Partida Rol por web

-Harald, tapa la boca del tipo y sujeta su mano armada, pero desde su izquierda, asi su cuello estara expuesto por la derecha, para que yo clave el clavo. No lo sueltes, no dejare de pincharlo hasta que veamos que ha emprendido el viaje al valhalla. Quiero matarlos a todos, pero no me produciria ningun placer privarlos del valhalla, que sean los dioses quienes decidan si los aceptan o no, yo solo quiero privarlos de su vida actual, la futura no es mi problema. En cuanto caiga el mío, acudire en ayuda de Bernt y Haakon, por si acaso. Haced lo mismo vosotros, para asegurarnos.

Una vez muertos, que los dos con talla mas parecida se coloquen su indumentaria y se armen con sus armas. Uthred necesitara un arma, seguro que podemos quitarles alguna. Uthred, no se que planeas hacer, pero estoy contigo. Dame tiempo para asegurarme de que nuestros parientes menos fuertes esten a salvo y me tendras a tu lado sin dilacion.

   Tumbado, escuché las palabras de Erik. 

   - Vayamos por partes. Primero tenemos que liberarnos. Harald, tú reducirás a un guardia para que Erik le clave el clavo en la yugular. Tienes que ser rápido, Erik. Si no ha muerto al primer golpe, deja que se ahogue o se desangre mientras Harald sigue sujetándolo. Si hay otro guardia, Bernt* le sujetará y Haakon clavará el otro clavo en la garganta del guardia. Tenemos que ser rápidos y sin que nada haga dudar nuestras manos. Es importante - Dije mirando a Harald y a Bernt. - que cuando reduzcáis a vuestros hombres, les sujetéis y a la vez les cerréis las bocas para evitar que griten.

   - Una vez libres debemos dividirnos. Un grupo se dirigirá a atrapar a Aitet en su casa y prenderle fuego. Otro grupo, más reducido y silencioso, irá a liberar a las mujeres, los niños y los ancianos y preparar el barco para la huida. Debemos ser silenciosos. - Repetí, pues la importancia de esa cuestión era vital. - Evitaremos los enfrentamientos directos, si vemos a un guardia distraido trataremos de emboscarle y matarlo sin que ofrezca oposición. No gritaremos nada, ni lanzaremos exclamaciones o retos individuales a esos hombres. Si salimos de aquí ya habrá tiempo de buscar la gloria, ahora tenemos que ser silenciosos y letales como una serpiente venenosa. Finalmente, cuando hayamos atrapado a Aitet dentro de su casa y hayamos prendido fuego a ésta, nos reuniremos en el barco y saldremos al mar inmediatamente. 

   - Me gusta la idea de Erik. Cogeremos las armaduras de los guardias y sus armas y cascos. Pero una cosa, Erik... si nos cruzamos con un guardia no hablamos con él, nos acercamos a él y le matamos sin miramientos. Sin que se lo espere. Bien... ¿tenéis alguna idea de como debemos formar los dos grupos**?

-Creo que una vez solventemos el asunto de los guardias, debemos de llevar sin dilación a nuestra gente a los barcos. Debemos asegurar su salvación al menos. Los barcos seguro que tienen vigilancia, por lo que creo que uno de nosotros, disfrazado debería acercarse a quienes guarden los barcos, con una botella si es posible y haciendose el beodo. Cuando este lo bastante cerca, deberá atacar sin previo aviso a uno de ellos. Mientras tanto, dos de nosotros deberiamos ayudarlo atacando por detras o los lados a los guardianes de los barcos.

Una vez hecho lo anterior, subimos a nuestra gente a bordo y nos preparamos para partir. En el pueblo habrá que combatir, pero en los barcos tambien. Yo me ofrezco a encabezar la partida a los barcos y despues unirme a quienes queden aqui. Mi primo Torgeis me ayudara, seguro y los veteranos de nuestro grupo me vendrán bien ahi, ellos ayudaran a mantener la moral de todos y a proteger a los nuestros si las cosas no van segun nuestros planes.

