Partida Rol por web

El trabajo es pesado y monótono, solo interrumpido por los insultos de los guardias. Además, al darse cuenta que Haakon intentaba guardarse algo, se han abalanzado sobre él y se lo han quitado, por suerte sin lastimarlo - Dejadlo, es un thulr - pugno por gritar, pero me contengo. No quiero atraer más atención de la necesaria sobre él.

Oigo el discurso de Erik y asiento levemente. No nos abandonaremos facilmente, hay que perseverar y esperar nuestra oportunidad, pero ruego a los dioses que sea pronto, porque no sé cuanto aguantarán los más débiles.
 

Limpiar la casa o cocinar. Ambas tareas parecían en principio exentas de peligros pero sin duda ni iba a ser así. Intento que no se me note decaída y miro a mi alrededor para intentar ubicarme mejor. Al parecer nos han asignado al que sea que fuera el jefe de aquellos. Limpiar la casa podía darme la oportunidad de explorar y enterarme de cosas así como de hacer un reconocimiento a la casa y ver si podía encontrar armas. Pero tal vez sería la más peligrosa pues estaría expuesta a cualquiera que viniera a la casa. Cocinar tenía esa seguridad... de estar en un espacio cerrado con más mujeres.. y además dados mis conocimientos tal vez... envenenar.... sin duda eran opciones bastante atractivas cada una por sus cosas. 

Suspiró y decidió. Intentaría todo lo posible por sacar a sus hijos y a sus compañeros de ahí. 

- Limpiar.- digo con un tono neutro. Asiento a los consejos de Siggy que parecen sensatos.- Esperemos que no sea esto no sea una muerte en vida .- digo bajando un poco el tono de voz.

Parco en palabras, me limito a asentir al mensaje de Erik. El guerrero ha hablado sabiamente, pero no creo que a ninguno vaya a fallarnos la moral. Demasiado camino recorrido, demasiada determinación y el justo orgullo harán de nosotros malos esclavos.

Haakon ha intentado birlar algunos de los moluscos, y no ha salido bien. Aún así, creo que ha hecho bien, necesitamos materiales. Mantenernos con fuerza y tener materia prima con la que hacer volar nuestra inventiva. Para otra vez será.

Los hombres de lo que fuese la tripulación de Ívarr sois los únicos que estáis en la playa trabajando. Los guardias, confiados por vuestros grilletes que apenas os dejan moveros sin trastabillar, se permiten el lujo de beber cerveza aguada mientras os vigilan. A veces incluso mean en vuestra dirección, sujetando su miembro al orinar y mirándoos directamente, como si deseasen mearos encima. Pero habéis notado que no os golpean más allá de lo estrictamente necesario para indicar quién manda. Algo os dice que Aitet ha dado instrucciones precisas de que no os lastimen. No es que la esclavitud sea así mejor. Después de todo, sois mercancia y no quieren que esta sea vendida defectuosa pues vuestro precio sería más bajo.

Las manos os arden del frío mezclado con la humedad. La salitre hace escocer las heridas y pequeños cortes que os producís en la limpieza.

Pero no os rendís.

De vez en cuando alguno intenta insuflar ánimo al compañero que decae. Cuando Erik susurra su discurso, la moral del grupo se recupera. Al menos durante un rato. Las caras largas son la norma.

El sol comienza a caer. No lo véis, pero el cielo comienza a oscurecerse. Los guardias os gritan para que dejéis las cosas. Estáis calados pues la marea ha subido y habéis seguido trabajando hasta el último momento.

Os ponéis en camino hacia la chabola donde habéis pasado la noche.

Si haces lo que te ordenan no deberás temer por tu vida. Dice mientras tus hijos te rodean con sus brazos en las piernas, asustados. Su voz es hermosa, como ella, pero notas su fuerza y también cómo se está aguantando cosas. Siggy parece más de lo que aparenta.

