Partida Rol por web

Los Caprichos de las Nornas

Capítulo 2: Deuda de Sangre

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23/06/2015, 21:23
Harald Erikssen

Muy bien, te repito que cuentas con mi apoyo y simpatía. - La verdad es que soy el menos indicado para aconsejar, pero si veía bien las ventajas de semejante acuerdo y despues..., pues el tiempo y las nornas dirán.

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24/06/2015, 09:37
Ishild Bjornsdatter

Está bien, podemos directamente vernos mañana por la mañana de nuevo aquí en mi casa - digo mirando a mis compañeros - Los Dioses nos asistan, no quiero más desgracias.

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02/07/2015, 15:15
Sigmund Ragassen

Os habéis separado del grupo hace un rato, dejando finalmente a Karl en la casa, y vuestra conversación sobre el futuro que podrían tener Ishild y Erik se termina cuando llegáis a casa de Jora Helgasdatter. Al abrir la puerta con decisión, Erik ve, para su sorpresa no sólo a su madre, si no a su hermana Asdis Kodransdatter y su marido Finn Edvalssen. Erik hace las presentaciones pertinentes a Harald, pero no se os quedáis demasiado tiempo, lo justo para que el herrero hable con su madre y le haga unas indicaciones para llegar a casa de Ishild.

Harald no puede más que sorprenderse de la fortaleza que emana la madre de Erik pese a su edad. Deduce que, además, de casta le viene al galgo, pues su apellido Helgasdatter es un matronímico, algo infrecuente (aunque no insólito) entre los nórdicos.

Os despedís y avanzáis con buen paso hasta la que fuera la residencia del anterior jarl. Las muestras de duelo han sido retiradas de la fachada del edificio, contraviniendo la tradición, aunque en los alrededores de la misma hay gente que aún ha colgado regalos y bendiciones en honor al difunto. No podéis más que pensar que sólo un malnacido le negaría ese homenaje a un jarl.

Los guardias de la puerta os dejan entrar sin mayor problema.

Ambos habíais estado con anterioridad en la casa del Jarl, como gran parte de los habitantes de Heiðabýr. La casa es lujosa, con buena madera tallada y numerosos objetos traídos de más allá del mar: Frankia, la tierra de los Anglos, Hispania e incluso de Miklagard.

Esperáis en una salita adyacente a la sala de recepciones durante unos minutos. Aunque la espera es corta. Os consta que la disposición de la sala de audiencias es novedosa para las tradiciones nórdicas, mucho más comunales, y más parecida a las de otras zonas de Europa.

Sobre un trono de madera tallada, Sigmund Ragassen, con su mujer y hermana de Erik, Asleif Jorasdatter, y el padre de Sigmund, Raga Truvorssen a ambos lados del mismo. La cara de Sigmund no cambia cuando os acercáis a él, como si su rostro estuviese tallado en piedra.

Tras unos interminables minutos de silencio, por fin Sigmund lo rompe con voz potente: ¡Hermano, Erik! Me alegra que hayas venido tan pronto a rendir vasallaje a tu jarl. No creo que te haya sorprendido que mi amistad con el rey Sigefrid haya dado sus frutos y me haya otorgado un puesto digno de mi. La sangre de Erik se va calentando y sus músculos tensando por el odio que empieza a sentir. Un odio mezclado con un profundo desprecio. Pero el herrero se controla. Desvía su atención a los lados del jarl. Su hermana apenas levanta la mirada del suelo. Puedes ver los restos de un hematoma al lado de su ojo, ya amarillento. Raga no os quita ojo de encima y se le nota tenso. ¿Qué os trae por aquí? Dice con falsa cortesía.

Notas de juego

Miklagard es el nombre que los nórdicos daban a la capital del Imperio Romano de Oriente (también conocido modernamente como Imperio Bizantino): Constantinopla (hoy día Estambul).

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02/07/2015, 15:36
Tabernero

Partís de casa de Ishild Björn, Bernt y Uhtred en dirección a la taberna de la zona de las marismas donde Uhtred os dijo que podríais llegar a encontrar información. El camino se hace largo, pese a vuestro paso vivo. De nuevo, el sudor que cubre vuestras espaldas por el esfuerzo se torna helado cuando paráis debido al viento.

La ciudad comienza a ebullir de vida. Los tenderos, artesanos y taberneros, todos ellos se afanan en las calles para abrir su negocio o continuar con su labor. Las mujeres van a buscar agua o limpian las casas.