   - Erik, son treinta y siete hombres. Treinta y siete. Y no tenemos el barco preparado. Hay que echar el barco a la mar, y será una tarea pesada. Luego hay que ponerse a remar y preparar la vela para tomar el viento necesario. Creedme, se lo que digo. Necesitamos tiempo para prepararlo todo y además, tenemos que evitar que Aitet pueda perseguirnos... o al menos que no pueda perseguirnos durante un tiempo... tiempo que aprovecharemos para estar lejos.

   Entonces me incorporé y en el embarrado suelo de la celda tracé una especie de mapa con lo que había logrado ver: El asentamiento no era un pueblo propiamente dicho. Estaba el Hall de Aitet, la cabaña donde nos retenían y una cabaña más. Marqué con una X el lugar donde, orientativamente, está la playa y los barcos.

   - Haakon y Erik os encargaréis de poner a salvo a las mujeres, los niños y los ancianos. Arn y Torstein están con ellas, os servirán. Ishild también puede luchar. Llevate a Finn contigo para que te ayude. Harald, tú vendrás conmigo y con Bernt, Torgeis, Hrolf, Einar y el resto también vendrán. Lo que haremos será despejar el camino y matar, silenciosamente, a los guardias que vayamos encontrando apropiándonos de sus armas, y recogeremos a Siggy. Si es posible sabotearemos el portón del Hall de Aitet para hacerle perder el tiempo, lo atrancaremos o utilizaremos cualquier otra cosa. La prioridad es salir de aquí y reunirnos en la zona de los barcos, por lo que si logramos pasar desapercibidos no hará falta perder el tiempo en el Hall de Aitet. - Aquello, más que ser una auténtica necesidad, era un gesto de buena voluntad hacia el joven que, seguramente, estuviera deseando regresar con su amada Asdis. No iba a llevarlo conmigo y ponerlo en peligro en el caso de refriega. - Además, podemos hacer algo más sencillo. Quemar los barcos en los que no escapemos. Dará igual que Aitet nos descubra cuando ya estemos en el mar, porque no podrá perseguirnos. Es necesario acercarnos al Hall, al menos para cerciorarnos de que Siggy está libre. Si es necesario, Erik, Haakon, Harald, marchaos y poned a salvo al resto, pero yo cumpliré mi palabra o moriré en el intento. - Declaré rotundo. 

Tenía el corazón en un puño. A pesar de sujetar el clavo con fuerza la mano me temblaba, por lo que tuve que sostener ambas manos juntas para demostrar algo de firmeza.

- Los mejores guerreros sois vosotros dos. - dije sin dudar mirando a Erik y Uther - Mientras uno va con unos pocos de nosotros a desatar el caos prendiendo fuego durante la celebración de Aitet, el resto llevaremos a las mujeres, niños y ancianos al barco. - miré de reojo al abuelo de Uther y a Torstein. Tras la cena caliente parecían tener mucho mejor aspecto que los últimos días anteriores, y estaba seguro de que tenían su propia deuda que hacer pagar a sus esclavistas. Hice un gesto con la cabeza a Uther que pretendía significar - Llevadles con vosotros. -

- Recoged también comida si sóis capaces, pero no os juguéis el cuello por ella. - Antes de continuar torcí el gesto; lo cierto era que quería acompañarles hasta donde Aitet y asegurarme personalmente de que todos volvían a salvo, pero Uther me había rogado explícitamente que ayudase a las mujeres, niños y ancianos. No podía negarme. Además, tal vez Uther comenzase a tener sus propios motivos personales para encargarse en persona también del rescate de Siggy - Y volved con vida, todos. -

Hermanos, vayamos poco a poco - dije lo más pausado posible, pues todo parecía haber entrado en erupción ante la inminencia de nuestro golpe - Lo primero será librarnos de estos guardias. 

Estoy de acuerdo en que no podemos dejar a Siggy en manos de Aitet. Si logramos escapar, la pobre muchacha sufrirá las iras de esos cerdos, pero pongamos el sigilo por encima del valor. Son muchos, demasiados para los que estamos y en las condiciones que estamos, mal alimentados y sin armas.

