Partida Rol por web

Mientras me dirigía al escenario y al cruzarme con Sarah le dediqué un leve saludo, apenas un asentimiento de cabeza y una sonrisa. Esta chica con su sencillez y timidez ha sabido ganarse el corazón de la gente, cualquiera que aparezca tras ella debería ser un maestro de las relaciones públicas para mejorar su impresión. Lo malo es que ese cualquiera soy yo y no soy maestro en nada.

Cuando llego al escenario dedico al público un saludo más evidente, alzando la mano y sonriendo. Me cuesta componer el gesto pero nos han explicado ampliamente la importancia de ofrecer una buena imagen, la necesidad de "vendernos". Todas las absurdas ideas que habían pasado por mi cabeza sobre lo que diría se han ido al garete, estoy en blanco así que simplemente subo y digo: Hola, y . . . gracias a todos.

-Hola, Johnny. Me imagino que la vida en el Capitolio debe de ser muy diferente a la del distrito 10. ¿Echas de menos tu granja? ¿Por qué no nos cuentas algo acerca de la vida allí?

Bueno, no hay demasiado que contar. La mayor parte del ganado se cría en pequeños recintos pero todavía quedan algunos ranchos que utilizan los pastos salvajes para criarlo. Yo me considero afortunado puesto que vivo en uno de esos ranchos y salgo a menudo al aire libre, otros apenas se mueven de un área de una milla cuadrada en toda su vida.

Normalmente estoy en la granja con mi familia y unos cuantos trabajadores más. Un par de veces al año voy a los pastos y permanezco allí solo, durante días. Es peligroso, sigue habiendo animales salvajes o peligrosos como serpientes y arañas venenosas. Hago una breve pausa, pensativo. Si tu supieras el miedo que se pasa durmiendo al raso las primeras noches, pensando en esos bichos que buscan tu calor durante las frías noches. La primera vez no pegué ojo. ¡Mierda! Concéntrate, habla alto y claro. Sabemos que no somos más importantes que los demás, pero en el distrito nos gusta pensar que somos "la proteína" de Panem. Y nos sentimos orgullosos por ello. Y también que somos la bosta de Panem, pero eso no puede ni mencionarse por supuesto.

Miro al presentador y al público aunque no puedo verles bien por la iluminación del escenario.

-¡La proteína de Panem! -Claudius rió con risa cantarina, y el público con él. Se levantó y animó a Johnny a que hiciese lo mismo-. Y tanto que sí. Porque mirad esto -Apretó el biceps del vaquero y silbó con admiración-. ¡Wow! Este chico está muy fuerte. Se nota que comes carne de calidad, Johnny. Apuesto a que puedes levantar un caballo con estos brazos. Os gusta esto, ¿a que sí?

La gente aplaudió, sonriente.

-Y es que en las pruebas de habilidad has destacado por tu excelente forma física. Dime, Johnny, ¿qué haces para lograr un cuerpo tan potente?

Bajo la cabeza avergonzado. ¿Me están subiendo los colores? ¡Mierda otra vez! Levanta la cabeza, sonríe y contesta mendrugo, no es momento para la timidez, esa ya tiene dueña. Debo dar gracias a . . . no, no debo mencionar a Dios aquí, eso es algo privado para mi y para mi familia. A la genética supongo . . . pero sobre todo al trabajo duro y constante. En realidad no comemos mucha carne, quizá algo más que en otros distritos pero no es mucha. En el rancho hay que lidiar con grandes cargas y con animales que pesan varias veces más que nosotros. Son muy fuertes así que hay que esforzarse mucho para dominarlos.

En realidad podría decirte que los que mejor manejan a los animales no lo hacen por la fuerza sino por su destreza e inteligencia, pero eso es algo que a ti no te interesa oír y a mi no me interesa decir. También puede tener algo que ver el hecho de hacer bastante vida al aire libre, tanto si nos quema el sol como si nos empapa la lluvia ahí estamos. Los que no tienen buena salud pronto enferman en este trabajo, yo afortunadamente tengo una salud de hierro. Y se mueren señor presentador, se mueren. Bien poca de esa carne que criamos queda en nuestros platos. Viendo a algunos niños que van a participar en esta matanza me pregunto donde va a parar esa carne, a ellos no parece haberles llegado.

Y por supuesto manejar a tres hermanos pequeños desarrolla a cualquiera. Son como un torbellino multiplicado por tres. Que Dios les ampare ahora que faltarán mis brazos en el rancho.

-A muchos de los habitantes de El Capitolio les gustaría vivir en el distrito 10, ¿a que sí? ¡Con semejantes vaqueros, vida al aire libre y ambiente rural, parece el destino de vacaciones ideal! -Claudius le guiñó el ojo a Johnny-. Ya veremos si consigues imponerte en la competición. ¿Has visto ya a tus contrincantes? ¿Piensas que tienes posibilidades?