Tras un buen rato en el que apenas habéis comentado lo que haréis, llegáis hasta la taberna. Todos váis armados, por lo que pueda pasar. En la puerta del lugar, el gigante que vió Uhtred la vez anterior. Obviamente, no se trata de un gigante en sí, pero sí de un hombre de enorme tamaño y altura que mira desafiante a todo aquel que cruza a su lado. En su poder, una porra (sin duda para aturdir y no matar a quien se pase de listo) y una espada para cuando no haya más remedio que usar fuerza letal. Todos sois guerreros, fuertes y diestros, pero tenéis el presentimiento de que mejor no tentar a la suerte.

Entráis por la puerta y el giganto no os dice nada. Uhtred ve como éste le hace un gesto de complicidad, sin duda por haber vuelto en un periodo tan corto de tiempo. Según entráis os dirigís hacia la barra. Como siempre, las mesas están de bote en bote y los clientes gritan de júbilo o maldicen en función de su suerte con el azar.

Tras la barra, el hombre de la otra vez. Os mira y sonríe. En su boca faltan varios dientes. ¿Que les pongo, señores? Intenta decir con educación aunque se le nota forzado. Su voz es pausada, al igual que los mecánicos movimientos que hace que Uhtred tan bien recuerda de la anterior vez.

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02/07/2015, 15:46
Gunnar Ragnarsen

Uno tras uno, habéis ido saliendo de casa de Ishild. Atrás quedan la viuda de Ívarr, Karl, Bera y los niños.

Tienes una misión clara y te encaminas hacia ella con diligencia. Por las calles, vas sorteando a los habitantes de Heiðabýr que se dirigen a sus destinos: trabajo, talleres o a tabernas y lupanares. También tropiezas con algún mendigo que suplica por alguna moneda, probablemente un mutilado que tuvo la desgracia de morir en combate o algún aprovechado que prefiere vaguear en lugar de conseguir dinero de una forma digna, aunque sea para gastárselo en alcohol. En cualquier caso, todos se apartan de tu camino con una mezcla entre temor y respeto.

Durante el trayecto piensas en tu sueño de nuevo. Los lobos sabes que son la clave. Los lobos eran iguales en tu sueño que aquellos que atacaron tu aldea. Aunque ese detalle lo omitiste a la tripulación. Un ligero remordimiento te asalta, pero lo deshechas en seguida. Hay cosas de tu pasado que prefieres no compartir. Aunque de alguna manera, sientes que éste ha vuelto a por ti. Harald reconoce el símbolo. ¿Os habrán los dioses unido de alguna manera? Sólo el tiempo os podrá indicar la naturaleza de esa unión, pero tendrá que esperar.

Para cuando te das cuenta, has llegado a la plazita que se levanta frente a la casa de Gunnar. En la puerta dos guardias. En el tiempo en el que atraviesas la plaza, dos personas han salido por la puerta y una tercera ha entrado. Los guardias no les han detenido, ni les han dicho nada.

Avanzas sin detenerte, mirando al frente. Pasas al lado de los guardia: uno a cada lado de ti. Tus músculos están tensos. Sabes lo que pasó la última vez. Una gota de sudor cae por tu sien.

No pasa nada.

Entras en la casa de Gunnar sin oposición.

Sigues por el pasillo de piedra a la última persona que llegó. Entras en una gran sala, separada por una especie de paravientos o pared de tela que da un mínimo de privacidad. En la sala, varias personas esperan delante de ti. Las costosas vestimentas de algunos de ellos les delatan como mercaderes, otros, con ropa más común, son simples habitantes de Heiðabýr: artesanos, taberneros y gente que necesita algo de Gunnar. Probablemente dinero.

Esperas sentado en una incómoda silla a tu turno. Cuando por fin llega, uno de los mercenarios de Gunnar se acerca a ti y te indica que le sigas. Su presencia te incomoda. Varias veces sientes la tentación de huir, temeroso de que te hayan descubierto. Pero una vez más, nada pasa.

Por fin estás frente a Gunnar. Esperas en silencio, con la cabeza gacha en señal de respeto. El hombre por fin habla: Haakon Rasmussen. Benditos los ojos. ¿Qué te trae por aquí thurl?

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02/07/2015, 15:56
Jora Helgasdatter

Todos se marchan, dejándote con Karl y Bera que poco después anuncian que también ellos deben ocuparse de asuntos propios. No les criticas. Sabes que han hecho muchísimo por ti y les despides con una sonrisa. Te piden llevarse a los niños a lo que te niegas, aunque tras insistir Bera, accedes.