No creo que estén los barcos vigilados y os recuerdo que salvo el que hemos arreglado nosotros, los demás no están en condiciones de navegar, de manera que creo que deberíamos si dividirnos en dos grupos y unos que se encarguen de llevar a las familias al barco y el otro que vigile y rescate a Siggy - mierda, teníamos que haber convenido con ella una señal para que saliera de la sala con cualquier pretexto - Tampoco yo estoy dispuesto a dejarla abandonada.

¡Paparruchas! Dice Arn que hasta entonces había estado en silencio, cubierto por una manta. Los más fuertes debéis ir a la playa y dejar que unos pocos prendan fuego y faciliten la huída. Se trata más de ingenio que de fuerza.

Hijo, dice mirando a Uhtred, tú vendrás conmigo, con Torstein a prender fuego a la casa. Con un grupo pequeño nos basta para ver arder a ese hijo de mil putas de Aitet. Ni aunque fuésemos todos podríamos enfrentarnos al pequeño ejército de ese bastardo frisio. No hace falta poner en peligro a todos el grupo por una misión suicida. Incluso si fracasamos, si damos suficiente tiempo a los otros para huir será suficiente.

Y vosotros, dice ya dirigiéndose al resto de hombres, debéis correr a la playa y empujar entre todos el barco hacia el agua. No os sobrarán brazos, hijos míos. Nosotros nos uniremos pronto. Su tono no deja lugar a la réplica. Y quizás porque los dioses también lo quieren así, no os dan tiempo para discutirlo, pues oís pasos que se acercan. Instintivamente os ponéis en posición. La puerta se abre y aparecen dos guardias, rápidos como culebras os movéis aún encadenados y les apresáis atrayéndoles con la celada de un Uthred herido.

Harald sujeta al suyo por la espalda, moviendo el cuello hacia un lado para dejarlo descubierto. Sólo los ojos del guardia abriéndose llenos de pánico logran reaccionar mientras Erik penetra el cuello de éste con el clavo que ase con fuerza. La sangra mana del cuello como una cascada, tiñendo de rojo el suelo y el pecho y cara de Erik que parece ahora un demonio salido de Hell.

Por su parte, Bernt coge al otro pero el clavo en las manos de Haakon no es tan efectivo como en las de Erik. La primera vez que clava su arma improvisada en el cuello del guardia éste consigue deshacer la presa de Bernt. Éste reacciona con suficiente premura y Haakon, quizás por la adrenalina del propio miedo por el susto, asesta repetidas puñaladas en el cuello del nuevamente preso guardia que cae al suelo muerto. Ni un ruído. La cabaña es vuestra, pero no tenéis tiempo que perder.

-Me pondre sus ropas, ayudadme a quitarselas antes de que se manche todo de sangre. Avanzare delante, para que pueda alertaros si me cruzo con alguien. Ademas mantendre el clavo en la mano, por si necesito atacar deprisa y repentinamente. Vamos a los barcos.

   Cuando escuchamos los pasos de los guardias y cómo abrían la puerta de la cabaña, todos nos pusimos en movimiento. Yo me preparé para desarrollar la pantomima de un enfermo, herido o moribundo. Y me sorprendió el hecho de que los guardias cayeran en la trampa de forma tan sencilla. No tuvieron casi tiempo para reaccionar cuando Erik y Haakon mataron a sus respectivos. Haakon había tardado un poco más, pero al final habían muerto sin dar la voz de alarma. En ese momento me levanté y me dirigí a uno de los guardias.

   - Desnudemosles. Todo nos sirve. Nos repartiremos las armas entre los dos grupos. - Mientras hablaba me dediqué a desnudar a uno de los guardias. Le iba a quitar todo. Empecé con su armadura, si es que llevaba, para luego apilar las armas. Si llevaban espada, hacha, daga, cuchillo o lanza. Dependiendo de lo que consiguiera apilar, lo repartiríamos adecuadamente. Y lo mismo pasaba con las armaduras. Y una cosa muy importante, busqué las llaves que abrían las celdas, las cuales las llevará el grupo encargado de liberar a las mujeres.

