Partida Rol por web

Aquella mañana de domingo habíais decidido quedar para tomar un café y poneros al día de lo que había pasado durante toda la semana. Teníais muchas ganas de contar vuestras averiguaciones y como había mejorado vuestro entrenamiento mágico. Estabais muy contentos porque a pesar de los avisos de vuestras madres, no habíais oído ningún aviso de que un demonio estuviera atacando a un inocente. Tampoco os habían atacado a ninguno de vosotros.

Estabais disfrutando de lo que hoy en día se llama "brunch". Las gemelas Kat y Tam eran las anfitrionas, y Pat había ido a su casa como de costumbre para entrenar un poco. Aquella mañana libraba Chris, así que decidió ir de visita también, al igual que PJ, Henry y Melinda. De la única que nadie sabía nada era de Penny, que había optado, como casi siempre, de desconectar su teléfono móvil para no saber nada de nadie.

Habíais ido a la casa de Tam, que acababa de mudarse a una buhardilla con terraza en una zona tranquila de San Francisco, frente a un bonito parque y cerca del colegio donde trabaja habitualmente. La casa era del gusto de vuestra prima y hermana y os sentíais muy cómodos.

Todo parecía estar en una calma que en la familia Halliwell no era habitual, ni cuando Wyatt estaba vivo. A pesar de las preocupaciones sobre Penny, casi todo el Linaje Halliwell disfrutaba de aquel desayuno tardío. Pero muchos describen a la calma, como "eso" que precede a la tempestad. Y sin lugar a dudas, algo iba a pasar, no era necesario tener una premonición para saber que aquella llamada al timbre de la casa de Tam, no iba a traer buenas noticias precisamente.

            Estaban en casa de Tam, una buhardilla agradable en San Francisco, frente a un parque. Chris se estaba preocupando por Penny. Ella siempre parecía querer salir corriendo de esta nueva vida y no podía no entenderla. Él mismo en un principio hubiera querido, sino huir, hacer que “mágicamente” (que irónico) las cosas fueran como antes. Pero esa etapa la había dejado atrás y esperaba que su prima pudiera hacer lo mismo. Sus visiones eran importantes pero, lo mayor de todo era que ella lo era. Todos pertenecían a un linaje que venía desde hacía tantos siglos… y ahora no cabía otra que aceptarlo, ¿y por qué no, aprender a quererlo?

            Su hermana también lo preocupaba, aunque veía en ella más entereza. Henry, por otro lado, era para Chris como un cúmulo de energía y voluntad; PJ era práctica e inteligente. Pat tenía una dulzura intrínseca y una creatividad especial que, creía el chico, le facilitaría armar hechizos y las gemelas, eran dos sorpresas que aun no terminaba de descubrir. En resumidas cuentas, Chris amaba a su familia, y ahora se sentía mucho más unido a ella que nunca.

            Entonces su pensamiento se cortó por el insistente sonar de un timbre. Siendo la casa de Tam y su hermana, Chris no hizo nada más que esperar si iba a atender la puerta o lo haría una de las gemelas. Por el sonar insistente, algo le auguró malas noticias.

            "Tranquilo, quizás sea Penny que se decidió a venir a último momento y no tiene ganas de esperar que le abran la puerta..."

Después de varios días con la nueva rutina por fin llegó el domingo. Pat se levantó e hizo un poco de ejercicio, nada demasiado agotador pero sí lo suficiente como para empezar a sudar, se dió una ducha y se vistió con ropa cómoda para ir a entrenar los poderes a casa de Tam. Además habían quedado con el resto para ponerse al día de los avances y noticias que tuviesen cada uno de ellos, y la joven esperaba que acudiesen todos los primos, en especial su hermana pequeña pues desde el aciago día del callejón no había vuelto a saber de ella y estaba preocupada. No creía que los demonios hubiesen ido a por ella pero estaría mas tranquila cuando la viese y supiese que estaba bien. Con esas ideas en la mente bajó y cogió su bolso, salió al garaje, se montó en la moto y, después de arrancarla, puso rumbo a casa de su prima.

