Partida Rol por web

El día de la Ceremonia de la Cosecha es un día feliz. O debería serlo. Eso dicen en el Capitolio.

Celebramos que Panem sigue adelante. Panem, ese gran país formado por doce distritos. Bueno, sí, antes hubo trece: nadie debería olvidar al número 13. Cuando las revueltas fueron sofocadas, el Capitolio bombardeó el distrito 13 para que a nadie se le ocurriese volver a intentarlo.

En clase lo repiten mucho. Tenemos que recordar lo que le pasó al distrito 13. Tenemos que amar a Panem y al Capitolio.

Por eso el día de la Cosecha es un día feliz. Porque nos recuerda que Panem sigue siendo Panem, que el Capitolio sigue en el poder y que será así siempre. Por eso nadie se queja cuando sacan vuestros nombres del bombo del sorteo.

Cuando uno cumple doce años, su nombre entra una vez en el bombo del sorteo. Con trece, su nombre entra tres veces. Cuando cumple dieciocho, el último año en el que podría ser elegido como tributo, siete papeletas tienen su nombre. Siete entre muchas muchas más.

Eso en el distrito 1, claro.

En el distrito 12, la gente está hambrienta. El Gobierno da unas teselas de cereales y aceite por introducir unas cuantas veces más tu nombre en el sorteo. Las teselas son bastante exiguas, así que los adolescentes más pobres tienen más papeletas con sus nombres que los demás.

El día de la Cosecha, las cámaras se concentran en la plaza mayor del pueblo. Quieren grabarlo todo, porque la audiencia quiere verlo todo. ¿Quién es la audiencia? Vosotros mismos. Habeis visto los Juegos cada año desde vuestras casas, en una televisión de alta definición y 52 pulgadas... o en un cacharro medio roto con problemas de estática. Habeis visto morir a cientos de adolescentes a lo largo de los años, y ahora os toca a vosotros.

Puede que vuestros nombres saliesen en el bombo, o que os presentarais voluntarios. La verdad es que no hay muchos voluntarios en los distritos más pobres. Nadie quiere morir, porque eso es lo único que se hace cuando los demás competidores te doblan en tamaño y fuerza. Otros han estado entrenándose toda su vida para la gloria. Después de todo, el Capitolio paga bien al distrito al que pertenece el Vencedor.

La cuestión es que habeis sido elegidos como tributos. Las cámaras os han grabado desde el primer momento, la primera mueca de horror, la primera lágrima, el primer balbuceo incrédulo... o el puño alzado en alto y la sonrisa de orgullo. Os montaron en un tren y muchos comisteis la primera comilona en mucho, mucho tiempo. Os llevaron al centro de Panem, el Capitolio, donde vuestros mentores, antiguos Vencedores de los Juegos que pertenecían a vuestros distritos, os analizaron y diseñaron una estrategia.

Los estilistas os depilaron el vello del cuerpo, os maquillaron, os peinaron, os vistieron. No os reconocíais a vosotros mismos. Os dijeron que sonrierais, que os tragaseis vuestras emociones. ¡Mirad a la cámara y seducid a la audiencia! ¡Rugid como leones o guiñad el ojo! ¡Dejad que los chicos os amen y las chicas os deseen! ¡Que os adoren! Tal vez así sigais vivos.

Os pasearon por las calles del Capitolio montados en carrozas, una por distrito. La gente os jaleaba y aplaudía como si no fuerais a morir casi todos y el año siguiente tuviesen que conocer a una nueva remesa de tributos. Tal vez sentisteis un poco de gloria... o desprecio. Pero os convertisteis en figuras públicas en cuestión de días.

Se os hizo pruebas individuales para evaluar vuestras características, se os llevó a sesiones de entrenamiento donde se os intentó aconsejar sobre el mejor modo de sobrevivir. Con más o menos suerte, las pasasteis.

Y ahora, se os iba a entrevistar. Tendríais tres minutos para intentar ganaros al público frente a Claudius, el presentador del programa. Y también de conocer al resto de participantes...

Claudius, el presentador, con su cabello teñido de plateado y las lentillas blancas, saludó a las cámaras desde su posición, en un escenario de cristal a varios metros del suelo. Había dos sillones enfrentados de terciopelo blanco y una gran pantalla al fondo.

-¿Cómo estais, espectadores? Yo muy bien, porque estoy DESEANDO ver los Juegos de una vez. Este año tenemos a doce tributos de lo más interesantes, con mayoría masculina, aunque eso no quiere decir nada, ¿eh, chicos? He visto auténticas guerreras darles una paliza a sus contrincantes.

Sé que vosotros TAMBIEN quereis conocer a los participantes de esta edición, así que sin más dilación: ¡Que pase Antwoine Brentford, el Tributo del Distrito 12!