   Por otro lado, no rebatí lo que mi abuelo decía. Él tenía más experiencia que cualquiera de nosotros, y me parecía bien aquel reparto. De echo la sombra de la duda surcó mi mente y miré a los ojos de mi abuelo. Leí en sus ojos lo que pretendíamos hacer. Si salía bien, nos reuniríamos con el resto. Pero si algo se torcía, ibamos en una misión suicida. Arn, Torstein y yo. Algo me decía que mi abuelo pensó en su último combate. Y si caíamos, al menos les daríamos tiempo al resto para escapar.

   - Venga... rápido.

Creía que estaba preparado para lo que estaba por ocurrir, pero no era así. Los guardias entraron y enseguida fueron inmovilizados, pero no duraría mucho tiempo. Haciendo acopio de toda mi voluntad me lancé hacia adelante y apuñalé con el punzante clavo el cuello del guardia. La sensación del frío hierro perforando la carne me hizo olvidar por uno momento todo lo demás, salvo la certeza de que el guardia estaba muerto... pero no estaba muerto. Con fuertes espasmos, como un pez fuera del agua, se libera y me arroja hacia atrás; ya no sabía lo que hacía, el miedo me atenazaba y solo era capaz de repetir la mima puñalada sobre el cuello una y otra vez hasta que el hombre dejó de moverse.

Me costó casi un minuto recobrar la consciencia de lo que estaba ocurriendo a mi alrededor, mientras los demás quitaban a los guardias todo lo que nos fuera útil. Al mirar mis manos cubiertas de sangre tuve que reprimir una arcada. Solo me mantuvo en pie saber que necesitabamos movernos de inmediato, y me obligué a apartar de mi mente lo que acababa de ocurrir hasta que fuera capaz de pensar en ello más tarde. - Olvida la sangre de las ropas, Erik. Está oscuro y parecerás uno de ellos, y si alguno se acerca lo suficiente para darse cuenta de lo que és, estará más que muerto. - - o lo estaremos nosotros. - pense con un escalofrío.

- Uther, como ha dicho Arn vosotros no necesiaréis de la fuerza bruta, pero aún así deberíais llevar algo con lo que defenderos por si las cosas salen mal*. Elige. -

A pesar de que los demás se repartían las pocas pertenencias de los guardias, me negué a quedarme nada. En primer lugar porque había otros más diestros con las armas que yo, y en segundo, porque era de mal fario robar a un muerto, aunque sabía que esto último carecía de importancia en nuestras circunstancias. Lo único que guardé para mi fue el clavo aún ensangrentado en mis manos. Recordé mis anteriores pertenencias, sobre todo en el bastón que había heredado de mi mentor, y lamenté profundamente haberlo perdido.

Sin tiempo para replicar a Arn, aparecieron los guardias y entonces pasó algo curioso. El tiempo pareció ir a la vez muy lento  y muy rápido. Me veía a mi mismo como en una ensoñación, moviéndome muy rápido mientras el guardia apenas realizaba algún gesto, parecía moverse lentamente.

También Erik se movió veloz y el tiempo parecía detenido, mientras lo apuñalaba en la garganta y la sangre parecía apenas fluir, casi como suspendida en el aire.

Una vez pasado todo, recuperé la sensación del paso normal del tiempo.

Si Erik se pone uno de los trajes, los que vayan a rescatar a Siggy que se pongan el otro, así si se encuentran con algún guardia pueden engañarlo un momento hasta acercarse a él y matarlo. Me gustaría acompañaros, me siento en deuda con la muchacha por avisarnos de las costumbres de Aitet, aunque coincido con Arn que lo que no logre un grupo pequeño, aprovechando el sigilo, no lo logrará un grupo mayor y por la fuerza.