Pronto estuvieron todos en la agradable buhardilla, bueno faltaba la pequeña de los primos, y comenzaron a picar los exquisitos bocados que había en la mesa. Todo estaba comenzando bien y Pat se disponía a hablar de los avances que había, cuando el sonido irritante del timbre cortó el ambiente como si de un cuchillo se tratase. Por un instante pensó que se trataba de Penny que por fin había decidido dar muestras de cohesión, pero al instante siguiente le asaltó la idea de que quien fuese que hubiese al otro lado tenía mucha prisa y eso no era bueno.

Miró a su alrededor, a las caras de su familia, y pudo apreciar tensión debajo de la aparente calma. Decidió poner en práctica su último descubrimiento con el misterioso visitante, mejor ir provándolo con tranquilidad para habituarse a él y controlarlo bien.

Por fin mis pesquisas sirvieron de algo y pude averiguar algo respecto a la daga así que cuando nos encontramos todos juntos comento al resto de los primos, salvo como no Penny, lo que he descubierto.

- He podido averiguar algo dela Daga. - les digo. Pertenece a un grupo de brujos idénticos. Cuyo poder es el de clonarse así mismos. Y además usan la daga para robar los poderes para dárselos a un demonio de alto rango. Aunque se desconoce cuál es.

Antes de que puedan formular alguna pregunta que muy posiblemente no podría responder por no tener la respuesta se oye como suena el timbre.

- ¿Quién será? - me pregunto poniéndome a la defensiva preparada para lo que sea que hubiera tras la puerta.

Tras un duro entrenamiento con su hermana y su prima, Tam se había metido a la ducha y junto con las otras dos chicas había terminado de preparar la mesa para el brunch. Se podían encontrar dulces como cereales, tostadas y mermelada...y cosas algo más saladas como revuelto de huevo, bacon y algún que otro embutido. Tam no era especialmente partidaria de incluir esta variedad más grasienta de la comida de domingo pero ese día venían todos sus primos y su hermano. Bueno, todos menos Penny. Le preocupaba aquella necesidad de aislamiento que parecía tener la pequeña de las primas, pero esperaba y confiaba en que fuese una actitud que presentaba únicamente con la familia. No quería que aquello le llevase a carecer de vida social. 

Le sorprende comprobar que el reencuentro con sus primos le alegra. Parece que un ataque de demonios era lo que necesitaba para volver a enlazar su camino con los del resto de la familia. Para cuando ya casi no quedan alimentos sobre la mesa, PJ les hace partícipe de sus descubrimientos. Sí. Todo aquello de la capacidad de duplicación de los "demonios gemelos" ya lo había intuido. Pero algo que dice su prima le mosquea. 

- ¿Qué quieres decir con que se lo dan a un demonio superior? ¿Ellos solo eran inferiores?- pregunta, aventurando esta última palabra sin saber muy bien si existen o no los "demonios inferiores".

Pero justo en ese momento suena el timbre. Tras quedarse unos instantes absorta mirando la puerta- ¿Quién será? ¿Será Penny que se ha arrepentido?- cae en la cuenta de que ella es la anfitriona y, por tanto, le corresponde la función de ir a abrir. Se acerca lentamente hasta la puerta, echando alguna que otra mirada de inquietud a sus primos y hermanos. No sabe por qué pero aquella llamada no le da buena espina. Quizás sea por la tensión y expectación que parece haberse adueñado del lugar. Al llegar a la puerta, lo primero que hace es mirar por la mirilla para ver de quién se trata.

La premonición le cogió por sorpresa... como siempre. Al menos esta vez no estaba rodeada de ninguna persona coherente y normal que acabase asustada o mirándole como el bicho raro que ya había demostrado ser. Tampoco tenía nada en las manos que acabase estampado en el suelo. Todo un alivio, ya se había cargado un par de objetos de decoración de Candice hacía algo más de un mes. Eso le pasa por intentar ser amable, claro está.