Antwoine se metió en el plató, mirando desconfiadamente a todas partes. Estaba más tenso de lo que nunca había estado en el Distrito 12. En general, en los distritos pobres cuanta menos gente cerca tuyo, mejor. Dame un risco en medio de las montañas, cerca de la boca de la mina con caídas de 15 metros, pumas y osos negros. Al menos en los precipicios te caes tu, no te empujan, y con los animales de cuatro patas sabes a que atenerte. Con los de dos, como estos cabrones que llenan las gradas, nunca sabes por donde te van a salir.

Si los demás te prestan atención, es porque te ven como rival o porque quieren robarte algo. Y si los que te prestan atención son los de arriba, como el pingüino este... bueno, entonces es que si que estás jodido de verdad.

Porque está jodido, eso lo tiene claro por más que aplaudan y vitoreen ahora. Cuando algún jodido blancquito medio nazi le saque las tripas por la espalda aplaudirán igual, o más. Ya lo decía su padre.

"A nosotros solo nos prestan atención para convertirnos en espectáculo y para jodernos la marrana"

Y a él le habían tocado las dos cosas. Sucks to be me, pensó. Pero lo que salió de su boca fue:

Hola, buenas tardes a todos.

-Bueno, Antwoine, dime... ¿crees que vas a ganar los Juegos? -preguntó Claudius con una gran sonrisa-. Hace mucho tiempo que alguien de tu distrito no vence...

Creo que voy a sobrevivir. Eso es lo que siempre me enseñaron mis padres, y eso es lo que he tenido que hacer toda la vida. Uno hace lo que tiene que hacer, seas del distrito que seas. Si para eso hay que ganar los Juegos, pues se ganan. La verdad es que no se como, pero ya se me ocurrirá algo. No tengo mucha educación, así que no soy bueno soltando discursos. Soy bueno en lo mío, y lo mio es que ni la mina ni las montañas te maten. Nada más.

-Un chico duro y lacónico. Pero tendrás un corazoncito, ¿no? ¡Nuestros espectadores se pirran por los chicos duros con corazón de oro! Cuéntanos algo de tu familia, ¿sí? ¿Quiénes te esperan en casa?

Si te dijese por dónde me paso lo que piensan los espectadores, el share os iba a caer más bajo que las vetas de zinc- pensó Antwoine, pero se limitó a encogerse de hombros. Si trabajas en la mina, es lo que tienes que ser- dijo, sin que al parecer creyese que hiciera falta más explicación.

Bueno... mis padres y mi hermana, Tamerah. Mis padres... la verdad es que no hay mucho que decir de ellos. Son buenos hombres, bueno, hombre y mujer... Me enseñaron a valerme solo, que en esta vida hay que hacer lo que hay que hacer, y que aún así hay cosas que nunca habría que hacer...

Una de ellas esta mierda de circo romano fascista

Y me enseñaron como hacerlas. Me pusieron en pie. Supongo que es de lo que se trata el ser padre. Lo mismo están haciendo con mi hermana. Enseñandola a ponerse de pie solita, y supongo que si tuviesemos más hermanos harían lo mismo. Y eso es todo. Tamerah tiene 11 años y trabaja en la mina, como todas. El año que viene entrará en el sorteo. Espero que tenga más suerte que yo.

-Con suerte, volverás a casa para poder explicarle a tu hermanita lo que tiene que hacer para ganar los juegos. Seguro que el distrito 12 se lleva una sorpresa. ¿Quieres decir algo a la audiencia antes de que entre el siguiente participante?

Sí, que ojalá para otro año sean vuestros hijos los que estén aquí.

Que gracias por sus aplausos. Intentaré ser digno de ellos.

-¡Estupendo!

Cuando Antwoine abandonó el escenario, Claudius volvió a levantarse para hablar a las cámaras.

-Y ahora, por favor, que pase el tributo del distrito 11, Sarah Kent!

La chica subio al escenario, con caminar tranquilo pero constante, las manos en los bolsillos y su cabeza queria mirar mas sus propios pies que al frente, aun asi se obligo asi misma a mirar adelante, pues no estaria nadie bien que tropezase antes de subir al escenario. Eso seguramente la marcaria claramente como la rival mas debil.

Su mirada apenas se desvio un instante para cruzarse con los del chico que abandonaba el escenario, pero con la misma rapidez se volvio hacia el frente de nuevo. Susurro un escueto... "Hola..." sin siquiera detenerse continuo hacia delante. No sabia si seria muy correcto o comodo saludar a otro rival, pero era educada por naturaleza.

Por fin, despues de un tramo que le parecio eterno llego hasta el escenario. Miro hacia el enfrente y sintio como en sus labios se dibujaba lentamente una falsa sonrisa tan tensa como el acero. No es que realmente quisiera sonreir, es que cuando estaba nerviosa su cuerpo lo hacia automaticamente como mecanismo de defensa y ahora era la vez que menos tranquila habia estado en su vida.

Saco una de las manos del bolsillo y la levanto levemente saludando al publico y al presentador.

-Hola a todos.

-¡Hola, Sarah! Vaya, chica, ¡cómo te han puesto de guapa esos estilistas! O no. Por lo que hemos visto en los vídeos de la Ceremonia de la Cosecha, ya eras un primor en el Distrito 11, ¿eh? ¡Sí, claro que sí! ¿Verdad, público?

