Partida Rol por web

Si Penny tenía intención de beberse la botella, hubo algo que la paralizó. Se mantuvo quieta y con los ojos cerrados varios segundos, mientras trataba de controlar la velocidad de su corazón. Lo había conseguido. Era la primera vez que tenía una premonición en el momento que necesitaba. ¿Podría controlarlo hasta conseguir que dejaran de aparecerle de forma tan inoportuna?

Presionó la botella con los dedos, preguntándose cuál debía ser el siguiente paso. La premonición había sido muy poco esclarecedora, pero le había confirmado que estaba haciendo lo correcto. Había sido muy rápida, pero esa imagen de su infancia debía estar ligada de alguna forma con esa botella, ese agujero o toda esa locura que se cernía a su alrededor. Quizá tomando una pequeña gota pudiera aclarar ese misterio...

Penny tomó la botella en la que ponía el cartelito de "Bébeme" justo en el mismo instante en el que Tam decidió hacerla pedazos. Desgraciadamente no apuntó muy bien, y en lugar de hacer explotarla, lo que hirió fue el brazo de Penny que sintió como si le ardiera por dentro. Debido al susto y al dolor que le provocó aquella explosión, soltó la botella y se le cayó al suelo.

El frasco se hizo pedazos y el líquido quedó esparcido por el suelo. Habían perdido la única pista que parecían tener, y todo por culpa del repentino impulso que había sentido Tam con la botella. Pero, ¿para qué quería explotarla?

       Chris vio como la botellita explotaba antes de poder preguntarle a sus primos qué era eso. Parecía que Penny la iba a tomar cuando ¡Boom! y el líquido había caído, junto con los fragmentos de vidrio, hasta escurrirse por el suelo.

       -Familia, ¿qué está pasando? Íbamos a quedarnos del otro lado, por temor a perder la oportunidad de ayudaros a volver pero pensamos en el poder de los Ocho. Eso...

      Miró nuevamente la botellita, sin entender nada. Esperaba que alguien le comunicara sus descubrimientos si es que había habido alguno.

El paseo por el túnel había sido menos traumático de lo que Mel imaginaba. Al llegar al final, allí estaban sus primos, todos sanos y salvos y también había tres puertas y una botellita, como la del cuento de Carroll. Llegaron justo cuando Penny se proponía beber la pócima, algo que a Mel la paralizó. ¿Es que acaso su prima no había leído el libro? ¿Ni visto la película tan famosa de dibujos animados? Al parecer Pat había pensado lo mismo que ella, pues antes de que algo del líquido tocara sus labios, había impedido mediante la magia que su hermana bebiera la pócima.

-Menos mal Pat que tus reflejos están a la orden del día! aunque podrías haberle hecho daño a Penny. Creo que una simple advertencia habría sido lo mejor -recuperando el aliento y el habla se acercó hasta el centro de la sala y se aseguró de que sus primos estaban todos bien antes de mirar con más atención el lugar donde se encontraban.

-Vaya... el número 8 nos persigue... no creo que la disposición de esta sala sea casual... ¿Qué esconden los espejos? -curiosa se puso a inspeccionarlos un poco más de cerca. Por lo que había llegado a ver cuando llegó, las puertas ya habían sido revisadas y por lo visto no podían abrirse sin más.

Henry se había quedado pensativo mirando las puertas. ¿De verdad era necesario beber de un frasco del que no sabían absolutamente nada? Se planteó dos situaciones: la primera era que los demonios supieran que ellos llegarían allí, y el líquido era veneno. La segunda era que estaba allí para que las víctimas fueran pasando por las puertas... Aún así, no le gustaba nada en absoluto. ¿Y si les volvía locos? Recordaba la historia que tía Billy les había contado, la primera vez que actuaron las Embrujadas cuando se suponía que lo habián dejado para siempre. Ella estuvo a punto de perderse en ese mundo de maravillas, y no estaba dispuesto a que les pasara lo mismo a ellos.

Pero antes de que pudiera hacer nada, vio a cámara rápida lo que pasaba. Bueno, mejor dicho, él levantó el brazo y abrió la boca para decir "¡No!" a cámara lenta. Antes de que terminara con su acto, ya había acabado.

Suspirando y pasando al lado de Tam, le acarició el hombro. Creo que no vamos a poder controlar aquí nuestros poderes, al menos los activos. Penny, ¿estás bien? Miró, sin fijar su atención, a su prima pequeña. Con lo poco que le gustaba llamar a ella la atención, sólo le faltaba eso.