Mantuvo los ojos cerrados durante unos segundos más, apretando los párpados con fuerza y obligándose a respirar hondo para bajar sus pulsaciones. La mano apoyada en la pared ayudaba, aunque no conseguía mitigar la sensación de mareo y náuseas que sentía. ¿Por qué las premoniciones tenían que ser así? Nunca le había preguntado a su madre cómo se sentía ella cuando las tenía. Y no lo haría. Supondría abrir un debate en el que no estaba dispuesta a participar.

- Joder...

Había estado tan tranquila. Sin familiares, sin premoniciones, sin magia... Pero, por supuesto, no le podía durar esa felicidad. En esta ocasión había sido una premonición. Pero podía haber sido perfectamente cualquier otra cosa. Alguno de sus primos con complejo de salvavidas, una madre angustiada por el incierto futuro de su hija o un exnovio tocacojones necesitado de un buen polvo.

Poco a poco fue abriendo los ojos. Aprovechó las ráfagas de luz para ir acercándose hacia la cama y tumbándose en ella. Le había reconocido. Era el chico del P3, el que no solo les había visto hacer magia. Les había cazado en pleno asesinato de demonios. Al parecer el chico había estado en algún tipo de protesta en la que las cosas habían acabado mal. Muy mal, a decir verdad. Lo que en un principio había pensado que podía ser un hospital (no sería la primera vez que la policía se excedía en una paliza) acabó convirtiéndose en un psiquiátrico.

- Un activista pirado. Justo lo que necesito en mi vida en estos momentos.

Bastante mejor y algo más malhumorada estiró la mano en busca de su móvil. Necesitó de unos cuantos movimientos para encontrarlo sobre la mesilla. Se tomó un par de segundos para decidir qué hacer y con quién contactar. Le mandaría un WhatsApp a Chris.

He tenido otra premonición. Tengo una idea de donde puede estar el chico del P3. ¿Dónde quedamos? Ah. Evita hacer de esto un acontecimiento familiar.

Penny.

Henry siguió su rutina mañanera antes de ir a casa de sus hermanas: Entrenar. Se había dado cuenta que, si bien sus poderes no eran activos, su destreza le permitía jugar con ventaja, así que sólo tenía que aumentar su agilidad y su fuerza para poder hacer frente a sus enemigos. Al fin y al cabo, ¿no había hecho eso su tia Phoebe? Aunque era cierto que él tenía cierta sangre de luz blanca corriendo por sus venas, así que quizá no podría llegar a ese punto... Pero habría que intentarlo.

Tras una sesión sencilla, se duchó y marchó a la casa de las gemelas. La preocupación de Penny no dejaba que su cerebro pensara en otra cosa. Sabía cómo era la joven y la respetaba. Pero síempre contestaba sus mensajes o llamadas, mientras que ahora... Negó con la cabeza. Estaba claro que la situación era distinta y complicada. ¿Cómo asumir que tenías magia y tenias que rodearte de la gente con la que hacía tiempo no querías estar?

Henry se desvinculó de esas ideas, aunque no las aparcó muy lejos. Conversó con sus primos con normalidad, sintiéndose casi cómo con todos ellos. Se podría decir que era hasta una situación agradable, aunque era una lástima que Wyat hubiera tenido que morir para que eso sucediera.

Y justo en ese momento, llamaron a la puerta. Un escalofrío recorrió su espalda, aunque no sabría decir por qué. Sin encontrar un motivo, caminó tras su hermana y se quedó a su lado.

¡Tu teléfono móvil suena como si estuvieras recibiendo un whatsapp!

He tenido otra premonición. Tengo una idea de donde puede estar el chico del P3. ¿Dónde quedamos? Ah. Evita hacer de esto un acontecimiento familiar.