La casa queda vacía, pero en cierto modo lo agradeces. Tienes mucho en lo que pensar.

Comienzas a recoger la casa un poco más. No es que estuviese sucia, pues la limpiaste el día anterior, pero te mantiene con la mente ocupada y es algo bueno. Comienzas a pensar en formas de adornar la casa para la cena. Pronto tendrás que avisar a más mujeres para que asistan a la cena que vas a dar. Bera te ha prometido volver más tarde, pero ahora estás tú sola.

Despejas la mesa sobre la que ayer estuvo tu marido. Ívarr. En tu boca se dibuja una sonrisa triste. Le echas de menos. ¡Cómo iba a ser de otro modo!

En ese momento, alguien golpea la puerta y la abre. Al abrirse, una mujer de pelo cano. Tras ella, un hombre joven de rostro aniñado junto a una mujer y una hermosa muchacha.

Soy Jora Helgasdatter, la madre de Erik Kodranssen- Tú debes de ser Ishild, ¿no es así?. Mi hijo me ha enviado a hacerte compañía y ayudarte con los preparativos. ¡Una cena de mujeres es una hermosa celebración! Dice con tono ufano, aunque su rostro pronto cambia. Lo siento, he debido perder mis modales. Siento mucho la pérdida de tu marido. Tras ella, tanto la muchacha como el hombre y la mujer a su lado inclinan la cabeza a modo de respeto. Estos son mi hija Asdis Kodrasdatter y su esposo Finn Eddvalssen. Y esta preciosa niña es Ragna, la hija de Erik. Los tres inclinan la cabeza de nuevo, con una sonrisa, esta vez como saludo. Estamos aquí para ayudarte. La mujer se adentra más en la casa sin que digas nada. Tienes una casa muy hermosa, Ishild. Sin duda será una hermosa cena. La mujer mira al hombre y le ordena: Finn, mientras las mujeres nos encargamos de la limpieza y de planificar la cena, se buen chico y hazle un favor a esta anciana: vete al bosque y trae flores. Hermosas flores para adornar esta hermosa casa. Vamos. A lo que el hombre asiente y tras despedirse de ti, sale de la casa con prisa.

Las mujeres se acercan a ti las dos. Bueno Ishild, dice Jora, ¿qué has pensado en hacer de comer? Podemos dividirnos la tarea para que sea menos pesada. Hasta Ragna ayudará, ¿verdad, cariño? La niña asiente, con una graciosa mueca. Su pelo, rojo como el fuego y sus pequitas hacen un conjunto delicioso.

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03/07/2015, 10:00
Harald Erikssen

Dada mi poca sociabilidad, aumentada por una dedicación tan solitaria como es guardabosques, no me suelo relacionar mucho con la gente y para mí, que me inviten a entrar en una casa familiar es hacerme un honor. Me encanta la familia de Erik, se le ve muy unida. Su madre me impresiona muchísimo y no puedo evitar acordarme de la mía, tan tempranamente desaparecida y que también tenía, al menos para mí, un aura especial. Me gustaría conocerlos mejor, pero el deber está lo primero, por no hablar de que si el sueño es un mal presagio, lo último que quiero es contaminar a esta familia.

Al llegar a la casa del Jarl, una mueca de desagrado se asienta en mi rostro. La falta de respeto hacia el anterior Jarl al retirar todo símbolo de duelo tan pronto no hace sino confirmarme lo que ya me había advertido Erik, que el nuevo Jarl es una persona poco honorable. Hago un esfuerzo por volver a mi anterior rostro de impasibilidad.

Más y más cosas se van sumando a mi desagrado. En el poco tiempo que lleva ya ha cambiado la sala y la ha dispuesto como uno de esos reyezuelos de las tierras a las que saqueamos, olvidando nuestras tradiciones. Si faltaba algo, puedo observar en la cara de la que supongo será la hermana de Erik y esposa del nuevo Jarl, huellas del maltrato de este arrogante. No puedo ni imaginarme el esfuerzo que tiene que hacer mi compañero para contenerse y de hecho, lo veo como se tensa, aunque afortunadamente logra controlarse.

Hasta el saludo me desagrada. Alguien que presume de haber alcanzado un puesto por amistad y no por méritos propios me está indicando que no es alguien en quien confiar. Quizás debería responderle yo para dar tiempo a Erik a relajarse, pero por otra parte, no estamos de visita oficial, si no más bien de cortesía, como el que va a saludar a un familiar, de manera que decido dejar que sea mi compañero quien le responda.