El distrito 10 estará encantado de recibir a todos los habitantes del Capitolio que quieran visitarnos, seguro que podrán disfrutar allí de unas estupendas e inolvidables vacaciones. Serán todos bienvenidos digo alzando los brazos y haciendo un gesto acogedor mientras compongo mi mejor sonrisa. ¿Captas la ironía presentador, la entendéis bien todos?

Respecto a mis contrincantes, les he visto pero apenas hemos podido hablar. Prefiero no hacerme ideas preconcebidas, el aspecto físico puede engañar completamente. Y las posibilidades . . . sí, supongo que tengo probabilidades, al menos una entre doce antes de empezar. Creo que las posibilidades de cada uno dependen en gran medida de lo que ocurra en los primeros momentos, ahí se verá quién tiene más opciones reales.

Y esta es la gran duda, ¿qué harán los preparados voluntarios de los primeros distritos? ¿Se apartarán de mi hasta que se hayan equipado o querrán eliminarme en el primer momento? Supongo que esto nos lo preguntamos todos.

El público aplaudió con ganas la afabilidad de Johnny. Claudius le despidió con una gran sonrisa.

-Estupendo, Johnny. Ten mucha suerte. Y ahora vamos con Apollo Festernmacher, del distrito 9, el chico del metal. ¡Adelante, Apollo!

Los espectadores comenzaron a aplaudir con mucha fuerza. Hubo muchos silbidos de admiración por el atractivo joven.

Con paso vivo y confiado, Apollo caminó hacia el escenario, dedicando tan sólo un asentimiento al concursante que le había precedido. No dejó de sonreír con sutileza, ni de saludar al rugiente respetable, a pesar de que su cabeza estaba embrollada en calcular cuán peligroso podía ser el vaquero, teniendo en cuenta que sin duda era más experimentado en vivir al aire libre sin fuentes inmediatas de comida o agua.

La suerte está echada, se dijo. Lo único que puedo hacer es luchar lo mejor que pueda... aunque no sea suficiente. De todas maneras...

El flujo de sus pensamientos quedó cortado al llegar ante aquel idiota engominado que presentaba el evento, y no pudo evitar ensanchar la sonrisa en lo que un observador astuto reconocería como un estudiado desprecio ante el júbilo impostado de aquel hombre. Miró a su alrededor, a la masa vociferante de espectadores, y saludó con la mano, guiñando un ojo a algunas de las jóvenes más atractivas; jóvenes que nunca antes se hubieran fijado en un sucio trabajador metalúrgico como él, y que ahora sólo le jaleaban porque era uno de los pobres desgraciados destinados a morir.

Qué lástima que no sepan que, a efectos prácticos, yo llevo muerto desde el día en que nací.

-Hola, Apollo. ¿Qué tal estás? Se te ve un poco apagado. ¿Echas de menos el distrito 9? -preguntó el entrevistador, sentándose.

- Bueno, es donde nací y crecí, así que algo de nostalgia siento, sobre todo porque no sé cuándo lo voy a volver a ver.

En realidad sí lo sé: nunca.

- Pero también es porque tengo la cabeza ya metida en todo lo que va a ser la competición... y mis contrincantes.

El público pareció enfriarse de repente. El ánimo de Apollo era como un jarro de agua helada a una audiencia que necesitaba emociones fuertes.

-Bueno, Apollo, ya sabes que si echas de menos tu distrito, sólo tienes que ganar para volver. Dime, viendo a tus contrincantes, ¿consideras que tienes posibilidades de vencer?

Hola Antwoine y Sarah, ahora que tenemos una oportunidad de hablar con discreción me gustaría aprovecharla.

Decidme, ¿cuántas veces han ganado vuestros distritos los juegos? ¿Y el mío? ¿Quizá 10 entre los tres a lo sumo? Todos hemos visto otros juegos y sabemos que hay algunos que vienen aquí voluntariamente, se preparan para esto, lo desean. No solo es que no tendrán dudas a la hora de matar, es que además saben como hacerlo mejor que nosotros, seguro.

Tengo una idea y me gustaría compartirla con vosotros. Veréis, creo que cualquiera que eche a correr sin intentar coger nada de la cornucopia se convertirá automáticamente en una presa, un objetivo fácil con muy pocas posibilidades de sobrevivir. Por ese motivo pienso luchar por conseguir algo. Pero mucho me temo que mi apariencia atraiga demasiado la atención, es muy posible que algún otro rival me considere un enemigo a batir cuanto antes, no es la primera vez que me ocurre.