Pasas el día sirviendo y cocinando. Conociendo a gente. La gente no te está tratando mal y sólo has recibido algunos gritos. Algo te dice que tendrás que tener cuidado con quedarte sola si los hombres beben demasiado, pero al menos estás aliviada de tener a las mujeres de la tripulación, incluyendo a Bera, y a tus hijos a tu lado.

Sin levantar demasiado la vista para no suscitar sospechas, trato de hacerme una idea de como es la geografia del entorno, vegetacion, construcciones.

Tambien trato de descubrir armas con las que combatir, armas improvisadas o de verdad si las pudiera encontrar, al margen de las portadas por los guardias de Aitet.

La tarea era tediosa y repetitiva, y por supuesto, minaba nuestras fuerzas. No supe a ciencia cierta cuanto tiempo había pasado frotando, solo que cuando quise darme cuenta nos enviaban de nuevo a la cabaña que sirviera de celda conjunta para nosotros.

No había mucha conversación, ni de camino a la cabaña, ni más tarde. Simplemente todos estaban agotados como para compartir cualesquiera que fuesen sus pensamientos. Todos pugnábamos por liberarnos, pero aquello no ocurriría sin un buen plan y valor para llevarlo a cabo. Por muy penosa que fuera nuestra situación, de momento nuestra única opción era ver y aprender; por eso, me acerque lo más posible a la puerta principal en busca de una rendija en la pared por donde observar el exterior. Con un poco de suerte tal vez pudiera saber exactamente cuantos guardias nos vigilaban, y cada cuanto tiempo cambiaban.

Tras un día de trabajo agotador, no tenía mucho más que decir. Mi cabeza daba vueltas tratando de encontrar una manera de escapar de allí, pero no lograba atisbar ningún resquicio para liberarnos.

Erik, tu eres herrero ¿alguna forma de romper los grilletes?

   Me dispuse a trabajar lo mejor que pude. No iba a dejar que mis debilidades quedasen al descubierto. No iba a dejar que mis enemigos supieran de ellas, o que mis amigos, mis hermanos, vieran debilidad en mi. Frotaba y rascaba el casco de aquel barco, arrancando brea y moluscos que estaban pegados a la madera. Y cuando una ola o un poco de agua salada me salpicaba la herida y la sentía arder, apretaba los dientes con fuerza.

   - Tengamos cuidado... - Dije en voz baja sin alzar la cabeza. - Ishild y las demás mujeres y niños aún están con ellos. Si escuchan que intentamos escapar es probable que las maten. Y si rompemos las cadenas, nos escucharán. Miradlos. - Miré por encima de mi hombro. Nos vigilaban, pero no estrechamente. Bebían, reían y bromeaban como cualquiera de nosotros haríamos en un momento distendido. - Nos vigilan, pero mirad cómo. Dejad que pasen unos días y se confíen más aún. Erik tiene razón, que piensen que estamos derrotados y sumisos y se confíen. Antes de escapar hay que pensar en las mujeres.

Tranquilo Uthred, no pretendo romperlos ahora. Solo quiero saber si Erik ve alguna forma de hacerlo. No me olvido de Ishild y de todas las demás familias encerradas. El día que huyamos será cuando podamos hacerlo con ellos y no dejarlos aquí a merced de nuestros captores y que paguen su frustración con ellos. - tranquilicé a mi joven amigo.

   Asentí hacia Harald.

   - Para ese momento estaré más que preparado. Voy a pediros una cosa. - La sombra de la desconfianza se cernía, oscura y opresiva, sobre mí, pues de vez en cuando miraba de reojo, temeroso a ser descubierto, y bajaba la voz de modo exagerado. - Aprovechad la confianza de Aitet y sus hombres. Memorizad todo cuanto podáis. Los edificios que hay, cuantos hombres parece disponer Aitet e intentad distinguirlos. Cuando estemos en las celdas, cuando todos se hayan dormido, pondremos en común lo que hayamos descubierto. Pero lo haremos de forma disimulada, por si en las celdas también hubiera otros presos. No debemos fiarnos de ellos.