 

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03/07/2015, 15:10
Erik Kodranssen

Sientiendo las sangre arder en sus venas logre contenerla para que no llegara a mi cabeza. Ver a mi hermana como un cascaron vacio, pobre sombra de lo que fue en su dia, undio mi alma en una tristeza inexpresable con palabras. Recordar los motivos que me habian llevado a ese lugar me permio abrir la boca. Las palabras salieron por mi garganta cortandome por dentro pues mi deseo era abrir en canal a ese maldito.

- Como bien decis, hermano... nos trae a vuestra puerta el deseo de felicitaros por vuestro nombramiento y ponernos a tu servicio.- dije tratando que mi voz mostrara un tono neutro. Sabia que era lo que ese hombre queria, tenerme bajo la suela de su bota y tenia que darselo.- El es mi compañero, Harald Erikssen.

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03/07/2015, 21:15
Harald Erikssen

Hago un leve gesto de saludo al nuevo Jarl cuando mi compañero me presenta, pero sigo sin abrir mi boca para nada.

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06/07/2015, 12:13
Haakon Rasmussen

- Una ratonera - Cada poco tiempo, aquél pensamiento venía a mi cabeza. Me sentía atrapado junto a aquella pequeña multitud, y durante el tiempo de espera acudió a mi cabeza el pensamiento de que aquellas personas, al igual que yo y mis compañeros, dependíamos de Gunnar de alguna manera. Me perdí en mis pensamientos, y antes de que me diera cuenta un mercenario me indicó que había llegado mi turno. Por alguna razón lo sentí como si fuera el anuncio de mi ejecución, o mi condena por algún crimen.

Al entrar en la sala donde me esperaba Gunnar respiré hondo un par de veces para calmarme. No sabía de que estaba tan asustado, en mi cabeza algo me seguía diciendo que Gunnar no podía estar involucrado, o tal vez era que no quería creer que estuviera involucrado. Fuera como fuese, desheché esos pensamientos y me centré en la conversación que me ocupaba ahora.

- Saludos, Gunnar. Creo que ya imaginarás parte de las razones que me traen aquí hoy. Aún no hemos hablado de la incursión, ni el pago que te debemos por el uso de la embarcacion. - De nuevo, una pausa más larga de lo normal - Pero, entrelazado con eso, existe otro asunto más funesto. Gunnar, tal vez ya lo sepas, o tal vez no, pero Ívarr ha muerto. -

Esperé una respuesta. Me descubrí a mi mismo escrutando el rostro de Gunnar en busca de algo más allá de la sorpresa natural al enterarse de la muerte de alguien cercano, o, como creía que ser el caso de Gunnar, un compañero de negocios.

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06/07/2015, 14:09
Ishild Bjornsdatter
Sólo para el director

Ivar apostando.... qué le habrá llevado a ese extremo... y no decirme nada... 

Todos los pensamientos se arremolinan en mi cabeza y no saco nada en claro. Agradezco cuando escucho voces y puedo salir de mi propia espiral. Sonrío cuando veo quienes son y asiento con educación. 

Les invito a pasar a mi casa y les ofrezco algo de leche o cerveza según prefieran. 

- No te preocupes Jora - le digo esbozando una sonrisa - Hay quien dice que la muerte es la celebración de la vida - le digo recordando haberlo escuchado alguna vez y niego - El dolor fue insoportable ayer al conocer la noticia. Algo imprevisto. Pero no creo en las largas lamentaciones - le digo encogiendome de hombros y sonrío al ver como la mujer se pone a organizar. Algo de ayuda vendrá bien. 

- Iba a acercarme a comprar la comida ahora antes del mediodía, no había pensado exactamente el qué... - digo y la miro - Si quieres sugerir algo... - explico y miro a Ragna - No te preocupes, intentaremos que sea divertido.

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06/07/2015, 15:02
Sigmund Ragassen

Sigmund hace un leve gesto con la cabeza para saludar a Harald aunque no le dirige palabra, mientras mantiene una sonrisa de plena satisfacción. Sus ojos brillan de soberbia, sabedor de que una vez más se ha impuesto sobre su rival. En este caso, Erik.

Asleif se remueve inquieta en su silla, sin apenas levantar la vista. La cara de Raga también muestra satisfacción. Sus ojos están clavados en Erik, llenos de odio pese a que su rostro se mantiene sereno, sin intención de retirarlos prontamente.

