Partida Rol por web

Mi mente se concentra en el ritual. Lo mismo que antes  buscaba afanosamente pistas, ahora mi única preocupación es honrar a Ivarr como se merece y que los dioses se sientan satisfechos por nuestro sacrificio. Sin embargo, oigo el susurro de Uthred y no me parece mala idea... luego.

Cada cosa a su tiempo.

Se mantuvo firme, portaba en cuerpo de un compañero que no debía haber muerto de esa manera. Una sucesión de imágenes aparecieron en su mente, recordándole momentos y situaciones. Cuando su esposa murió el estuvo a su lado y ahora, era el quien debía devolverle el favor.

Por otro lado estaba el tema de Gunnar. Si realmente estaba implicado y se sabia descubierto, seria sensato pensar en las represarías que este podía tomar para cerrarles la boca. No tenia miedo a sus hombres mas tenia una hija pequeña que tal vez debiera enviar con alguno de sus hermanos una temporada, hasta que las cosas se aclarar.

No había más que decir. Di por buenas las palabras de Erik y me preparé para el recorrido hacia la tumba. Que solo Björn pudiera reconocer a los culpables, y solo por sus rostros, era una desventaja; pero era mejor que nada, y ya tendríamos tiempo de resolver decidir el modo de actuar.

Como siempre, me sentí nervioso e incapaz justo antes de iniciar el rito, pero en cuanto comenzamos me olvidé de lo demás y recité el cántico. Después de tanto tiempo, lo conocía tan bien que casi parecía que una débil voz me lo susurrase al oído. Frente a la tumba le llegó el turno al sacrificio. No había de sentir lástima por él. Ese era su destino y su propósito, así como la voluntad de los dioses para el descanso de Ívarr.

Debía agradecer haber memorizado todo el rito y que mi cuerpo se moviese de forma automática en algunos instantes, pues era incapaz de concentrarme por completo en mi tarea, aún cuando me había propuesto dejar aquellos malos pensamientos para el día siguiente. Solo la costumbre y la práctica me impidieron cometer alguna equivocación estúpida.

Solo en una ocasión antes de aquella había enterrado a alguien cercano, pero ni quería ni debía pensar en ello ahora. - El pasado es el pasado, pero lo que está por venir solo lo saben los dioses. -

Uthred habla sabiamente. El chico tiene cabeza, y no le falta razón en lo que propone. Apoyo mi mano en su hombro y asiento, dejando clara mi aprobación a su idea. No digo nada, sin embargo, no conviene revelar demasiado a oídos indiscretos. Además, el momento de cargar el cuerpo de Ívarr a su lecho final ha llegado.

El resto de la ceremonia, me mantengo en un silencio respetuoso, celebrando con el resto el honroso sacrificio en honor de nuestro ex-compañero. Intento centrar mi atención en el momento, en este último tributo a Ívarr, pero mi mente vuelve una y otra vez a las odiosas circunstancias de su muerte. Pagará. Quienquiera que haya sido, pagará.

  Existen peligros que evitan que nuestros actos sean impulsivos. La mayoría tienen familias. Esposas, hermanos, hijos, sobrinos... Erik ya perdió a su esposa y por circunstancias como esta podria llegar a perder a su hija. Pero el peligro siempre es bienvenido, porque gracias al peligro nos mantenemos alerta. Nuestra mente buye buscando alternativas y buscando defensas para evitar daños colaterales. Si Gunnar, o quienes hayan sido quienes han perpetrado este asesinato se sienten intocables, poderosos y no ven ningun peligro... eso nos da una ventaja.

  Durante la ceremonia me mantengo firme y mi espíritu se regocija en el recuerdo. La perdida de un hombre como Ívarr siempre es una gran pérdida, y más cuando es padre o amigo. Pero recordamos al hombre, al guerrero, y no nos deshacemos en lágrimas como he visto ocurrir en otras culturas que parecen incluso temer a la muerte. Ívarr ha sido un gran guerrero y quizá los dioses le permitan sentarse a su mesa, pero de no ser así, Ívarr vivirá eternamente en Vingólf. Ademas, aquellos hombres y mujeres que viven una vida de bajezas y blasfemias, aunque mueran por medio de las armas, volarán hasta unas de las regiones de Helheim. Por mi parte, mantengo en mi mente el recuerdo vivo del guerrero, el capitán y el amigo que fue Ívarr.