Los espectadores jalearon y aplaudieron, gritando el nombre de Sarah enfervorecidos.

-Realmente les gustas, ¿eh? ¿Cómo lo haces, cuál es el secreto?

Sarah sintio que se le subian los colores, si no fuera por que lo mas seguro es que muriese en breve tal estallido de fervor por ella le habria supuesto un gran subidon de autoestima.

La chica se balanceaba adelante y atras sobre sus talones. Volvio a sacar la mano de su bolsillo para saludar al publico cuando la jalearon.

-Bueno, yo simplemente... Solo intento ser yo misma. En el distrito 11, no es que tengamos demasiado tiempo para arreglarnos demasiado, pero en fin... A todo el mundo le gusta causar una buena impresion ¿no?

Aunque sea en un espectaculo basado en ver como nos matamos unos a otros.

-En El Capitolio nos gusta ver cómo es la gente de verdad, ¿a que sí, chicos? -La multitud aplaudió y vitoreó un poco más. Claudius se acomodó en el asiento-. ¿Crees que tienes posibilidades? Eres una chica muy capaz, no sólo guapa: tus pruebas han dado unas calificaciones muy buenas, y las apuestas por ti han aumentado exponencialmente desde que se te ha visto. ¿Qué opinas acerca de esto? ¿Nos darás un buen espectáculo?

¿Asi que las apuestas habian subido a mi favor? Genial, una buena forma de empezar ganandome enemigos.

La chica miro al presentador con esa sonrisa perpetua en el rostro.

-Vera señor, en mi distrito tenemos una serie de refranes que a mi particularmente me parecen muy ciertos dicen: "Todo le llega al que sabe esperar" y "Cada cual recoje lo que siembra". Tanto mi padre como mi madre, a pesar de no tener la riqueza a nuestro favor han intentado educarme lo mejor que han podido. Y creo que es justo que yo de todo lo que pueda de mi, para poder demostrarles que pueden estar orgullosos de mi... -Un pequeño silencio.- Y que mi pais tambien este orgulloso.

Esto ultimo le importaba bastante poco, pero uno de los consejos que le habian dado para que una chica sin demasiada experiencia pudiese sobrevivir era que pusiera de su lado a los patrocinadores. Y una chica mona y ademas patriotica vendia.

-¿Habeis oído eso, Capitolio? ¡Sarah ama a Panem y a todos vosotros! Claro que sí: una chica que trabaja en contacto con la tierra como es el caso de una agricultora del distrito 11 no puede no amarla.

La multitud silbó y aplaudió a rabiar. Claudius siguió con la entrevista.

-¿Qué puedes contarnos de ti? Ya que dices que quieres mostrarte como eres, ¿por qué no te describes?

Una vez mas un leve saludo por su parte ante la muchedumbre.

Espero que todo esto realmente me sirva para algo una vez empiezen los juegos... ¿Por que no se acabara ya la maldita entrevista?

-Pues no soy mas que lo que veis.... Ummm, 16 años, pelo y ojos oscuros... Una altura media, al menos para mi sector. No es que sea muy fornida, pero mi cuerpo esta acostumbrado al trabajo duro. -Se le escapa una risita nerviosa- La verdad es que tampoco se muy bien que mas decir, solo que aunque no lo parezca soy un poco timida y lo que mas... Casi digo odio, no creo que sea muy televisivo. Lo que menos me gusta es la arrogancia, pienso que es mejor ser humilde.

-¡Oooh! Con esas cualidades, sólo puedo hacer la pregunta que todos los espectadores tienen en la cabeza: ¿tienes a un chico o una chica especial esperando en el distrito?

La gente silbó con admiración, atenta a la respuesta de Sarah.

La chica sintio como los colores se le subian, aprobecho el instante para cerrar los ojos y descansar un segundo la vista.

Como si esto no fuera ya lo suficientemente humillante como para que ademas intentaran sacarme mis intimidades en publico. Que seria mejor cara el publico... Una chica mas madura e intentando sentar la cabeza o...

-No, señor, de momento no he tenido demasiado tiempo que dedicarle a chicos, ni chicas especiales. Pero me gustaria encontrar la persona ideal para mi.

Seguro que todos esos viciosos de las apuestas prefieren una joven soltera. Eso siempre vende mas.

-¡Wooo! ¿Alguien como tú sin pretendientes? ¡Vaya! Creo que si vuelves al distrito 11 no te van a faltar, ¿verdad, público? Muy bien, Sarah, ya puedes irte. ¡Mucha suerte!

Claudius miró de nuevo a la cámara cuando Sarah se bajó del escenario.

-Y ahora... ¿estais preparados para un vaquero? ¡Sí! ¡Es el turno de Johnny Walker, del distrito 10! ¡Adelante, Johnny!

La gente aplaudió bastante, aunque ni por asomo del mismo modo que a Sarah.