Se agachó al lado del frasco roto y se quedó allí. Tenemos tres opciones. Una es intentar usar un conjuro para reducirnos a todos. Otra sería que PJ o Melinda intentaran mover la poción para que la bebiéramos. Y la siguiente es... Movió el dedo en el líquido derramado hasta que se mojó. Se lo llevó a la boca.

Tam se llevó la mano a la boca, asustada. - Perdona, Penny. No quería...La puerta...- Habría jurado que su mano apuntaba hacia una de las puertas, pero por lo visto había creído mal y había herido a su prima. Se sentía fatal. Aquel poder destructivo no encajaba con su personalidad. Ella era incapaz de hacer daño a nadie, a ningún ser vivo en general. Además, conociendo a Penny, seguro que a partir de eso, le odiaba de por vida. Pero antes de que pueda acercarse hasta su prima, se ve interrumpida por la llegada de los primos restantes y el repentino impulso de su hermano por llevarse a la boca una gota del líquido derramado.

- ¡Henry!, ¿qué has hecho?- exclamó sintiéndose culpable al momento.

¿Por qué le molestaba que hubiese tomado el líquido? Cuando su prima pequeña se había ofrecido a hacerlo ella misma no solo no se lo había impedido sino que casi le había incitado al decirle que tomase solo un poquito. Bien es cierto que también  se había preocupada por ella. Achacó su reacción a que en este caso se trataba de su hermano, al que le unía un lazo de sangre más fuerte, aunque él siempre hubiese renegado de las gemelas. 

- ¡¡¡JODER!!! - El impacto fue tan repentino e intenso que su mano se abrió de improviso, derramándose todo el líquido en el suelo. - ¿¿¿¡¡¡PERO QUE COÑO TE PASA!!!???

Ni siquiera pudo volverse haia su prima, el brazo le ardía demasiado.

- No, no estoy bien - contestó de mala manera a Henry. Le dolía tanto... - Yo no pienso hacer nada. ¿No has visto lo que ha hecho Tam? Si usamos el poder de ocho, ¿qué crees que pasará?

Se mordió el labio, nerviosa. Mirara donde mirara, había copias de todos ellos. Necesitaba salir de allí. Entonces su primo tomó parte del frasco. Se quedó en silencio, observando. Le pasase lo que le pasase, le habría ocurrido a ella de no ser por la interrupción. Necesitaba saber de qué se trataba.

Pat llegó junto a su hermana en el momento en que ésta se llevaba la botella a los labios, iba preparada para cualquier cosa que le pudiese pasar, cualquier cosa... menos para lo que sucedió. Una pequeña onda llegó hasta ella y vió como Penny soltó la botella con un grito de dolor -Pero si no ha bebido nada- fué el primer pensamiento que tuvo, y eso impidió que pudiese coger el frasco antes de que llegase al suelo y se rompiese en mil pedazos.

Se quedó mirando como el líquido se derramaba lentamente, escuchó a sus familiares hablar de lo que había pasado y de que el poder de Ocho podía ser de ayuda y de pronto se dió cuenta que todos los primos estaban de nuevo reunidos. Las primeras palabras de Mel la descolocaron pero las siguientes se abrieron paso en la mente de la morena y pensó que quizás sí que tenía algo de personal la sala.

-Yo no he tocado a Penny. -le contestó extrañada pero enseguida cambió de tema -Entonces, ¿nos ponemos en posiciones y hacemos un hechizo?

Su tono fué un poco irónico, no tanto por la idea en sí sino por pensar que cada uno tenía una posición asignada dentro del círculo. Pero antes de poder obtener respuesta Henry se acercó hasta ella y su hermana y, de una forma totalmente inesperada, probó la pocima. Rápidamente Pat se agachó a su lado, en parte para estar lo mas cerca posible y en parte para protegerlo -¿De qué?- se preguntó mientras esperaba la reacción.

Si algo habían podido aprender los herederos de las Halliwells es que cuando se bebía una poción había que beber una dosis entera. No valía con probar un poquito, o tan solo una gotita. Había que darle un buen trago, y toda ella había quedado por el suelo. Así que, aunque Henry probó una gota, no sucedió absolutamente nada.

Pero las opciones planteadas eran seguramente las únicas posibles, teletransportar el líquido a la boca de alguien, hacer un conjuro para que todos se vieran reducidos de tamaño, o por el contrario ser un poco más agresivos, y reventar las puertas de una vez por todas.

Cuando Henry se puso a probar el líquido a Chris casi le da un patatus. Pero no llegó a evitarlo porque su primo había conseguido tomar algo del líquido. Por fortuna parecía que se necesitaba mucho más de la pócima para que surgiera efecto, Henry seguía igual. Melinda estaba mirando los espejos, y el resto dando ideas. Penny se veía molesta, o ansiosa quizás.