Miré a los dos desgraciados que yacían a nuestros pies y para mi sorpresa no sentía nada, ni odio, ni deseos de venganza, solo inquietud por el próximo paso y ganas de escapar cuanto antes de aquella prisión.

Registradlos bien - algo me retraía de tocar a aquellos perros - si tienen las llaves para librarnos de las cadenas y de la cabaña de las mujeres simplificaría mucho las cosas. Y si además pudieramos coger algún arma más de donde las tengan almacenadas y víveres sin exponernos mucho sería ideal. Si no podemos, lo prioritario es huir.

   Además de lo que había dicho Haakon y Arn previamente, seguramente conforme nos acerquemos al Hall de Aitet nos encontremos con algún otro guardia al que dar muerte y así, tanto Arn como Torstein o yo mismo podamos acceder a más armas. Y si el grupo de Erik, Haakon y Harald se encontraban con resistencia... tenían los clavos... pero necesitaban más armas.

   - Yo cogeré la espada. Llevaos el resto vosotros. 

   Empecé a desnudar uno de los cadáveres y a sustituir mis andrajosas ropas por las suyas. Enseguida noté el fieltro y la pesadez de unas ropas decentes. ¡Que placer! Un ligero estremecimiento de placer recorrió mi espalda cuando calcé las botas de cuero del muerto y tomé el casco. No estabamos desnudos, pero poder acceder a ropas así era un auténtico lujo. Después miré a Haakon y a Harald. Harald, por su parte, no era la primera vez que mataba y no sabía si Haakon había entrado en lucha. Pero me parecía que era justo darles un pequeño obsequio. Me acerqué a los brazos de los muertos y les quité sendos brazaletes. 

   - Harald, Haakon. Vosotros habéis blandido el arma que ha quitado la vida a estos guardias. Iban armados, por lo que sus espíritus seguramente vayan guiados al Valhalla. Con su muerte, vosotros habéis ayudado a que nos ganemos la libertad y podamos vivir y luchar para ganarnos el Valhalla. Tomad estos brazaletes. Recordad lo que hoy habéis conseguido y que, si logramos nuestro objetivo, habrá sido gracias a vuestros golpes certeros. - Miré a Erik y a Bernt. Ellos también habían ayudado, pero me parecía justo darles este brazalete a quienes habían desangrado a los guardias. Ya habrá tiempo para más premios y recompensas y, además, sabía que ni Bernt ni Erik estarían celosos por esos brazaletes. También sabía que no era ningún líder, no era ningún jarl... pero no quería que las buenas acciones fueran pasadas por alto, premiar el coraje de quien no es guerrero y, además, mantener alta la moral con un pequeño acto que haga enorgullecerse los corazones de los presentes.. Les entregué a Harald y a Haakon uno de los brazaletes. - Vamos, coged las llaves de las celdas y liberad al resto. Nos reuniremos en los barcos, si los dioses están de nuestra parte.

   Y pensando en eso, en los dioses y en su favor, le quité a uno de los muertos su amuleto. Un martillo de Thor. Sonreí y pensé "tú ya no lo necesitarás". Mi corazón se llenó de una calidez especial y una valentía que había creído perdidas desde que Aitet nos capturó. ¡Hasta que punto la esclavitud convierte en una vulgar bestia hasta al hombre más valiente! Sin más, me levanté y me dirigí hacía Torstein y hacia Arn. Pero no sin antes despedirme del resto.

   - Nos veremos pronto en los barcos, o tarde en el Valhalla... pero sea como sea... nos veremos. Tened cuidado y que los dioses estén con vosotros. - Ya me volví hacia mis dos acompañantes y hacia la puerta. - 

Los movimientos se vuelven mecánicos. Rápidos. Certeros. Como un pequeño ejército controlado por un gran lider, cada uno, en silencio, parece sabedor ya de lo que debe hacer.

Los muertos son desnudados y despojados de armas y objetos de valor. Erik se pone los ropajes y armadura de uno de los guardias, y Uthred las del otro. Mientras, Finn corre hacia la otra puerta a liberar a las mujeres y niños. Pronto todos estáis de nuevo unidos. Todos no. Siggy aún se encuentra en el gran hall y todos estáis de acuerdo en que no sería justo dejarla atrás.