Mi oferta es que colaboremos en el primer momento, yo lucharé de todos modos en la cornucopia. Pero no es lo mismo hacerlo solo para coger lo que pueda que luchar para abriros hueco, seréis dos para intentar sacar tajada mientras procuro cubriros peleando. A cambio os pido que en caso de que sobreviva a ese primer enfrentamiento compartamos lo que se consiga.

Luego . . . luego decidiremos si queremos continuar juntos o cada uno va por su camino. Creo que tendremos más posibilidades trabajando en equipo pero como no se si estaré vivo o lo estaréis vosotros tampoco quiero hacer planes a plazo más lejano.

He intentado mostrarme sincero, realmente deseo que esto funcione. Si aceptáis colaborar tiempo habrá de hablar más, decidme si querréis considerar la idea al menos.

De modo que el público ya no le jaleaba, ¿eh? Iba a tener que calentarles un poco, pensó Apollo. No era que le importara tanto lo que pensaran de él los espectadores, pero suponía que si no intentaba ganarse su favor alguien iba a pensar que algo raro pasaba. De modo que adoptó su mejor expresión de fanfarrón encantado de haberse conocido y respondió al presentador:

- Desde luego que sí. Mira, en el Distrito 9 trabajamos el metal y esa es una ocupación, si me permites el exabrupto, dura de cojones -soltó un gruñido satisfecho- Los que nacemos ahí, o bien somos fuertes, o bien aprendemos a serlo rapidito -o nos morimos de hambre- Y no sé cómo de duras serán las condiciones cuando estemos sobre el terreno, pero veo muy difícil que sean tan duras como estar en la fundición, vertiendo cubas de metal fundido y aguantando el calor que hace allí. Además, eso significa que puedo aguantar mucho más castigo que la mayoría de personas, y que en el cuerpo a cuerpo hay pocos que puedan igualárseme.

Fíjate, si hasta parece que te lo crees, pensaba mientras le contaba todo eso al entrevistador. Los idiotas que te están viendo ni pensarán que eres consciente de que los demás tributos tienen mucha más experiencia en sobrevivir en entornos naturales, o en moverse sin ser vistos, o en eliminar a sus enemigos desde la distancia, y que cualquiera de ellos puede negar tus ventajas naturales sin esfuerzo.

- ¿Puede el entrenamiento igualar las ventajas naturales que desarrollamos los que nos hemos forjado en los fuegos del Distrito 9? -la sonrisa se volvió burlona- Aquí cada uno tendrá su opinión, pero la verdad es que yo, personalmente, lo dudo.

¿Funcionaría? ¿O sería demasiado tarde para evitar que la audiencia le pillara ojeriza? Tal vez eso fuera mejor: resultaba estimulante pensar en la posibilidad de poner de mal humor a todos los pobres desgraciados de Pangea sólo con aguantar vivo. 

Las palabras de Apollo fueron recibidas con incomodidad. Claudius se atusó el cabello.

-Tengo que pedirte que moderes tu lenguaje, Apollo, hay niños mirando y esto es una televisión pública. Una última pregunta: ¿Qué te parece el Capitolio?

Apollo contuvo el deseo  de mirar hacia el cielo con desesperación ante la frialdad que le mostraban los espectadores: ya era bastante malo que fueran una pandilla de mamones, pero encima eran mamones inconsistentes. ¿No querían sangre? Entonces, ¿por qué le miraban mal por fanfarronear y decir que trabajar el metal era una ocupación dura que forjaba a personas más duras todavía? Y lo más gracioso era que el imbécil del micrófono le recriminara por su lenguaje cuando, al parecer, no tenía nada en contra de que los mismos niños a los que quería proteger vieran cómo él y los demás tributos se descuartizaban mutuamente.

Conteniendo las risas que amenazaban con arruinar del todo su ya maltrecha figura pública, Apollo dijo:

- Me alegra que me hagan esa pregunta. Yo creo que, si nos paramos a pensar un segundo, la importancia que tiene el Capitolio es... apabullante. Gracias a él tenemos paz y seguridad. Gracias a él tenemos un propósito en la vida desde que nacemos, un objetivo que nos guía a desarrollar todo nuestro potencial. Sin él, ¿qué seríamos? Sólo una masa de locos furiosos enfrentándonos entre nosotros por unas migajas de comida, riquezas o territorio. Gracias al Capitolio tenemos Fe en la Unidad, y esa Unidad es la que nos da Fuerza. Y esa Fuerza -enfatizó palmeando su bíceps- es la que hace grande a Panem

¿Sonaría la sarta de mentiras patrióticas lo bastante convincente? Esperaba que sí: ensayar a decirla sin sentir asco ni sufrir un ataque de risa le había costado bastante, pero a él le había parecido que sonaba convincente en el momento que la decía ante las cámaras. Quedaba que el público se lo tragara.

Aunque hubo aplausos, no pudieron compararse para nada a los que habían recibido Johnny y Sarah en las entrevistas anteriores.