Las opciones se reducían a: explotar las puertas, teletransportar el líquido a la garganta de alguno de ellos o hacer un conjuro.

–Confío más en nuestros poderes que en cualquier botella –sentenció Chris –¿por qué no hacemos un conjuro para reducir nuestro tamaño? Porque, realmente no sabemos qué haría ese líquido. Tampoco sabemos si explotar las puertas no daría lugar a un caos.

Miró el reflejo suyo y de los demás en los espejos, la sensación no le gusto. En su mente era como si los objetos fueran los ojos de alguna entidad invisible, o parte de una trampa.

–Yo voto por el conjuro –sentenció, con mirada seria.

-Uou uou uou! Momento hermanito! -Mel dejó de inspeccionar los espejos, un poco frustrada por no haber hallado nada interesante. Había tenido la esperanza de encontrar algún pasaje secreto pero, si estaba allí, se encontraba demasiado bien oculto-. No sabemos como funcionan nuestros poderes en este plano y no sé si quiero arriesgarme a terminar convertida en bacteria o algo más pequeño todavía. ¿Por qué no intentamos algo más mundano? -rápidamente se acercó a Pat. Su prima siempre iba bien arreglada y sus peinados eran dignos de una revista de moda. Claro que aquello no se sostenía "por arte de magia". Además de las toneladas de fijador que debía llevar en el cabello, eran necesarios unos cuantos invisibles para mantener todo en su lugar.

-Permiso Pat -dijo sin aclarar sus intenciones al tiempo que tomaba su cabeza y le quitaba un par de hebillas antes de que la rubia pudiera quejarse.

-A ver... he leído algunos libros al respecto... se supone que no es tan difícil... a ver... -ensimismada y con su concentración puesta a full en la puerta que tenía más cerca, Melinda empezó a jugar con las hebillas en la cerradura, a modo de ganzúa.

Tam se quedó muda durante unos instantes ante la reacción de su prima. Pero se la merecía. Realmente le había hecho daño con el conjuro. Por otro lado, su primo Chris no dejaba de insistir en que utilizarán el poder de ocho y Penny había hecho una matización respecto a ello que le parecía del todo correcta. 

- No. Yo tampoco creo que lo de utilizar los poderes sea una buena idea. - Si al intentar abrir una puerta ella sola había herido a la pequeña de las primas, ¿qué pasaría si combinaba su poder con el de los otros siete? No quería averiguarlo. 

A su lado, Henry, que había tomado una pizca de poción, parecía seguir intacto y Tam soltó un suspiro aliviado que se convirtió en uno de sorpresa cuando ve a Mel quitarle las horquillas del pelo a Pat para ¡¿forzar cerraduras?! ¿Dónde había aprendido eso? No se imaginaba a su prima bibliotecaria sabiendo abrir cerraduras con ganzúas. Lo podía esperar de PJ que para eso era policía pero de Mel...

- ¿Estás segura de que sabes hacer eso? ¿Cómo se hace? Quizás yo puedo intentarlo con otra de las puertas. 

Nada, como había esperado. No bastaba con mojarse el dedo y chupar, ni siquiera sintió un cosquilleo de magia. Por suerte, tampoco se sentía indispuesto, así que si era veneno, o no había hecho nada o la pequeña porción tardaría mucho en actuar.

Se levantó, apoyando las manos en las caderas Nada, nada de nada dijo, más como una queja que como otra cosa. Miró a su alrededor, y vio caras de alivio (aunque ocultando enfado y preocupación) en el rostro de sus primos y hermanas. Alguien tenía que hacerlo, y erámos Penny o yo, así que... se encogió de hombros, no dando ninguna otra explicación.

Recuerdo una vez que nuestras madres fueron encogidas de hecho, lo había hecho un hechicero con una especie de bolígrafo-varita y sus poderes también se vieron menguados. Es algo bastante peligros recalcó, sabiendo que si sus poderes eran poco estables porque no los llegaban a controlar, si además se hacían pequeños, era peor aún. Además, las puertas son demasiado pequeñas como para entrar por ellas*... Pero en el cuento de Alicia, al otro lado de la habitación, la sala es normal, y en una mesa estaba una galleta que te hacía enorme. ¿Qué tal si intentamos hacer un conjuro para crear una puerta de nuestro tamaño? Algo que no implique encogernos. Además, no se cómo se nos puede volver en contra algo así...

