Partida Rol por web

   Pese a acostarme en tensión, no tardé en dormirme y disfrutar de un sueño reparador. Al principio, durante mi primera campaña, era un manojo de nervios, siempre viendo enemigos surgir de las sombras y despertandome con cada susurro de los árboles. Pero poco a poco uno aprende a descansar en los pocos minutos, horas si habia suerte, que habia cuando Ívarr nos otorgaba un pequeño descanso. Una vez acostumbrado, no desaprovechaba el momento para descansar. Aun asi, me desperté varias veces, pero tras comprobar que todo estaba en su sitio volví a dormir.

   El día me despertó frío. Habia dejado la contraventana de madera levemente abierta y fue el sol, molesto como todas las mañanas, el que me despertó. Después de lavarme y comer algo de carne seca con pan duro y queso más duro todavia, me vestí y me puse la cota de mallas. Cogi la espada y me eché el escudo a la espalda. Chasquee la lengua, porque no tenía un cuchillo o una daga... tendría que hacerme con ella. Y es que en las distancias más cortas, la espada era practicamente inutil. Bueno... los dioses proveerán.

   Al salir, me sorprendió la normalidad que habia en la ciudad. Pero la disfruté, porque esa normalidad nos beneficiaba. Nadie daría la voz de alarma si aparecía un cadaver desjarretado, oliendo a alcohol y desvalijado. Muchos pensarán que fue una victima desafortunada de algun robo o de alguna pelea de bar. Pero no nos convenia que empezasen a surgir cadáveres y poner a los hombres del Jarl nerviosos. No... por eso, cuando identifiquemos a la serpiente, lo mejor sería cortarle, directamente, la cabeza. Haciendo planes y recordando qué teniamos que hacer, me dirigí a casa de Ishild para reencontrarme con el resto. Cuando llegué, llamé a la puerta, sin saber si habria ya alguien allí.

Cuando me despierto, Finna ya no está en la cama. A lo lejos, oigo a los hijos que juegan en el terreno que rodea la casa. Me desperezo aún tumbado en la cama y me doy cuenta de lo doloridos que están mis músculos. La tensión de estos días ha hecho mella en mí, pero no es algo que vaya a amedrentarme.

Me levanto y acepto las gachas que me ofrece Finna. Quién sabe si tendré tiempo para comer más adelante, todo dependerá de cómo evolucione el día, así que debo alimentarme. Apenas hablo con ella mientras como. Me pregunta por lo que hemos descubierto hasta ahora, pero procuro contestar con evasivas, sin explicarle nuestras sospechas de que Gunnar pueda estar detrás del asesinato.

Cuando acabo de comer, me visto y recojo mi arma. Espero no tener que limpiarla esta noche. Espero volver a casa esta noche. Si no es así, al menos moriré luchando. La muerte de Ívarr no puede quedar sin venganza, eso es lo único que está claro. Antes de irme de casa, me acerco a los niños, que siguen jugando a combatir fuera. Paso mi mano cariñosamente por su pelo y me dirijo a casa de Ishild, tal y como habíamos quedado. Está lejos, así que cuando llego asumo que el resto ya estarán dentro. Llamo a la puerta y espero pacientemente a que me abran.

Cuando despierto instintivamente busco con mis manos a mi marido para abrazarme a él. El vacío que encuentro por respuesta es un golpe que recibo sin entereza y me derrumbo en mi propia soledad. Intento no hacer ruido al llorar, no quiero despertar a nadie... pero merezco unos minutos a solas, abrazando a mis hijos, intentando encontrar fuerzas para lo que vendrá, solo los dioses lo saben...

Después de unos minutos me levanto para preparar la casa. Quiero que esté perfecta para recibir a los invitados. Preparo vasos y bebida, algo de comida y espero a que el sol esté saliendo para abrir las ventanas de la casa. Que Karl y Bera se vayan despertando poco a poco. 

Cuando se despiertan los niños el desayuno, leche y algo de comer ya está preparado. El día anterior Bera hizo mucho por mi familia y es una forma tímida de agradecérselo. Eso y un abrazo sincero. 