Sí, mi nombramiento hace justicia. Los dioses siempre ponen a cada cual en el lugar que debe. A los nobles y mejores de cada sociedad al frente, bien sea como jarls o como reyes, que Odin bendiga al rey Sigefrid con muchos años de reinado. A los menos aptos les pone al servicio de los primeros. Concluye con una sonrisa maligna.

Al parecer, cansado de estar sentado, el jarl se levanta de su trono y se pasea por la estancia en silencio. Al final, decide volver a su asiento, os mira y dice: Bueno, imagino que habrás venido a pedirme algo y no sólo a arrodillarte ante tu jarl. ¿Me equivoco?

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06/07/2015, 15:09
Gunnar Ragnarsen

Gunnar se revuelve incómodo sobre su silla que poco menos parece un trono. Sus ojos se clavan en los tuyos y su boca comienza a abrirse, pero aún tarda unos segundos en hablar. Finalmente se decide y dice: Si, el pago que debéis. ¿Ha habido algún problema con ello? Pregunta con fingida inocencia. No sé nada de Ívarr. Siento oír eso. Sus palabras te suenan a ponzoña. Sabes que está mintiendo pese a que no eres el mejor cogiendo mentiras. Es que no te cabe ninguna duda. Maldito bastardo. Te dices para tus adentros.

Notas la tensión creciente en el ambiente. Sabes que Gunnar sabe más de lo que dice, pero tampoco tienes pruebas más allá de tener la certeza de que no ha dicho más que mentiras ante lo que le has dicho.

Sé que no es buen momento para hablarlo, con Ívarr lamentablemente muerto. Pero tengo el presentemiento de que no tenéis el dinero que me debéis y ya váis con retraso. ¿Me equivoco? Su avaricia parece ser lo único que no deja de ser verdad en ningún momento. Su tono se ha elevado ligeramente, y su voz vibra con cierto nerviosismo. No puedes menos que contagiarte de ese mismo nerviosismo. Involuntariamente no puedes evitar mirar a los lados, donde dos mercenarios de Gunnar hacen guardia a cada lado de su contratador. Te preguntas si Gunnar ordenará que te maten ahí mismo.

- Tiradas (2)

Tirada oculta

Motivo: Tirada de Mentir

Tirada: 4d10

Resultado: 3(+2)=5, 5(+2)=7, 2(+2)=4, 9(+2)=11 (Suma: 27)

Tirada oculta

Motivo: Tirada de Detectar Mentira

Tirada: 4d10

Dificultad: 16+

Resultado: 4, 10, 8, 10 (Suma: 32)

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06/07/2015, 15:26
Jora Helgasdatter

No hace falta que escondas tu dolor, preciosa, todos hemos perdido a gente que queríamos y nunca es sencillo. Dice Jora con voz calmada pero apasionada. Una buena cena necesita de buena carne. Se gira y mira a su hija, Asdis, ahora acompañada únicamente por Ragna. Vete al mercado y compra buena carne, cordero o caza si está bien de precio. Compra también hortalizas: nabo, zanahoria y cebolla. Vuelve pronto. Ordena la mujer con decisión pero a la vez con dulzura. La joven Asdis asiente y sonríe, te mira una última vez y parte presta hacia el mercado. Ya sólo quedáis tres.

Ahora nosotras comenzaremos a limpiar la casa, apartaremos los muebles que no sean necesarios para hacer hueco y prepararemos la mesa. En cuando dispongamos de los ingredientes prepararé un delicioso estofado de carne con la receta secreta de mi familia. Dice Jora poniendo un divertido tono de forzado misterio que te hace esbozar cierta sonrisa. Ragna ríe con alegría y su risa te calienta el corazón. Tras la muerte de tu marido habías notado que la casa estaba falta de risa y alegría. Aunque no fuese para menos.

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06/07/2015, 23:10
Erik Kodranssen

- En eso teneis razon, Odin concede su gracia a quien considera digno pues en el fondo todos les servimos, de una forma u otra.- dijo guardandose el resto de su pensamiento.

Asintio con la cabeza, deseando saltarle al cuello.-Mas que a pedir podria decirse que vengo a ofrecer.- aseguro.- Imagino que la noticia del fallecimiento de nuestro lider habra llegado ya hasta sus oidos, dado el puesto que ocupa. Las ultimas incursiones tampoco fueron buenas y la forja podria ir mejor, asi que he pensado que podriais necesitar un par de espadas a vuestro servicio.- Sabia que estaba improvisando pero si querian saber algo mas debia meterse en la boca del lobo.