Me mantengo atenta a cualquier cosa que pueda escuchar o advertir. En algún momento que vea que estamos mas o menos solas las de la tripulación y los niños les indico que bajo ningún concepto se queden solas, que se limiten a hacer su trabajo y que intenten pasar desapercibidas. Ya habrá tiempo de hacer algún plan para escapar o enfrentarnos. Observo la cocina y trato de identificar los ingredientes con los que me dejan cocinar para ver si podría de alguna manera generar algún tipo de intoxicación o indigestión. Intento yo misma pasar desapercibida sin perder ni un solo segundo a los niños de vista.

-Hablas sabiamente, Uthred. Soy el primero en querer librarme de estos grilletes lo antes posible, pero debemos tener cuidado. Me fijaré en lo que pueda, aunque no confío demasiado en mis ojos después de un día tan largo.

Dedico toda mi energía a intentar quedarme con detalles útiles sobre lo que nos rodea. Sobre todo, cómo de lejos está la tienda en la que dormimos de las de los guardias, si hay más esclavos en el campamento, cuál es la tienda de Altet, cuántos hombres parecen hacerse cargo de nosotros...

La oscuridad se cierne sobre el pequeño asentamiento costero que es ahora vuestro "hogar". Y con la oscuridad, la hora de volver a vuestros cuartuchos-prisiones donde pasásteis la noche de ayer. Seguís separados: los hombres por un lado, las mujeres por otro, los niños y ancianos en otro más.

Pero la casa es minúscula y podéis oir los sollozos de los otros prisioneros, especialmente los niños que no terminan de entender qué ocurre.

Seguís solos. No véis a ningún otro esclavo, salvo la mujer que vino a recoger a las féminas y niños de vuestro grupo que pasa la noche con Ishild y sus compañeras. Parece ser la única esclava que queda. Por su belleza, no os sorprende que Aitet haya decidido quedársela, aunque sí que os sorprende que no esté calentando su cama.

Os fijáis, casi de forma mecánica por ser guerreros después de todo, en cada detalle que podéis. Mucho antes de que cualquiera lo dijese en alto.

El asentamiento es pequeño, con apenas unas pocas familias, pero bastantes guerreros que sirven a Aitet y que no parecen contar con mujeres o niños a su cargo. En total creéis que habrá unos 50 hombres en edad de luchar, una docena de hombres que podrían llegar a hacerlo en caso de necesidad y, por supuesto, algunas frisias que si son como las nórdicas es probable que sepan plantaros cara. A diferencia del ataque a Gunnar, os superan por bastante, incluso con todos los nuevos brazos que se os han unido en la huída.

Confiados o no, lo que sí observaís es que no hay ningún objeto que pueda servir de arma que os sea puesto al alcance. Las únicas armas visibles son las que tienen los propios guardias. Algunos incluso llevan vuestras propias armas, lo cual os hace sentiros especialmente humillados y furiosos. Aitet pasea orgulloso con la cimera que fuera de Gunnar y que arrebató a Jorgen. En las cocinas, las cocineras son las mujeres frisias y tienen mucho ojo de tener a las mujeres cautivas lejos de los cuchillos que pudiese haber.

Necesito averiguar como y donde duerme el grueso de los guardias. Hemos contado 50 guerreros estrictamente hablando, pero al menos una docena larga mas podrian empuñar las armas contra nosotros. Eso nos deja en una proporcion de mas o menos 7 a uno. Si Thor decidiera unirse a nosotros en la lucha, sin duda alcanzariamos la victoria, pero sin Mijolnir y el poderoso brazo de Thor, estariamos muertos antes de empezar a luchar.

En cambio, un enfretamiento más sutil y sostenido en el tiempo, podria sernos más favorable. Dudo que tengamos acceso a hierbas ponzoñosas que podamos utilizar, pero tener en mente una treta asi, podria venirnos bien para tener la cabeza ocupada. Por otro lado, hay que procurarse un modo de soltarnos los grilletes que nos permita soltarnos sin que nuestros captores lo noten. Y por ultimo, habria que atacar al amparo de la noche, haciendo dos o tres grupos, cada uno con sus objetivos claros, aprovechando una oportunidad en que nuestros captores esten debilitados por el alcohol tras una fiesta y a ser posible en el lugar de la misma, todos juntos.