- Vendrán enseguida - les digo a Karl y a Bera - Hay que decidir que camino seguiremos.

Poco a poco los miembros de la tripulación que os habéis estado reuniendo estos días van apareciendo. Un golpe seco en la puerta o una sucesión de estos avisan de un nuevo visitante. Cuando por fin estáis todos, es el momento de decidir el plan a seguir.

Todos habéis venido a paso ligero hacia la casa de Ishild. Es Harald el que llega último, resollando como un caballo y con la frente perlada de sudor. Su vuelta desde casa ha sido larga por pasar por casa de Haakon, aunque éste ya no estaba. El hombre se toma unos segundos para retomar el aliento justo antes de llamar.

La casa de Ishild es cálida. De alguna manera, el ambiente de muerte y desolación ha dejado paso a una casa especialmente limpia. Donde antes el olor de La Parca era la norma, ahora se puede oler un estofado que Ishild revuelve poco a poco. La notáis cansada. Su mirada es serena, aunque en el fondo de sus pupilas no es difícil entrever el dolor aún reciente. Sus ojos están ligeramente rojizos, pese a que hay que fijarse bien para darse cuenta de ello. Os recibe a todos con una sonrisa. A todos, uno a uno.

Bera y Karl están en la casa también. Bera se está encargando de los niños una vez más. Y una vez más les pide que le acompañen a por agua para dejaros tiempo para que discutáis sin temor a que los niños escuchen lo que no deben. Todos tenéis pensamientos de respeto y cariño hacia la mujer de Karl por su entrega y por hacer una parte no menos importante que la vuestra en la misión en la que os encontráis. El hermano de Ívarr se une a vosotros alrededor de la mesa. No podéis evitar daros cuenta de que, institivamente, habéis dejado vacío el hueco donde se sentaba vuestro lider. Suponéis que las cosas no se olvidan tan fácilmente.

Fijo la mirada en la silla vacía de Ívarr. Qué distinta sería esta reunión si él siguiese ahí. Pienso con calma, pero, esta vez, parece que todos lo hacen. No es una situación fácil, y están en juego muchas cosas: nuestras vidas, el honor de Ívarr, la paz interior de Ishild.

Pienso que deberíamos hablar con el tabernero. Si Haakon quiere mantener su plan, él puede hablar con Gunnar, pero el resto deberíamos mantenernos al margen de ese frente hasta que sepamos más.

Saludé cálidamente a Ishild al llegar, pero no intercambié palabras con ella durante mucho tiempo. Aún le daba vueltas a un asunto desde que salí de mi casa, y me mantuve un poco apartado, esperando mientras los que faltaban terminaban de llegar, uno a uno.

Finalmente llegó Harald, exactamente la persona que mejor podía resolver mis dudas. Me sorprendió que apareciera con ese aspecto de cansancio, pero no le di más importancia, aunque preferí no atosigarle inmediatamente con mis preguntas mientras saludaba a los demás y se sentaba a la mesa, para discutir entre todos cómo actuar para descubrir la verdad tras el asesinato de Ívarr.

- Hablaré con Gunnar - dije confirmando las palabras de Bernt - como ya dije ayer, no creo que se arriesgase a acabar con nosotros de forma tan evidente en caso de ser culpable, y sea como sea no podemos evitar esta conversación para siempre -

- Sea como sea, Harald, tu eras guardabosques. Tengo algo que consultarte - aún no había terminado la frase, ya estaba rebuscando entre mis ropas el trozo de tela enrollada pintada con tizón que había guardado al salir de casa. Lo desenrollé y lo deslizé sobre la mesa en dirección a Harald - Este símbolo. ¿lo reconoces? ¿o sabes si hay algún árbol en el bosque cercano donde hayan tallado algo parecido? -

El silencio se prolongó bastante al sentarnos. En estas reuniones Ivarr solía tomar la palabra y supongo que casi esperábamos su voz, es demasiado pronto para acostumbrarnos a su ausencia.

Mi mirada se fija en su silla vacía, y en mi mente se mezclan recuerdos suyos y retazos de mi conversación pendiente. Escucho, casi en la frontera de mi consciencia, como Bernt rompe por fin el pesado silencio y como Haakon le responde. No es hasta que éste me interpela directamente cuando salgo de mi ensimismamiento.