Melinda se acercó hasta la puerta con una de las horquillas de Pat en la mano, pero cuando llegó hasta una de ellas se dio cuenta de que era demasiado pequeña, y para colmo ni siquiera tenía cerraduras. Así que la bibliotecaria o cerrajera "teórica" se tuvo que resignar pues su plan se había ido al traste.

Así que ahí seguían los ochos primos, bloqueados en aquel lugar, que aún no sabían si era un túnel, una nueva dimensión o un plano paralelo, pero fuera lo que fuese, lo que estaba claro es que si querían continuar, tendrían que atravesar aquellas puertas. Era un buen momento para tomar decisiones de una vez.

Comprendía lo de que el conjuro podría salir mal. Parecía que sus poderes en esta realidad eran un poco diferentes al reaccionar, y sumado eso a que eran novatos, pues... se entendía por qué muchos no elegían esa opción. Chris entonces tomó una decisión quizás apresurada, pero sabiendo que sino sería Penny, alias la cabezota, la que podría hacerlo; y viendo que lo de las horquillas de Melinda no había funcionado; además de que Henry ya se había arriesgado, todo eso junto hizo que su movida en su mente pareciera lógica.

Aunque no lo fuese.

Chris utilizó su poder de orbitación para intentar trasladar el líquido derramado dentro de su garganta. Trató de que nadie tuviese la idea de lo que pensaba hacer para que no lo detuvieran. Temía que se podía equivocar pero preferible él que otro de los hermanos. ¿Acaso Wyatt no hubiera hecho lo mismo?

Pat se quedó esperando pero no pasó nada, parecía que había sido muy poca cantidad como para que algo sucediese. Miró a su primo mayor y asintió a sus palabras, la chica creía que, hasta el momento, lo que menos problemas les había dado habían sido los conjuros -Bueno, P.J. no sé si estará de acuerdo...- pensó recordando al conejo negro y viendo la ironía de que si siguiesen en esa forma no tendrían ningún problema en pasar por las puertas.

-Para pasar por las puertas ¡se han de abrir con solo empujarlas!- la revelación le llegó tan de repente que se perdió parte de la conversación, solo volvió en sí al notar unas manos en su cabeza. Cuando quiso darse cuenta de quién hurgaba en ella, Melinda ya se alejaba con su botín en las manos.

-No te servirán -le advirtió.

Había estado tan concentrada en no tocar nada por miedo, que no se había dado cuenta de un hecho incuestionable: un conejo no puede manipular ningun cierre, solo puede empujar la puerta. Y el conejo blanco había pasado por ahí por lo que si querían saber qué había al otro lado solo tenían que abrir la puerta ¿no?

Con ese convencimiento se acercó a la puerta por la que había pasado el conejo, se agachó hasta que sus ojos quedaron a la altura de ella, y la abrió esperando ver qué había al otro lado. A su espalda su primo probaba el líquido derramado pero ella no se enteró pues estaba concentrada en lo que hacía.

Menudo chasco se llevó Melinda cuando descubrió que aquellas puertas no sólo eran pequeñas, si no que no tenían una cerradura al uso donde ella pudiera intentar lo que tantas veces había leído en novelas policiales. Estaba segura de que había una cerradura aquí! Frustrada, se enderezó dispuesta a devolver las hebillas a su prima, cuando vio que ella se encontraba junto a la otra puerta dispuesta a hacer lo más obvio. Empujar.

-Cómo es que no se nos ocurrió antes? -llena de intriga se acercó a Pat, aguardando a ver qué misterios se escondían detrás de aquella abertura.

Mientras unas intentaban abrir las puertas simplemente empujándolas, Henry no pudo evitar la mirada hacia su primo. Desde luego, esa había sido una idea que él había tenido. Era lo más obvio, tanto Prue como Paige lo habían conseguido innumerables veces. Si ellas pudieron, ellos también.

Pero aún así, sintió cómo su corazón se encogía ante ese intento. Si funcionaba bien, le haría pequeño. Pero les reduciría el poder de ocho al poder de siete y un octavo.

Chris era el primo mayor, y como tal decidió ser él el que cargaría con toda la responsabilidad. Y usando su poder orbitó el líquido de la poción derramada al interior de su boca. No era una acción muy complicada y lo consiguió sin ningún problema. Mientras tanto Pat se acercó hacia una de las puertas y usando el sentido común comprendió que las puertas no debían estar cerradas. Así que se agachó para mirar lo que había, aunque tan solo podía ver un simple camino de tierra, no se veía nada más.

Para cuando terminó, Chris había menguado tanto que tenía el tamaño de un conejo. Apenas le llegaba a las rodillas al resto de sus primos.