidente.

Dos columnas de roca, las Gemelas Silenciosas, son según la leyenda hijas de Straasha convertidas en piedra por Grome durante las Guerras Elementales. Cerca hay un pequeño manantial conocido como "El estanque de Straasha".
Cuando llegais a una estrecha distancia del lugar podéis ver una polvorienta morada hecha de pieles de animales sobre un armazón de ramas. Cerca hay un pequeño huerto, bien cuidado y protegido con un techo. Un fresco emparrado flanqueado con palmeras completa la residencia.
No veis a nadie en los alrededores.

Le lanzo una mirada interrogativa al guía, esperando que nos explique quién vive tan lejos de todo. Este huerto no puede haber crecido en una luna ¿verdad?

Por si acaso, me preparo para desmontar y echar un vistazo cauteloso a los alrededores.

-¿Esto son las famosas Gemelas Silenciosas? Es dónde nos dijeron que vivía el videntes.
Bajo precavido cogiendo mi querida hacha, sabiendo que ya tengo algún compañero cubriendome las espaldas y espero q alguien me diga. ¿Esto debería de estar así?