Penny.

El sonido del timbre os pone a todos en tensión. Una tensión un poco extraña porque tampoco era nada raro que alguien llamara un domingo a la puerta. Pero si algo se sabía del Linaje Halliwell es que gozaban de un instinto mágico para percatarse del peligro. Y aquella llamada al timbre indicaba claramente eso. ¡Peligro!

Pero los demonios no llaman a la puerta, eso era lo lógico pensar. ¿Y Penny? ¡Penny no solía venir, pero cuando lo hacía jamás llamaba de una forma tan insistente! Desde luego que aquello no indicaba nada bueno.

Tam y Kat* se levantaron para ver quién era. Henry les siguió como si temiera que pudiera pasarles algo. Cuando Tam miró por la mirilla puso una cara que no fue dificil de olvidar. Henry y Kat no pudieron evitar mirar tras de ella.

Estaba claro, los demonios no llamaban a la puerta para entrar. Y tampoco era Penny...

Un chico joven, adolescente, de cuerpo bien trabajado para su edad, ojos azules, pelo largo, una gorra en la cabeza y un monopatín en la mano. Y sobre todo una cara muy familiar. Demasiado familiar.

¿Aquel no era el chico que habíais visto hacía unos días en el callejón? ¿El mismo que os había descubierto usando vuestros poderes?

La pregunta tan solo era retórica, porque la respuesta ya os la había dado vuestro instinto.

                Chris sintió su teléfono sonar. Era un mensaje de texto y sus ojos lo leyeron a total velocidad cuando vio de quién provenía. Mientras él hacía esto, algunos se habían acercado a la puerta: Tam, Kat y Henry más precisamente. El chico notaría que tenían unas caras de lo más particulares si se fijara en ello.

                En cambio dijo algo rápidamente, esperando poder hablar antes de que abriesen la puerta.

                -Es Penny, ha tenido otra premonición.

                Sólo llegó a proferir dichas palabras puesto que no quería que se encontrase en mitad de una frase muy extraña, si eras un no brujo, justo al abrir sus primos. Sin embargo esperó una respuesta de alguien para mandarle un mensaje a Penny. Intentó sonar calmado, sobre todo porque no tenía por qué ser alarmante.

                “Aunque siempre terminaba siéndolo, ¿no?”, pensó con un deje de amargura.

Tam, Kat y Henry se levantan para ir a ver quien llama a la puerta. Justo en ese momento Chris coge el móvil y tras leer rápido un mensaje que le ha entrado dice que Penny ha tenido otra premonición.

- ¿Y bien? - le pregunto. Joder, cada vez se parece más a Penny, parece que haya que sacarles las palabras con sacacorchos.

- ¿Que te ha dicho? - "insisto" mirando fijamente a Chris sin percatarme de la cara de los tres que han ido a la puerta.

Mientras Pat se concentraba con la mirada vuelta hacia el suelo, notó que los tres pares de pies pertenecientes a la anfitriona y a sus hermanos se dirigían hacia la puerta. Oyó a Chris decir que su hermana había tenido una premonición y le entró una curiosidad insana por saber mas, no pudo esperar por la contestación a las preguntas que hizo P.J.

- Déjame ver.

Se levantó y se acercó hasta él con una mirada y un andar felinos, tanto que se podrían ver como provocativos, se sentó en el brazo del sillón que ocupaba el joven, apoyando la mano en su hombro, y se acercó para leer el mensaje ella misma. Sentía su corazón bombear rápidamente y la temperatura de su cuerpo había subido varios grados, entreabrió los labios para soltar el aire mas rápidamente, mientras tanto con la mano izquierda se apartó el pelo del cuello en un gesto automático. Al estar al lado de la oreja de Chris, aspiró el aroma que desprendía y se preguntó a qué sabría algo que olía tan bien. No estaba segura de hacerlo pero la curiosidad la impulsó de nuevo, sin pensarlo más le dió un lametón en el cuello. De inmediato se dió cuenta que aquello no había estado nada bien, podía oler todo lo apetecible que quisieran pero sabía como si hubiese pegado un trago a la botella de alcohol 96º.