-Vale, Apollo. Ten suerte. Y ahora le toca subir a Rufus Cash, del distrito 7.

-Vale, Apollo. Ten suerte. Y ahora le toca subir a Rufus Cash, del distrito 7.
“¿ Cómo? no,no,no. Se ha saltado un distrito!, ¿ no era el turno del niño ese con cara de inocente?. Venga , espabila, es tu turno!!”
Salté del asiento desde el que había estado viendo las entrevistas desde bastidores. Sabía que no tenía muchas opciones, al menos en cuanto a popularidad. No iba a ser muy aclamado, no era muy atractivo, sólo contaba con sus fuerzas, su ingenio, y sobre todo, las ganas de demostrar que podía ganar. Salí corriendo, y justo al salir al plató choqué con el chico que había acabado de hablar “ Apollo era, no?. Que nombre más curioso”. el choque me hizo trastabillar y casi caer, pero me rehice a tiempo mirándo al público.
“Monta el show. Que empiece el show!!”. Seguí corriendo al ritmo de la música con la que nos presentaban. Dí algún que otro torpe pase de baile, y me dirigí a la primera fila de asientos donde los espectadores me empezaron a mirar de forma rara. Extendí la mano para chocar la de los asistentes. –Gracias! gracias!- Perdí la noción de si me chocaban la mano, si reían, si se burlaban. En mi cabeza solo tenía un pensamiento. “Házles disfrutar, si, monta el show!”.
Cuando llegué al final de la fila de asientos, retrocedí otra vez, para volver a hacer otro paseillo, y bromeé amagando que me iba por la puerta por donde había entrado. Pero justo, retrocedí, apreté mi puño, y me dí ligeros golpes en el pecho, para después señalar al público con el dedo índice. Repetí el gesto varias veces, y me dirigí dónde Claudius, me miraba de una manera extraña. Me acerqué a él bailando al ritmo de la música. No tenía mucha coordinación, pero qué más daba. Era un espectáculo, yo quería formar parte de él, y los anteriores concursantes se habían mostrado tan formales, y serios, que un poco de alegría no vendría mal al programa.
Cuando llegué a la altura del presentador, le hice una ligera reverencia, le tendí la mano…” Siempre que des la mano, que sea un apretón fuerte. Esa primera impresión dirá mucho de ti, y empecerá a marcar el respeto que todo el mundo debe tenerte. Fuerte y seco.” La voz de Sammy, su padre, resonó dentro de él. Y sí, le apreté fuerte la mano.
-¡En un honor conocerle. Lo estaba deseando, hace años que veo su programa. Es un orgullo estar aquí, y la verdad aún no me lo creo!!”- Sé que tartamudeé un poco, pero eso sin duda le daria un poco más de credibilidad.
“ Padre, apuesta por mí. Seré tu caballo ganador.”

La gente se sorprendió de su energía, pero respondió de manera favorable, chocándole la mano y aplaudiendo. Claudius se echó a reir cuando lo tuvo delante.

-Me alegra que por fin hayas podido cumplir tu sueño, Rufus. Bien, ¿qué tal estás? ¿Qué te parece el Capitolio?

-Pues qué...qué decir...esto es lo, lo más grande que me he pa..pasado nunca! "Sigo tartamudeando y nunca me ha pasado eso!!¿Por qué?". Miré al público, y ví que la primera impresión que les había causado era buena. "Debo mantener eso". -Para mí el Capitolio es la institución que da sentido al orden en nuestro gran país-!. " Bien, fuera el tartamudeo, sigue, sigue".- Nos da estabilidad, nos da seguridad, nos permite sentirnos identificados con una manera de vida, de pertenecer a un lugar, y de saber que estamos respaldados por unas leyes y un Gobierno fuerte.- Cualquier escuela era la primera enseñanza básica, no era muy difícil resumirla. Entonces me puse de pie.
- Estar aquí es un orgullo, un motivo de celebración. Para un niño como yo, es ver realizado el sueño Panemicano, que un simple aprendiz de carpintero, pueda luchar por demostrar a todo el mundo que tiene las mismas posibilidades de sobrevivir, que otros muchachos, peleando en las mismas condiciones.- No era del todo cierto, pero seguro que quedaba muy bien, alabar la supuesta igualdad del Capitolio. - Además, mi padre estará viéndome emocionado desde casa...TE QUIERO PAPA!!, y mi madre y mi hermano, me estarán viendo desde el cielo dándome todo su apoyo.
Me dirigí al público, levantando los brazos. -Espero que esta fiesta, se pueda celebrar, no sólo 74 veces más, sino 740, o 7400, porque eso demostrará que este país y este Gobierno siguen funcionando tan bien como hasta ahora!!.
Me volví a sentar...