- Nos conocemos de hace tiempo y aunque tuvimos diferencias, ambos sabemos que habilidad y fuerza para seros util, no me faltan

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07/07/2015, 23:20
Harald Erikssen

Tengo que apelar a todo mi autocontrol para evitar volverme hacia Erik - por Hela, ¿que demonios estás diciendo Erik? - La verdad es que la entrevista acaba de dar un giro inesperado. El intercambio de indirectas y dobles sentidos era previsible, pero esta oferta de Erik me ha tomado completamente desprevenido.

De todas formas, ya hay poco que pueda hacer. Confío en mi compañero y espero que podamos sacar algo en claro.

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08/07/2015, 01:15
Bernt Karlssen

Tres cervezas. Me coloco en la barra, dejando sitio a mi lado para Uthred. Echo un vistazo a las mesas en las que los hombres juegan. Nunca me ha atraído demasiado ese tipo de juegos de azar, aunque puedo entender el atractivo que tienen. Espero a que sea mi compañero el que tome la iniciativa para la conversación, a él se le da mejor la diplomacia. Entre tanto, doy pequeños sorbos a la jarra sin perder del todo de vista al gigantón.

Notas de juego

Nota del director: Te he editado el post porque Björn está también con vosotros y sería feo no pagarle la birra a él también.

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08/07/2015, 01:33
Haakon Rasmussen

Al escuchar sus palabras sentí como el temor que me había acompañado hasta ahora se transformaba lentamente en rabia. Ni siquiera podía preveer que habría sido capaz de decirle de no haber visto a ambos lados a sus guardaespaldas. No podía abandonar la cautela. Fuera como fuese, ya no creía que Gunnar pudiera guardar ningún tipo de honor.

- Si... así es. - ahora hablaba con lentitud mientras contenía mi lengua, pero al mismo tiempo estaba más centrado en el rostro de Gunnar, buscando un gesto, una expresión que delatase su culpabilidad - La última expedición no tuvo mucho éxito, confiábamos en poder soportar la falta de unas pocas monedas en cada bolsillo... - por dentro pensaba - delátate, maldito perro mentiroso -

- Pero los malnacidos que asaltaron a Ívarr se llevaron eso también. Ahora solo podemos pedirte que nos permitas pagarte de otro modo - - ...tal vez con un trozo de hierro entre tus costillas... - - o que nos aplaces el pago hasta poder reunir de nuevo esa cantidad. -

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08/07/2015, 15:25
Sigmund Ragassen

Te agradezco el ofrecimiento, Erik, pero prefiero tener a mi servicio guerreros, no herreros. Dice con un tono de voz que ha empezado con falsa dulzura y ha terminado con evidente desprecio. Erik nota como su sangre comienza a calentarse pues Sigmund no hace ningún esfuerzo en mostrarse respetuoso,  más bien todo lo contrario. Dedícate a hacer espadas para que los guerreros sirvamos a nuestro rey en el campo de batalla. Después de todo, los dioses son quienes nos ponen a cada uno en el lugar que merecemos.

Podría daros unas monedas para que sobreviváis al invierno si tanto lo necesitáis. Después de todo, somos familia. Dice acariciando con el dorso de su fuerte mano la mejilla de Asleif que tiembla de forma casi imperceptible ante el contacto con la mano de su esposo. Después te mira con cara de satisfacción y le dice a su padre: Padre, dales un par de monedas de plata para que pasen el invierno.

Ahora, dice dirigiéndose a vosotros de nuevo, si no tenéis más que pedir, tengo más gente a la que atender. La posición de jarl supone una gran responsabilidad.

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08/07/2015, 15:30
Tabernero

El tabernero corre presto a prepararos unas cervezas llenando las jarras que hasta hacía poco había estado limpiando con un trapo mugriento. Bernt observa que Uhtred no hace ni siquiera amago de coger la cerveza. Cuando da un trago de la jarra, descubre porqué. La cerveza es asquerosa, con un sabor realmente desagradable.

Al mirar hacia la puerta, puedes ver sólo el gran brazo del guerrero que custodia la entrada, que sigue con la mirada hacia el frente, en pose casi marcial, no permitiendo entrar a la gente que considera que no tiene dinero para dejarse en el interior de la taberna.

Serán 1 moneda de plata por ambas cervezas, caballeros. Dice el tabernero haciendo el esfuerzo de parecer educado tratándoos de lo que ambos sabéis que no sois. Una moneda de plata. Piensa Bernt pensando en el precio desorbitado para una cerveza que poco menos parece meado de perro.