Saludo a todos aquellos que se detienen a presentar sus respetos a mi marido. Todo transcurre como lo habíamos pensado. Nada se sale de lo corriente. Aprieto con fuerza las manos de mis hijos, vamos a despedir a Ivar y sin duda la vida cambiaría radicalmente para mi... y para ellos.. para todos.

Atiendo con toda la calma que puedo a la ceremonia. Poco puedo hacer y agradezco con sinceridad los regalos que han traído para acompañar a Ivar... tal vez eso aplaque a los dioses.. 

Suspiro. 

Una vez termina la ceremonia aguardo junto a la tumba mientras la gente se marcha. Me acerco a Uthred. Las cosas en mi casa habían quedado sin acordar. Pero antes de cualquier cosa debía acostar a los niños. Acababan de despedir a su padre... suspiro. 

- Tengo que acostarles...  venid luego a mi casa.. todavía tenemos que acordar como vamos a actuar - digo y antes de marcharme añado - Sea lo que sea no os separéis, todo es muy raro. 

La ceremonia es llevada a cabo por Haakon. Las llamadas a los dioses rompen la quietud del entorno que se muestra oscuro y salvaje. Sólo las antorchas que habéis clavado alrededor del lugar de la ceremonia alumbran algo el terreno. Lo suficiente para veros los rostros y las lágrimas que caen por los ojos de muchos de los allí presentes. Nadie se avergüenza, nadie lo echa en cara. Sabéis de la valentía de los hombres y mujeres que allí se reunen y sabéis que las lágrimas no representan más que honra para el muerto que se va al mundo de los muertos acompañado del amor más puro de los suyos.

Haakon hace una señal, y Karl avanza con el esclavo hacia el thulr. Sabéis que la docilidad del esclavo no es casual. Está drogado. Sus pasos son trastabilleantes, pasos cortos y llenos de duda. El thulr comienza a recitar las salmodias necesarias y, sacando un cuchillo, corta el cuello del esclavo. La sangre mana a borbotones y de su garganta apenas sale un ruído sordo, agonizante. El líquido carmesí riega la tumba de Ívarr que descansará plácidamente. A su alrededor se acumulan ollas, monedas, incluso una espada que Björn entrega de forma ceremoniosa al muerto... en definitiva, todo lo necesario para la otra vida. El cadáver del esclavo es acomodado junto al de vuestro capitán para que le sirva en la otra vida.

Pese al bajo estatus de Ívarr, no habéis escatimado en riqueza y habéis intentado darle el mejor entierro posible. Si los dioses lo desean, habéis hecho todo lo posible por intentar hacerles cambiar de parecer y que reciban a Ívarr en el Valhalla. Sabéis que sólo muriendo podréis descubrirlo.

La ceremonia termina poco después. Ishild es la primera en volver a casa con sus hijos. Bera y su hijo vuelven con ella y varios miembros de la tripulación se marchan con ellas para protegerlas. Karl se mantiene silencioso junto a la tumba de su hermano, elevando silenciosas plegarias a los dioses o, simplemente, despidiéndose de su hermano. Björn se muestra taciturno, también cerca de la tumba. Poco después, el resto de la tripulación comienza a marcharse hacia sus casas. Sólo quedáis Bernt, Björn, Erik, Haakon, Harald, Karl y Uhtred. Comenzáis a rellenar la tumba de Ívarr con tierra. Una vez que la tumba queda tapada, arrastráis una piedra sobre la misma. Quizás debiérais hacer que alguien tallase unas runas en recuerdo de Ívarr sobre la misma.

Poco a poco, aunque concierta reticencia, recogéis las antorchas sobrantes y os encamináis a casa de Ishild. Para entonces, los niños descansan en sus camas. Bera e Ishild están sentadas, una junto a la otra. En silencio. El resto de la tripulación que las había acompañado se han retirado hace un rato. La casa se siente artificialmente vacía. Una vez más, sólo las llamas ardiendo rompen la quietud del momento.