- Me estaba preguntando a qué sabría. - se excusó con un brillo pícaro en los ojos - Nada bien, no lo hagáis. - las miradas que recibió* hicieron que desviase la vista y mirase hacia la puerta con expresión interrogante -¿Y si?- una sonrisa radiante apareció en su rostro, lo había logrado - No me había dado tiempo de contaros que sé hacer un truco nuevo. - comentó sentada todavía en el brazo del sillón y recostándose un poco hacia atrás - No hay ningún peligro tras la puerta, yo digo que es el chico del callejón...

Estaba conjeturando, algo en su interior le decía que si ella hubiese visto lo que el chico vió querría saber más, pero también algo le recordaba a su hermana -Penny...-

Tam se quedó boquiabierta al ver quién era la persona que esperaba tras la puerta. De entre todas las posibilidades aquella era de las pocas que no se le habían ocurrido. ¿Cómo sabe dónde vivo?- fue lo primero que pasó por su mente. Si aquel chico se había tomado la molestia de llegar hasta ahí era porque no era tan niño como parecía. De hecho, ahora que lo veía de cerca se dio cuenta de que en realidad se trataba más bien de un adolescente. La gente sí creía a los adolescentes. No eran tan propensos a inventarse historias. Si ese chico estaba ahí, la opción más optimista que se le ocurría era que tan solo quisiera chantajearlos. La otra opción era que se tratase de un demonio disfrazado.

Estaba a punto de comunicarles a sus primos de quién se trataba cuando Chris se adelantó anunciando que Penny había tenido una premonición.

- ¿Qué dice?[B]. preguntó, acercándose hacia el chico, a la vez que dos de sus primas. Pero, algo le echa para atrás. Y ese algo es el lametón que le da Pat al chico. Le habría preguntado qué demonios hacía de no ser porque la propia Pat desvió la atención del hecho devolviéndola a la extraña visita, cosa que Tam ya había olvidado.

-[B]Sí. Es el chico del callejón. ¿Dice eso el mensaje de Penny? ¿Creéis que se trata de un demonio disfrazado, como el anciano ese que visteis la otra vez?

            Crhis le iba a mostrar a P.J sobre el mensaje de texto cuando vio a otra de sus primas acercarse para leerlo. Él no tenía ningún reparo en mostrarle el texto, aunque le llamó la atención la forma en la que caminó hacia él. Luego se sentó a su lado y, de pronto, le lamió el cuello. Chris se quedó un poco ojiplático, y escuchó lo que decía Patt de querer probar algo, cómo sabría. Los colores de Chris lo hicieron parecer un poco rojo, pero aprovechó el que todos quisieran saber qué decía el mensaje para dejar la expresión estúpida de su rostro. Ni siquiera lo del truco nuevo ayudó en eso de sacar la cara de "What the fuck".

            Entonces, antes de que el invitado entrara, el chico leyó el mensaje de Penny.

He tenido otra premonición. Tengo una idea de donde puede estar el chico del P3. ¿Dónde quedamos? 

            -Eso es lo que dijo…- Chris se rascó la nuca mientras esperaba la reacción de los demás. Por lo que dijo una de las gemelas, el de la puerta era el chico del callejón, así que tampoco quería demorar mucho pero debía contestarle a Penny.

            -¿Qué le digo?, -preguntó.

Desde su posición Pat apenas vislumbró la cara de su primo, aunque lo cierto era que estaba demasiado ufana como para haberle dado importancia de haberlo visto.

- No sé si será alguien disfrazado pero quien viene no tiene malas intenciones - le contestó a Tam, luego se dirigió a su primo y añadió - Dile que se venga -o que pique-.