Uthred, junto a Arn y un Torstein que se ha hecho con una lanza y un escudo, avanza hacia la oscuridad, en dirección hacia la gran casa que se eleva sobre una pequeña elevación. Los demás comenzáis a moveros hacia la playa, aunque sabéis que hay una empalizada de por medio...

-Si nos acercamos a la empalizada sin la cautela adecuada, podríamos tener problemas. Yo, que llevo el disfraz, me acercare a la puerta, si me ven, dado que voy disfrazado, será más sencillo salir del paso. Los demás, tened cuidado, caminad entre las sombras, despacio, en silencio y pensando que los dioses nos amparan, nuestra causa es justa, peleamos por nuestra libertad. Hija mía, Ragna, enorgullece a tu padre una vez más, da ejemplo, se una autentica vikinga, como tu madre. Ella nos observa y si no la conozco mal, nos estara animando desde el Valhalla.

La puerta no sabemos si estara guardada. Pero estoy convencido de que si lo estará. Al menos uno o ods guardias estarán alli. Creo que una vez los vea, lo mejor sería acercarme dando tumbos, fingiendo estar borracho, dejarme caer torpemente sobre uno de los guardias si hay dos, clavarle el clavo en la garganta mientras otro de nosotros, desde las sombras, arremete contra el segundo guardia, que estara anonadado y con suerte tardara en reaccionar. Esto lo propongo sin ver lo que nos espera, pero bueno, quizas no podamos disponer de mucho tiempo para pensar, estará bien haber hablado algo antes de entrar en accion locamente.

Agradezco el gesto de Uthred, pero niego con la cabeza: Ha sido Erik el que ha blandido el clavo, yo sólo lo he sujetado. Te agradezco el obsequio por el significado que tiene, pero si no te importa, se lo daremos a Erik, el artífice real de la muerte. 

Le alcanzo el brazalete a Erik, mientras me froto las muñecas, preparándome para el siguiente paso: Uthred, Arn, Torstein, no tengáis prisa por el Valhalla y recordad que os esperamos junto a los barcos.  Tras lo cual me dí media vuelta y recogí la lanza del suelo, pues no parecía despertar el interés de nadie.

Yo espero que no esté custodiado,  que la soledad del lugar haga que piensen que no hace falta, pero más vale la cautela. Haremos como dice Erik, el avanzará y los demás trataremos de confundirnos en las sombras. Si encuentra a alguien, se hará el borracho y cuando la atención esté centrada en él, atacaremos.

Aún si no está custidado el acceso a los barcos, nos espera bastante trabajo para poner el barco en el mar.

Cuando Uther me cedió el brazalete no supe que responder. Sin duda era un gesto lleno de amabilidad, pero no quería nada que tuviera que ver con Aitet o sus hombres, y a pesar de su valor, en aquél momento la plata no valía nada hasta que estuvieramos a muchas leguas de distancia del campamento de Aitet. E incluso si lo aceptaba, lo que sacaríamos por ese brazalete serviría mejor repartiéndolo entre todos que guardándolo para mi. Finalmente sonreí a Uther sin decir nada, pero en cuanto se fueron a su misión, se lo cedi a Jora para que lo reservase para todos.

- Preferiría no delatarnos hasta que Uther y los otros hubieran iniciado el fuego - respondí con un suspiro de resignación - pero no sabemos cuanto tardarán. Sea como sea de momento avanzad en silencio, si nos encontramos con algún guardia. En ese momento decidiremos. -

Incapaz de contenerme, antes de partir dediqué una plegaria a los dioses. Me sentía torpe e inútil sin el acompañamiento del bastón que me había acompañado en aquellas labores casi desde que recordaba, pero aún así lo hice pensando que aquella noche de nuevo los ojos de los dioses se posaban sobre nosotros.

_{Mörkret är vår mantel, och dölja din natt Máni bara för ikväll}