-¿Sabemos de alguna fiesta en honor a alguna deidad Frisia que se celebre un dia cercano a hoy? Estaria bien que fuese algo ostentoso, donde los festejantes coman y beban sin censura, con brutalidad... Tengo una idea, os la contare pronto. Harald, ¿Tu entiendes de hierbas? Nos vendria bien algo que afloje las tripas, algo que a ser posible tenga un antidoto sencillo y sobre todo, que podamos tener a nuestro alcance, se que pido mucho, pero piensa en ello. Yo pensare en los grilletes...

Despues de hablar, alzo mis manos, para poder ver los grilletes a la luz de la luna, busco las uniones de los eslabones, evaluo el trabajo de quien los creó, analizo su trabajo para ver como puedo deshacerlo.

   El duro trabajo me había dejado más exhausto de lo que había imaginado. La herida estaba me estaba pasando factura por mucho que intentara ocultarlo. Un acceso de tos me sobrevino y sonreí al escuchar a un niño sollozar, sabiendo que con ellos estaban los ancianos. 

   - Maditas ratas... pensarán que Torstein y mi abuelo son ancianos... ambos podrían romperle el cráneo a Aitet con las manos desnudas y el punto justo de furia. - Me reí entre dientes para no hacer mucho ruido, sorprendido de reír pues había dejado de hacerlo desde nuestra captura. Pensaba demasiado en las afrentas, en los compañeros capturados y más aún en nuestras compañeras... pues a pesar de las experiencias vividas aún soy joven.

   Escucho con atención a Erik. Su idea es buena. Aprovechar alguna festividad o algún banquete en el que Aitet y sus hombres se emborrachen y usar su estado ebrio en nuestro beneficio.

   - ¿En que estás pensando, hermano? - Pregunto a Erik cuando éste anuncia que pronto nos contará su idea. - Dioses... Ishild y sus hierbas no me vendrían mal ahora mismo...

Como era de esperar, cuanto más sabíamos más difícil parecía la tarea de escapar. Antes habíamos sido capturados sin esfuerzo cara a cara contra los guerreros de Aitet; ahora que estábamos separados y ni siquiera teníamos armas me desagradaba pensar en los medios que tendríamos que emplear para que nuestros intentos tuvieran éxito.

Parecía que otros habían pensado del mismo modo, al escuchar a Erik hablar parecía que ya hubiera ideado un plan, aunque estaba claro que nada muy concreto. 

- ¿Sabemos de alguna fiesta en honor a alguna deidad Frisia que se celebre un dia cercano a hoy? -

- ¿El solsticio de invierno*? - dije sin pensarlo dos veces, aunque con reservas - Es una fecha importante para todas las criaturas del Midgard. Incluso los frísios deberían celebrarlo de algún modo. -

Por otro lado, el estado de Uthred me preocupaba; con la huida de Hedeby y el viaje campo a través no parecía haberse recuperado por completo de sus heridas. Pensé que podría ayudarle, o tal vez... me acerqué a él y le susurré algo de forma enigmática.

- Uthred. - le llamé la atención para que me escuchase - ¿Por qué no te acercas a aquella mujer para que te ayude con tus heridas? Con tu "encanto natural" no dudo que podríais volveros muy cercanos. - hice un gesto significativo con la cabeza hacia la única esclava del lugar aparte de nosotros.

Tenía mis ideas sobre el papel que ella podría desempeñar en nuestros planes, pero primero teníamos que saber más sobre su sometimiento a aitet, y Uther era un guerrero aún joven y atractivo, y tenía la excusa perfecta para acercarsele.

Sonrío tristemente - si, si que nos vendría bien Ishild - antes de contestar: Algo entiendo, pero no tanto como Ishild, Buscaré a ver si logro distinguir alguna hierba conocida y que provoque los efectos que me pides, Erik, aunque estamos muy limitados y mi capacidad no es igual que la de ella.