Sigo siéndolo, al menos que yo sepa - le contesto, aunque el intento de humor no tiene demasiado éxito, empezando por mi mismo. Agarro el trozo de tela y ahí está de nuevo. Me quedo un rato mirando el símbolo, como si quisiera grabarlo a fuego en mi mente, hasta que por fin contesto - Esta mañana he llegado el último porque me he pasado por tu casa. Quería hablar contigo porque he soñado con este símbolo y contigo. ¿Qué significa Haakon, puedes aclararme el mensaje que los dioses me trataban de enviar con el sueño?

- Así que tu también... - suspiré - Esperaba que tu pudieras aclararme su significado, pues yo no lo conozco. -

- Es posible que realmente el símbolo no tenga significado ninguno, más allá de marcar un lugar concreto. Pero, si lo tuviera y nosotros no somos capaces de entenderlo, tal vez una völva pueda ayudar. -

Ojalá pudiera ayudarte - contesto - Antes de verlo en mi sueño, lo ví tallado en un árbol del bosque, hace ya tiempo. Creo que podría conducirte hasta ese árbol, si eso puede ayudar. O quizás, ¿si te cuento el sueño ayudaría?

Atiendo a la conversación que está sucediendo.

Por favor.. - animo a Harald a que cuente su sueño - Sin duda este símbolo significa algo. No podemos atribuir a la suerte estas cosas. Los dioses puede que nos estén queriendo decir algo.

Muy bien - reuno mis recuerdo en la mente antes de contarles mi sueño - En el sueño estoy en el bosque y debo estar cazando porque llevo un arco y una flecha. De repente cambia el tiempo y empieza a soplar mucho viento y a ponerse obscuro. En ese momento oigo aullidos y veo unos lobos negros enormes y que no parecen ser de este mundo. Sigo corriendo y les saco ventaja a pesar de que me cuesta correr. Después, se hace el silencio y al volverme ya no están los lobos. Vuelvo a mirar para adelante y veo un árbol con ese símbolo. Mientras lo miro, oigo un ruido detrás mía, peor al volverme, el sol ha vuelto a salir y allí está Haakon que me sonríe y ahí me despierto.

Me ha costado trabajo contar algo tan personal como mi sueño, pero dado que podemos estar en peligro, he tenido que dejar mi natural reserva aparte. 

¿Y tú Haakon, como llegó a tu poder este trozo de tela con el símbolo?

- Mi sueño fue muy parecido al de Harald - comencé, intentando yo también recordar los detalles - de hecho, casi idéntico. Pero en él, yo era el que huía de los lobos, y al volverme y descubrir que habían desaparecido, era Harald el que aparecía sonriente tras de mi. -

- La única razón por que tengo ese trapo con el símbolo, es porque yo lo dibujé al despertar. Pensé que sería útil conservarlo. -

Estaba meditando lo que sabíamos por el momento sobre el sueño, que no era demasiado, cuando pensé en otra cosa.

- Espera, esto no fue lo único extraño anoche. Al llegar a mi casa, la puerta estaba abierta, como si alguien hubiera entrado mientras estaba ausente. Hasta ahora eso no me había preocupado; apenas tengo posesiones que robar, nada valioso, y de hecho no se llevaron nada; pero ahora me pregunto si fue esa la intención del intruso. -

Vaya - digo, claramente decepcionado. Esperaba que Haakon pudiese aportar algo más de información, pero veo que no.- Bueno, quizás deberíamos resolver primero lo más inmediato. Vayamos a hablar con el tabernero mientras Haakon se presenta ante Gunnar. Ya habrá tiempo de hablar con una völva si es necesario.

Aunque me costase admitirlo, no me sentía cómodo con las cosas que tratan del mundo sobrenatural.

¿Y no notaste nada raro, el intruso hizo algo en tu casa?

  Durante la conversación me mantuve al margen, en silecio, escuchando. Haakon y Harald sabian contar historias, y cuando narraron sus respectivos sueños me descubrí escuchandoles como un niño imberbe que escucha historias de guerreros mayores y sueños míticos y proféticos. Carraspee para volver en mi y fruncí el ceño. La noche anterior habia tomado precauciones en mi casa, pero no habia tenido visita. En cambio parecía que el pinchazo que me daba en la nuca, esa sensación que te dice que puede pasar algo, no iba del todo desencaminado.

   - Haakon, puedes venir a mi casa. Tú también, Harald. - Miré enrededor para mirar a los presentes. - Hmmmm... algo hay aqui que me dice que la muerte de Ívarr ha sido algo más que un ajuste de cuentas... o el infortunio. Creo que deberiamos permanecer juntos. Todos sabemos defendernos - Miro a mi alrededor y no veo nada más que guerreros, hombres y mujeres que han probado y derramado la sangre de sus enemigos. - pero todos estamos en posiciones precarias. Algunos de nosotros vivimos solos, pero otros vivis con vuestras familias. Madres, hijos, hijas, esposas... - Miré a Erik, a Bernt, y a quien más viviera en familia. - Si entrar en cualquier casa a robar, o a matarnos, nos defenderiamos, pero no se si seriamos capaces de hacer frente a un grupo organizado. Sin contar que se pondria en peligro a nuestras familias. Compañeros... ¿os parece que juntemos las espadas? Que no haya menos de dos o tres de nosotros por cada vivienda. Así nos protegeriamos entre nosotros y, mas importante, protegeriamos a nuestras familias. - Hice una pausa larga, para que todos entendieran lo que estaba insinuando. Solo habia que imaginar que hubiera pasado si Haakon tuviera familia, tal vez quienes hayan entrado al no encontrar nada se enfurecieran y les hicieran daño. O... pensar en que pasaria si, por ejemplo Erik, es víctima de un asalto. O si asaltan su hogar cuando él está fuera, o durmiendo. - Maldita sea... veo enemigos en cada callejón... - Una forma de hablar, una forma de expresar que quizá esté viendo el peligro en cada esquina. - Como sea... me parece bien que Haakon vaya a ver a Gunnar y nosotros al tabernero. Luego podriamos buscar una volva, o incluso ir a la zona donde está el arbol con el símbolo.

Bueno, no parece mala idea la de Uthred. Por mi parte, yo vivo sólo y sin mucho contacto con el resto de mi familia, de manera que podéis contar con mi modesta casa o con que me traslade con alguien sin problemas.

En mi fuero interno, espero que no llegue a tanto el problema, pero aunque no tengo familia propia, puedo imaginar lo que podría ser para cualquiera de los que tiene hijos que los amenazaran o les hiciesen daño, de manera que estoy dispuesto a renunciar a mi vida en soledad para proteger a las familias de los que han combatido hombro con hombro, que tantos ratos, buenos y malos, hemos pasado juntos.

Deberíamos ponernos en marcha cuanto antes.

- Ahora más que nunca... Tenemos que mantenernos unidos. Para mi sois lo más parecido que tengo a una familia. - De echo, salvo un viejo marino cascarribas con la cabeza más dura que las piedras, Uthred no tenía más figuras familiares que sus compañeros. - Tenemos que mantenernos unidos. Me decia mi abuelo, que mas valia prevenir y andarse con ojo, que curar. - Hasta ahora me habia quedado acucliyado, cercano al fuego, y con un palo de madera removia de manera distraida las brasas. Eché el palo al fuego y me puse en pie. - Harald tiene razón, si no hay más que hablar, pongamonos en movimiento. - Dije mirando enrededor a todos los presentes.

Escucho la historia con los ojos entrecerrados, tratando de fijar en mi memoria todos los detalles. El acertijo se hace cada vez más complejo, como un árbol al que empiezan a crecerle cada vez más ramas. Permanecer juntos... quizás fuese buena idea, pero parece algo exagerado. El sueño de Haakon y Harald es claramente un mensaje. Y no conviene ignorar las señales de los dioses.

Debemos visitar el árbol del sueño, un mensaje así no debe ser ignorado. Hablemos con el tabernero primero, como hemos decidido, y después vayamos allí.